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Huellas N.9, Octubre 2015

BREVES

Cartas

a cargo de Carmen Giussani

DIOS NO SE MUDA
Por razones del trabajo de mi esposo tenemos que mudarnos constantemente de casa, de ciudad, de amigos. Para mí es un reto que incluye vivir en zonas donde la inseguridad y la zozobra se respira, las mamás en el colegio no hablan más que del último secuestrado, del doctor amenazado que tuvo que irse o de que no se puede salir por la calle… Hoy estoy particularmente triste y quisiera derrumbarme en la cama y llorar hasta dormir, para ya no pensar en mi esposo manejando en carreteras peligrosas, en la gente que me mira extrañada, como si oliera a forastera, en la última noticia de la zona. Hoy quisiera solo lamentarme de mi misma y traer en mis recuerdos a mis papás, mis amigas de Escuela de comunidad, las que si me conocen, me aprecian y me esperan. Pero no puedo. Hace tiempo aprendí que ya no puedo ser la misma, que en cada cambio de casa, de pueblo, de parroquia, Dios me alcanza con otros nombres y otros rostros. Él tiene paciencia y me deja rabiar un rato solo para darme cuenta de cómo he sido educada, del método que me han enseñado: es Él quien me alcanza, me susurra al oído a través de nuevos rostros, siempre está allí para mí. Todo mi mundo puede mudarse, pero Dios no se muda. Y esta certeza me renueva la mirada. Soy una migrante más, pequeña, pero grande.  Con violencia, sin violencia, con noticias, sin noticias… Cristo me ha alcanzado ya y aunque a veces tengo nostalgia de lo que dejo, recuerdo que Dios nos ha puesto aquí, donde estamos y hemos de fiarnos de Él.
Olga, Acayucan / Veracruz (México)

MI PERIPLO DEL VERANO
Este verano me he dado cuenta de que la experiencia cristiana va a más, al contrario de las cosas del mundo que suelen ir a menos. Puedo decir que Cristo se ha convertido realmente en mi centro afectivo. En el campamento de Picos de Europa, he podido verificar la novedad de la vida cristiana a través de personas que acababa de conocer y, sin embargo, con las que (¡en tan solo dos días!) ya tenía una amistad mucho más verdadera que la que tengo desde hace 15 años. ¿Por qué? Sencillamente porque compartimos el mismo camino. Después de Picos, fui a un campamento militar en Alicante al que no tenía muchas ganas de ir. ¡Qué diferencia con Picoss! Pero también allí puede darse el encuentro con Cristo. ¡Cuánto les hace falta a estos chicos! El último día, los chicos de despedía llorando, porque decían: ya se acaba, ahora volvemos a lo de siempre y los amigos de estos 15 días no los volveremos a ver… En cambio, en Picos nos despedíamos felices porque sabíamos que estas amistades son para siempre. Y lo mejor es que la belleza que he visto sigue aconteciendo aquí y ahora. En las vacaciones de la Masella, una vez más, me quedé sin palabras. El tercer día se me cayeron todos los esquemas. Primero los juegos, que fueron una pasada, una belleza a tope. Luego en la cena, me senté con Pepe Marqués, un señor que había dado su testimonio hace dos años. Me presenté y cené con él. Me dijo que este año había sido el peor año de su vida y, sin embargo, el más feliz. ¿Cómo es posible? Me dijo que la compañía, que es el cuerpo de Cristo, le había literalmente sostenido. Por la noche, hubo un acto sobre los cristianos perseguidos. Ellos nos dicen: ¡Despertad! Y es verdad. Ellos viven la fe con una intensidad que aquí, en Europa, no tenemos. Estamos dormidos. Al finalizar el acto cantamos Reina de La Paz, una canción que ha marcado mucho mi historia. Y fue recordar toda mi vida y ver el milagro de ese día y romper a llorar. Ya creía que el verano no podía dar más de sí, cuando Quique me invita a ir con él a San Martín de la Vega. Le pregunté si ese pueblo estaba en Andalucía, pero resulta que está al sur de Madrid. Llegué allí y me quedé asombrado al conocer a Elena, Almu, Jorge y Dani, sin hacer nada especial, pero disfrutando de una amistad que delataba la presencia de Algo más grande entre nosotros. También con Quique fui a Villanueva, cenamos con unos amigos y luego fuimos a dormir a casa de Zarzu. Nos quedamos hasta las 3 de la mañana hablando, fueron unas conversaciones en las que nada era banal. No dejaba de sorprenderme. Quique me llevó a Torrelodones donde conocí al padre Gabriel, a Pedro y a José. Pasamos momentos estupendos en el cine y en la piscina. Pero el momento culmen fue el último día. Gabriel me dio un abrazo, me dio las gracias y se me quedó mirando. Una presencia en la mirada es lo que experimenté en ese momento. Cuando uno te mira con afecto incondicional, parece que sus ojos son el rostro. Después, fuimos a comer con los padres de Quique que no ven muy bien al movimiento, sobre todo su padre. Quique me pidió que les contará mi historia. Mientras hablaba, a la madre le brillaban los ojos, pero el padre seguía cerrado en su rechazo. Al cabo de un rato, dijo que él tenía miedo de que esto se derrumbase. Entonces, le dije: «Lo que me sorprende es que esto cada vez va a más, es increíble». Y él: «¡Pues adelante!». Después de este verano tengo una tranquilidad y una paz que no son mías. Vuelvo a Tenerife diciendo: lo que Tú quieras, cuando Tú quieras y como Tú quieras, porque me has permitido ver lo que significa, «El Verbo se hizo carne y habita entre nosotros». Cristo se ha hecho carne entre nosotros, en esta compañía, en esta mirada y a través de la Eucaristía.
Javier, Tenerife (España)

