"El día más bonito de siempre"
Juan escruta el cielo desde la ventana del coche. Ha llovido toda la mañana. Lo normal, en Durham, en el noroeste de Inglaterra. Aquí el sol es un lujo incluso en verano. Pero ahora la luz se filtra entre las nubes iluminando la carretera mojada. De repente, el niño se da la vuelta: «¡Corre, mamá! ¡Hay dos niñas jugando a la pelota en nuestra calle!». Francisca se acerca: «¿Quieres jugar con ellas?». «Sí, pero ¿y si no quieren?». «Venga, vamos a preguntarle». Comprende la duda de Juan. No es fácil encontrar amigos para jugar. Acabado el colé, todo el mundo se queda en su casa para "no molestar". Todo el mundo encerrado en la rutina trabajo-escuela-casa. Le pasa lo mismo a ella. Pero esta podría ser una buena ocasión...
En la puerta del chalet, Francisca llama a las dos niñas y pregunta: «Hola. Yo soy Francisca y estos son mis hijos, Tomás y Juan. ¿Queréis jugar con ellos?». La mayor contesta: «Yo soy Jennifer y ella mi hermana Mary. Para lo de jugar, tengo que preguntarle a mamá». «Vale, te esperamos». Vuelven al poco tiempo. Francisca organiza los juegos, los de siempre. Las niñas están entusiasmadas, para ellas todo es nuevo. «¡Qué día más bonito!», suelta Juan cuando las niñas de despiden.
Al día siguiente, a las tres suena el timbre. Francisca abre y se encuentra en la puerta a Jennifer y Mary con otros dos niños. «Hemos traído a estos amigos nuestros para jugar como ayer». Al día siguiente, lo mismo, y así toda la semana con aumento de nuevos amigos. Tomás y Juan al séptimo cielo.
El domingo, gran fiesta. Francisca organiza unos juegos fuera y dentro de casa para los doce niños que se han presentado. Luego, toda la panda se traslada a la cocina a preparar una pizza que dista mucho de la de Nápoles, pero para los niños resulta deliciosa. Al final, viendo que están cansados, Francisca les propone: «Os dejo estas tizas de colores. Salid afuera y pintad en esas láminas de piedra que hay en la entrada». «¡Qué chulo! Nunca lo había hecho», exclama Mary.
La tarde pasa rápida. A las 17:00 es hora de volver a casa. Cada uno con su trozo de pizza. Después de cenar, Francisca sale al jardín. «A ver qué habrán pintado», piensa Francisca. Y se encuentra con una sorpresa. Además de unos dibujos preciosos, los niños han pintado dos grandes frases coloreadas: «Este es el día más bonito de siempre», «Sonríe, estás yendo a ver a la familia más feliz».
Se sienta en el umbral de su casa, conteniendo las lágrimas. Y piensa: «No hice nada extraordinario, sin embargo, un niño ha escrito que somos la familia más feliz. ¿Qué habrá visto? Hoy he tocado con la mano qué significa que es obra de Otro». Caen las primeras gotas de lluvia disolviendo las palabras escritas. Desde dentro, se oye la voz de Juan: «Mamá, mañana vienen los amigos. Tienes que buscar otros juegos».
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