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Huellas N.3, Marzo 2008

PRIMER PLANO - El Papa y La Sapienza

Una lección que no hay que perderse

Lorenzo Margiotta

Milán, Bolonia, Roma, Catania. El “pueblo de la universidad” no tira la toalla ante los sucesos del mes de enero en el ateneo romano. Profesores, investigadores y estudiantes leen y discuten las palabras del Papa en una apretada serie de encuentros públicos, comprobando el método de conocimiento que él nos indica

Al final no lo han conseguido. Cuantos han tratado, con medios completamente contrarios a las posiciones que representaban, de impedir al Papa pronunciar su discurso en la universidad, han fracasado. La “victoria” en La Sapienza tiene los rasgos tristes de un suceso efímero. Por el contrario, las palabras de Benedicto XVI, portadoras de ese «tesoro de conocimiento y de experiencias éticas» custodiadas por la Iglesia, durarán largo tiempo.
Palabras que han sido leídas y discutidas en muchas universidades, que han sido escuchadas y retomadas en una apretada serie de encuentros en los que profesores y estudiantes se han medido con los temas propuestos por el Papa, queriendo “poner a prueba” con el método sugerido por el Pontífice la propia experiencia de estudio y de trabajo cotidiano.
Iniciaba esta serie de encuentros el CLU de la Politécnica de Milán el pasado 24 de enero, sentando a la mesa a Giancarlo Cesana y a Carlo Bottani, profesor de Química del ateneo milanés. «El Papa hace un discurso inesperado –aventuraba Cesana en una lúcida relectura del discurso con continuas referencias a la sociedad contemporánea–, porque nunca define la verdad», sino que indica ante todo una actitud para perseguirla. «La verdad es una relación –prosiguió respondiendo a un estudiante que le preguntaba qué tienen que ver las verdades particulares adquiridas en el estudio con la verdad última–, adaequatio rei et intellectus. No se llega a percibir la verdad particular si no se parte de un principio de verdad última». Relación que muchos se obstinan en negar: aquí Bottani dio en el clavo, condenando «la inteligencia sectorial de aquellos que –y se refería a los físicos de la Sapienza– creen que existe un único método para alcanzar la verdad. Pero de esta forma se resuelven problemas minúsculos sin comprender nada de lo que los trasciende».

Una luz especial
En primera línea en la promoción de un diálogo serio y abierto en torno a la alocución del Santo Padre también ha estado la Universidad Católica que, en sus sedes de Roma y Milán, ha organizado dos encuentros con laicos, prelados y profesores universitarios a iniciativa de su rector, Lorenzo Ornaghi.
En la sede capitolina animaban el debate Giuliano Ferrara, periodista, y Gianfranco Ravasi, presidente del Consejo Pontificio de la Cultura. No son nuevas las declaraciones explícitas de estima y cercanía del director de Il Foglio hacia el «profesor Ratzinger», como él lo llama, y tampoco esta vez ha sido distinto: definía la lección del Papa como un «homenaje a la universidad laica, a su concepto fundacional de estar ligada exclusivamente a la autoridad de la verdad». Prosiguió después con una apasionada defensa de la razonabilidad de la fe: «Existe una fuente que desprende una luz especial y que actúa en la historia: Cristo. Puedo decirlo razonablemente aun estando fuera de la comunión eucarística de la Iglesia, porque vive en la historia no sólo para los que tienen una esperanza cristiana, sino también para quienes no la tienen». En esta línea continuaba también Ravasi, siguiendo la estela del binomio fe-razón. «Intellectum valde ama, “ama la razón con todas tus fuerzas”, dijo, retomando a san Agustín. La disolución de la niebla de la razón mítica deja paso a ese Dios que es razón-creadora y razón-amor: los dos caminos se orientan hacia esa luz que está ante nosotros y con la cual debemos hacer las cuentas continuamente».
Desde Roma a Milán. Distintos invitados, el mismo tema. En un Aula Magna abarrotada de público se encuentran Salvatore Veca, profesor de Filosofía política en el Instituto universitario de Estudios Superiores de Pavía; Serena Vitale, profesora de Lengua y Literatura rusa en la Universidad Católica; y Giorgio Israel, profesor de Matemáticas complementarias en La Sapienza de Roma. Los tres relatores afrontan desde distintos puntos de vista la invitación que el rector Lorenzo Ornaghi había dirigido a la comunidad académica a través de una carta de solidaridad con el Papa en los días inmediatamente posteriores a los sucesos de Roma. En ella animaba a «dirigir nuestro empeño a reflexionar sobre el discurso ofrecido por el Papa a los profesores universitarios y a todos los jóvenes que en la universidad buscan la respuesta verdadera a sus más profundas exigencias de conocimiento».

