Lo que nace en Tallahassee
Acabo de volver conmovido de la Escuela de comunidad con los amigos de Tallahassee (véase el artículo en p. 30) por las grandes obras que el Señor está haciendo allí. Me han contado de la caritativa. Atraídos por la propuesta de Carrón en los Ejercicios de la Fraternidad, un sábado al mes desayunan con los sintecho de la zona. Me han corroborado que estas personas, mucho más que la comida, agradecen alguien que les escuche sin prisas, que comparta con ellos algo de su vida y se interese por sus necesidades. Se ve a la legua que los chicos del movimiento ganan en humanidad y están contentos. Muchas parroquias ofrecen comida a estas personas, pero hay pocos que compartan su tiempo y “aprendan” de ellos. Siguiendo la propuesta de un joven sacerdote que está conociendo CL, estos chicos están descubriendo la caritativa tal como la propone don Giussani. Luego en la Escuela de comunidad esta noche había treinta personas, algunos ya conocidos, otros nuevos. Según crece su experiencia de correspondencia y satisfacción, van invitando a sus amigos. Ver los pasos que estos chicos están dando, el deseo que tienen de conocer a don Giussani y al movimiento, me conmueve. Este deseo les mueve por encima de cualquier dificultad y los llena de preguntas. Me siento realmente pequeño e indigno de las obras que Jesús está realizando y me está concediendo ver. Necesito verle actuando para volver al origen de lo que me fascina.
Luca, Gainesville (EEUU)
La muerte de Francesco y el canto de esos chicos
Cuando el domingo empezaron a llegar noticias de Francesco, me puse a mirar obsesivamente el WhatsApp cada dos minutos. Con un peso inmenso en el corazón, cada vez que sonaba el teléfono temía lo peor y temblaba. Fue un momento de lucha que ofrecí por Francesco y por sus padres, suplicando un milagro. Durísimo. El viernes siguiente viví anticipadamente el Viernes Santo. Pensando en Francesco en el hospital, no podía dejar de pensar en Jesús en la cruz y en María junto a él. A las 18h. supimos que ya estaba en el cielo. Me sentí perdida y profundamente turbada. Fui corriendo a ver a una amiga que me recibió diciendo: «Ya me lo han dicho». Yo lloraba, ella estaba entera. En seguida me dijo: «Voy al hospital. ¿Me llevas?». Una vez allí, fuimos a la capilla para el rezo del Rosario. La iglesia estaba abarrotada y yo seguía hundida. Pero cuando los chavales empezaron a cantar «Quando uno ha il cuore buono non ha più paura di niente, è felice d’ogni cosa, vuole amare solamente», todo cambió. La angustia se volvió súplica mendicante, casi un clamor desde lo hondo de mi ser. Señor, ¡esta es la experiencia de tu Resurrección! Que centenares de chavales, mi hija y sus compañeros de tan solo 15 años puedan cantar así frente a la muerte de un compañero muy querido. ¡Es real tu victoria sobre la muerte! Pido para mí que no temamos la oscuridad. De lo contrario, la vida sería insostenible, viviríamos presa del miedo. Vuole amare solamente… Tu victoria es que podamos amar también la breve vida de un hijo que podía ser el nuestro. Solo una compañía que vibra de pasión por Cristo puede librarme del desconcierto y de la angustia, haciéndome experimentar realmente la Resurrección.
Chiara
El porqué de mi gesto
Querido Julián, llevaba tiempo deseando hacer una donación a la Fraternidad de CL. Me paré a preguntarme: ¿por qué? Por puro afecto, porque mi vida lleva cincuenta años en esta compañía. ¡Qué provocación la Escuela de comunidad contigo! En otras ocasiones me habría atascado en que me falta pobreza o a menudo vivo la fe de manera formal. Recientemente, perdí a mi mujer y se me quemó la casa. Me mantuve de pie diciendo: «¿Adónde iré, Señor, lejos de tu rostro?», pero no me bastaba. Tú nos dijiste: «Cuando el Señor me elige para darse a conocer, sacándome de mi distracción y devolviéndome una actitud de pobreza original, si yo no retomo conciencia de mí mismo y no lo acojo, Él no entra en mí, no puede hacerse uno conmigo». Es lo que me pasó en esa Escuela: una vez más la Fraternidad es el lugar que me rescata, me devuelve sinceridad y lealtad en primer lugar conmigo mismo, me abre a la realidad y me hace respirar. La Fraternidad de CL es el lugar en el que Cristo sigue manifestándose ante mis ojos y así alimenta una verdadera pasión por mis amigos y por todos los hombres.
