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Huellas N.3, Marzo 2017

BREVES

Cartas

a cargo de Carmen Giussani

COMO ZAQUEO
Hace dos años conocí Comunión y Liberación a través de una amiga de la Universidad. Al principio no entendía nada de sus reuniones y por eso no asistía. Hasta que en enero de 2016 hice un viaje a Huánuco con los chicos de este movimiento. Cantaban con un sentimiento único, hablaban de Luigi Giussani, que sinceramente no sabía quién era, y me trataban como si me conocieran de siempre. Observé en ellos una felicidad absoluta. No sabía qué era o qué les causaba ese sentimiento, pero me llamaba la atención que seguían a Cristo con una intensidad que yo no tenía. Quería ser feliz como ellos. Regresé a mi casa muy contento por lo que había vivido en Huánuco. Comencé la Universidad y sin darme cuenta caí en la rutina nuevamente; los amigos de siempre y la sociedad me hicieron volver a ser el de antes, un tipo pasivo y desinflado, que lo único que le hacía feliz era ser el más popular. Pasaron los días y me volví un tipo muy rebelde, a todo le daba la contra y eso ocasionaba que discutiera con mis amigos y familiares. Llegaron las siguientes vacaciones, esta vez en Ocopa. Ahorré mi dinero y viajé. Volví a ser cautivado por la mirada de estos chicos. En especial la de Miguel, un sacerdote que tenía ese don de llegar a los jóvenes duros de corazón como yo. Se terminaron las vacaciones de Ocopa, y a la hora de despedirme para regresar a Chiclayo, que queda a 12 horas de Lima, dentro de mí había sentimientos encontrados y una gran pregunta: «¿Y ahora qué sigue? Primero me reciben y me hacen parte de ustedes y después me dejan, y se olvidan de mí». Regresé a casa un poco pensativo, porque ya no quería ser el de antes. Se propuso hacer Escuela de comunidad por skype para Chiclayo, Trujillo y Piura. Cuando me conecté, escuché que hacían referencia a la revista Huellas, donde se hablaba de no poner muros en la vida y de estar abiertos al diálogo. Eso me impresionó, porque yo sí estaba levantando muros. No dije nada, solo atiné a desconectarme de skype y me cuestioné: «¿Por qué me brindan tanto su amistad?». Saqué la revista Huellas y puse YouTube para saber más sobre la vida de don Luigi Giussani. Amanecí viendo sus videos hasta las 9 de la mañana del día siguiente. Desde ese día mis sentidos se prendieron, estaba más atento a la realidad, no quería que se me escapara nada, porque Cristo vive entre nosotros el día a día, solo que no me daba cuenta. A la semana siguiente, me encontré con un amigo sacerdote, capellán de la Universidad Católica Santo Toribio de Mogrovejo, que me invitó a ir a la pastoral. Justo comentaban el pasaje del evangelio sobre Zaqueo. Me levanté y les dije: «Yo también, como Zaqueo, he sido mirado con ojos de misericordia en Comunión y Liberación. Y esa mirada abrió mi corazón, me hizo libre, seguro de mí mismo, ya no temeroso; me dio una nueva vida que me introduce en la realidad y me hace abrazarlo todo». Este sacerdote de 54 años, Sergio, me llamó a un costado y me dijo: «Luis, el día de hoy he aprendido mucho de ti; necesito rezar». Me di cuenta que Jesús estaba actuando a través de mí. Pocos días después, me pidió la revista Huellas. Así han continuado distintos encuentros que me han ido educando en este camino. Soy tan feliz que comparto siempre con mi familia lo que vivo porque quiero que ellos a través de mí conozcan a Cristo.
Luis, Chiclayo (Perú)

