Una cena en Plymouth
Querido Julián: Soy un estudiante universitario de Bolonia de Erasmus desde septiembre en Plymouth, Inglaterra. Unas semanas después de mi llegada, fue mi cumpleaños. Mis compañeros de piso, recién conocidos, me preguntaban cómo quería celebrarlo, cosa que para ellos significaba: «¿Cómo quieres emborracharte para tu cumple?». Les dije que me gustaría cocinar para todos. Aquí cada cual se prepara su comida por su cuenta y come de pie o en su cuarto. Les preparé una cena italiana con el acuerdo de que cenaríamos todos juntos sentados alrededor de la mesa. Con mantel, por supuesto. El menú tuvo un gran éxito (nada especial, con poco basta por estos lares). Pero lo que más les sorprendió, y a mí me hizo reflexionar, fue que hubiera empleado la tarde de mi cumpleaños para cocinar para ellos. Esa tarde, en efecto, me pregunté por qué lo estaba haciendo por unos desconocidos (o casi) y me di cuenta, gracias también a su cara de asombro, que la actitud de servicio a los demás es un sello propio del cristiano y es lo que más feliz me hace. Para mí no podía haber cosa más bonita que celebrar mi cumpleaños ofreciendo a otros lo que a mí me hace feliz. Don Giussani en la Jornada de apertura de curso (ver Huellas n. 9/2018) decía: «El cristianismo es algo que se nos ha dado y que se nos presenta como un dato, se nos presenta como anuncio, realidad imprevista e imprevisible [...]. Es una propuesta, es un género de propuesta, es un tipo de propuesta, es un género de significado, es un tipo de significado que se me comunica, que se propone, que se presenta ante mí en los términos de personas implicadas con él, implicadas de algún modo con él». He descubierto que, en primer lugar, es algo novedoso para mí y, luego, también para todos: desde aquel miércoles, día de mi cumpleaños, todos los miércoles uno de nosotros cocina para todos y ese es el único momento de la semana en el que estamos todos juntos. Mientras tanto, hemos empezado a reunirnos unos amigos para hacer la Escuela de comunidad. La primera vez éramos Andrea, otro chaval del CLU, su novia inglesa, que es católica, y yo. Más tarde invité a Giovanni, otro estudiante Erasmus que he conocido aquí y también viene de Bolonia. Al final de la Escuela me dijo: «En los últimos años, no tenía un lugar donde poder hablar de estas cosas con los amigos. Realmente estaba buscando un sitio como este». En Bolonia no lo había encontrado, tuvo que llegar hasta Plymouth para conocernos a nosotros, tres amigos que procuran acompañarse en la vida expresándose en una lengua que no es la suya y que están aprendiendo.
Luca, Plymouth (Inglaterra)
Cambio de perspectiva
Querido Julián: Quería darte las gracias por habernos hecho escuchar a don Giussani en la Jornada de apertura de curso. Se me ensanchó el corazón al escucharle. Es algo que me alimenta y trae a mi vida una novedad inimaginable que, paulatinamente, cambia la mirada que tengo sobre toda la realidad, hacia mis hijos, mi marido, mi trabajo y el modo en que afronto las dificultades de la vida. Te pongo un ejemplo. Ha llegado a la oficina una persona un tanto problemática. El primer día, llena de entusiasmo, preparé todo con cuidado y llevé al trabajo algo para desayunar todos. Luego, el día fue duro y yo no sabía bien qué hacer. Por la noche, salí destrozada de la oficina, pensando que así no podía aguantar. Tras desahogarme llorando todas mis lágrimas, pensé que yo he conocido a Cristo y que puedo tratar a esta compañera de trabajo con la misma gratuidad que aprendo en la caritativa. Sin embargo, las cosas no iban mejorando, lo que yo sé de Jesús y del cristianismo no me bastaba. Hasta que un día, hablando con un amigo, le comenté mi malestar y le pedí ayuda. Pude experimentar de nuevo la presencia novedosa de la que habla don Giussani. Estaba allí, para mí, delante de mí: solo tenía que reconocerla. La situación no ha cambiado, sigue costándome ir al trabajo, pero he cambiado yo, ha cambiado mi punto de partida. Podía ir a la oficina buscando qué tiene preparado el Señor para mí. La Escuela de comunidad es fundamental para que se dé este cambio de perspectiva desde lo que yo sé a lo que Otro me va diciendo. Es como si se encendiera una luz que ilumina la realidad. ¿Sabes?, pasa como cuando vas al oftalmólogo. Te ponen delante de las letras pero las ves borrosas, unas las lees, otras no. Luego, cuando te pone unas lentes adecuadas, de repente lo ves todo con claridad, enfocas bien lo que ya está ahí, que tienes delante. La novedad no nace de mí. La novedad nace de reconocer a Otro.
