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Huellas N.7, Julio/Agosto 2016

IGLESIA

Tengo sed de ti

Paola Bergamini

El 4 de septiembre, la MADRE TERESA DE CALCUTA será proclamada santa. Junto al padre Brian Kolodiejchuk, ostulador de la causa de canonización (e invitado al próximo Meeting, que le dedica una exposición), recorremos su vida. Sus frutos abundantes y la hondura de su fe, incluso en los momentos de oscuridad. «Estoy más segura de esta llamada que del hecho de estar viva»

Diez de septiembre de 1946. Sor Teresa va en un tren que asciende por la montaña hacia Darjeeling, a los pies del Himalaya. Se dirige al retiro anual de las Hermanas de Loreto. Tiene 36 años. Es feliz. Su vida es plena. Sus alumnas del colegio donde da clase, sus hermanas, todos la quieren. Luego, de repente, aquella voz dentro de su corazón pero al mismo tiempo fuera de sí misma que le dice: «Tengo sed de ti, de tu amor».
Es la voz de Jesús. No tiene dudas. En aquel tren, Cristo le pide dejarlo todo, incluso su orden, para servir a los más pobres entre los pobres, para llevarle adonde están ellos, hasta los “agujeros” oscuros de la existencia humana más degradada. Ese día nacieron las Misioneras de la Caridad, la orden fundada por la Madre Teresa de Calcuta, que el próximo 4 de septiembre será elevada a los altares.
Durante ese encuentro místico, aquel Jesús por el que a los dieciocho años había dejado Skopje, Macedonia, donde vivía con su familia, para entrar como misionera en la orden de las Hermanas de Loreto (primero en Irlanda y luego en la India), se hizo presencia viva. «Fue una llamada dentro de la llamada. La Madre lo llamó “el día de la inspiración”», explica el padre Brian Kolodiejchuk, postulador de la causa de canonización y sacerdote de los padres Misioneros de la Caridad, una de las ramas masculinas fundada en 1984 por la Madre Teresa dentro de la orden. Junto a él, que será uno de los ponentes del encuentro sobre la Madre Teresa en el próximo Meeting de Rímini, recorremos la vida pero sobre todo la profundidad espiritual de esta santa de nuestros días.
En los seis meses siguientes a aquella fecha, los diálogos entre el “Esposo” y Teresa prosiguen mediante una serie de visiones interiores. Jesús le revela cómo saciar Su sed: dar vida a una orden para llevarle a Él, para anunciar Su amor entre los enfermos, los niños de la calle, los moribundos y los más pobres entre los pobres. Solo para eso. Y añade que todo eso comportará para ella sacrificios, fatigas y sufrimientos. Teresa está segura de que es Jesús quien le habla. Años después dirá a propósito de esto: «Estoy más segura de esta llamada que del hecho de estar viva». Pero le da miedo no estar a la altura, no ser capaz. Y la Voz, como ella la llamará después, le pregunta: «¿Te negarás?». «En 1942, con el permiso de su confesor, hizo un voto privado: dar a Dios cualquier cosa que Él le pidiera, no negarle nada», explica el padre Brian. Entonces Él, amándola, le estaba pidiendo todo.
La Madre Teresa solo habla de aquellas experiencias místicas con su director espiritual, el padre jesuita Celeste Van Exem, y después con el arzobispo de Calcuta, monseñor Ferdinand Périer. «Solo después de su muerte, para la recogida de documentos de la causa de beatificación, esas conversaciones con Jesús salieron a la luz. Ella no quería atraer la atención sobre sí. Quería que en el centro estuviera Cristo: la obra era Suya, ella era “un lápiz en Sus manos”».
Sor Teresa pide a ambos prelados una autorización para comenzar su misión y dejar la orden de Loreto. Firme en su decisión, también está dispuesta a la obediencia total. Reza y con tenacidad, mediante cartas y coloquios, sigue pidiendo. En 1948 llega la autorización de la Santa Sede. El arzobispo de Calcuta había escrito: «Estoy profundamente convencido de que si no otorgara mi consentimiento impediría la realización de la voluntad de Dios en ella».

Cinco dedos. En diciembre de aquel año, envuelta en un sari blanco bordado de azul, llevando en el bolsillo cinco rupias y la corona del rosario, da comienzo su trabajo en los bajos fondos de Calcuta. En poco tiempo, varias jóvenes, entre ellas algunas de sus antiguas alumnas, la siguen. El plan de Dios empieza a realizarse. El 7 de octubre de 1950 nace la Congregación de las Misioneras de la Caridad. A las hermanas que poco a poco se van sumando les repite que para estar con los pobres deben recordar las cinco palabras de Jesús: «You did it to me» (a mí me lo hiciste), y mostrando su mano decía: «Una palabra por cada dedo». Solo eso.
Pero no solo hay “agujeros negros” en Calcuta. En poco tiempo, la obra de la Madre Teresa sale de las fronteras indias y abraza el mundo. Entre los enfermos de Sida en Nueva York, los barboni en Roma, los pobres en África y Sudamérica, los huérfanos de las guerras en Oriente Medio, abre casas incluso en países que siguen bajo la dictadura comunista. Los poderosos de la tierra se inclinan ante esta pequeña monja de piel arrugada, hasta el punto de otorgarle, en 1979, el Premio Nobel de la Paz.
Cuando muere, el 5 de septiembre de 1997, ha abierto 594 casas en 120 naciones. «Cada fundación es a su vez otro 10 de septiembre, porque es obra Suya», dijo.

