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Huellas N.2, Febrero 2008

PRIMER PLANO - Don Giussani

«¿Mi amistad con él? Continúa como antes»

Maddalena Vicini

Una asidua relación, luego encuentros más puntuales. Sin embargo, la amistad no ha ido a menos, todo lo contrario...

En el año 1970 Miriam tiene 17 años y estudia bachillerato en Bérgamo, a donde ha llegado la oleada del 68. Comienza a frecuentar un grupo de jóvenes maoístas. Ella viene del pueblo de Trescore Balneario, de una familia sencilla y numerosa. El moralismo y la incapacidad cultural de la educación religiosa recibida ya no le bastan. Se ve arrastrada por la vivacidad de aquellos chicos: esto hace caer sus certezas de fe y le hace creer que ha encontrado por fin una respuesta a su insatisfacción.
Mientras tanto, la situación en su familia se agrava: al padre enfermo se añade un nuevo embarazo de la madre. Hace falta ayuda y Miriam tiene que quedarse en casa. Metida de lleno en la faena de todos los días se da cuenta del engaño de aquellos amigos que predican teóricas revoluciones sociales, pero que son incapaces de sostenerla en lo concreto. Decide dejarlos y dedicarse únicamente a los suyos y al estudio. La vida se vuelve muy pesada, casi insoportable.
El 28 de junio de 1970 un amigo le presenta a Guido, un chico de Milán que se halla en Trescore de vacaciones. Es un universitario que ha estudiado en el Liceo Berchet. Pocos días después, Miriam se derrumba. «Estaba decidida a cometer un disparate». Pero justo en ese momento pasa un seiscientos azul: es Guido. Le da una vuelta en el coche y en el trayecto le pregunta qué le pasa. Desde ese día él empieza a ir a verla a su casa: «Si tenía que limpiar los cristales, él los limpiaba conmigo, me ayudaba a hacer los quehaceres de todos los días. “O está loco o quiere echarse novia”, pensaba». Pero la respuesta es bien distinta: «Yo me he encontrado con el Señor; por ello, mi vida rebosa de alegría. ¡Cómo me gustaría que fuese así también para ti!». De esta forma Miriam empieza a rezar de nuevo, a ir a misa. Recobra el gusto de vivir. Y empieza a conocer a otros jóvenes, a los que cuenta lo que le ha sucedido. En torno a ella se forma un pequeño grupo. En diciembre de ese mismo año participa en los Ejercicios. El impacto es fortísimo. Al volver cuenta todo lo que ha vivido a sus amigos y al párroco. Pero el párroco no lo aprueba. Le niega la Comunión y el rezo de vísperas en la iglesia. Un rechazo semejante crea una nueva urgencia.
Ese mismo mes Miriam acude por primera vez a ver a don Giussani. Él le recomienda que rece todas las noches por su párroco y que no deje de contarle todo lo que hace. Es la primera enseñanza verdadera de amor a la Iglesia que recibe.
Dos años después, el pequeño grupo de Trescore se ha convertido en una compañía de unas 200 personas. Miriam comienza a asistir al grupo de los que verifican su vocación de entrega a Cristo en virginidad, todos los sábados en vía Martinengo: «Por la noche no había autobús de vuelta, y entonces me quedaba hasta el lunes por la mañana. Fue la oportunidad de estar cada vez más cerca de Giussani. Cada fin de semana me hacía llegar un sobre con el dinero para los billetes del viaje...». Hasta la decisión de hacerse monja: «Quería hacer una elección radical, una elección fecunda y bella».
Pero ni el convento ni el camino de los Memores Domini, que toma a continuación, son el camino adecuado para ella. «En un encuentro de novicios, don Gius me preguntó si era feliz, y le dije que sí, pero que a veces experimentaba una tristeza profunda que no sabía explicar. Él me dijo que empezara a escribir todo lo que me sucedía: no me cuentes las interpretaciones, sino los hechos». En aquellas páginas Miriam habla entre líneas de Tino. «Al leer lo que escribía se dio cuenta enseguida de la presencia de este chico, y me preguntó que cómo me encontraba cuando estaba con él. “Una vocación se construye sobre las evidencias, no sobre proyectos, por muy buenos que sean”, me dijo». Al día siguiente empiezan a salir. La vocación la concede Dios.
En la actualidad Miriam está casada y tiene cuatro hijos. «El encuentro con Giussani ha sido todo para mí. Un encuentro repetido y revivido que ha ofrecido a mi vida unas posibilidades tales que yo no sería como soy si no las hubiera tenido. Un “sí” tan pequeño para un resultado tan grande. Me basta con mirar a mis hijos para saber que Giussani hoy está todavía más presente. Y la amistad con él continúa». Detienes un momento la conversación para preguntar cómo continúa. Ella te mira en silencio, sonríe y dice: «Igual que antes. Fiándome de lo que me ha sucedido».

 
 

Créditos / © Asociación Cultural Huellas, c/ Luis de Salazar, 9, local 4. 28002 Madrid. Tel.: 915231404 / © Fraternità di Comunione e Liberazione para los textos de Luigi Giussani y Julián Carrón

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