Vacaciones en Masella y Asturias
FATHERS & SONS
Quiero dar gracias a Inma y Fran por acogernos un año más con tanta generosidad y alegría; los dos tan diferentes de carácter y estilo pero tan unidos en el amor por nosotros que la diversidad se torna en complemento, riqueza y armonía, en la que todos descansamos.
Gracias a todos porque un año más la opinión y “proyecto” de cada uno de los 30 (sobre qué plan hacer, qué comer, a dónde ir, a qué hora, etc.) sigue perdiendo protagonismo en favor de la apertura a “otro” plan que hace que estos días de vacaciones sean más interesantes y sorprendentes. En este sentido, en concreto, por un lado gracias por la apertura a la conversación única entre todos, padres e hijos, durante las comidas y cenas, donde es evidente que dejamos entrar otra medida; ha sido arriesgado pero precioso y educativo. Por otro, la apertura a los nuevos y los que nos quieren visitar. He aprendido que la vida, también la de este grupo de fathers & sons es para el mundo entero. Como muchos yo también habría querido que las últimas noches fueran ocasión de nuevas conversaciones (yo tenía temas que realmente quería haber hablado, ¡como el de nuestros trabajos y estudios!) pero también ha sido precioso jugarnos ese plan justo por abrir la puerta a los que llamaban a ella. Dios sabrá cómo, pero, como hemos comentado algunos, se presenta atractivo seguir estas dos pistas para nuestra vida. Gracias a todos los hijos, los propios y los de mis amigos, tan hijos como siempre pero cada año más amigos de nosotros los padres, según la definición de amistad que hemos aprendido de ser compañeros hacia el destino. Aprendo de vosotros y Dios quiera que siga siendo así toda la vida. Agradezco las vacaciones de Masella –qué derroche de gracia hemos experimentado allí!– y esta semana de Asturias. Si no me paro a mirarlas en silencio las doy rápidamente por supuestas y paso página; pero a poco que me paro me siento privilegiado de todo lo que veo y tengo. Pido, y os pido a todos que lo hagáis, para aprender de estos días de cara a la vida cotidiana, la habitual, la más fatigosa y árida pero la más bella y educativa porque es la realidad desvelando, con sus alegrías, preocupaciones y dolores, desvela lo que mi corazón desea: darnos a nosotros mismos y construyendo nuestra vida en la verdad, construir el mundo. Pido, y os pido a todos que lo hagáis, aprender de estos días de cara a la vida cotidiana, la habitual, la más fatigosa y árida pero la más bella y educativa. Porque esa vida cotidiana me pone frente a la realidad desvelando, a través de las alegrías, preocupaciones y dolores, lo que desea mi corazón y porque es en la que colaboramos más claramente en construir el mundo.
Juan, Villanueva de la Cañada / Madrid (España)

