Escritor, ensayista, editorialista de prestigio de la prensa irlandesa, conoció CL y encontró de nuevo las razones del cristianismo. Nos explica por qué hoy se presenta en los debates con El Sentido Religioso debajo del brazo, poniendo en juego sus convicciones
John Waters es un personaje conocido, por lo menos para los seguidores de Huellas y los que le han escuchado en el Meeting de Rímini de los últimos años. Irlandés de aguda pluma, editorialista de renombre en su país, desde que conoció a CL ha cambiado su modo de ver el cristianismo, la realidad de Irlanda y, sobre todo, su vida personal. Le hemos pedido que nos hable de este cambio.
John, acabas de publicar un nuevo libro, Lapsed Agnostic (Agnóstico apóstata) en el que hablas varias veces de tu “encuentro” con don Giussani. Relatas lo que ha sido tu vida dentro del contexto de los cambios profundos que Irlanda ha vivido en estos últimos treinta años, haciendo referencia constantemente a don Giussani, y confrontándote con sus palabras.
Sí, creo que don Giussani consiguió presentar el mensaje cristiano de una manera que supone para el mundo una gran esperanza, precisamente mediante la revitalización de la religión, del cristianismo. En el corazón del hombre existe un hambre inmensa y nada de lo que he encontrado parece poder reconocer, definir y saciar su hambre. La Iglesia Católica, al insistir constantemente en reglas y moralismos, a menudo parece olvidar que es necesario decir a la gente por qué escuchar su mensaje es más una cuestión de conveniencia que de obediencia ciega. Muchas veces se olvida de subrayar lo más importante, es decir, que lo que se anuncia es que hace 2000 años, Dios vino a la tierra como un hombre para mostrarnos que la muerte no existe. A veces la Iglesia no ha sido capaz de hacer que este mensaje estuviera vivo para la mayoría de la gente. Sus predicadores parecen pensar que el mensaje del cristianismo es obvio. No lo es. Parecen creer que es obvia la razón por la que a mí y a cualquiera le interesa creer y practicar. Pero no es obvio. En nuestra cultura, Dios, o por qué Él es esencial para la humanidad, no es algo obvio. Por eso creo que don Giussani ha conseguido, de una manera excepcional, dar razones que hacen que la religión sea relevante para mí y para mi vida. Esto es algo que deseo compartir, a pesar de la dificultad de hacerlo dentro de la niebla del prejuicio de lo que se ha dado en llamar cultura.
Tú eres una persona pública, un periodista de opinión. Muchas veces tus análisis de los mecanismos del poder o tus intervenciones en temas como la tradición, la educación o la reducción del uso de la razón, han ido contra corriente y han suscitado acaloradas reacciones, cuando no se te ha colocado precipitadamente la etiqueta de conservador. ¿Cómo te ayuda don Giussani en tu trabajo de periodista y en la manera de conformar tu mirada sobre la realidad? Por cierto, recuerdo haberte visto en una ocasión participar en un debate público con un ejemplar de El Sentido Religioso debajo del brazo.
Don Giussani me ha dado una capacidad que antes no tenía, ofreciéndome un lenguaje coherente para cosas que antes percibía sólo como sensaciones. No era capaz de expresar lo que me estaba pasando porque creía que era algo tan insólito que yo no podía tener autoridad suficiente. Además, no estaba seguro de que me interesara la situación de la religión en Irlanda. En cierto modo, para mí no habría sido ningún problema que la Iglesia llegara a desaparecer. Pero don Giussani, al centrar la cuestión en mí y en mi estructura esencial, me ha permitido unificar muchos pensamientos y respuestas diferentes. En este terrible psicologismo moderno ha conseguido que yo fuera capaz de “poseer” mi religiosidad, enseñándome que la fuerza de la religión está, comienza, dentro de mí y, al reconciliarme con la realidad exterior, me permite ser plenamente humano, estar plenamente vivo, intensamente comprometido con mi propia existencia.
