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Huellas N.04, Abril 2019

BREVES

Cartas

A cargo de Carmen Giussani

La alegría de la caridad

Apreciado Julián, te escribo por algo que nos sucedió la semana pasada en Santa Anna, la parroquia donde algunos amigos somos voluntarios y también tenemos un pequeño grupo de caritativa una vez al mes. Además, los primeros domingos de cada mes vamos allí a misa de 12:30h varias familias con nuestros hijos pequeños, después de lo cual comemos con Mn. Peio y con algunas de las personas sin techo que andan por allí, descansando, comiendo o bebiendo, en lo que viene siendo el hospital de campaña que ha pedido el Papa en pleno centro de Barcelona. El pasado lunes por la tarde quedé con el párroco para invitarle a un acto del Puntbcn, el encuentro cultural organizado por la comunidad de CL en Barcelona. Al salir de su despacho nos contaron que acababa de llegar una mujer venezolana con sus dos hijos. No tenía dónde dormir y la administración no se hacía cargo porque estaban desbordados. Eran casi las ocho y las puertas de la parroquia tenían que cerrar. Aquella familia cargada de maletas se iba a quedar en la calle. La mujer tenía unas marcadísimas ojeras y unos ojos tristes. Los dos niños, de 11 y 7 años, miraban al suelo con una expresión entre cansada y asustada. ¿Cómo los íbamos a dejar dormir en la calle? Viendo la situación, Ana, una teresiana napolitana que es la jefa de voluntarios, y yo decidimos buscar un hotel para que pasaran la noche. Así lo hice con el móvil. Reservé y los llevé a un hostal céntrico para que al día siguiente pudiesen seguir en Santa Anna con la búsqueda de alojamiento. Me los llevé en coche y los acompañé hasta su alojamiento, con tan mala suerte que la habitación que yo había contratado por una plataforma virtual se había contratado poco antes por otra plataforma, sin tener tiempo el hotel de notificar que la habitación estaba ocupada. Resultado: no había habitación y me tenían que buscar otra equivalente en Barcelona. Mientras, podíamos esperar en el hall.
Allí estuvimos media hora más o menos. Cuando me dieron una alternativa los tres se habían dormido en sendos sofás y ahora había que llevarlos al otro lado de la ciudad, casi al doble de precio y sin garantías de que allí fuésemos a tener el tema solucionado. Durante nuestro tiempo de espera allí, yo había estado llamando a mi mujer, que no me respondía al teléfono. Era la hora de acostar a los niños. Tenemos cinco, entre 2 y 11 años, y estamos esperando el sexto. Estaría ocupada y no podría responder. Le quería consultar algo que me había empezado a rondar la cabeza: ¿y si los llevaba a casa a que descansaran? Tenemos dos camas libres y uno de los chicos podía dormir con la madre. Pese a no poder confirmar con mi mujer, aunque sabiendo bien que no le iba a parecer mal, decidí llevármelos a casa. Al llegar, mi mujer nos recibió contentísima. Les dimos de cenar unos huevos fritos y se fueron a descansar, que es lo que necesitaban. Se han quedado en casa una semana entera. Después han ido a casa de unos amigos, que tienen cuatro niños, que los han tenido cuatro días antes de que entraran en un piso que hemos encontrado, en el que Cáritas les va a pagar una habitación. Lo sorprendente es que esta pequeña aventura ha sido también una pequeña revolución porque hemos verificado nítidamente la presencia del Señor en los necesitados. El primer signo ha sido la oleada de adhesiones que hemos recibido para acoger al necesitado, algo que hemos experimentado una y otra vez en nosotros mismos en la Iglesia. Tanto voluntarios de la parroquia de Santa Anna como amigos del movimiento se han ofrecido para ayudar. Unas han hecho de abuelas, otros han acompañado a Ana Maya los chicos a hacer gestiones en las distintas administraciones, otros les han buscado colegio, otros casa, estuvimos en una capotada en la Masía y se quedaron a dormir allí el fin de semana. Al final, llevarnos a esta familia a casa ha hecho crecer la unidad de nuestro pedacito de Iglesia en el día a día. Otro signo curioso ha sido la unidad en nuestra casa. Lo que en principio tenía que resultar un sacrificio, en algunas cosas lo ha sido, pero también ha hecho emerger en los niños y en nosotros un deseo de hacer las cosas mejor para ellos. Nuestro hijo mayor ha cedido su habitación sin rechistar, sin siquiera haberle avisado de que venían; algo, por lo menos, inesperado. A mí me ha sido mucho más fácil prescindir de mis pequeñas obsesiones de cada día para centrarme en lo más importante. Es como si acogerles me hubiese puesto más disponible con respecto a lo que sucedía a mi alrededor. Algo que, por cierto, implica cansancio, que uno puede ofrecer también más conscientemente gracias a tenerlos allí. Además, hemos visto claro algo que dice san Óscar Romero en su discurso en Lovaina, que el contacto con los pobres da una conciencia más clara del pecado: «Sabemos que la ofensa a Dios es la muerte del hombre. Sabemos que el pecado es verdaderamente mortal; pero no solo por la muerte interna de quien lo comete, sino por la muerte real y objetiva que produce. Recordamos de esa forma el dato profundo de nuestra fe cristiana. Pecado es aquello que dio muerte al hijo de Dios, y pecado sigue siendo aquello que da muerte a los hijos de Dios». Teniendo a Ana Ma en casa hemos prestado más atención a lo que se vive en Venezuela y en tantas partes del mundo. También nos ha resultado muy curioso -por no decir providencial- que el día después de acoger a esta familia nos llegase un manifiesto de CL en América Latina que decía algo poco habitual: «Invita a comer a tu casa a una familia de migrantes venezolanos. Son muchos los venezolanos que han migrado y que están lejos de su tierra por situaciones adversas. Proponemos acoger a una familia venezolana en tu casa, para brindarle un almuerzo y compartir con ella el abrazo y la acogida». Era como si hubiese una extraña conexión entre el camino del movimiento y el nuestro. El mensaje de Cuaresma del Papa nos decía: «Abandonemos el egoísmo, la mirada fija en nosotros mismos, y dirijámonos a la Pascua de Jesús; hagámonos prójimos de nuestros hermanos y hermanas que pasan dificultades, compartiendo con ellos nuestros bienes espirituales y materiales. Así, acogiendo en lo concreto de nuestra vida la victoria de Cristo sobre el pecado y la muerte, atraeremos su fuerza transformadora también sobre la creación». Parecía escrito para nosotros en estos días y son muchas personas en nuestro entorno las que reconocían esta fuerza transformadora. Pero esta fuerza transformadora se hacía especialmente ostensible en el rostro de Ana Ma y en sus hijos, que en poco tiempo de acogida y convivencia con la Iglesia se habían llenado de alegría. Incluso la hermana mayor de Ana Ma nos llamó llorando desde Cádiz, donde está en el programa de refugiados, para agradecernos que nos hubiésemos hecho cargo de ella. No éramos nosotros. Era el Señor. Y, como colofón, una imprevista cena en nuestra casa el pasado domingo, con Ana Ma, el párroco de Santa Anna, los dos obispos auxiliares de nuestra diócesis y varios amigos del movimiento -que prepararon la cena porque nosotros estábamos agotados-, de la que salimos todos agradecidos, aunque terminamos tarde, reconociendo lo que nos decían los obispos, que el Señor suscita en su Iglesia «manantiales de vida» de los que ellos no dejan de ver muestras en Barcelona. Y nos decían que lo curioso es que no los pueden reproducir ni queriendo. Lo único que puedes hacer con ellos es obedecerlos, decían, porque son una posibilidad de conversión para muchos. Portodo esto, estamos muy agradecidos, porque no hubiésemos podido ver nada de lo que hemos visto sin haber sido queridos primero tal como somos en esta madre que es la Iglesia, y porque vamos ganando claridad en otro de los métodos infalibles para tener un contacto evidente con el Señor.
Jorge