Gilberto, Lecce (Italia)
Una historia particular
Hacía dos años que no participaba de las vacaciones de CL. Pero este año mi corazón estaba ansioso y emocionado como cuando participé por primera vez, en 1996. Cuando me pidieron guiar uno de los grupos, lo acepté, porque ahora soy madre de tres niños y deseo mostrarles a ellos lo mismo que yo encontré. Esto me llevó a implicarme con todo el trabajo y el sacrificio que supone. En los días previos, cuando nos reuníamos para preparar las vacaciones, veía solo lo que faltaba y me surgían preguntas como ¿qué hago yo acá?, ¿por qué estoy aquí? Poco a poco empecé a “ver”, y no metafóricamente hablando, todo un caudal de novedad: los amigos nuevos y los de siempre; los de la primera hora, que siendo fieles a esta historia siguen trabajando con el mismo entusiasmo; nuestros hijos participando cada uno a su manera; los más pequeños, como todo niño de corazón inocente, siendo verdaderos protagonistas. Caí en la cuenta de que este espectáculo es de otro mundo: la evidencia de un solo pueblo, un pueblo nuevo que surge. Basta con afinar la mirada para ver momentos bellísimos llenos de atractivo y diversidad. El común denominador de cada gesto, desde los juegos, los cantos, la misa y la muestra sobre la vida de don Giussani, fue el deseo de entender mejor la búsqueda de un significado para la vida, que renace siempre porque, como dice Carrón, «nuestro corazón no deja nunca de sentir la urgencia de un significado». Esta es la respuesta a mi pregunta y no resulta difícil decirlo cuando se puede ver en los rostros de las personas que te lo hacen saber. La promesa de Dios no se realiza individualmente y de una sola vez, sino juntos y a lo largo de una historia. Con razón don Giussani decía que «la espera de las vacaciones comunitarias pone de manifiesto la voluntad de vivir».
Aracely, Asunción (Paraguay)
De un testigo a otro
Querido Julián de la Morena:
Del 9 al 11 de febrero, los amigos de las comunidades de CL de La Habana y Matanzas, hemos tenido un memorable fin de semana de convivencia, aprovechando la visita un nuevo visitor y la despedida del que ha estado hasta ahora. Los anticipos han sido superados: vivir nuestra amistad, compartir los nuevos brotes del Movimiento y hacernos conscientes de la Presencia de Cristo entre nosotros. El arranque fue súper especial, con la provocadora pregunta de “qué ha significado el Movimiento para cada uno de nosotros”. Las respuestas, las intervenciones no cupieron en tan poco tiempo y se alargaron hasta el final del encuentro. Y es que todos hemos experimentado cómo Jesús ha tocado nuestras vidas, de una manera muy especial, a través del carisma y de la educación que hemos recibido en el Movimiento: unos que comenzaron hace cinco años y otros que apenas llevan un par de meses frecuentando a la pequeña comunidad de amigos de CL, han podido expresar y compartir, con lucidez y madurez enormes, lo que ha pasado en sus vidas. Los que llevan más tiempo en la fe, y poco en CL, hablaban emocionados de cómo su fe y su vínculo con la Iglesia se han renovado y rejuvenecido desde que comenzaron a frecuentar la Escuela de comunidad y a escudriñar la vida del Movimiento. Otros, más nuevos, hablaron de la provocación que supone todas las semanas compartir la vida, las circunstancias diarias desde la certeza de un Jesús que se presenta contemporáneo y cercano a nosotros; de cómo la vida comienza a ser leída y escuchada con más claridad, con más realismo; de los compromisos eclesiales que ahora son iluminados por el acontecimiento y por la experiencia nueva de CL. Un chico contaba que toda su vida había transcurrido en la Iglesia (catequesis, grupos de adolescentes, pastoral juvenil y universitaria) pero que nunca nadie le presentó a Jesús del modo fascinante con que lo ha hecho, en apenas seis meses, el Movimiento. En fin, Julián, que ha sido un fin de semana fuera de serie. En el encuentro recibimos y comenzamos a caminar con Portu, nuestro nuevo visitor; y despedimos a Carras que ha sido como el primer amor porque sigue ahí, en nuestra lista de contactos, pero también en nuestras vidas, tocadas por Cristo con las manos de él. ¿Qué más pedir? El Señor ha estado grande con nosotros y estamos (súper) alegres. Un abrazo grande.
