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Huellas N.5, Mayo 2018

PRIMER PLANO

Algo que despierte la exigencia del corazón

Julián Carrón/Gianni Riotta

La ocasión la brindó el lanzamiento de un libro. Lo escribió don Giussani en 1995, y lo acaba de reeditar Rizzoli. El título ya dice mucho (Realtá e giovinezza. La sfida), el contenido es una colección de diálogos entre el fundador de CL y los jóvenes en un arco de cuarenta años. Y para presentar este libro, el pasado 9 de marzo se sentaron en el escenario de Tiempo de libros, la feria milanesa del mundo editorial, Gianni Riotta – escritor y firma destacada de La Stampa– y Julián Carrón, el heredero de Giussani en la guía del movimiento.
De dicha presentación ha surgido un diálogo que dice mucho sobre los jóvenes, sobre su exigencia de cumplimiento y de felicidad; sobre su confusión –y la nuestra– en una realidad que se presenta cada vez más líquida y que cambia rápidamente (sobre todo para los nativos digitales); sobre el tesoro que encierra su humanidad y sobre la riqueza que puede descubrir quien trata de hacer que brote esa riqueza, lanzándose con ellos a la aventura de la educación. Os lo proponemos en estas páginas. Pero inmediatamente después queremos ofrecer una experiencia en acto de esas palabras, un ejemplo de lo que puede suceder cuando el corazón de los jóvenes –su espera, sus preguntas, sus deseos– encuentra una propuesta. Es decir, un método –un camino para aprender a crecer– y un adulto que les acompañe, que se implique totalmente con ellos en esta aventura. Es un diálogo que el mismo Carrón ha mantenido con un grupo de universitarios. El tema es la caritativa –un gesto que invita a compartir la necesidad de los demás (pobres, enfermos, presos, estudiantes…) de forma estable para aprender a descubrir la propia necesidad radical, la propia humanidad. Es, desde siempre, uno de los pilares de la propuesta educativa de don Giussani, tan potente que deja una impronta en toda la vida, como podréis leer: el estudio, las relaciones, el uso del tiempo. Pero es también una prueba formidable para sorprender en acción la humanidad de esos jóvenes, para hacerla hablar, mucho más a fondo que muchos análisis que se hacen sobre ellos. Y para escucharla.

Gianni Riotta. Cuando usa la palabra «jóvenes», don Giussani no piensa en un hecho poblacional, en el sentido de jóvenes contra viejos. En Giussani la juventud es una condición permanente, una especie de estado de ánimo. ¿Me equivoco?

Julián Carrón. Yo diría que es más que un estado de ánimo, porque un estado de ánimo puede ir y venir, pero la exigencia que vuelve la vida verdaderamente humana está enraizada en la estructura de nuestro yo. Esta inquietud es una parte constitutiva de la naturaleza del hombre, que en los jóvenes adquiere un ímpetu especial. Pero el ímpetu y la exigencia de ser felices, de alcanzar una plenitud de la vida, es algo necesario a cualquier edad. Esto es lo que Giussani percibió como una constante, más decisiva que todas las variables de los estados de ánimo, que permanece en todos los momentos de la vida. La cuestión es que esa exigencia con la que uno viene al mundo no se mantiene viva si uno no la secunda, si no es educada, si no es despertada constantemente. Por eso la identificamos a menudo con un estado de ánimo, porque decae. Es inevitable, porque el hombre necesita una provocación continua-podemos decir utilizando la expresión empleada por don Giussani- que despierte la exigencia del corazón. Pensemos en la exigencia de justicia: en cuanto alguien nos pisa el pie surge toda nuestra exigencia de justicia. Aunque no pensemos en ello, en cuanto se ve provocada por un hecho cualquiera, se despierta. En este sentido, la juventud tiene que ver también con el estado de ánimo, porque una provocación despierta algo en nosotros, pero se trata de algo que es propio de la naturaleza del hombre y que se manifiesta también en el estado de ánimo.

Riotta. Sobre el tema de la juventud, Giussani dice con Ada Negri en Mi juventud-. «No te he perdido / eres otra, más bella». Que es como decir que la juventud está siempre dentro de nosotros y sigue trabajando dentro de nosotros. ¿Es así?