DE VUELTA A SIDNEY MÁS CONTENTA Y CIERTA
Hola amigos: Una vez ya regresada a Australia y habiendo superado el jet lag, me dispongo a escribiros este mail para agradeceros las vacaciones de la Masella. Mi amiga Pilar me dijo que escribiera un testimonio para Huellas pero mis aspiraciones no son tan altas y, además, yo soy de ciencias y esto de escribir...
Lo que quería es, simplemente, daros las gracias. Daros las gracias porque sé que este año habéis hecho un gran esfuerzo por aumentar las plazas y sé que, si no fuera por eso (y por la ayudita de algunos buenos amigos), mi marido Xavi y yo no hubiésemos entrado. Viviendo tan lejos, necesitábamos estas vacaciones más que el agua que bebemos y de verdad que me fui muy agradecida.
Tengo que felicitaros por la organización, de verdad que no se notaba que éramos más de 450 personas, quizá un poquiiiiiiito en el comedor –tampoco lo voy a negar– pero el orden en general de todas nuestras vacaciones es algo que si uno no lo ve, no lo cree, porque no es nada obvio. Todos los gestos, los laudes, las actividades, los juegos, los cantos, etc. estaban tan bien cuidados... Uno no podía más que levantarse por la mañana y dar gracias por dónde estaba y, a lo largo de los días, mi corazón se fue llenando de alegría.
Hay que decir que yo venía con la posición privilegiada del mendigo y no me fue difícil empaparme de todo como una esponja, cuando uno está con el corazón abierto... Pero, ¡qué 200% de alegría recibió éste mi corazón! Ver a los amigos que hacía un año o más que no veía, compartir mis/nuestras inquietudes y situación actual –personal, matrimonial y familiar– con los amigos más cercanos, conocer nuevos amigos de Madrid u otros sitios, conversaciones muy interesantes con unos y con otros, testimonios como el de los amigos de Cometa, excursiones bellísimas como la que hicimos al lago, ver a los niños todo lo que han crecido y lo “bien” que se portan cuando, como los mayores, tienen algo más grande delante y, simplemente, siguen...
Hablando de niños, me fascinó cómo los chavales se hicieron cargo de los pequeños para que los padres pudieran ir a los actos comunes. Un momento que me impactó mucho, también, fue cuando nos reunimos para rezar el rosario por Nico. Los chavales entre 10 y 16 años se tuvieron que quedar fuera esperando si había sillas o no para ellos y entraron al final cuando los adultos ya estábamos todos colocados. Cuando “anunciaron” que entraban los chavales recuerdo que me di la vuelta y me dio un vuelco al corazón... chavales de 10 y 12 añitos y, todavía “peor”, de 16 –que se supone “deberían” estar pensando en discotecas más que en otras cosas– ¡se unían a nosotros para rezar un rosario! Habrían podido quedarse fuera, donde había un altavoz, jugando al fútbol o a lo que fuera… pues no tenían ninguna necesidad de estar en esa sauna rezando una oración que no es precisamente corta. Sinceramente, creo que es de otro mundo.
La ayuda de José Miguel, cómo no, ese día y todos los días de las vacaciones. Es una gran suerte tener a esta gente, este lugar, estas vacaciones... que, juntamente con el resto de semanas que estuvimos en España, hicieron que sucediera otra vez, me hicieron verme a mí en acción, en primera persona, hicieron que mi humanidad se renovara y que haya vuelto a Sidney más contenta y cierta, queriendo más a mi marido y a mis amigos, y con la confianza y la esperanza puestas en el Señor para que, a través de Él, intuyamos o reconozcamos los pasos que tenemos que ir dando en nuestra vida.
¡Que tengáis un muy buen inicio de curso y hasta el año que viene!
Anna

¿QUIÉN SOY YO?
Un viernes por la tarde, estando en el Metro vi a una chica embarazada, de unos 19 años, llorando al otro lado del vagón. Pensé en acercarme, pero ¿qué iba a hacer una chica como yo hablando con una persona tan triste y que ni siquiera conocía de nada? Sin embargo, no pude hacerme la loca después de haberla visto así. Algo me movió a levantarme y cada vez que me iba acercando más, tenía más miedo y más preguntas. ¿Qué iba a decirle? ¿Qué me iba a decir ella? Al final me senté a su lado. Le dije que me llamaba Claudia y que algo me había movido a acercarme a ella. En ese momento, me miró y empezó a hablarme. Me dijo que iba de camino a una clínica para abortar, cosa que ella, por lo que se veía, no quería. Le pregunté si ella quería tener a su hija. Ella asintió, pero dijo que no se veía con una niña a la que cuidar, a la que mantener y de la que estar pendiente cada minuto. Si ella quería tener a la niña, ¿por qué estaba de camino a la clínica? Se lo pregunté. Me miró y se quedó callada. De nuevo se puso a llorar. Noté que tenía miedo, miedo a ser abandonada, humillada por la gente, maltratada por su novio por querer tener al niño o cualquier otra cosa de la que es capaz mucha gente, por desgracia. Cuando por fin se calmó, le pregunté si después de abortar iba a quedarse tranquila pensando que se había quitado un peso de encima, o iba a arrepentirse. Sin dudarlo un segundo, me respondió que se iba a arrepentir, que ella ya quería a su niña de 6 meses. Le hablé también de las personas que acogen y notaba que cada vez se le iba alegrando un poco la cara. En ese momento llegamos a una estación y ella se levantó. Salió, pero de repente se dio la vuelta y volvió a entrar. Me miró, me dio un abrazo y me dijo: «Me vuelvo a casa. No voy a ir a la clínica. Me he dado cuenta de que esta hija es de mi novio pero también mía y la quiero como a nadie. Gracias Claudia». Y salió del metro.
Claudia, Madrid (España)

