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Huellas N.2, Febrero 2008

SOCIEDAD - Un bien innegociable

Una sociedad contra el hombre es un desafío para la razón

Un uso moral de la ciencia

Entrevista a Giancarlo Cesana publicada el 9 de enero de 2008 en el diario Il Foglio. La campaña a favor de la moratoria sobre el aborto, tras la moratoria contra la pena de muerte votada en la ONU, afirma un principio ontológico: «El hombre es un misterio para sí mismo y no puede manipularse a su antojo. Aunque la claridad de este principio no debe dar lugar a un esquema rígido»

«Lo terrible de nuestro tiempo es la hipocresía con la que la muerte se censura en nombre del derecho universal a la vida, y al tiempo se propicia y se consiente como un drama subjetivo en esa forma despreciable y muy objetiva del aborto quirúrgico y farmacéutico». Así presentaba Giuliano Ferrara su propuesta para la moratoria sobre el aborto, explicando que no se trata de una cuestión “religiosa”, ni de un “ataque a la Ley 194 sobre el aborto”. Es necesario responder a una pregunta que nace de la realidad –el aborto practicado masivamente con indiferencia– y de la razón humana, que acepta cuestionarse acerca del valor y del sentido de la vida, acerca del “derecho a nacer”. ¿Qué opina de esto?
Ante todo, estoy sorprendido por esta jugada maestra de Ferrara. Gracias al debate sobre la vida, que se produjo en nuestro país al hilo del referéndum sobre la Ley 40 relativa a la procreación asistida, el problema del aborto había salido del olvido, pero nunca imaginaría que lo afrontaríamos con semejante valor. No puedo más que estar agradecido a Giuliano Ferrara. La primera moratoria sobre el aborto es él, que atenúa las pretensiones racionalistas con las que el hombre quiere darse una respuesta definitiva a sí mismo.

Ferrara escribe lo siguiente: «Quiero afirmar un principio, no cambiar una ley. Esta quiere ser una batalla cultural. De eso se debe ocupar el mundo laico». ¿Está de acuerdo?
Sí, porque las leyes son hijas de los principios, incluso cuando no lo parece. El principio que defiende Ferrara –el mismo que ya afirmó en su tiempo Pascal– es que el hombre se supera infinitamente a sí mismo; es un misterio para sí mismo y no puede manipularse a su antojo. Con tal concepción de la razón, Ferrara se alinea explícitamente con el Papa, demostrando que la razón a la que apela el Papa no es “eclesiástica”, sino natural, laica, de todos. Ferrara no habla en nombre de la fe, sino de la sensibilidad humana ante la obstinada pretensión de la vida que quiere existir.

¿Qué eco puede tener todo esto en la cultura laica actual, donde prima, incluso en el campo mediático, un cientifismo a menudo indiferente ante la persona humana?
El eco de una provocación que no deja tranquilos a quienes reducen al ser humano a su superficie biológica. Se ha tratado de hacer pasar el aborto como una prestación sanitaria, y hablamos de más de cuarenta millones de casos en el mundo y de más de cien mil en Italia. Pero no es así en la experiencia de las madres, ni en el juicio de los hombres que buscan un sentido que no sea trivial para la propia existencia. La campaña sobre la moratoria vuelve a encender este malestar, que es sano porque es como un aguijón.

¿Cómo se puede evitar la reducción del debate sobre el aborto a un «problema ético que tiene que ver con los católicos»?
Ferrara ha roto los esquemas, ha planteado el problema más allá de los bandos. En cualquier caso, no se trata de un problema ético, sino ontológico, es decir, de concepción. Nuestros actos son consecuencia de las concepciones que tenemos.

A la propuesta de una moratoria mundial sobre el aborto han dado su asentimiento –entre otros– el cardenal Camillo Ruini y el cardenal Angelo Bagnasco. También Benedicto XVI, en su alocución al Cuerpo diplomático acreditado ante la Santa Sede, ha expresado su deseo de que la moratoria recientemente aprobada por la ONU sobre la pena de muerte «estimule el debate público sobre el carácter sagrado de la vida humana». ¿Piensa que estas intervenciones autorizadas contribuirán a estimular un compromiso preciso en el laicado católico? ¿Qué iniciativas podrían ponerse en marcha?
Las intervenciones del Papa y de los responsables de la CEI a este respecto no son nuevas: se han manifestado siempre en contra del aborto. En este caso concreto, sus declaraciones tienen un peso mayor por su valor universal, y no de una parte. Tras la iniciativa de Ferrara, el problema del aborto supera el ámbito del laicado católico. En cuanto a lo que se puede hacer, hay que hacer todo lo podamos, tanto a nivel nacional como internacional. Las debidas cautelas en función de una estrategia no deben reducir el principio que las sustenta y, al mismo tiempo, la claridad de este principio no debe dar lugar a un esquema rígido.

El resultado del referéndum sobre el aborto en Italia marcó un cambio antropológico definitivo, en el que parecía evidente la marginalización de la Iglesia. ¿Qué juicio puede dar, de forma retrospectiva, sobre aquella “batalla” librada generosamente por muchos cristianos y algún que otro laico? ¿Han cambiado las cosas hoy? ¿En qué dirección?
El resultado del referéndum sobre el aborto expresó la mutación de una sociedad que estaba perdiendo a Dios, no como inspiración, sino como experiencia concreta de proximidad, como reconocimiento racional de una dependencia: es decir, como experiencia católica. Henry De Lubac advirtió que el resultado de una pérdida como esta no es una sociedad contra Dios, sino una sociedad contra el hombre. El aborto generalizado es la primera consecuencia de esta sociedad que va contra el hombre. Debemos preguntarnos por qué la razón se ha debilitado tanto, yendo de forma tan grave contra la evidencia. La iniciativa de Ferrara, en el fondo, resalta justamente esta pregunta, reafirmando de forma laica que somos criaturas para quienes el reconocimiento del Creador no es algo opcional. Y este es otro trabajo del que no podemos eximirnos.

 
 

Créditos / © Asociación Cultural Huellas, c/ Luis de Salazar, 9, local 4. 28002 Madrid. Tel.: 915231404 / © Fraternità di Comunione e Liberazione para los textos de Luigi Giussani y Julián Carrón

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