“Legislatura 2008-2012: ¿Qué sociedad? ¿qué política?”, es el título de la mesa redonda que la Asociación Charles Péguy convocó el pasado sábado 10 de mayo. Hay que preservar espacios de protagonismo de la sociedad civil y defender el principio de subsidiariedad, pero en la segunda legislatura de Zapatero, la sociedad civil debe construir su propia agenda, sin estar pidiéndole permiso al poder para actuar
«Lo que nos interesa es construir pacientemente realidades sociales, obras que sean expresión del gusto por la vida. En nuestro caso ese gusto por la vida nace de la experiencia de la Iglesia. ¿Con qué vamos a encontrarnos en esta segunda legislatura, en qué contexto vamos a realizar nuestro trabajo?». Con esta primera pregunta se abre el debate organizado por la Asociación Charles Péguy.
Dos “ingredientes” y un nuevo ídolo
Eugenio Nasarre tiene claro que se necesitan iniciativas como esta. Tras las elecciones del 9-M asistimos, según el dirigente popular, al segundo capítulo del proyecto Zapatero, cuyo objetivo es quebrar las bases con las que se construyó la España de la Transición. Nasarre identifica dos “ingredientes” en el propósito del jefe del Ejecutivo. Por un lado, la revisión de ese proyecto constitucional cuya vigencia ya en la década de los 90 algunas corrientes socialistas afirmaban que era provisional y cuyo nacimiento, defendían, se había producido en condiciones desiguales entre la izquierda y la derecha. Por otro lado, Zapatero y los compañeros que le auparon a la secretaría general del PSOE asumen una síntesis de todas las corrientes neomarxistas de nueva ingeniería social: abolición del concepto de naturaleza, desconocimiento y desconfianza en la razón, concepción de la historia como una lucha ya no de clases sino de géneros, nihilismo e idolatría.
El nuevo ídolo es el concepto de igualdad; de ahí la creación del ministerio correspondiente. Según Nasarre, la libertad, en su sentido pleno y auténtico, está en peligro ante esta segunda fase del proyecto del presidente del Gobierno, quien trata de destruir las que considera instituciones enemigas de su ideología, aquellas que transmiten tradiciones: la Iglesia, el cristianismo, la familia. «Es primordial reivindicar las libertades que más peligran ante el proyecto ZP, la libertad educativa y la religiosa. Hay que defender el principio de subsidiariedad», asegura Nasarre.
Crear un espacio común
Pedro Cuartango destaca que, con leyes como la de la memoria histórica o la de reforma de la libertad religiosa, Zapatero sólo hace pedagogía política –quiere que se visualice su concepción de la política–. El último ejemplo ha sido colocar a Carme Chacón como ministra de Defensa. Según el periodista de El Mundo, es la política de Zapatero y de camaleonismo –por ejemplo en su política de alianzas, antes con ERC e IU, y ahora con PNV o CIU–. Javier Restán destaca la coincidencia entre «el proyecto político definido, el oportunismo y una inmoralidad con la que trata de expulsar a quienes no comulgan con su proyecto: PP, Iglesia, AVT…». Restán alerta del peligro de un síndrome de Estocolmo dentro del PP que lleve a aceptar el discurso del Gobierno, es decir, jugar en el campo de juego que ya ha delimitado el Ejecutivo de Zapatero. Sobre la situación del PP, el responsable popular señaló que «es importante que este partido sea capaz de crear un espacio en donde nos sintamos a gusto católicos y liberales. Sin ello, habrá vencido el proyecto de Zapatero de forma estruendosa».
Una interlocución necesaria
Otro de los riesgos del PP, esta vez señalado por propio Nasarre, es que el partido se encierre en sí mismo. La clave de su oxigenación, destacó, es que se abra mucho más y que busque la interlocución con los sujetos sociales que han aparecido y que seguirán apareciendo. «Si el PP se queda en el estrado será imposible».
«Y entonces, ¿cómo debería madurar la sociedad civil para realizar su tarea y cómo se puede conseguir interlocución política?», pregunta el moderador. Pedro G. Cuartango reclama en este punto volver a la “lucha cultural”. Cree que es esencial que cada uno luche en este sentido por lo que está en sus manos. Sobre la interlocución, Javier Restán dice que la sociedad civil tiene que tener su propia agenda y no estar mendigando constantemente al poder político. «Necesitamos realidades estables que nazcan para sostener su propia originalidad, independientes del poder político. Nos falta estar menos pendientes del gobierno de turno». Según Restán, la laicidad va a ser el gran tema de fondo del debate político. Hizo suyas las palabras de un reciente manifiesto de la Compañía de las Obras difundido después de las elecciones y destacó que «la construcción de espacios de libertad exige tiempo y educación, que se produzca educación en la sociedad, que haya realidades que eduquen». Todo ello, concluyó, exige ponerse en juego y tener la paciencia de ir construyendo.
Un tejido de obras
El periodista Fernando de Haro, que ha moderado el debate, cierra con estas palabras: «El cambio que más necesita España no depende del Gobierno ni de la oposición sino de una presencia social original. El tiempo correrá a favor en esta legislatura si crece esa presencia original que se sostiene sobre las obras. La palabra obra se usa poco en España, aunque existen muchas, sobre todo en el campo educativo. Una obra es una creación de la sociedad que responde de forma sistemática a las necesidades humanas. Es más fuerte y más capaz de generar libertad una obra cuanto más consciente es de la necesidad humana hasta el fondo, hasta donde la necesidad se expresa como deseo de significado. El cambio que necesitamos es un tejido de obras que no se mueva por motivaciones de poder sino para responder, con una identidad clara, desde abajo, a las necesidades. Desde ahí tiene sentido la interlocución política. Sin esta originalidad la relación con el poder puede ser inútil, puede ser funcional a sus proyectos».
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