Carrón. En efecto, así es. Por ello, que una persona de la edad de Ada Negri pudiese reconocer la juventud como algo que estaba todavía vivo en ella es el signo de que pertenece a la naturaleza de todo hombre, es una dimensión de la existencia humana, como diría Giussani. Que un adulto pueda decirle a alguien: «Todo / para mí fuiste y eres», quiere decir que ha encontrado algo que le hace ser siempre joven. Piense en la Madre Teresa: delante de ella uno comprende qué puede ser la vida. Ver a Giussani, como me sucedió al vivir con él en los últimos meses de su vida, con una luminosidad en los ojos, con una capacidad de sorprenderse, de dejarse tocar por cualquier minucia, me hacía preguntarme: «¿Cómo es posible para un hombre ser así al final de suvida? ¡Es impresionante!».

Riotta. El redescubrimiento de la juventud, ¿es propio únicamente de los grandes personajes -Ada Negri, Madre Teresa de Calcuta, don Giussani- o bien es una experiencia que todos podemos vivir?

Carrón
. Es una experiencia de todos, porque la naturaleza humana es la misma en todos. Todos estamos dotados de una tensión hacia algo más grande; don Giussani habla de una «desproporción estructural». Por eso me gusta muchísimo la expresión de Leopardi: lo que nosotros consideramos como una desgracia, es decir, el no estar satisfechos con cosa terrena alguna, el sentir que «todo es poco y pequeño para la capacidad del ánimo», y el aburrimiento, que para muchos es una desgracia, para él es el signo más evidente de la grandeza de la condición humana. Este ímpetu hacia una plenitud se reduce con frecuencia a un problema ético, como si fuese algo que debo alcanzar con mi esfuerzo; sin embargo, esa tensión -que es propia de la juventud- es ante todo una fidelidad a uno mismo, una fidelidad a la propia naturaleza. Esa exigencia que hay dentro de nosotros y que no se agota nunca surge sobre todo en la edad de la juventud. Y con el paso del tiempo, cada cosa que vivimos hace que esté todavía más presente ante nuestra conciencia. Como si una vocecilla nos dijese: «Pero, ¿no te das cuenta de que todo lo que tienes y haces no es suficiente?», como si a cada experiencia que vivimos nos preguntase: «¿No te falta algo? Mira, soy yo lo que te falta en cada cosa que buscas». Esto forma parte de la experiencia humana. Y por ello no es solo para los «grandes» o para quien es capaz de un esfuerzo ético. Está al alcance de todos, empezando por los jóvenes, porque esta es la grandeza del hombre.

Riotta. Giussani dice a los jóvenes: «Debe suceder un encuentro. Esta es la llave maestra para encontrar de nuevo las preguntas que constituyen al hombre: toparse con personas en las que esas preguntas determinen sensiblemente una búsqueda, abran a una solución, provoquen pena o alegría. Entonces el montón de piedras desaparece». ¿Cómo se produce esta dinámica?

Carrón. Todos tenemos el deseo de amar, pero solo cuando uno encuentra a la persona amada su capacidad potencial de amar se activa. Nadie sabe de verdad lo que significa amar hasta que se enamora. Sucede lo mismo con respecto al deseo de felicidad. Pensemos en un chaval que se topa con un profesor que despierta toda su curiosidad por conocer la realidad, o en otro que conoce a un profesor que lo introduce en la belleza de la música. El deseo de la verdad y de la belleza está como al acecho, esperando solo una provocación adecuada. Nosotros solo podemos comprender verdaderamente qué deseamos y cuáles son nuestras potencialidades delante de un encuentro. Y cuanto más potente es el encuentro, tanto más nos hace conscientes de la naturaleza de nuestro deseo. Solo una presencia puede despertar al yo en lo más íntimo. El encuentro -dice don Giussani- es indispensable para comprender quién soy yo.