CON PEDRO
Celebramos hoy la fiesta de la Cátedra de san Pedro. Es decir, contemplamos el ministerio pastoral del Papa bajo un aspecto particular: su misión de enseñar con autoridad, de guiar con su enseñanza. En el Evangelio hemos escuchado el relato del momento en el cual Jesús encomienda a Pedro dicho ministerio. ¿Qué es lo que sucede? Jesús hace a sus discípulos una primera pregunta: «¿Qué dice la gente sobre el Hijo del hombre? ¿Quién dice que es?». La pregunta de Jesús invita a los discípulos a mirar la realidad. Ellos llevan un tiempo caminando con Jesús, han estado con Él, viendo, escuchando, sintiendo, hablando, callando, siendo testigos privilegiados de todo lo que está aconteciendo… sin embargo necesitan que Jesús ponga esta pregunta en su corazón para que ellos asuman el desafío que la realidad que están viviendo les pone delante. Podrían haber seguido viviendo durante años estas cosas sin hacer un juicio justo sobre esta realidad. Jesús es quien pone la pregunta, pero es la realidad, lo que están viviendo y experimentando, lo que verdaderamente interpela a los discípulos. Solo que quizás, sin la intervención del Maestro, podían vivir distraídamente, sin dejar que la realidad los cuestionara profundamente. La pregunta de Jesús invita a los discípulos a mirar hacia los demás «¿Qué dice la gente…?». No se trata de un paso meramente retórico, es verdaderamente un método que Jesús Maestro propone a los discípulos. No se puede hacer un juicio justo de la realidad desde la pura subjetividad, desde el aislamiento, sin tener en cuenta la experiencia que los demás están haciendo, lo que ellos ven y sienten. Es a través del otro como la realidad se hace palabra y me interpela. Es el juicio del otro el que arroja una luz, una tonalidad, un color, que desde mi perspectiva no había descubierto. Solo cuando alguien o algo me despierta del modo distraído o superficial en que estoy viviendo la realidad para dejarme interpelar por ella. Solo cuando me he dejado iluminar por la palabra de los demás, solo entonces puedo y debo hacer el juicio personal: «Y ustedes, ¿quién dicen que soy yo?». Pregunta personal que mantiene la forma plural, porque la respuesta ha de ser siempre en el nosotros de la Iglesia. Tomando la palabra –hablando por todos– Simón Pedro dijo: «Tú eres el Mesías, el Hijo de Dios vivo». Pedro hace un juicio sobre la realidad que está viviendo. ¿En qué consiste ese juicio? Pedro dice que en Jesús ha descubierto que Dios está realmente vivo, que está cercano, que es Padre. Pedro se da cuenta que en Jesús Dios le ofrece la salvación, descubre que su corazón tiene necesidad de Jesús. Es más, es tan grande la correspondencia entre la necesidad de su corazón y Jesús que ese hombre que tiene delante no puede ser sino el Hijo de Dios. No ha habido en la historia un juicio sobre la realidad más verdadero que el de Pedro. Es tan cierto que tiene valor eterno, es decir, que todo juicio verdadero sobre la realidad, si es verdadero, prolonga un abrazo movido por el mismo juicio de Pedro. De ahí el valor normativo de su enseñanza: «Yo te daré las llaves del Reino de los cielos. Todo lo que ates en la tierra quedará atado en el cielo, y todo lo que desates en la tierra quedará desatado en el cielo». Recordamos hoy también el XII aniversario de la muerte del Siervo de Dios Don Luigi Giussani, este sacerdote de Milán vivió la realidad con esta atención, dejándose interpelar por ella, descubriendo y enseñando este método para mirar y juzgar las experiencias. Fruto de esta atención a la realidad –y a la compañía a través de la cual la realidad se hace palabra– surgió la Fraternidad de Comunión y Liberación. Hace 35 años, el sucesor de Pedro, san Juan Pablo II, dio el reconocimiento pontificio a esta fraternidad que busca semana a semana dejarse despertar por Jesús para hacer, en la compañía de los amigos, un juicio justo sobre la realidad. Al abrazarlo con su reconocimiento, el sucesor de Pedro reconoce que el carisma de Giussani es un don del Espíritu Santo a la Iglesia, un método y una compañía que nos ayuda a hacer un juicio justo: en la realidad que nos toca vivir Dios está verdaderamente vivo, está cercano a nosotros como Padre y nos ofrece, en su Hijo, la salvación.
Padre Sebastián Pinazzo, Parroquia María Reina de la Paz (Montevideo)

In memoriam
REGINA NUNES
La conocí al comienzo de su vocación y enseguida me pareció una de esas personas que el Señor coloca en la raíz del árbol y que allí se queda establemente. Algunos se convierten en ramas fuertes que dan muchos frutos, otros son flores bellísimas, pero algunos son como la raíz firme de todo el edificio. A veces sin darse cuenta siquiera. Regina encarnaba la certeza de que, en el inmenso Brasil, rico en humanidad y con múltiples contradicciones, había un lugar en donde el Señor habitaba establemente y muy a gusto, y era ella. Y cuando se trata de transparentar a Cristo, una persona basta para un continente entero. De Él tenía dos rasgos inconfundibles: la presencia y el silencio. Era amable y disponible, humilde y operosa, porque estaba presente; cuando hablaba o reía, cantaba o bailaba, había en ella, y se veía en su rostro, un silencio que no se disipaba. A veces podía parecer dolor o timidez o reserva, pero era silencio. No la veía desde hace 25 años, pero lo que vi en sus comienzos y permanece para siempre es el sello que el Señor puso sobre ella: lo divino en lo humano, lo humano en un ser humano, en favor de nuestra compañía y del mundo entero. Sé muy bien que ese inicio era ya definitivo y experimento qué enorme intensidad afectiva el Misterio suscita entre nosotros, aunque a lo mejor ni siquiera nos damos cuenta. Y si el comienzo es ya definitivo y el vínculo entre nosotros tan amoroso, entonces es que estamos en el umbral de lo eterno. Ella ha franqueado ya el umbral y nos ayuda a comprender de qué se trata.
Paola Crescimbeni, MD

 
 

Créditos / © Asociación Cultural Huellas, c/ Luis de Salazar, 9, local 4. 28002 Madrid. Tel.: 915231404 / © Fraternità di Comunione e Liberazione para los textos de Luigi Giussani y Julián Carrón

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