Fifo
Paraguay. In memoriam
Catalina Delvalle regresó a la casa del Padre el martes 27 de febrero.
Todos la conocíamos como Rubia. Pertenecía a la Fraternidad de San José. Fue compañera de camino de muchos durante muchos años. Estaba siempre presente en todos los gestos, hablando con todos, acompañando a la gente, acogiendo a todos, sobre todo a los nuevos, sosteniendo a muchos, a los que entendían más y a los que menos. Su presencia era como una roca sobre la que muchos se apoyaron para construir, una gran columna que sostenía a muchos. Su estilo no era la exposición pública ni el discurso; era silencioso, el cara a cara, el encuentro personal con cada uno, siempre con una mirada franca y profunda, atenta a todos, a la vida de cada uno. Conocía y se interesaba por las necesidades, penurias y alegrías de todos. En silencio y con discreción, movilizaba a los amigos para ayudar a alguien que estaba pasando momentos difíciles, tanto en lo material como en lo espiritual. Vivió su fidelidad a la Iglesia, porque la amaba con todo su ser, muy consciente de sus límites e imperfecciones, al estar formada por hombres limitados e imperfectos. Leía mucho, pero quería que Cristo no se quedara en una teoría, solo en lo que es fácil y agradable, en lo que no cuesta esfuerzo; antes bien, que tuviera que ver con cada cosa del día y, como era modista, con cada puntada de hilo. Por eso mismo, ayudaba a las personas con su conciencia de pertenecer a Aquel que es el dueño de la historia y del tiempo, dueño de esa realidad que muchas veces es fatigosa y dolorosa. «Mirar lo que tengo enfrente y dejar de soñar», decía. Amaba a su familia, hijos, nietos y bisnietos, carnales y espirituales. Cuidó con amor nueve años de su esposo que quedó en cama enfermo. No la vamos a recordar por sus disertaciones, pero no podremos olvidar su presencia, su abrazo, su compañía, su acogida y su interés por todos, porque era consciente de que todo y todos provenimos de Dios.
Amigos de la Fraternidad de San José
Desayunando con don Gius
Después de participar en el New York Encounter, he retomado la lectura de la biografía de don Giussani, media hora por la mañana, mientras desayuno. Me impresiona mucho cómo, desde que volví a tomar en mis manos este libro, en estas semanas don Giussani está convirtiéndose en el compañero más fiel y presente para mí, que vivo perdida en un pueblo de Nebraska y ni siquiera le conocí. Muchas veces, cuando pasa algo durante el día, me acuerdo de lo que he leído, una frase o un episodio, como si escuchara: «Mira, Martina, yo haría así». A veces me levanto con un problema en la cabeza, con una preocupación, y la página que leo responde exactamente a lo que necesito. Justo como haría un amigo al que le contara mis cuitas o las preguntas que tengo. Por eso he empezado a llamar ese momento «Desayuno con don Gius». Desayuno con diamantes.