Riotta. Siguiendo con el viaje, Giussani introduce un tema fúndamental para todos, más que la organización, más que la política: la educación. Toda la experiencia religiosa, humana, racional y existencial debe desarrollarse dentro de un camino educativo. ¿Cree que esto sigue siendo fundamental hoy en día?

Carrón. Yo creo que es la cuestión decisiva. Para Giussani, la educación -según la expresión de Josef Jungmann, un pensador alemán- es «introducción en la realidad total». Esto significa que nosotros no conocemos algo cuando comprendemos alguna de sus partes, sino cuando somos introducidos en su significado, al igual que solo nos damos cuenta del valor de una rueda en su relación con la realidad total del coche. No podemos conocer algo si no captamos la relación entre cada aspecto particular y la totalidad. Como decía la escritora española María Zambrano, ¿cuál es el problema de la modernidad que ha llegado hasta nosotros hoy? Que se ha producido una ruptura del nexo entre el yo y la realidad. Y si la realidad ya no provoca al sujeto -ya sea joven o adulto-, ya no surgen esas preguntas acerca del significado a las que la educación debe responder. La tragedia se produce cuando dejamos sin respuesta estas preguntas o cuando respondemos solo a medias. La educación es verdadera si educa para vivir todo con una hipótesis de significado, desde el estudio y el amor al sufrimiento o el aburrimiento, con la posibilidad de comprender el sentido de todo, incluso de la duda, una experiencia muy extendida entre los jóvenes y que los bloquea. Hablando recientemente con un grupo de estudiantes universitarios, me plantearon una pregunta precisamente acerca de la duda, y yo dije: «¿Por qué no se usa la duda para ver cómo responde la realidad? Si te surge una duda sobre el bien que es tu madre para ti, no necesitas una explicación ni leer un libro sobre tu madre. A la duda se responde únicamente con los hechos que muestran el bien que es tu madre. Por ello, si tienes preguntas o dudas, presta atención a la realidad y verás si encuentran una respuesta». De este modo, la vida se vuelve interesante, porque cuando uno tiene preguntas desarrolla la capacidad de reconocer la respuesta allí donde se encuentre.

Riotta. Ha anticipado un tema muy actual: el nexo con la realidad. El mundo digital se ha vuelto dominante. Uno de los temas decisivos en internet tiene que ver precisamente con el nexo con la realidad. Pensemos en el debate surgido a raíz de las noticias falsas, las fake news. Escuelas filosóficas enteras tienden a negar que exista un nexo fuerte entre la verdad y la realidad: todas las cosas que se dicen tienen el mismo valor. ¿Por qué hemos creado esta época marcada por una gran desconfianza con respecto a la verdad?

Carrón. En mi opinión, se debe a que ha fallado la educación. Durante un viaje a Barcelona hablaba con dos chavales: «¿Dónde vivís la fe?» -habría podido preguntar cualquier otra cosa-, y ellos empezaron a contarme: «En un grupo de la parroquia, en el colegio». Les pregunté qué hacían allí y empezaron a enumerar, una tras otra, todas las actividades que hacían. Llegados a ese punto los paré: «Pero todo eso, ¿para qué os sirve?». Se quedaron desconcertados: «¿Cómo que para qué nos sirve?». «Os pongo un ejemplo para que entendáis el sentido de mi pregunta: vosotros, que estáis a punto de terminar el bachillerato, ¿tenéis alguna verdad que comunicar con certeza a un hermano vuestro más pequeño acerca de las matemáticas?». «¡Claro!». «¿Y acerca de la vida?». ¡Silencio! En ese momento llegó su madre y me dijo: «¿Sabes lo que me ha preguntado mi hija de seis años? ‘Mamá, ¿la vida es siempre así?’». ¡Seis años! Entonces pregunté a aquellos dos chavales: «¿Tenéis algo que decirle, vosotros que tenéis ya dieciocho años?». ¡Silencio! No pudieron hacer otra cosa que dirigirse a su madre para ver lo que respondía ella. ¿Por qué con unas pocas horas de clase habían sido capaces de llegar a una certeza con respecto a las matemáticas, mientras que con respecto a la vida no, aunque habían tenido a su disposición una infinidad de horas? Por una falta de método. En las matemáticas alguien les había enseñado un método para alcanzar una certeza. En la vida ya nadie comunica un método, falta una educación que nos haga estar en condiciones de juzgar cualquier cosa que nos suceda y que experimentemos para poder crecer en la certeza. Muchas veces los chicos me cuentan cosas espectaculares, pero son incapaces de darse cuenta de la potencia de lo que me dicen. Por eso, cada vez que los escucho, les digo: «¡Repite, repite eso que has dicho!». Con frecuencia no saben ni siquiera repetir la frase que acaban de pronunciar. Yo aprendo mucho más que ellos de lo que experimentan y me cuentan. He aquí por qué insisto en que se trata de un problema de educación, con el fin de no perder el valor de lo que vivimos. Pensemos en la experiencia que viven los chicos en el mundo virtual, porque entran en el mundo virtual, como vemos, buscando una identidad, quieren saber quiénes son y cuál es la finalidad de la vida, van en busca de una compañía o de un espacio en donde poderse expresarse libremente, porque en otros lugares se sienten juzgados por los demás. Hacen todo esto, pero en un momento dado experimentan una profunda insatisfacción. ¡Es el signo de que están juzgando! Quiere decir que su yo funciona y es capaz de juzgar. La cuestión es que haya alguien que pueda acompañarlos en este descubrimiento de sí mismos, de modo que empiecen a custodiar todo lo que la vida les ofrece.