Del cómo al porqué

Veca ha subrayado en primer lugar el riesgo de un agostamiento de la cultura occidental («debemos resistir a la invasiva tendencia reduccionista, a la idea de que existe un punto más allá del cual ya no hay nada interesante»); después dijo que encontraba «impecable la forma en que el papa Ratzinger presenta su propia doctrina sobre la verdad. Cualquiera que esté interesado en este tema debe tomar seriamente en consideración su invitación a la valentía ante la verdad. Una invitación, no una pretensión de adhesión a “su” verdad», como los oponentes de La Sapienza pretendían hacer creer.
En la misma línea se ha situado Serena Vitale que, a través del análisis retórico, ha excluido «que se identifique un eventual adversario en el interlocutor del discurso», subrayando que «la música del pensamiento de Benedicto XVI avanza a base de preguntas: todo lo contrario de la actitud de quien quiere adoctrinar. Por el contrario, lo que emerge del texto es la humildad del estudioso».
Por último, Israel ha lanzado una crítica desde dentro de las disciplinas matemáticas y científicas, que «se presentan a sí mismas como única forma de racionalidad aceptable», mientras que «defender el honor de la racionalidad científica consiste también en reconocer sus límites». La actitud naturalista que pretende reducir toda la realidad a algo científico es, según el matemático, «un peligro para todos, porque no sabe responder a los problemas del sentido o no sentido de la vida». El conocimiento del cómo es estéril y deja triste, «poniéndonos ante los límites de nuestra razón y no interrogándonos sobre el porqué».

Un método que compromete la razón
El mismo Israel ha sido protagonista también del encuentro promovido en Bolonia el 31 de enero, bajo el título “Benedicto XVI y La Sapienza, una lección que no hay que perderse”. Además del matemático, intervinieron el rector del Alma Mater, Pier Ugo Calzolari, y el vicario para la Cultura y la Comunicación de la diócesis de Bolonia, monseñor Lino Goriup. Recordando las primeras palabras como pontífice de Joseph Ratzinger, este último observó que «Cristo trae la pregunta no de los sabios, sino de los niños, que si no comprenden no se cierran, sino que indagan hasta comprender».
Tampoco en el sur ha pasado desapercibido el discurso del Papa. Dos iniciativas, a las que se sumarán otras (entre ellas, un encuentro con el profesor Pietro Barcellona sobre la relación entre laicidad y religión), han sido realizadas por el CLU de Catania en la facultad de Derecho. En la cátedra se hallaba, ante más de ciento cincuenta estudiantes, don Francesco Ventorino, que insistió en la relación entre fe y razón, subrayando la sintonía total con don Giussani. La afirmación de la fe como método de conocimiento indirecto, que compromete más que ningún otro a la razón en toda su amplitud y dinamismo, resultó nueva para muchos de los presentes, que siempre habían concebido la fe como irracional y sentimental, y fue el comienzo de un debate que, con toda seguridad, continuará.
«¿Para qué sirven encuentros como estos en la universidad?», preguntaba una profesora católica en el encuentro de la Politécnica. «Escuchadme por la sabiduría que el cristianismo ha traído en la relación con la realidad», respondió sin dudar Cesana, citando las palabras de Benedicto XVI. «Lo más importante es ser conscientes de lo que somos». He aquí para qué sirven.

 
 

Créditos / © Asociación Cultural Huellas, c/ Luis de Salazar, 9, local 4. 28002 Madrid. Tel.: 915231404 / © Fraternità di Comunione e Liberazione para los textos de Luigi Giussani y Julián Carrón

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