En el Meeting de Rímini te definiste como un prófugo en busca de libertad. ¿En qué sentido la experiencia cristiana representa para ti la “tierra de la libertad”?
Lo que dije en Rímini es que yo era un prófugo que había conseguido escapar de una falsa concepción de la libertad. Con eso lo que quería decir es que, al perseguir ese tipo de libertad incontrolada de adolescente –en la cultura alternativa que siguió a los años sesenta–, al final me di cuenta de que esa definición de la libertad era falsa. No satisfacía mi apetito por todo lo desconocido que yo deseaba. En el curso de mi viaje me había topado con los límites de una libertad de este tipo. De ello hablo en Lapsed Agnostic, describiendo detalladamente mi experiencia con el alcohol como un símbolo de la experiencia total. Mientras estaba viviendo aquello comencé a percibir que la libertad, como experiencia, es muy diferente de la simple satisfacción del deseo. Muchas veces la libertad reside en hacer cosas que resultan monótonas, limitadas o pesadas. Pero también descubrí que al acercarme a estas cosas con sentido del deber, aceptación o humildad, encontraba una paz nueva dentro de mí. Y cuando me puse a indagar y a leer sobre esto, comencé a percibir en esta palabra paradójica, “libertad”, algo que antes no veía. El trabajo de Giussani profundiza deliberadamente en estas palabras; todavía estoy luchando para comprender lo que significan para mí. Como soy humano y todavía el deseo me sigue provocando, intento aprender la naturaleza del proceso de la libertad, cómo actúa dentro de mi vida, para que yo deje de hacer las cosas mal. Sin embargo, no quiero o no puedo dejar de hacer mal las cosas, ni empezar a hacerlas bien, simplemente porque haya reglas que así lo establezcan. Todavía estoy aprendiendo la libertad. Y sospecho que no voy a vivir lo bastante como para terminar mi programa de estudios.
Con frecuencia la presencia de la Iglesia en el mundo se percibe como un poder frente a otros poderes, un muro frente a otro muro. Sin embargo, a su vuelta del Meeting de Rímini, escribió en The Irish Times, el periódico irlandés de más tirada, que «si el cristianismo tiene futuro, es éste», es decir, lo que había visto en el Meeting, y que aquello tenía que ver con el futuro de Irlanda. ¿Por qué es conveniente ser cristiano en el mundo de hoy? ¿Dónde está el atractivo del cristianismo?
Esas son preguntas fundamentales. Creo que el cristianismo tiene para el mundo de hoy la misma relevancia que ha tenido durante 2000 años, pero que se ve oscurecida hoy por esta niebla de prejuicio a la que contribuyen también los que lo quieren defender. Si escribiera un libro sobre don Giussani y sobre lo que él representa, creo que lo llamaría The New Good News (“La nueva Buena Nueva”). Eso no quiere decir que él haya cambiado el mensaje cristiano, sino que ha encontrado un modo de articularlo que se adapta a la cultura en la que vivimos. Una de las razones de la secularización es que nos hemos vuelto más inteligentes, lo que nos ha llevado a pensar que sabíamos más que la tradición, más que la sabiduría de siglos, más que Dios, para llegar a la conclusión de que no existe. Giussani nos proporciona un antídoto extraordinario para este síndrome ¡siendo más inteligente que todos los demás! El atractivo de ser cristiano es que Jesús es la fuente de esperanza en el mundo. Creo que sin Él, y sin lo que queda de la cultura cristiana –la que ha nacido de nuestra sabiduría– el mundo se hundiría en la desesperación. En un mundo que se encuentra aterrorizado y a la vez fascinado por la muerte, Cristo nos dice que la muerte no tendrá ningún poder.
Créditos / © Asociación Cultural Huellas, c/ Luis de Salazar, 9, local 4. 28002 Madrid. Tel.: 915231404 / © Fraternità di Comunione e Liberazione para los textos de Luigi Giussani y Julián Carrón