Aquellos seis meses. Pero la Voz le había hablado de sacrificio, sufrimiento y fatiga. Y no solo material, a lo que la Providencia siempre respondió. Hay algo más profundo, propio de su relación con Cristo. Es la oscuridad de la que tanto se habló después de su muerte, cuando se publicaron sus notas, donde describe la aridez espiritual que había probado. Así lo explica el padre Brian: «Desde el día de la inspiración, durante seis meses vivió un periodo de unión muy fuerte con Jesús. Luego vino el desierto. Durante cincuenta años, aparte de un breve paréntesis en 1958, Él, su primer y único Amor, no le habló más. La Madre Teresa ya no se sentía amada, se sentía rechazada, abandonada por Dios, y llegó incluso a experimentar la tentación de la duda. Pero al mismo tiempo percibía también un deseo fortísimo de Dios. Y no comprendía la razón de ese sufrimiento. No comprendió inmediatamente que Dios le estaba pidiendo más». ¿Más de lo que ya estaba haciendo? «Sí. Ella se vio sacudida por la invocación de Jesús: “Tengo sed”, que para ella quería decir: “Tengo sed de amor y de almas”. Es la paradoja del Dios cristiano que necesita el amor de los hombres, que se encarna para salirles al encuentro y salvarlos, y que a cambio recibe la cruz. La Madre Teresa saciaba esta sed de Jesús amándole y sirviéndole en la semblanza desfigurada de los más pobres. Amándoles a ellos, le amaba a Él». ¿Acaso no bastaba? «No. Nosotros estamos acostumbrados a pensar en los sufrimientos físicos de Jesús, no en los espirituales, en su sentirse abandonado, rechazado, en su miedo ante lo que debía afrontar. Sudó sangre y gritó: “Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?”. Gracias también a la ayuda de su confesor, la Madre Teresa comprendió que Jesús le pedía compartir su sufrimiento espiritual en el Huerto de Getsemaní y en la cruz». ¿Este es el significado de su oscuridad? «Como tantos santos que recibieron en su carne los signos de la Pasión, también la Madre Teresa recibió en su alma el sufrimiento espiritual de Jesús. Cuando lo comprendió, escribió: “He empezado a amar mi oscuridad, porque ahora creo que ella es una parte, una pequeñísima parte, de la oscuridad y del sufrimiento que Jesús padeció sobre la tierra. Hoy he sentido realmente una profunda alegría: porque Jesús ya no puede sufrir de nuevo su agonía, Él quiere sufrirla en mí. Más que nunca me entrego a Él. Sí, más que nunca estaré a Su disposición”».

Épocas y santos. Mientras sus condiciones físicas se lo permitieron, fue siempre la primera en entrar en la capilla a las 4:40h de la mañana. La oración a veces casi “mecánica”, la adoración y la Eucaristía eran su ancla, lo que la mantenía ligada a Dios y le permitía vivir con alegría a pesar de su tormento interior. Luego estaba el sufrimiento de los pobres. «Tengo sed de ti y de almas», le había dicho la Voz. «Eso significaba para ella “consumarse por la salvación y la santificación de los más pobres entre los pobres”. Ahí experimentó una oscuridad que yo llamaría “apostólica”. No era solo la pobreza material. La santa de Calcuta advertía en el mundo occidental una pobreza espiritual. Es decir, el no sentirse amados, queridos, deseados. Es una oscuridad existencial. Este es el nuevo “agujero” negro. En la oscuridad, la Madre Teresa experimentaba este vacío. Y podía compartir con Jesús este profundo sufrimiento». Se dice que a cada época Dios le da sus santos. «Quizá sea mejor decir que los santos experimentan el dolor de Dios en la época en que viven. Lo portan por nosotros. Es la experiencia de los místicos».


LA ORDEN
Actualmente, las hermanas de la Madre Teresa son 5.150, entre misioneras y contemplativas, y están presentes en 139 países. En la orden hay también una rama masculina: 391 hermanos misioneros, 48 contemplativos y 37 padres misioneros, es decir, sacerdotes.


