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Huellas N.5, Mayo 2017

SUDÁN DEL SUR

El imprevisto en medio de la guerra

Maria Acqua Simi y Giacomo Bertoia

Junto con el primado anglicano Justin Welby, el Papa viajará al país más joven del mundo. Una sorpresa ecuménica en una situación dramática y olvidada. Los muertos superan ya los cincuenta y cinco mil y los desplazados son más de un millón y medio. Otra “misión imposible” después de Centroáfrica

Hace seis años, el 9 de julio de 2011, nacía el país más joven del mundo, Sudán del Sur. La independencia llegó al final de un largo proceso de paz que duró años, poniendo fin a una guerra civil que costó dos millones y medio de muertos y cinco millones de desplazados al extranjero. La población, en su mayoría animista, con un buen número de cristianos (católicos y anglicanos), vivía un momento de paz. La economía, basada en la agricultura y la ganadería, aseguraba unas condiciones de vida digna, a pesar de la falta de infraestructuras, nunca construidas en los años de la guerra.
Pero en 2013 el sueño del joven país se interrumpió. El choque entre los militares fieles al presidente Salva Kiir y los que apoyan al exvicepresidente Rieck Machar, se convierte en una nueva guerra civil, reavivando antiguos rencores. Se trata de un conflicto apoyado en motivos étnicos. Kiir y Machar son los representantes de las dos etnias principales, dinka y nuer. El conflicto reduce a Sudán del Sur a una tierra de nadie, donde reina el caos político y se vuelve a matar. Y a morir. Más de cinco millones y medio de muertos y cuatro millones de desplazados internos. Un millón y medio de habitantes (cien mil solo desde el comienzo de 2017) deciden huir a Uganda, agravando la ya precaria situación de aquella zona. Huyen del conflicto y también del hambre. Los últimos datos de Naciones Unidas, relativos al mes de marzo, son aterradores. Hoy más del 40% de los civiles no tiene acceso al agua potable y carece de comida. En dos amplias zonas de la región se ha declarado el estado de carestía. Mientras, continúan los combates.
Una guerra muy poco mediática, escondida, olvidada. Y, sin embargo, precisamente aquí sucede un hecho nuevo: cristianos de distintas confesiones trabajan juntos en favor de la paz, abandonando personalismos y rivalidades. A raíz de este compromiso, muy sufrido pero sincero, nace la idea de la visita del Papa Francisco y del primado anglicano, el arzobispo de Canterbury Justin Welby, a Sudán del Sur, programada para el próximo verano.

Los tres obispos. «La guerra civil continúa a pesar de nuestro llamamiento para que se dejen las armas. Siguen los asesinatos, las violaciones, los saqueos, los ataques a las iglesias y los atentados», han escrito los obispos católicos en un documento difundido hace unas semanas. «Millones de sudaneses del sur sufren el hambre, se ven obligados a huir y a buscar asilo en los campos de refugiados. El conflicto civil, que siempre hemos definido privado de cualquier justificación moral, continúa. Los combates, ya sea del gobierno o de los rebeldes, y sus consecuencias afectan en su mayoría a la población civil».
Pero los obispos no se contentan con denunciar la situación. Como en el pasado, la acción diplomática de la Iglesia católica, silenciosa pero eficaz, sigue trabajando por la paz: «A este documento pretendemos añadir por nuestra parte una mayor implicación. Junto a otras iglesias pedimos un encuentro cara a cara con el presidente del gobierno, con sus representantes, sus ministros, los miembros del Parlamento, los líderes de la oposición, los militares, con cualquiera que tenga cierta responsabilidad para cambiar esta situación. Y no pretendemos encontrarnos con ellos una vez, sino todas las veces que sean necesarias para que desde el diálogo puedan nacer acciones concretas, no solo declaraciones formales».
Se trata del comienzo de un proceso que implica también un trabajo común con otras confesiones cristianas. Los protagonistas de esta iniciativa inédita son Paulino Lukudo Loro, arzobispo católico de Yuba, Daniel Deng Bul Yak, arzobispo de la provincia local episcopaliana (los anglicanos), y Peter Gai Lual Marrow, moderador de la iglesia presbiteriana. Los tres juntos visitaron primero al Papa Francisco en el Vaticano, luego a Justin Welby en el Lambeth Palace, llevando una petición ambiciosa: una visita conjunta a Sudán del Sur.
Fue el mismo Papa quien anunció que la visita se haría conforme a la petición de los tres obispos: «El diálogo ecuménico se hace caminando juntos», explicó durante su visita a la iglesia anglicana de Roma All Saints. «Estamos estudiando un próximo viaje a Sudán del Sur, junto a Welby. ¿Por qué? Porque vinieron tres obispos, un católico, un anglicano y un presbiteriano, y me pidieron: “Se lo rogamos, vaya a Sudán del Sur, aunque solo sea un día, pero junto a Justin Welby, arzobispo de Canterbury”. De ellos, de esta joven iglesia, vino esta creatividad. Por eso estamos pensando en cómo se puede hacer. Dios quiera que la situación lo permita… Pero tenemos que hacerlo, porque los tres quieren la paz y juntos trabajan por conseguirla». Los detalles del viaje están preparándose todavía, pero se prevé que será en junio.
«Confío mucho en la visita del Papa», explica Michael, joven y brillante sudanés del sur obligado a dejar su tierra y que hoy vive en un campo de refugiados en Uganda. «No podemos combatir el mal con las armas. A Satanás no se le combate con los fusiles, sino solo con la Palabra de Dios. Espero verdaderamente, ¡verdaderamente!, que la visita del Papa traiga la paz, de manera especial entre los líderes del país. Es lo que la población pide y espera. Cuando escucharon por la radio la noticia de que el Santo Padre vendría, todos los sudaneses se alegraron mucho, porque creen que de verdad su visita puede ayudar a la reconciliación».