Una belleza desarmada
El sábado clausuramos la exposición “En busca de un hombre libre" en Osuna. Ha sido una semana intensa, ¡intensísima!, precedida de tres meses de preparación, encuentros y propuestas que nunca antes nos hubiéramos atrevido a hacer. La llegada de la exposición nace del asombro que nos produjo verla en EncuentroMadrid y del deseo de seguir y verificar la invitación de Julián Carrón de entrar desarmados en la realidad. ¿Qué mejor forma para ello que proponer la exposición al concejal de Cultura del Ayuntamiento para ofrecerla a todo el pueblo?
Nos sorprendió la acogida y apertura que tuvo dicho concejal ante nuestra propuesta. De ahí, la caída de nuestros propios prejuicios que durante estos días ha sido aún más evidente. Ya en la presentación Manolo, el concejal, decía: «Mirando mi propia historia y poniéndome delante de vuestras preguntas reconozco que renunciaría a muchas cosas antes que al deseo de ser libre. Veo que la libertad es un bien muy deseado y, sin embargo, muy escaso». Hemos comprobado que abrir nuestras puertas sin saber quién podría entrar es un bien enorme porque nos obliga a partir del deseo de «abrir procesos más que ocupar espacios».
A la exposición acudió gente de lo más diverso. Una profesora de ética, atea, que decía no ver la libertad de los creyentes ante las circunstancias sino simple resignación, se quedó muda ante la sonrisa cierta de Gloria contando su embarazo. Un pastor evangélico y su mujer, cuya simple presencia ya causó ciertos “cuchicheos" entre los cristianos de toda la vida que estaban en la sala, políticos de distintos partidos y gente de la calle. Visitando la exposición, una madre que se creía libre cayó en la cuenta de que no lo era tanto como pensaba, y nació en ella una esperanza nueva de serlo. Un médico ya jubilado, con una intensa vida de búsqueda, contó algo tan humano como que el arrepentimiento le hace libre. Una persona enferma dijo haber aprendido que la libertad no es tanto poder elegir como “soltar lastre". Algunos agradecían las preguntas que se planteaban, porque “de estas cosas importantes" no se habla en ningún sitio. En estos días hemos visto suceder el cristianismo: algo nuevo que tiene la potencia de conquistar, cambiar y corresponder el corazón de nuestros hermanos los hombres. Así, un matrimonio joven no dejó de llorar en toda la exposición; luego nos contaron que acababan de perder un hijo y que ver a Gloria y Leo en el video les había conmovido. Inmediatamente y como un resorte,
Alfonso les puso en contacto a los dos matrimonios, para que puedan hacer un camino juntos. ¡Algo nuevo! Una chica abrió su corazón y nos contó que nunca había sido más libre que el día que volvió con su marido cuatro años después de dejarlo (nunca antes se había atrevido a contarlo “en público"). Cerramos la exposición llenos de agradecimiento por estos días que nos han permitido entender mejor cómo podemos ser libres dentro de un mundo que anhela la libertad pero no la encuentra, ciertos de que solo Algo nuevo tiene la potencia de hacernos libres.
Cristina y Lolo, Osuna (Sevilla)

