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Huellas N.8, Septiembre 2015

PRIMER PLANO / Meeting de Rímini

«He visto gente que busca»

Paola Ronconi

Ha estado toda la semana en la feria de Rímini, con algunos chicos que trabajan con él en la Villa 21-24 de Buenos Aires. Habla el PADRE “CHARLY” OLIVERO

«¿Contento? Más que eso. Ha superado lo que yo esperaba, y con mucho». Ya había estado el año pasado, casi de paso, para presentar un libro sobre los curas villeros, los “sacerdotes de la periferia” argentina. Quería volver con más calma. Trayendo consigo a algunos de sus chicos que le acompañan todos los días entre los barracones de la Villa 21-24 de Buenos Aires: 60.000 habitantes, un mar de sufrimiento, pobreza, droga. Y un tesoro de humanidad. El padre Carlos Olivero, “Charly”, 39 años, párroco de la Virgen de Caacupé, ha estado en el Meeting toda la semana con trece amigos que trabajan con él en el Hogar de Cristo, una de las obras de su villa.
Ha hablado de la “Iglesia villera” en el auditorio y ha sido el alma y motor de “su” exposición: un rincón de la villa reconstruido entre los stands, con los chicos guiando y hablando de la vida, de la obra y de sí mismos. Igual que le ha pasado a él, continuamente, en miles de diálogos. ¿Su impresión? «Ante todo, gratitud. He visto gente que venía aquí con un sentido de búsqueda en carne viva. Por eso me ha parecido maravilloso el título del Meeting».
Nos cuenta que al Papa, que le esperaba después de Rímini, también le iba a hablar de estos días. «He tenido la suerte de participar en hechos muy hermosos. Quizás los más bonitos me han pasado fuera del auditorio y de la exposición». Se refiere a ciertos encuentros: «Gregoire Ahongbonon, sobre todo. Y la pureza del corazón de Rose (Busingye, la responsable del Meeting Point de Kampala, ndr). Me gustaría conocer más su obra, pero basta con mirarla a la cara para ver que está llena de Dios».
Pero también se le han quedado grabados otros rostros del Meeting. Como los de los chicos y responsables de obras parecidas a la suya: El Imprevisto, la Plaza de los Oficios, Novella, Kayros… Han hablado de educación, trabajo y amistad. Se han intercambiado preguntas y respuestas concretas. «Me ha ayudado mucho, por ejemplo, conocer a las obras sociales de la CdO, por las necesidades y el momento de trabajo en que estamos. El Hogar de Cristo busca modalidades de inclusión colectiva que respeten la individualidad de la persona. Ver cómo otros conciben esta relación, qué métodos utilizan, me resulta muy útil».

La gran alegría. ¿Y los tuyos, tus chicos? «Fantástico. Están muy contentos. He visto tres momentos en su experiencia. Al principio, el deseo y, al mismo tiempo, el temor a exponer su pobreza. La villa es algo de lo que uno puede avergonzarse. Si vives allí, la gente de Buenos Aires te evita. Pero ellos, con generosidad, han mostrado precisamente esa pobreza. El segundo momento es cuando han visto que eran acogidos con misericordia. Se han sentido amados, y esto ha vencido la vergüenza y les ha permitido vivir con una alegría inmensa». ¿Y el tercer paso? «Los encuentros con otros chicos: italianos, españoles, de Latinoamérica… Gente que busca a Dios en otras culturas y realidades. Estaban felices. Creo que ha sido una experiencia eclesial muy importante para ellos».

 
 

Créditos / © Asociación Cultural Huellas, c/ Luis de Salazar, 9, local 4. 28002 Madrid. Tel.: 915231404 / © Fraternità di Comunione e Liberazione para los textos de Luigi Giussani y Julián Carrón

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