El Manifiesto de Navidad de CL reproduce este año una Adoración de los Magos de 1457, obra de Antonello Gagini ubicada en una callejuela de Génova.
He aquí su historia, junto con la de otras obras disponibles siempre y para todos. Imágenes reservadas y discretas que acompañan la vida diaria de la gente.
Es el belén de una de las callejuelas de la ciudad vieja. En el corazón de Génova, caminando por la vía de los Orfebres, si al llegar al número 43 levantamos la cabeza, nos encontramos delante de algo inesperado. A pie de calle, puestos en ángulo, están los escaparates de una tienda de cuchillos. Por encima de uno de esos escaparates, en lugar del rótulo, llama la atención un gran bajorrelieve de mármol con la "Adoración de los Magos". Naturalmente está allí desde mucho antes que el local comercial. Una placa recuerda la fecha probable en que fue realizado, 1460, y nos da a conocer al autor, Antonello Gagini. Es un belén callejero que durante siglos ha acompañado a la gente que transitaba por esta calle genovesa, y que ha hecho alzar la cabeza en señal de gratitud y devoción a los miles de hombres y mujeres que vivieron aquí o que simplemente están de paso. El autor es un artista que pertenece a una dinastía de escultores procedentes del Tesino suizo, que salieron de su lugar natal, Bissone, a mitad del siglo XV. Una parte de la familia llegó a Génova; otra rama, la más noble, se estableció en Palermo. El ancestro, Domenico, se había formado en los talleres de Brunelleschi en Florencia. Giovanni, nieto suyo, es el probable autor de la "Adoración" de la vía de los Orfebres. No es la única obra callejera que dejó en la ciudad, porque suyos son dos bajorrelieves con la historia de san Jorge, de los cuales uno, particularmente bello, cerca de la vía del Canneto, también está colocado encima de una tienda.
Hoy estamos menos acostumbrados a levantar la cabeza y a sorprendernos por estas presencias callejeras que nos acompañan cotidianamente. Sin embargo, si Italia es un país único en el mundo es precisamente por esta idea del arte, y por tanto de la belleza, como patrimonio difundido y a disposición de todos. Son las obras que Tripadvisor señala justamente como 24/24, es decir, siempre abiertas, a cualquier hora del día y de la noche. No son monumentos porque carecen de toda retórica. Son imágenes reservadas, situadas en los cruces de las calles, que vigilan la vida discretamente, día a día. Imágenes hacia las que alzar la mirada para pedir protección o dar gracias a Dios.
En Roma, por ejemplo, todavía hoy se cuentan 522 "Madonnelle stradaiole" (imágenes de la Virgen que se encuentran por las calles, ndt.) de las casi dos mil que poblaban el centro de la ciudad y que iban siempre adornadas con flores y velas. Stendhal habló de ellas en sus Paseos por Roma, porque de noche iluminaban las calles: otro modo sencillo de ofrecerse como presencias protectoras. La más famosa de estas "Madonnelle stradaiole" es la del Edículo del Ponte, en la vía de los Coronari, en la que trabajaron dos maestros, como Antonio de Sangallo y Perin del Vaga, que pintó la imagen de la Coronación de la Virgen. También se atribuían a estas imágenes milagros, como el de la Virgen del Arquito, que lloró viendo llegar al Estado Pontificio a los franceses; por ello, fue colocada en un minúsculo santuario que es la iglesia más pequeña de Roma.
En Florencia, en cambio la forma más común de estas presencias en la calle es la de los tabernáculos. El más espectacular es sin duda el Tabernáculo de las Fuentecillas (con siete cabezas de querubines que echan agua en una fuente que está debajo): se trata de una gran obra de cerámica y vidrio, con la Virgen, el Niño y una plétora de santos. Se ofrece a nuestros ojos, regalándonos a cada hora del día y de la noche el azul intenso que solo sabían obtener los Della Robbia (en este caso, el autor es Giovanni Della Robbia). Las cerámicas y vidrios eran a menudo como joyas engarzadas gratuitamente en el tejido de la ciudad. En Florencia no podemos dejar de recordar los tondos con los infantes en el porticado del Hospital de los Inocentes, obra de Brunelleschi.
Pero el resultado más fantasmagórico se encuentra en Pistoia, donde en el porticado del Hospital del Ceppo, a comienzos de 1500, Santi Buglioni realizó un largo friso con las Siete obras de Misericordia. Es un friso que se despliega como una película en tecnicolor proyectada día y noche. El que pasaba por debajo podía mirarlo con la certeza de que en caso de necesidad nunca le dejarían solo.
Créditos / © Asociación Cultural Huellas, c/ Luis de Salazar, 9, local 4. 28002 Madrid. Tel.: 915231404 / © Fraternità di Comunione e Liberazione para los textos de Luigi Giussani y Julián Carrón