Un milagro patente
El día 16 de marzo se celebró el matrimonio de mi hija Leticia y Miguel. Fue un espectáculo. Habitualmente, vivo inmerso en los mil ajetreos del día, sin la conciencia clara de la compañía del Señor en el instante presente. Mas ese día constaté Su presencia con claridad, cómo nos lleva en la palma de su mano aunque no nos enteremos. Viendo lo que acontecía, la belleza de los cantos, la presencia de tantos amigos, la homilía del padre Tommaso, la fiesta posterior... Durante la celebración me lo imaginé sentado en su trono mirándonos con cariño y un enorme amor hacia todos sus hijos presentes en la boda. Y pensaba en su caricia hacia nosotros a diario cuando no nos damos cuenta de ello, porque Él sí se acuerda de mí, las 24 horas del día. ¡Estaba allí! Acompañándonos, como siempre. Que Leti y Miguel digan un “sí" para siempre, decidido, sin miedo, no se entiende hoy en día, más bien sería una locura, si no es por la pertenencia a la Iglesia; no una Iglesiavirtual, teórica, “tradicional", como quizá conocimos un tiempo, sino una Iglesia viva, hecha carne, palpable. Un pueblo conformado por personas concretas, con nombres y apellidos.
Como ha sido para Leticia y Miguel, y tantos amigos suyos que les acompañan. Viéndolos, me conmovía profundamente, y me salía un enorme agradecimiento al Señor y a don Giussani, que con el don de su carisma y su camino pedagógico nos ha hecho comprender la tradición cristiana recibida y la pertinencia del cristianismo para la vida. Los padres introducimos a nuestros hijos en el camino de la fe recibida en este pueblo, y ellos libremente aceptan, algo que jamás hay que dar por supuesto, porque «lo han visto con sus propios ojos», también gracias a tantas madres y padres “adoptivos" que forman parte de este pueblo visible y cercano que les ha acompañado en la vida. Es fácil entender que una boda como la de Leti y Miguel se convierte en un testimonio elocuente para el mundo. Ahora comprendo mejor qué es el milagro del que habla la Escuela de comunidad: algo excepcional que corresponde con lo que el corazón desea, y que se hace realidad.
Luis, Majadahonda (Madrid)