Huida en el bosque. La historia de Michael es la de muchos sudaneses que sufren los estragos de la guerra: «Estaba en la zona de Ecuatoria Oriental, estudiando en la escuela profesional de Kajo Keji, para llegar a ser asistente en un estudio médico. De repente, un grupo de hombres armados, que nunca se había visto en la zona, irrumpió en el instituto. Empezamos a oír gritos y disparos. Huimos como pudimos y nos escondimos en el bosque. Algunos cayeron muertos, víctimas de los disparos. Estaba claro que no podíamos volver de ninguna manera. Dejamos allá los libros, las mochilas y toda nuestra vida anterior. Sin mirar atrás, huimos a Uganda. Gracias a ACNUR encontramos asilo en un campo de refugiados».
A su madre y al resto de su familia le tocó el mismo destino: «Ellos vivían en la zona de Yei. Allí también hubo ataques, violaciones y matanzas. Mi madre, que vivía en la ciudad, encontró refugio en nuestra aldea de origen. Luego también tuvo que escapar de allí. Primero llegó a un campo de refugiados en el Congo, luego, como yo, a otro en Uganda».

Esperanza. Michael ha vuelto a ir a clase. Y no ha perdido la esperanza: «La paz en Sudán del Sur puede volver. Si los líderes de los dos bandos enfrentados llegaran de alguna manera a perdonarse, la situación podría volver a la normalidad. Solo tenemos que rogar a Dios. Y denunciar la violencia que se comete en ambos bandos».
María Gaudenzi, que trabaja para la Fundación AVSI, cuenta lo difícil que es trabajar en Sudán del Sur: «Las carreteras son peligrosas y no podemos movernos libremente. Naciones Unidas ha señalado como peligrosas las que recorremos a diario, entre Torit e Ikotos. Por eso tenemos que desplazarnos con un convoy militar. Los grupos armados activos en la zona no tienen una clara afiliación. Nadie sabe de qué parte están. Y esto deja espacio a grupos criminales autónomos». A todo esto se suma la crisis económica. La moneda local, la esterlina sudanesa, desde julio se ha devaluado un 300%. «Los comerciantes ugandeses y keniatas ya no entran en nuestro país y escasean los alimentos básicos y todos los bienes básicos», explica María. «Además, el porcentaje de la asistencia escolar ha caído al 34%. Los niños se quedan en casa ya sea por razones de seguridad, ya sea por ayudar a las familias a salir adelante. Algunos hombres, entre ellos muchos de nuestros colegas locales, han decidido quedarse aquí a trabajar, pero han enviado a sus familias a un lugar seguro, en Uganda».
Vista la gravedad de la situación, «la visita del Papa y de Welby tiene una importancia especial y no deja indiferente a nadie. Es un clarísimo reconocimiento de la emergencia en curso. Este viaje dará visibilidad a lo que aquí sufrimos, pero lo más importante es la esperanza que dará a la gente. Los sudaneses del sur están agotados, el Papa puede darles ánimos, hacer que la población no se sienta sola y abandonada». ¿Llevará también la paz? «Para poner término al conflicto deben cambiar muchas cosas, sobre todo en las personas», concluye María. «Nosotros esperamos que esta visita sea un motivo de conversión para el pueblo, para que cambien los corazones, y que el mensaje del Papa llegue también a los que combaten, a los militares, los rebeldes, las autoridades y los responsables del país, para que todos emprendan el camino de la reconciliación».



LA GUERRA CIVIL
9 de julio de 2011, nace Sudán del Sur
2013, comienza la guerra civil
55.000 muertos
1.500.000 huidos a Uganda
40% de los civiles no tiene agua potable ni comida


 
 

Créditos / © Asociación Cultural Huellas, c/ Luis de Salazar, 9, local 4. 28002 Madrid. Tel.: 915231404 / © Fraternità di Comunione e Liberazione para los textos de Luigi Giussani y Julián Carrón

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