No ha sido una rememoración histórica, ni mucho menos una celebración. Sin embargo, el 68, al cabo de cincuenta años, ha sido uno de los temas centrales del Meeting: una exposición, encuentros, testimonios… ¿por qué? Quien estaba en Rímini lo ha visto claramente. En el ansia de cambio de los jóvenes de entonces, junto a la cizaña, hubo un anhelo de autenticidad y libertad, algo eterno, es común a todos los hombres y, por lo tanto, actualísimo. Anhelos propios de los jóvenes de hoy, pero también de todos los demás. ¿Es posible encontrar algo que responda al propio deseo de felicidad? ¿Cuál es nuestra tarea en el mundo? ¿Qué podemos hacer para cambiar el mundo? En aquel momento, estos interrogantes tomaron pronto una vía violenta y ruinosa. Pero enfrentarnos a ellos hoy, y hacerlo junto con los chicos, es muy instructivo. Lo demuestra el diálogo con María Bocci, comisaria de la exposición, a cargo de un grupo de historiadores y universitarios. Del mismo modo, ir al fondo de algunas palabras clave de entonces (libertad, deseo, rebelión, cambio) sigue siendo un desafío en nuestros días. Tomar conciencia de lo que pasó allí, tanto en el mundo laico –en la entrevista a Pedro Cuartango–, como en el ámbito católico, entender qué clase de cuestiones se abrieron en el seno de la Iglesia (acerca de la relación con la tradición, la autoridad, la necesidad de un anuncio que fuera significativo para esos jóvenes…), es decisivo para comprender el presente. El diálogo con Carlo Wolfsgruber, que vivió esos momentos cerca de don Giussani, lo muestra con claridad. Y abre una perspectiva, señala un camino. Es una ayuda para que hoy nosotros hagamos cuentas con esos interrogantes. (dp)
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