"De mi vida a la vuestra”
Con esta muestra me di cuenta de la importancia que tiene un gesto misionero, cuán importante es llevar el mensaje de Cristo a la gente y cuánta necesidad hay de Él. La idea comenzó con ocasión del aniversario de la muerte de don Giussani y del reconocimiento de la Fraternidad. Pensamos hacerlo en una localidad turística cercana a nuestra ciudad, Monte Hermoso, ya que en el mes de febrero se concentra mucha gente, también aprovechando el hecho de que un sacerdote de CL había llegado recientemente como párroco de esta localidad. Todo lo que esta iniciativa suscitó fue totalmente imprevisto. Comenzamos la muestra con la misa celebrada por el obispo de la diócesis. Finalizada la misa, el obispo invitó a todos a la muestra y un gran grupo de personas se trasladó hacia el lugar convenido para verla. Grande fue la sorpresa al ver toda la gente que se sumó con gran interés en conocer de qué se trataba. Aunque no lo teníamos previsto, improvisamos una guía para los asistentes, y lo mismo hicimos los días sucesivos. Al día siguiente de la inauguración, hizo mucho calor y la gente se quedó disfrutando de la playa hasta muy tarde, no teníamos público pero esto no fue un impedimento para que saliéramos a repartir la revista Huellas y a “cazar" gente, lo que puso en juego nuestro espíritu misionero, y a preguntarnos qué es lo más querido. Al día siguiente, nos acercamos a la misa, dimos el aviso nosotros mismos y repartimos las revistas a la salida. Esto hizo que más gente se acercara, entre ellos un profesor de la universidad, quien me dictó la única materia que compartí con el amigo que me invitó al movimiento. A lo largo de las sucesivas visitas guiadas, me iba dando cuenta de que lo que estábamos transmitiendo era nuestra historia, nuestra experiencia y cada vez me iba enamorando más del carisma de don Giussani. Durante las visitas veía la cara de la gente con una sonrisa, estaban felices de escuchar lo que les decíamos y esto nos devolvía a nosotros la sorpresa del carisma. Muchos se sorprendían por ver tanta vida en la Iglesia. Según pasaban los días, empezó a aparecer gente que venía de lejos y nos dimos cuenta de que la exposición estaba trascendiendo a otros puntos del país. Durante la noche, tuvimos una velada explicando el sentido de los cantos que me ayudó a ir más al fondo de mi experiencia y desear, como dice don Gius en el video que exponíamos al final de la muestra, “que esto no se acabe nunca". Queremos volver a organizar otro encuentro de una semana para el año próximo, movidos por esa pasión por el hombre que don Giussani nos ha transmitido.
Mauricia, Bahía Blanca (Argentina)

A través de un catálogo
En la semana del 13 al 19 de marzo se realizó en Rafaela la primera exposición sobre la muestra de Bergoglio Gestos y Palabras, presentada en el último Meeting de Rímini. Esta cartafue dejada en un sobre cerrado a nombre del comisario Alejandro Bonety cuando la abrió decía esto. No dice nada más, no sabemos de quién es.

Rafaela 17-3-2019
Sr. Alejandro Bonet y en usted a todos los realizadores de la muestra: Deseaba contarles una experiencia personal, del Amor de Dios Padre, donde uno menos espera. El catálogo entra a mi hogar, un día en que mi mamá aún sufría un gran dolor corporal que no le permitía caminar; pero lo más doloroso es que ella estaba sumida en una depresión, en “rivalidad" con una de mis hermanas. Dejé el catálogo en la mesa principal de la casa, sin decirle nada, ya que estaba rechazando toda ayuda. A los dos días, encontré el catálogo en su mesita de luz, al quinto día lo volví a ver en la mesa principal. Al día siguiente, un sábado, no la encontré en casa; estaba en casa de mi hermana, llegó a casa con una sonrisa sorprendente, nueva, y aunque el dolor corporal continúa, su corazón ya no es el mismo. El día de una de las charlas de la muestra, me pide que le cuente, y en ese momento ella me dijo: “yo leí el catálogo en cuatro noches". Ahí comprendí que, ante mi súplica a Dios por ella, Él se valió de la hermosura de su obra. No dudo que cada hoja del catálogo le abrió el corazón y la reconstruyó.
¡Gracias!

 
 

Créditos / © Asociación Cultural Huellas, c/ Luis de Salazar, 9, local 4. 28002 Madrid. Tel.: 915231404 / © Fraternità di Comunione e Liberazione para los textos de Luigi Giussani y Julián Carrón

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