Hoy el otro se percibe como una amenaza. Lo demuestra el drama de la inmigración y el fracaso de los modelos de convivencia. Pero también lo vemos en la vida cotidiana. El Meeting de este año propone algo distinto: que tú seas un bien y una esperanza para mí. Algunos personajes pertenecientes a ámbitos culturales distintos han apostado en primera persona por este desafío, colaborando también en la preparación de la semana de Rímini
GIORGIO BUCCELLATI, arqueólogo
«Si me preguntas qué me llama la atención del Meeting y por qué vuelvo también esta vez, te contesto sinceramente que vuelvo sobre todo por lo que he visto allí de Comunión y Liberación». Giorgio Buccellati, arqueólogo de fama mundial, experto en civilizaciones mesopotámicas, que ha pasado la vida con su mujer Marilyn entre las excavaciones de Siria e Iraq, es ya un buen amigo del evento de Rímini. Participó por primera vez en 2012, en un acto con Ignacio Carbajosa sobre la religiosidad mesopotámica y el mundo bíblico. El año siguiente el encuentro se centró en la diferente concepción del Estado entre Mesopotamia y el pueblo de Israel. En 2014, la gran muestra “Desde lo hondo del tiempo: en el origen de la comunicación y de la comunidad”. El año pasado, también con Carbajosa, el tema fue la figura de Abrahán. Este año, en cambio, será Marilyn Buccellati la que proponga una exposición sobre la antigua Georgia.
«La primera vez vine con cierta sospecha hacia el movimiento. He vivido mucho tiempo en EEUU, no tenía experiencia directa de CL y desconocía las polémicas italianas. Tenía ese prejuicio, compartido por buena parte del mundo católico, de que el Meeting fuera un lugar de debate ideológico», cuenta Buccellati. «Después descubrí que no era así. Al contrario. La experiencia en Rímini me hizo reflexionar. Me pregunté: ¿por qué en el Meeting la fe no se reduce a una ideología? ¿En qué sentido la fe puede no ser una posición ideológica? En Rímini se me hizo claro: la ideología es defender ideas sin apoyarse en una vida. Lo contrario de la ideología es la experiencia. Es decir, presentar un valor encarnado en una realidad viva, el intento de dar forma a unas ideas que, sin embargo, tienen una existencia propia más allá de cualquier realización».
Relación libre. Este valor, explica el profesor, es algo con lo que te puedes confrontar de manera personal. «En el Meeting todos, desde el último voluntario a los “jefes”, comparten el mismo espíritu de apertura y el deseo de dejarse guiar por valores verdaderos. Valores que, además, son los que yo también comparto, porque al final “el valor” es Dios mismo. Pero me ha ayudado mucho ver los valores vividos de manera tan concreta, viva y hermosa».
Para Buccellati, además, fue importante reconocer en Rímini una característica que es propia de la Iglesia: una gran cantidad de gente. Una multitud no anónima, dentro de la cual se ve siempre una realidad personal. «En el Meeting cada uno, de manera personal, tiene presente los valores centrales, los que son decisivos en la vida. Yo lo he visto bien trabajando con el grupo de universitarios que hicieron de guías en la exposición sobre Siria. A nuestros estímulos respondían de un modo personal que, no obstante, era coherente con esos valores vivos a los que me refería. Lo mismo he visto en los adultos: la misma capacidad de identificarse, privada de retórica».
¿Y el lema de 2016? ¿Qué le sugiere “Tú eres un bien para mí”? «Tiene que ver con el problema de la modernidad. Nuestra sociedad trata de alcanzar una suerte de realización virtual, algorítmica. Así no nos relacionamos con otro, con un tú; más bien lo hacemos como con un ordenador o un animal doméstico, que hacen lo que esperamos que hagan. De la otra persona no esperamos una diversidad, es más, tratamos siempre de domesticarla, de modo que sea lo más parecida a nosotros».
Buccellati advierte de una especie de homologación anónima que, según dice, se está convirtiendo cada vez más en el resultado final de una vida. «En cambio el tú es una sorpresa –vosotros usáis a menudo esta palabra–: algo que no me espero y que puede incluso turbarme, pero que precisamente por esto supone un enriquecimiento. Decir “tú eres un bien para mí” significa que “tú eres distinto de mí” y me aportas algo. Como en el matrimonio, hay que estar dispuestos a una integración, a una acogida, a una apreciación de la diferencia que va dirigida hacia la comunión. “Comunión y Liberación” es una expresión que me resulta un tanto extraña, pero indica muy bien incluso esta dinámica. Porque “comunión” quiere decir que existe una inserción recíproca en la vida del otro; y “liberación” indica que en esta relación uno se libera del egoísmo que, en cambio, tendería a absorber la diferencia del otro».
