El pasado 9 de abril tuvo lugar en el World Trade Center de Ciudad de México la presentación del libro de don Giussani ¿Se puede vivir así? En el centro de convenciones y negocios de una urbe en continua transformación, el nuncio de Su Santidad, S. E. Christophe Pierre, y Jorge Traslosheros, historiador de la UNAM, presentaron la plena actualidad de don Giussani
«Yo no he conocido personalmente don Giussani, sin embargo, leyendo sus libros y a través de sus discípulos le he conocido y he aprendido a amarle». Con estas palabras, llenas de afecto, iniciaba su intervención Christophe Pierre, nuncio de su santidad en México. El método indirecto de conocimiento por fe volvía a suceder, pero no como una lección sino como testimonio y agradecimiento al encuentro realizado con el movimiento durante sus años de nuncio en Uganda. La historia se repite, ahora en México, con nuevos retos.
Recobrar la armonía entre fe y razón
Monseñor Pierre, de la mano de don Giussani, puso de manifiesto la raíz cultural de los problemas de la sociedad y la Iglesia mexicana. Como el aire contaminado que habitualmente se respira en la Ciudad de México, también se ha ido introduciendo sutilmente una cultura fragmentaria y dividida en el pueblo y la sociedad mexicana. Existe una gran religiosidad popular, pero es vivida de forma privada, sin incidir en la sociedad. La misma Iglesia, por falta de una experiencia totalizante de la fe, se vuelve reactiva frente a los problemas que tiene que afrontar, o se avergüenza de manifestar públicamente sus convicciones ante la sociedad. Por otra parte, los jóvenes, terminando sus carreras universitarias se lanzan a la conquista de puestos directivos de una sociedad mexicana emergente, donde la razón científica y técnica se convierte en el nuevo credo. Fe y razón quedan disociadas irremediablemente, sin punto de encuentro. Lo humano y su dimensión religiosa se separan y se encierran en ámbitos ajenos el uno al otro.
En la estela del Gius
El nuncio recoge el testigo de don Giussani, cuando éste comenzó a enseñar a los jóvenes de los años 50: «La enseñanza de la Religión en el Berchet supuso para mí esta intuición y esta pasión: la intuición de que la fe, ante todo, tiene necesidad de mostrar su familiaridad con la razón, paso a paso en toda su trayectoria. Es decir, la intuición del carácter razonable de la de fe». La razón, que es pasión por la verdad, exigencia de sentido, encuentra en la fe como gratuidad el camino de realización de lo humano. La fe es, entonces, un método para vivir la vida, un camino con sus “cinco pasos”: encuentro, excepcionalidad, pregunta por “quién es éste”, asombro y responsabilidad ante el hecho. La intervención de Christophe Pierre dejó en los asistentes la misma sensación de quien prueba «un buen vino francés», deseosos de comprar el libro y leerlo.
Las inquietudes de nuestro tiempo
Don Jorge Traslosheros, segundo ponente, es miembro del Instituto de investigaciones históricas de la UNAM, Universidad Nacional Autonómica de México, referente cultural para toda la sociedad mexicana. Fiel a su condición de investigador mostró cómo en don Giussani «el deseo enciende la Esperanza», lo humano se encuentra con lo divino, recogiendo en su propuesta todo lo que los espíritus más agudos de nuestro tiempo han intuido a veces de modo incompleto sobre la esperanza (Erick Fromm, Victor Frankl o Escuela de Frankfurt). De este modo lo que don Giussani ha vivido y propuesto recoge la inquietudes más sinceras de los hombres de nuestro tiempo.
«Vosotros sois un pueblo». Estas palabras de una alumna de Giovanna, miembro de la comunidad del D.F., deriven bien lo que sucedió en el auditorio principal del World Trade Center al que asistieron alrededor de 250 personas. La presentación del libro ¿Se puede vivir así? no ha sido un acto académico, intelectual o meramente cultural. Ha sido la expresión viva de un pueblo: desde la preparación del gesto, con el trabajo tenaz de Laura Juárez en la difusión del evento, hasta su conclusión. Así comentaba el padre Julián de la Morena: «Es en la acción donde se desvela y verifica toda la potencia educativa del movimiento. Hay un antes y después en la misma comunidad, tras este gesto. Se vence la dificultad de la distancia y se arriesga dentro del propio ambiente al proponer a otros esta presentación. Uno está más contento, deseoso de comunicar y construir».
Creatividad
La recaudación de fondos para organizar el acto se afrontaron con creatividad. Para anunciar el evento en el periódico nacional Reforma, un grupo de jóvenes trabajadores organizaron una cena italo-mexicana, amenizada con los cantos de César, Paolo y Giacomo. Max Pineda, uno de los primeros de la comunidad del D.F., comenta cómo «la gente tiene sed de encontrar algo». Es el caso de Annalisa, compañera de trabajo de Max, quien quedó impactada por la personalidad del nuncio, después de vivir alejada de la Iglesia desde su juventud, pide encontrar a personas a quien seguir; no está de acuerdo con muchas cosas de la Iglesia, más bien en contra, pero identifica un deseo, y lo manifiesta, dándose el encuentro. Un grupo de más de veinte edecanes, dirigidas por Yolanda, hicieron de azafatas y participaron en primera persona en el evento, escuchando y tomando notas de las intervenciones.
Los ecos
Entre los asistentes se encontraban un grupo de catedráticos y profesores de la UNAM y otras universidades, quienes elogiaron las intervenciones de los ponentes por su rigor y entusiasmo por la obra de don Giussani. Los rectores de los seminarios Conciliar de México, Redemptoris Mater y Apóstoles de la Palabra, participaron con algunos de sus seminaristas, reconociendo el itinerario educativo del movimiento válido para cualquiera. El presidente de la Asociación de Escuelas Particulares (privadas), el hermano Manuel Velasco, y el doctor Jorge Traslosheros se alegraron de conocerse personalmente, ya que ambos tenían referencias indirectas, por lo que se dio el inició de una colaboración mutua. En los días posteriores algunos periodistas se interesaron por don Giussani y Comunión y Liberación y algunos obispos pidieron que el libro se presente en sus respectivas diócesis. Los compañeros de trabajo comentaban conmovidos la belleza del gesto y los familiares por fin comprendían el porqué del cambio de quien los invitó.
Amedeo Orlandini, uno de los primeros de CL que se fue a vivir a México hace ya veinte años, en la síntesis final, nos indicó la tarea y el camino por recorrer: «Vivir una fe adulta, dejándonos educar por la vida del movimiento, y ser una presencia audaz, decidida, propositiva en todos los ambientes».
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