Martina, Omaha (EEUU)
EL MANIFIESTO
Esa carrera hacia el sepulcro
En una carta de 1897, Eugène Burnand resumía su creencia artística: «Para mí el misticismo consiste más en la intensidad y profundidad de la visión que en la imaginación liberada de sí misma. Yo soy realista por naturaleza y por destino». Dicha aplicación a la realidad representa también la base del método seguido a la hora de realizar esta obra, de la cual siempre hay que tener en cuenta el título completo, Los discípulos Juan y Pedro corren al sepulcro la mañana de Resurrección. La carrera y la mañana son, de hecho, dos elementos cruciales. «Me levanto por la mañana para estudiar en el brillo de los ojos de mi modelo el ardiente reflejo del sol que amanece en el horizonte», escribe en una carta a su amigo Paul Robert. Y explica que en la “condensación luminosa” confluyen el sentido teológico, el realismo atmosférico y el respeto cronológico del momento en el que ese hecho aconteció. La luz del sol que nace brilla de hecho, en concreto, en la pupila muy abierta de Pedro. Es uno de los detalles más preciosos de esta obra. El segundo elemento es la carrera. Los dos van corriendo, como sugiere tanto su inclinación hacia delante como el aire en el que parecen navegar y que juega con su pelo. Dejan atrás, lejos y pequeñas en el horizonte, las tres cruces, para ir a abrazar aquella esperanza inesperada. Todavía no se lo creen, están llenos de un asombro que es casi desconcierto (y esto convierte el asombro en algo aún más verosímil). Son un joven y un hombre que Burnand ha intentado respetar incluso en su identidad antropológica de palestinos de aquel preciso momento (véanse las manos de Pedro), cuyos rostros están definidos por lo que están mirando.
Giuseppe Frangi
TRAS LAS VACACIONES DE GS
Ir al fondo de las cosas, sin máscaras
Me hacían realmente falta los días de vacaciones con GS. Vuelvo con mucha intensidad. Desde que he llegado a Londres, tengo vivas las preguntas que me llevo conmigo desde Italia y que han nacido durante esos días. Sobre todo tengo el deseo de ser “sierva Suya”. Lo pido en la oración para que, a través de mí, los demás lo puedan encontrar. Este deseo me hace libre. Libre de cualquier esclavitud, porque si vivir es seguirle a él, sé que todo es para un bien. Con este deseo no me siento para nada “esclava” del éxito. No sé si mis compañeros, al ver cómo vivo, se preguntan por Cristo, pero yo sé bien que vivir con él me hace feliz. Otra cosa que he descubierto es que necesito que me miren y me acepten como soy. Me doy cuenta perfectamente cuando voy al Student Youth (el nombre del grupo de GS en Inglaterra, ndr.) porque allí experimento que cada uno de nosotros tiene un valor en sí mismo y no tiene que dar la talla. Por tanto, se me olvida la preocupación de “hacerlo todo bien”, que muy a menudo esclaviza a la gente y me condiciona. Cuando me libero de todas estas pretensiones sobre mí misma (aparentar, ser como los demás, cumplir con…) puedo ir al fondo de las cosas de manera más sincera, sin ponerme máscaras.
María, Londres (Inglaterra)
LA CARTA A LA FRATERNIDAD
El mismo acento hoy
Querido Julián, el Domingo de Ramos de 1975 estaba al fondo del Aula Nervi, que el Papa Pablo VI nos había concedido para reunirnos después de la misa en la Plaza de San Pedro. No tenía todavía 17 años y allí, sentada en el suelo, oí resonar la voz de Giussani que decía: «Su Santidad me ha dicho: Ánimo, para usted y sus jóvenes, ¡siga adelante! Este es el camino». Preparándome para esa jornada, por primera vez me habían enseñado el valor de Pedro en la vida de la Iglesia. Recuerdo solo esto, la plaza semivacía y el Papa sentado en la silla gestatoria entrando a lo lejos. «Ánimo, para usted y sus jóvenes…». El mismo acento ha resonado hoy en mi corazón al leer la carta que nos has enviado después de tu audiencia con el Papa Francisco (publicada en clonline.org). Percibí el eco de la misma conmoción y pasión de don Giussani que se renueva en el seguimiento de su carisma. Por ese motivo, de golpe, nada más acabar de leerla, escribí un correo a los amigos de Portofranco en Rímini para dar mi disponibilidad para colaborar.
Yo también quiero participar de esa “fiebre de vida” que don Giussani nos trasmitió y que siento vibrar en ti.
Leticia, Rímini
Créditos / © Asociación Cultural Huellas, c/ Luis de Salazar, 9, local 4. 28002 Madrid. Tel.: 915231404 / © Fraternità di Comunione e Liberazione para los textos de Luigi Giussani y Julián Carrón