Sonia
Bajo el cielo de Australia
En la última Escuela de comunidad con los chavales de GS de Módena había un cierto clima embarazoso porque cuesta entender qué nos ha pasado al encontrar la compañía, la comunidad. Pasan cosas que nos llaman la atención, pero no logramos entenderlas bien; o, por el contrario, lo que decimos parece abstracto, superpuesto a lo que vivimos. Se palpaba la duda: «¿Vale verdaderamente la pena hacer el esfuerzo de darnos cuenta de lo que vivimos, de preguntarnos el porqué de todo?». En un momento dado, Camila, una chica que viene a GS de vez en cuando y que había aparecido allí ese día por sorpresa, cuenta un intercambio de mensajes con Viktoria, una amiga suya que se ha trasladado recientemente a Sydney y que todos conocíamos porque había participado en el Triduo pascual de hace dos años. Viktoria le pedía ayuda a Camila porque acababa de pelearse con su madre: «Mira Camila, yo ahora estoy aquí donde quería, en Sydney –¡Australia es un lugar maravilloso!–, sin embargo no estoy del todo feliz. Quisiera estar con vosotros en el próximo Triduo pascual o en uno de vuestros encuentros, donde aprendes que ¡todo tiene un valor, todo es importante!». Camila le cuenta que está precisamente yendo a uno de esos encuentros y le pregunta si quiere que la llame cuando esté allí para que la saluden todos, pero ella prefiere que no porque «lloraría todo el rato». Camila concluye diciendo que a través de su amiga ha caído en la cuenta de lo que es verdaderamente importante. Cala un silencio bien distinto del anterior, lleno de asombro porque desde otro lado del mundo alguien nos devuelve a la verdad de lo que tenemos delante. Y vuelve a encender en nosotros la huella de lo divino, el deseo. He aquí por qué merece la pena el esfuerzo de darse cuenta de lo que se vive: por la promesa de felicidad verdadera.
Cristina, Módena.
El atractivo de la libertad
Durante mucho tiempo he creído que la libertad era la independencia. Porque los vínculos me daban miedo, me habían hecho daño. Y yo, la verdad, es que no quiero sufrir. Solo algunas relaciones en Valencia me hicieron darme cuenta de esta mentira, pero hace ya un año que vivo en Madrid, y ellos no están aquí. Vuelven a crecer las malas hierbas. Hace 8 meses, empecé a seguir seriamente a algunas personas de CL. Necesitaba responder a ciertas preguntas: «Pero bueno, ¿qué les pasa a estos? ¿Por qué viven así?... yo también quiero».
Este camino está siendo curioso. Muy lleno de ruidos desde el principio, proyecciones sobre cómo deben de ser las cosas, y claro, no entendía nada, porque no podía escuchar nada. ¿Entonces? La historia sigue avanzando, «la realidad sigue sucediendo» (en lenguaje chelino) y, por una carambola de estas que no vienen a cuento, acabo empantanada en la preparación de una exposición para EncuentroMadrid titulada "En busca de un hombre libre" (por supuesto sin tener ni idea de qué era eso de EM). Preparamos la exposición, un proceso precario a más no poder, de locos. Un tiempo precioso. Y pocos días antes me dicen que hay que comprometerse para ir haciendo pases explicando la exposición, que solo somos cinco personas, o sea, todo el fin de semana empantanado. Me rebelo. Ni hablar, vamos, ¿atarme tres días por una exposición sobre la libertad? No. No puedo. Yo me quedo al arranque y luego ya me voy. Y ahí que van, arrancan y pasa que lo que la gente empieza a vivir es... desproporcionado. Yo sabía lo que había en los vídeos, estaba bien, pero no tenían la fuerza de provocar lo que de hecho estaba sucediendo, ahí, delante de mis narices. Entonces yo, que ya me iba, me quedé: por ayudar, por organizar los cascos, por hacer algún pase de la muestra. Por cualquier excusa que me permitiera pegarme a esa belleza que me dejaba en silencio. Soltar, por fin, podía escuchar. Fueron las personas que visitaban la exposición las que me revelaron que la libertad depende de que exista Otro. Otro al que poder decirle, libremente, quédate conmigo, para abrazar la realidad entera (también la de Madrid, con otros rostros) y así abrazarlo entero a Él. ¡Eso es! Volver a casa.
Lucía, Madrid.
Lucía, sin decir nada...
«Ante lo que ha acontecido, quizás lo más apropiado sería llenarnos de silencio, un silencio que nos ayude a reconocerle, a decirle: aquí estás nuevamente, eres Tú que sigues aconteciendo. Gracias por ayudarme a crecer en la conciencia de que “yo soy Tú que me amas", gracias por la familia que me diste, gracias por los amigos, gracias por este tiempo de gracia.