En este sentido, explica Buccellati, se establece una relación libre que permite el diálogo y esto da lugar a un enriquecimiento recíproco. «Además, en mi opinión, esto es lo que la Iglesia universal puede aportar al mundo secular y a la sociedad. La Iglesia ofrece la realidad más personal que existe, la relación con Cristo, dentro de la “comunión de los santos” que une a todos: la multitud inmensa que se extiende en el tiempo y el espacio, desde los antiguos de la Mesopotamia hasta los que verán el “fin del mundo”. Una multitud inimaginable dentro de la cual, sin embargo, cada uno sigue siendo una persona única. Es el hermoso mensaje que el cristianismo propone a todos y que atrae también a los laicos».
SILVANO MARIA TOMASI, del Pontificio Consejo de Justicia y Paz
Para entender la relación de monseñor Tomasi con el Meeting, basta decir que la última vez que tuvo una audiencia con el Papa, el pasado mayo, le preguntó: «Santidad, ¿cuándo viene a Rímini?». Francisco, abriendo los brazos, puso una de sus sonrisas. Hoy Tomasi, culminada su misión como observador permanente de la Santa Sede en Naciones Unidas en Ginebra, cumplidos los 75 años, sigue trabajando como secretario delegado del Pontificio Consejo de Justicia y Paz.
«Conocía ya un pequeño grupo de CL en Ginebra. Cada mes celebraban una misa que, en ocasiones, presidía yo. Me habían hablado del evento de Rímini y tuve curiosidad. Así, cuando me invitaron, acepté de buen grado». Enseguida el impacto con el Meeting fue muy positivo: «Me impresionó el inmenso número de jóvenes y menos jóvenes, el clima de alegría que se respira, la variedad de personas decididas a afirmar su propia fe sin miedos. Estar juntos no era expresión de una solidaridad genérica, sino de una verdadera vida comunitaria. No solo se ayudaban a llevar la fatiga cotidiana, sino que compartían también la alegría de estar juntos, la alegría de la fe».
Con el tiempo, esa primera impresión se fue profundizando: «Me di cuenta de que dentro de esa expresión colectiva vivía un interés humano y cristiano por afrontar las urgencias del presente: los problemas sociales y el desafío de la satisfacción personal, los debates filosóficos y teológicos, las exposiciones. Todo esto me llevaba a querer volver».
Monseñor Tomasi contribuyó en la construcción del Meeting en 2014 proponiendo una exposición sobre el cristianismo en Etiopía: «Hace años fui nuncio en aquel país y, hablando con los organizadores de Rímini, pensé que era interesante presentar esa experiencia de cristianismo tan antigua y tan poco conocida. Allí la Iglesia está presente desde los tiempos de los Apóstoles y el catolicismo se ha afirmado con formas expresivas, poéticas y devocionales, verdaderamente muy hermosas». La exposición propició muchos encuentros personales y colaboraciones, entre las que destaca el proyecto de la Universidad Católica de Etiopía que algunos amigos de CL han empezado a sostener.
Todos los días. Una amistad, la del Meeting, que empezó por relaciones personales y llegó a asumir formas de colaboración con su misión de observador de la ONU en Ginebra: «Los amigos venían a verme y se multiplicaron las ocasiones de colaboración eclesial, con el tiempo, cada vez más sistemáticas. Pienso por ejemplo en los estudiantes que, gracias a esta amistad, han podido frecuentar la Misión de Ginebra».
¿Y el título de la edición de 2016? «Es una expresión no digo enigmática, pero que contiene diversas posibilidades de interpretación. Pero estoy convencido de que en esta circunstancia histórica, marcada por la emergencia de las migraciones masivas, es urgente reflexionar sobre la crisis de la relación con el otro. Es necesario discutir y confrontarse para entender qué nos pide esta situación, tanto para el que llega como para el que acoge. ¿Cuál es el criterio para construir en estas circunstancias? ¿Acaso el miedo? ¿O bien abrirse al otro, encontrarse, aprender cuáles son los valores que permiten vivir juntos? Es necesario entender cómo es posible que nuestra identidad evolucione gracias a la contribución de estas personas que forman parte de la misma familia humana».
