Huellas N.01, Enero 2019

PRIMER PLANO

El secreto de la caridad

Tres historias, cada una significativa a su manera. No tanto por su carácter extraordinario, que en el caso de la Jornada de Recogida de alimentos para los pobres también llama la atención, sino por lo que ponen de manifiesto. Un río de caridad que se alimenta a lo largo de todo el año mediante gestos análogos (como la acción caritativa a través de los Bancos de Solidaridad, como relata el segundo artículo) que van más allá de una genérica “buena acción” para ser un verdadero factor educativo. Poco a poco, se genera una concepción distinta de uno mismo y del otro, como testimonia el tercero de estos artículos: una comida con los pobres, a raíz de tomarse en serio la invitación del Papa con ocasión de la Jornada mundial de los pobres. La caridad cristiana actúa a un nivel más profundo que el del voluntariado o la solidaridad, aunque ambos útiles y valorados. La caridad actúa a un nivel distinto porque tiene otro origen: el reconocimiento y el amor a Cristo. Lo reconocía Joseba Arregi en la entrevista que publicamos
en el número anterior, que se deja interrogar acerca de esa diferencia, hasta plantearse una pregunta sobre lo que es el cristianismo. Lo señalan bien los dos artículos que muestran cómo la caridad cristiana fue la novedad más radical que los cristianos trajeron al mundo, desde el comienzo (ver la entrevista a monseñor Ennio Apeciti), y a la historia, con obras como las del Cottolengo. Por último, lo confirma la reflexión de Davide Prosperi, que muestra cómo esa misma caridad constituye un juicio sobre el mundo. Sobre todo, sobre el mundo en el que todos estamos llamados a vivir hoy. (dp)