Huellas N.3, Marzo 2018

PRIMER PLANO

Amina, Rachele y el ciento por uno

L.F.

La amistad entre dos mujeres nacida en la caritativa. La pobreza, las necesidades que se comparten y las sorpresas. «Me educa en el sentido de la realidad»

«Los pobres nos evangelizan», repite el Papa sin cansarse. Rachele, de Padua, madre de cuatro hijos, y Amina, de Nápoles, hija de padres marroquíes, casada con un hombre tunecino y con tres hijos, se conocieron hace 8 años, cuando la primera empezó a visitarla mensualmente para llevarle la bolsa de alimentos del Banco de Solidaridad. Al comienzo, la relación es muy esquiva. A Amina le cuesta dejarse ayudar.
Con el tiempo, Rachele va conociéndola: el dinero que no llega y el gran empeño con el que culmina un curso de operador socio-sanitario y encuentra trabajo. Pero Amina, a causa de una enfermedad autoinmune, se ve obligada a dejar el trabajo. «Siempre que iba a verla», cuenta Rachele, «veía que lo que hacía era como una gota en el mar. Sin embrago, ir me educa en el sentido de la realidad».
Cuando Amina se queda embarazada del tercer hijo, la situación empeora. Entonces cede y pide ayuda. Rachele y sus amigas la acompañan a las visitas médicas. Amina acepta ir a su casa a cenar. Empiezan a compartir la fatiga de educar a los hijos.
Una vez Amina compra un libro sobre la búsqueda de la felicidad y le pregunta: «¿Cuál es tu secreto?». Cada vez es más patente que las dos buscan lo mismo. Y los hijos plantean preguntas importantes: «Mamá, el cura dice que Jesús nos ha elegido mediante el Bautismo. Entonces, ¿a Amina no la ha elegido?». «Sí, la ha elegido a través de nosotros…».
Para entender esta amistad Rachele vuelve a los Ejercicios de la Fraternidad, sobre la pobreza: «No es fruto de una generosidad. Es una forma virginal de relación. Con Amina he aprendido la gratuidad que es el ciento por uno en las relaciones».