En el Meeting de Rímini se podrá visitar la exposición “Madre Teresa de Calcuta”, a cargo de la Postulación de la causa de canonización. Publicamos un fragmento tomado de los apuntes de la Madre Teresa de sus conversaciones con Jesús
Jesús: «Deseo religiosas indias, víctimas de mi amor… que estén tan unidas a mí que puedan irradiar mi amor en las almas. Deseo religiosas libres, cubiertas con mi pobreza de la cruz. Deseo religiosas obedientes, cubiertas con mi obediencia en la cruz. Deseo religiosas llenas de amor, cubiertas con mi caridad de la cruz»
Madre Teresa: «Mi querido Jesús, lo que me pides va más allá de mis fuerzas… Soy indigna. Soy una pecadora. Soy débil. Ve, Jesús, y busca un alma más digna y generosa que yo»
Jesús: «La sed de almas que tenías te ha traído tan lejos. ¿Tienes miedo de dar un paso más por tu esposo, por mí, por las almas? ¿Se ha enfriado tu generosidad?»
Madre Teresa: «Dame luz. Mándame tu Espíritu, que me indicará tu voluntad, que me dará la fuerza para hacer las cosas que te agradan. Jesús, mi Jesús, no dejes que me engañe... Tengo tanto miedo, Jesús. Tengo mucho miedo»
Jesús: «No tengas miedo. Estaré siempre contigo»
Palabras de la Madre Teresa
© Missionaries of Charity c/o Mother Teresa Center


Su vida
UNA LLAMADA DENTRO DE LA LLAMADA

a cargo de Paola Bergamini

1910. El 26 de agosto nace Agnes Gonxha, la futura Madre Teresa, en Skopje, Macedonia.

1922. El 15 de agosto, mientras reza en el santuario de Letnica, en Kosovo, Agnes percibe por primera vez la llamada del Señor.

1928. Entra como postulante en las Hermanas de Loreto, en la casa madre de la Congregación, en Rathfarnham, Irlanda.

1929. El 6 de enero llega a Calcuta, para dirigirse al convento de las Hermanas de Loreto en Darjeeling.

1931. Pronuncia sus votos temporales.

1937. Votos definitivos. De ahora en adelante se llamará Madre Teresa, nombre que eligió en honor a la santa de Lisieux.

1946. El 10 de septiembre siente por primera vez la voz de Cristo que le desvela la llamada dentro de la llamada. Van Exem, su director espiritual, le invita a poner por escrito todo lo que le está pasando, para poderlo comunicar al arzobispo diocesano Ferdinand Périer.

1948. El 7 de febrero envía una carta en la que solicita oficialmente a la Santa Sede poder salir de la Congregación de Loreto para dar vida a las Misioneras de la Caridad. La autorización llega a finales de julio. El 16 de agosto la Madre Teresa sale de la Loreto House y se dirige en tren hacia Patna, con las Hermanas de la Misión Médica, para adquirir algo de experiencia en enfermería. El 27 de diciembre se traslada a Motijhil, donde alquila dos habitaciones para abrir un aula escolar y un dispensario.

1949. El 24 de enero inaugura la escuela en el barrio de Tiljala, y pocos días después abre el dispensario en la parroquia de Santa Teresa. El 19 de marzo se une a ella una alumna suya del colegio de las Hermanas de Loreto en Calcuta, que se convierte en su primera discípula con el nombre de sor Agnes.

1950. El 1 de junio la comunidad alcanza el número de doce, necesario para el reconocimiento diocesano.

1952. El 22 de agosto se inaugura la casa de moribundos en Kalighat.

1955. El 24 de noviembre se abre la casa de niños.

1959. El 14 de enero se inaugura el centro para leprosos, 35 kilómetros al norte de Calcuta. El 15 de junio se inaugura la casa de la congregación en la capital, Delhi.

1965. El 1 de febrero, Pablo VI firma el reconocimiento pontificio de la Congregación. El 26 de julio se abre la primera comunidad en el extranjero, en Venezuela.

1971. En octubre se inaugura en Nueva York la primera comunidad de Norteamérica.

1979. El 10 de diciembre recibe en Oslo el Premio Nobel de la Paz.

1985. El 20 de enero viaja por primera vez a China, aunque no conseguirá abrir su deseada comunidad allí. El 26 de octubre habla ante la Asamblea General de Naciones Unidas. El 24 de diciembre se abre en Nueva York la primera casa para enfermos de Sida.

1986. En febrero, Juan Pablo II realiza una visita pastoral a la India y acude con la Madre Teresa a la casa de moribundos en Kalighat.

1989. El 5 de septiembre es hospitalizada y los médicos le diagnostican una insuficiencia cardíaca aguda.

1991. En una clínica de California le realizan una angioplastia.

1992. En julio recibe el Premio de la UNESCO por la educación en la paz.

1994. El 3 de febrero interviene en el National Prayer Breakfast en Washington y, delante del presidente Clinton, habla con firmeza contra el aborto.

1996. En el hospital B.M. Birla Heart Centre de Calcuta, se somete a otra angioplastia.

1997. El 5 de septiembre, a las 21.30h, la Madre Teresa muere en Calcuta. Los funerales se celebran el 13 de septiembre, con una inmensa participación popular.

2003. El 19 de octubre, Juan Pablo II la proclama Beata.

2016. El 4 de septiembre será proclamada Santa por el Papa Francisco.

 
 

Créditos / © Asociación Cultural Huellas, c/ Luis de Salazar, 9, local 4. 28002 Madrid. Tel.: 915231404 / © Fraternità di Comunione e Liberazione para los textos de Luigi Giussani y Julián Carrón

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