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Huellas N.2, Febrero 2008

PRIMER PLANO - Don Giussani

Mirando las montañas

Maddalena Vicini

«La amistad con él crece con el tiempo. Sigo sus palabras a través de sus testigos»

Se llama Tomoko Sadahiro, pero todos la conocen como Sako. Vive en Hiroshima, en donde trabaja como secretaria del obispo. Y cuando la escuchas contar su encuentro con don Giussani piensas: ¿es posible? ¿También ella lo mismo, con las mismas palabras? Porque esto es lo que impresiona: lo idéntico de las palabras. Y de la experiencia. Da igual si se trata de la bergamasca crecida junto a Giussani, del virtuoso pianista de más allá del océano o de una japonesa nacida y crecida en la otra punta del mundo.
Este es el caso de Sako que, aun estando a años luz de la cultura católica, acepta ir a la iglesia y bautizarse porque conoce a una persona que trata a la gente de forma sorprendente, algo que ella jamás había visto. Viaja a Italia para participar en las vacaciones internacionales de CL, escucha hablar a don Gius y no entiende mucho –una amiga le traduce con rapidez–, pero hoy nos cuenta: «Hablaba de la oscuridad, de la noche y del alba. Yo le escuchaba mirando las montañas. Decía que la vida no puede estar definida por las circunstancias. ¡Era verdad! ¡Qué esperanza...!». Ella no puede comunicarse con Giussani, porque habla otro idioma, pero percibe su fidelidad a través de las personas que envía a Japón para ayudarla y acompañarla.
En 1999 Sako vuelve a Italia después de algunos años. Para entonces ha aprendido italiano. Visita a Giussani en Gudo y le pide hacer la profesión en los Memores Domini. Él se pone rápidamente de pie para decirle que sí: «Una amiga me contó después que para él estar de pie era muy trabajoso, porque estaba ya enfermo», explica Sako.
Hoy su vida ha cambiado completamente. Sus amigos se lo dicen. «Antes no me importaba nada la vida de los demás, en cambio ahora sí. Todo y todos tienen que ver conmigo. Porque son para mí». Y si en Hiroshima tiene problemas con el trabajo, llama a sus amigas de Milán que le cuentan que don Gius vivió una situación parecida: «De esta forma la amistad con él se vuelve más estrecha con el tiempo. Sigo sus palabras a través de sus testigos. Simplemente para ser más feliz». Esta es la historia de Sako. Las mismas palabras, la misma experiencia que Miriam y Chris y, si me permitís, la misma que yo, que me hallo en la otra parte del mundo y que sólo he visto a Giussani en la portada de Huellas y en la televisión.

 
 

Créditos / © Asociación Cultural Huellas, c/ Luis de Salazar, 9, local 4. 28002 Madrid. Tel.: 915231404 / © Fraternità di Comunione e Liberazione para los textos de Luigi Giussani y Julián Carrón

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