Once millones de sirios sin asistencia sanitaria. La falta de personal y de estructuras. Así la ONG italiana ha respondido a la propuesta del nuncio en Siria, monseñor Zenari
El Alto Comisionado de la ONU para los Refugiados la considera «la mayor crisis humanitaria de nuestra era». El colapso del sistema sanitario es una de las consecuencias más lacerantes de una guerra cuyo coste humanitario recae sobre todo en los civiles: 11,5 millones de sirios, el 40% niños, no reciben atención médica adecuada. En Alepo la gente que no tiene acceso a los hospitales supera los dos millones de personas, en Damasco son más de un millón.
AVSI es una de las 16 organizaciones internacionales presentes en Siria y trabaja en varios frentes para apoyar a la población: en la capital con actividades para mujeres y niños, en Alepo apoyando el compromiso de la Custodia de Tierra Santa. En 2016, para responder a una propuesta del cardenal Mauro Zenari, que desde hace diez años es Nuncio apostólico en Siria, AVSI puso en marcha la campaña “Hospitales abiertos” para permitir el acceso a asistencia médica gratuita a los más pobres, con tres hospitales sin ánimo de lucro, dos en la capital y uno en Alepo. El objetivo es atender al menos a 40.000 personas en tres años. «Se muere más por falta de asistencia que bajo las bombas», señaló el cardenal Zenari. Las infraestructuras sanitarias están en unas condiciones dramáticas, debido a las dificultades para acceder al suministro de electricidad, combustible y agua potable, y deben afrontar la falta crónica de recursos humanos y materiales. Se estima que el 58% de los hospitales públicos y el 49% de los centros sanitarios públicos han cerrado o solo funcionan parcialmente, y que más de 658 personas que trabajaban en estas instalaciones han perdido la vida. A causa de la emigración masiva que sufre la población siria, el número de especialistas que quedan en los hospitales es insuficiente para hacer frente a las solicitudes. Según algunos cálculos, solo sigue activo el 45% del personal sanitario que trabajaba en el país antes de que empezara la crisis. La falta de obstetras, por ejemplo, es una muestra dramática de esta emergencia: casi 300.000 mujeres embarazadas no pueden recibir la asistencia necesaria.
Las sanciones impuestas durante años a Siria no han hecho más que agravar la situación. Las limitaciones no se referían formalmente a la ayuda humanitaria, pero de hecho el embargo complica la importación de medicinas y piezas de recambio para la maquinaria médica. Debido al doble uso (sanitario y militar) que podrían tener, quedan bloqueadas.
El proyecto “Hospitales abiertos”, patrocinado por el Dicasterio vaticano para el servicio al desarrollo humano integral, está financiado por varias instituciones, entre ellas la Conferencia Episcopal Italiana, la Papal Foundation y la Fundación Policlínico Universitario Agostino Gemelli. Se suman las donaciones privadas y el porcentaje asignado por los contribuyentes italianos en su declaración de la renta. La CEI ha destinado un millón de euros para este proyecto. La Iglesia italiana pretende promover el diálogo entre las distintas realidades religiosas y con este fin quiere llevar a cabo el proyecto de una Conferencia por la paz en el Mediterráneo, como ha anunciado recientemente el presidente de la CEI, cardenal Gualtiero Bassetti.
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