¡Que nunca siga mis planes sino los tuyos, porque sé que Tú haces nuevas todas las cosas!». Estas palabras brotaban de mi corazón luego de la presentación del libro de don Giussani Los jóvenes y el ideal. Todo empezó con una invitación y con un "sí", al que se sumaron los sí de muchos amigos. Escribe Von Balthasar: «El amor de Dios hacia mí hace de mí aquello que en definitiva soy». Desde el inicio, la preparación supuso un gran desafío para mí. Una noche, después de unos días leyendo el libro y percibiendo una gran pertinencia entre lo que leía y la experiencia que vivo acompañando a bachilleres, me costó dormir. Me surgían ideas de cómo se podría ir armando el acto, pero sobre todo tenía una certeza: el deseo de transmitir algo verdadero en un mundo donde reina la confusión. Los días siguientes fueron de gran intensidad: transmitirle la idea a los amigos, conseguir el lugar, pensar en los ponentes, generar el guion de la presentación. El deseo de compartir algo verdadero me hacía vivir todo con intensidad, tratando de estar en todos los detalles. Sin embargo, según se acercaba la fecha, iba percibiendo un cansancio y un estrés que me impedían disfrutar de lo que estaba ocurriendo. El viernes, antes de entrar al salón donde tenemos la Escuela de comunidad, me quedé un momento en el auto retomando los Ejercicios. Leo: «Prestad atención a los signos, a los indicios de respuesta que encontráis a lo largo del camino». Entré y tomé asiento. Lucía, la hija de un matrimonio amigo, toma una imagen de Jesús y sin decir nada la coloca en la mesa a mi lado. En seguida me acordé de lo que acababa de leer: Él me seguía mostrando su preferencia, me abría la razón para que entendiera que su preferencia es lo más verdadero que tengo para transmitir. Sin quererlo, había puesto la esperanza en lo que estábamos haciendo nosotros, pero Él volvía a acontecer para decirme: «Yo soy el presente más presente de tu vida». El cansancio y el estrés desaparecieron y todo lo que se nos ha dado a raíz de la presentación fue un regalo. Me doy cuenta de la necesidad de hacer un camino para seguir percibiendo cómo acontece nuevamente esta preferencia que Dios tiene conmigo y, si la tiene conmigo, la tiene con todos. De eso no tengo duda.
Damián, Punta Alta (Argentina)
Venezuela, Castellón. Simplemente, Iglesia
Habíamos quedado con los amigos de CL para una paella todos juntos, porque desde Madrid venía a vernos Rafa. En la comida hablamos de las dos profesoras venezolanas que habían estado unos días en el Colegio Kolbe de Villanueva de la Cañada y que algunos habíamos conocido en EncuentroMadrid. Fran se quedó con esto en el corazón, y saliendo de casa avanzada la tarde me dijo: «Podrían ser un proyecto para el mercadillo». El mercadillo navideño de Benicasim nació de un grupo de la parroquia y ha ido evolucionando, en sus 27 años de vida, llegando a involucrar a muchas personas del pueblo. Lo promueven unos amigos nuestros y muchos otros nos sumamos, por el bien que es y por la oportunidad de estar juntos para acompañarnos en algo que nos hace mirar a Otro. A la mañana siguiente, el domingo, comenzábamos, pronto, con una reunión de Encuentro Castellón y, al acabar, comentamos con Maite y Guillermo la viabilidad de presentar un proyecto relacionado con el colegio de Venezuela, como una posible obra destinataria de los fondos de este año. Maite y Guillermo son un matrimonio que participa en la vida del movimiento en algunas ocasiones y que son grandes amigos de muchos de nosotros. Ellos, como miembros del grupo que gestiona desde el inicio el mercadillo, eran los interlocutores perfectos para presentarles nuestra propuesta. No lo veían muy claro: los proyectos se presentaban esa misma tarde a las 17:30 h, y no teníamos nada concreto. No daba tiempo. Lo más razonable era dejarlo pasar. Pero Fran "lo tenía en el corazón", sus ojos lo mostraban, y yo tampoco podía rendirme. No estábamos solos, ¡no estamos solos!
Nos pusimos en marcha. Rafa habló con la gente de Madrid que acompaña a estas profesoras en su trabajo educativo. Con unos audios de WhatsApp, Fran, que entre sus aficiones no está la de hablar en público, a las 17:30 h, puntual, ante unas 60 personas, hizo una breve y brillante exposición. Se votó y salió elegido como proyecto al cual destinar los beneficios de 2018. El año pasado se recogieron 17.000 euros.
No puedo imaginar forma más sencilla y más clara de reconocer en acto qué es la Iglesia y cómo en ella se nos da el ciento por uno.
Pilar, Castellón.
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