ORLANDO CARTER SNEAD, docente en la Notre Dame University
«No conozco, en todo el mundo, un evento comparable al Meeting». El sentimiento del profesor Orlando Carter Snead por la feria de Rímini es una mezcla de estupor e incredulidad. Experto en Derecho, director del Centro de Ética y Cultura en la Notre Dame University (el mayor ateneo católico de EEUU), lleva cinco veces interviniendo en el Meeting, desde 2008, y participará también este año. De madre calabresa (San Giovanni in Fiore, Cosenza), Carter Snead es un americano DOC, habituado a los grandes espacios del otro lado del océano. Sin embargo, llegado a los pabellones de Rímini, se sintió muy pequeño: «Lo primero que te impacta del Meeting es su grandeza, sus proporciones fuera de escala. Tantos lugares, tantas personas circulando por estos pabellones, cual cavernas, durante una semana entera…». Sin embargo, admite el profesor, «entiendes rápidamente que multitud y majestuosidad de los espacios no son el único aspecto interesante. Lo que a la larga impresiona más es la alegría profunda que corre por estos pabellones. Alegría que toma cuerpo en el millar de voluntarios, jóvenes estudiantes, pero también profesionales consolidados, que trabajan para que el Meeting sea una realidad». Carter Snead habla de «un espíritu de amistad, apertura, servicio y entusiasmo por el encuentro» que caracterizan este certamen. «En el plano cultural las exposiciones y las conferencias son muy estimulantes. Cuando te marchas, te llevas encima el recuerdo de la gente y de la amistad», continúa el profesor.
Intercambio de invitaciones. «A lo largo de los años, el Meeting se ha hecho muy importante para mí, desde el punto de vista personal y también profesional. Me ha permitido conocer personalidades extraordinarias de todo el mundo», explica Carter Snead. Una riqueza de relaciones que el año pasado le llevó a financiar una exposición con su Centro, y a llevarse a Notre Dame un trozo de Meeting: «Desde hace algunos años invitamos personalidades que hemos conocido en Rímini para nuestra conferencia de otoño. El año pasado, por ejemplo, vino Julián Carrón a hablar de la libertad. estamos encantados de poder colaborar y no vemos la hora de que esta relación crezca y pueda integrarse con el trabajo diario que llevamos a cabo en la Notre Dame».
ROBERTO SNAIDERO, presidente de Ferdelegno Arredo
Para Roberto Snaidero, empresario friulano y presidente de Ferdelegno Arredo, la relación con el Meeting de Rímini nace como una herencia. Fue su predecesor Rosario Messina quien, volviendo de la edición de 2010, dijo: «Tenemos que estar presentes, porque la Federación debe acercarse al mundo de los jóvenes». Messina, sensible a la necesidad de los artesanos y emprendedores de la madera, había promovido en Lombardía una escuela profesional que ahora lleva su nombre. A los pocos meses, Messina murió repentinamente, y Snaidero quiso dar continuidad a lo que recuerda como «su entusiasmo desatado» por la feria riminesa. Confirmó la participación de Ferderlegno en la edición de 2011 y acudió como nuevo presidente. Y fue el inicio de muchos proyectos y muchas amistades.
«La primera vez no tenía las ideas claras sobre qué era el Meeting, fui sobre todo para ver y entender. Quedé muy impresionado por la cantidad de jóvenes. Tenía la idea de que nuestros carpinteros medianamente tenían ya cierta edad y nosotros necesitábamos jóvenes enamorados de nuestro sector. Así, entre los pabellones de Rímini, me dije: “Este es el lugar justo para darnos a conocer”. En los años siguientes hemos llevado a jóvenes de nuestra Federación para que conocieran a los chicos del Meeting».
El sacerdote arquitecto. De esta “fijación” de Snaidero nació después la experiencia del Polo Formativo Legnoarredo (Madera y decoración de interiores, ndt.) y la escuela de formación profesional de la Fundación Rosario Messina que, justo el mes pasado, entregó sus primeros diplomas.