Fraternidad San Carlos
TREINTA AÑOS DE GRACIA
La presencia del corazón misionero de don Giussani en todo el mundo mediante la Fraternidad sacerdotal que celebra su 30 cumpleaños.
«Cuando en la comunidad cristiana se vive una experiencia verdadera, que nos llena de alegría, no podemos mirar a todas esas personas que desconocen a Cristo, o para las que solo es un nombre, sin desear que lo encuentren. De esta manera, así de simple, nace la misión», dice Paolo Sottopietra, Superior General de la Fraternidad sacerdotal. Sus palabras explican el empuje misionero que mueve a los 132 sacerdotes de la San Carlo, que acaba de cumplir treinta años. Nacía el 14 de septiembre de 1985, por iniciativa de Massimo Camisasca, hoy obispo de Reggio Emilia-Guastalla, y de otros seis jóvenes sacerdotes de CL. «Nos sentimos hijos de don Giussani y deseamos vivir la experiencia de la Iglesia siguiendo sus enseñanzas. De don Giussani hemos recibido el don del gusto de la vida cristiana, de su conveniencia para la vida, así como la pasión por comunicarla», añade Sottopietra. Esa misma pasión mueve a los misioneros a llevar la vida cristiana a todos los ámbitos en los que están presentes: colegios, parroquias, universidades, cárceles, hospitales… en 20 países de los cuatro continentes.
En las más distintas situaciones, el encuentro con las personas ocurre siempre al nivel profundo de los deseos del corazón, que son los mismos en todo el mundo, ya sea en Kahawa Sukari, barrio en la periferia de Nairobi (Kenia), como en Taiwán o Santiago de Chile. Pero también en el viejo Occidente: «En Europa y Norteamérica frecuentemente las misiones son más difíciles», subraya Sottopietra. «En ellas encontramos la nostalgia de una vida verdadera, de relaciones humanas auténticas, de certezas y de ideales por las que merezca la pena vivir. Nosotros queremos estar en esos lugares para decir que lo que busca el hombre de hoy tiene un nombre: Jesucristo». Julián Carrón, en su felicitación enviada con ocasión de los treinta años, ha hablado de «una respuesta llena de entusiasmo a la invitación del Papa Francisco a ser una “Iglesia en salida”, redescubriendo y reviviendo cada día, a menudo en circunstancias delicadas y arduas, la gracia del primer instante».
Desde hace algunos años, al lado de las casas de la Fraternidad sacerdotal de San Carlos están surgiendo las primeras casas del Instituto femenino nacido de la Fraternidad. Y con motivo del treinta aniversario, Carrón recuerda que «el nacimiento de las Misioneras de San Carlos» es «otro de los frutos que el Señor nos ha concedido a todos».
Presente en España desde 1996, en la parroquia San Juan Bautista de Fuenlabrada, en la diócesis de Getafe, la Fraternidad está presente al otro lado del Atlántico, en México, Brasil, Paraguay y Chile.
El pasado 12 de septiembre tuvo lugar en Roma una Misa de Acción de Gracias presidida por el cardenal Robert Sarah. Las celebraciones por el trigésimo aniversario prosiguen en todo el mundo (Viena, Taipéi, Madrid…). El sábado 7 de noviembre se celebrará en Fuenlabrada una misa presidida por el Obispo de Getafe, D. Joaquín María López de Andújar y, a continuación, un testimonio de Paolo Sottopietra.
Juan Luis Barge

 
 

Créditos / © Asociación Cultural Huellas, c/ Luis de Salazar, 9, local 4. 28002 Madrid. Tel.: 915231404 / © Fraternità di Comunione e Liberazione para los textos de Luigi Giussani y Julián Carrón

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