Riotta. La verdadera gran paradoja es que al principio se había esperado que internet fuese el lugar del diálogo, del encuentro, en el que todos los documentos estuvieran a disposición para poderse confrontar. Sin embargo, al mismo tiempo, internet es justamente el lugar en el que se lleva a cabo la mayor desconexión entre la realidad y la verdad. ¿Cómo se puede remediar? En estos días me encontraba en Bruselas en la Comisión sobre las noticias falsas, y lo que me ha impresionado es que muchas personas que saben sobre el tema mucho más que yo me dicen: «Educación, educación, educación». Al mismo tiempo leía el libro de Giussani, centrado completamente en el tema de la educación. ¿Puede ser realmente la educación un remedio incluso para el mundo digital?

Carrón. Es la única posibilidad. No existe algoritmo que pueda identificar las noticias falsas. Si el crecimiento de la información de la que se dispone no va a la par que el crecimiento del sujeto que es capaz de valorar, lo que sucede en la vida real sucederá también en la relación con internet y con sus noticias. Lo primero que hace don Giussani cuando entra en el liceo Berchet de Milán es poner en las manos de sus estudiantes el método para empezar a juzgar: «No estoy aquí para que vosotros consideréis como vuestras las ideas que yo os doy, sino para enseñaros un método verdadero para juzgar las cosas que os voy a decir». Les da el instrumento para hacer esta verificación. Sin una educación que ayude a juzgar solo hay alienación. Es lo que caracteriza en muchos aspectos la sociedad actual, porque siempre hay alguien que te dice: «Tú no eres capaz de comprender las cosas, este mundo es demasiado complejo, por eso yo te lo explico», pero al hacer esto te está tomando el pelo. Por eso don Giussani les dice a los jóvenes: «Si no queréis permanecer alienados para el resto de vuestras vidas, empezad a juzgar», porque este es el método, «comparad todo con las exigencias fúndamentales de la vida (verdad, belleza, justicia, felicidad), pues si no lo hacéis -aunque habléis de libertad- seréis esclavos de los demás». La libertad que hoy nos ofrece internet puede convertirse también, en el fondo, en una forma de esclavitud si un joven no es educado para poder juzgar.
Si no secundamos la experiencia elemental de la vida no podremos reconstruir el nexo perdido con la realidad. La única posibilidad es un encuentro real que ofrezca una mayor intensidad y plenitud humana que la que promete el mundo virtual.

 
 

Créditos / © Asociación Cultural Huellas, c/ Luis de Salazar, 9, local 4. 28002 Madrid. Tel.: 915231404 / © Fraternità di Comunione e Liberazione para los textos de Luigi Giussani y Julián Carrón

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