«El Meeting ofrece la posibilidad de conocer a muchos personajes de la cultura y de la política, con los que es posible entablar un diálogo que no es formal. Podemos decir que estamos en un clima de participación verdaderamente interesante», continúa Snaidero: «La fuerza del Meeting es favorecer el encuentro entre personas, anulando esa separación que existe a menudo. En Rímini se puede instaurar una relación humana, viva y sincera». Incomparable con la otra manifestación de la que el presidente de Federlegno es un habitual: el Salón del Mueble. «Son dos realidades completamente distintas. El Salón es una situación comercial, donde encontramos a gente que trabaja en nuestro sector y que tiene el objetivo de mostrar sus propios muebles. En esa semana no es posible pararse a respirar. En el Meeting, en cambio, no tenemos la preocupación de dar a conocer el producto; todo nace sorprendentemente de la dimensión humana de las relaciones». ¿Relaciones con quién? ¿A quién ha conocido en Rímini? «Muchísimas personas, imposible hacer una lista completa. El año pasado conocí a un sacerdote ortodoxo ruso que, en calidad de arquitecto, proyecta iglesias. Nos volvimos a ver en Moscú, en el Salón WorldWide, y conocí también a su mujer y sus hijas. Sea como sea, impresiona que en Rímini sea posible escuchar y encontrar a personalidades de gran cultura, de ámbito nacional e internacional. Y hasta sucede que surge una cierta familiaridad con ellas»
El embajador
DECIDIR POR EL PERDÓN
Una muestra-llamada sobre el tema del Jubileo. Su creador y amigo del Meeting explica cómo ha nacido: «Para la paz no bastan los tratados»
Carlos Ávila Molina*
Las relaciones entre los pueblos se cruzan cada vez más a nivel mundial. Se trata de relaciones que no siempre son pacíficas o buscan el bien común. A menudo, lamentablemente, se caracterizan por la defensa de intereses particulares o por la imposición arbitraria de ciertos caprichos. Lo que termina por plantear dudas sobre la autenticidad de las relaciones entre personas y naciones. El Papa Francisco, en la Encíclica Laudato si’, ha presentado a la humanidad entera su preocupación por la decadencia de nuestra casa común, y ha ofrecido su guía pastoral para restablecer el orden de la creación, el uso sostenible de los recursos y una convivencia que garantice el bienestar del prójimo sin distinción alguna. A continuación, el Papa anunció la celebración del Jubileo de la Misericordia y con la apertura de la Puerta Santa quiso plasmar la alegría de formar parte de una única familia unida en la fe.
La paz no se alcanza solo con la firma de acuerdos. El mundo actual sufre múltiples guerras y formas de explotación del ser humano: abusos, corrupción, violaciones de los derechos humanos, odio, rencor, muerte. No podemos quedarnos quietos ante estas lacras y el envenenamiento que se implanta en el corazón de niños y jóvenes –también en el seno de la familia–, con el riesgo de transformarles en personas que buscarán la venganza para compensar un «ofensa recibida» por parte de quien, a lo mejor, ni siquiera conocen. Estos sentimientos deben ser arrancados del corazón de quienes sufren. Si esto no sucede, se vivirá en una condición de perenne dolor y agonía.
Por eso, después de una visita al Meeting de 2014, nació la idea de reflejar el perdón y la misericordia en una exposición para ayudar a reflexionar sobre la importancia de la decisión personal de perdonar.
La muestra es una llamada a darse cuenta de que todos nosotros, habitantes de la tierra, somos hermanos, creados por el mismo Padre, sin distinción o supremacías de unos sobre otros. Las nuevas generaciones tienen el derecho de entender que el perdón libera el corazón del dolor y abre paso a la verdad; que es necesario reconocer la injusticia que supone crecer en un mundo lleno de guerras y de corazones insensibles al dolor de los demás.
Muchos han colaborado para realizarla. Queremos recordar la meritoria financiación del Pontificio Consejo para la Promoción de la Nueva Evangelización y las intervenciones activas de las Embajadas de Bosnia-Herzegovina, Paraguay, Rusia, Panamá y El Salvador, junto a la Santa Sede. Además, la participación de las Universidades Pontificias: Antonianum, Santa Croce y Salesiana. Aparte, naturalmente, de la aportación de la Fundación Meeting y de CL.
La coordinación de la Embajada de Honduras con la Santa Sede y la financiación del programa Marca País del Gobierno de la República de Honduras contribuyen a hacer realidad el deseo de un mundo de paz y de concordia. Para que todos los hombres, sin distinción, puedan ser “sal, luz y fermento” para la reconstrucción de nuestra casa común.
*Embajador de Honduras ante la Santa Sede
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