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Huellas N.6, Junio 2015

HACIA EL MEETING

«¿Por qué os importamos tanto?»

Luca Fiore

Un compositor, una chansonnier, una actriz, un pintor. Todos han acudido a ver cómo florece una “comunidad volante” entre católicos y ortodoxos vinculados a CL. En Minsk, un evento marca el comienzo (o un nuevo comienzo) de una hermosa historia

En Minsk, el Kgb sigue llamándose Kgb. Y goza de óptima salud. Aleksandr Lukašenko, el presidente, es considerado el último dictador al Oeste de los Urales. Se comprende porque el poeta ortodoxo Dimitri Strotsev ha temido hasta el final que algo se torciera por el camino. Aunque no ha sido así.
Los han llamado Pamiežža, en bielorruso “Tierras de confín”, y han sido dos días (23-24 de mayo) de conferencias y exposiciones inspiradas en el Meeting de Rímini. Minsk no está acostumbrada a esta clase de iniciativas, sobre todo si se organizan sin la ayuda económica de las instituciones públicas o religiosas. «Es una iniciativa que nace de una “comunidad volante” de católicos y ortodoxos, que llegan de Rusia, Bielorrusia, Ucrania e Italia», ha explicado al público Strotsev: «Nuestra amistad ha tenido que enfrentarse al drama de la crisis entra Moscú y Kiev, pero hemos podido comprobar que lo que nos une es más fuerte que la guerra. Lo que nos une es «una tensión exasperada a decir tu nombre, oh Cristo». Organizamos este evento para que Minsk durante dos días pueda gozar de esta amistad real entre personas y pueblos tan distintos». Para explicar el título del encuentro, Andrei, hijo de Dimitri, muestra un icono pintado para la ocasión que representa a tres mártires: el ortodoxo Afanasi Filipovic (matado por una facción de católicos), el católico Andrei Bobolja y el griego-católico Josafat Kuntsevic (los dos martirizados por unos ortodoxos).

Luchar por la realidad. Acuden muchos amigos de Dimitri: un compositor, una chansonnier, una actriz, un pintor. Pero también gente común implicada en la iniciativa, aunque solo sea para hospedar a la trentena de amigos de la “comunidad volante” que llegan de Moscú, Járkov, Kiev, Vilnius y Milán. También participa Alesha, ortodoxo de Minsk, que después de conocer a CL en 1999, haber participado durante años en un pequeño grupo de Escuela de comunidad, que reunía a una decena de personas, y haberse apuntado a la Fraternidad de CL, desde hace cinco años se había quedado solo. Le presentaron a Dimitri hace apenas un año y, a los pocos meses, se encuentra implicado en la frenética organización de Pamiežža. Para él es como volver a empezar de nuevo. Lo mismo le pasa al padre Aliaksei, un sacerdote católico pero bautizado ortodoxo. Después de frecuentar el grupo del CLU de Piacenza durante el seminario, ahora es párroco de una parroquia que reúne a unos 40 fieles, a 200 kilómetros de Minsk. A Pamiežža llega también el padre Vadim, ortodoxo, que formaba parte del primer grupo de Escuela de comunidad local con Alesha.
Ochenta personas llegan al Museo literario “Maksim Bahdanovic” para escuchar a Adriano Dell’Asta, de Rusia Cristiana, que presenta su libro Luchar por la realidad, una reflexión sobre la diferencia entre ideología y experiencia, tema incandescente en la sociedad post-soviética. En otro momento, Aleksei Sigov presenta la exposición del Meeting de Rímini dedicada a Charles Péguy. Al día siguiente, en la sala de congresos del portal Tut.by, Aleksandr Filonenko presenta la muestra sobre la Sagrada Familia y Antoni Gaudí. El último huésped, Franco Nembrini, acude para presentar la edición en lengua rusa de su libro El arte de educar. De padres a hijos. Para empezar el acto, lee la poesía Padre e hijo de Strotsev. El tema de la educación, tan estrechamente vinculado al tema de la transmisión de la fe, es incluso más urgente, si cabe, en las sociedades post-soviéticas que en el mundo occidental.
Brilla el sol sobre los edificios soviéticos de la periferia y sobre los palacetes del centro histórico reconstruidos según el proyecto originario de los Jesuitas del siglo XVII. Minsk sabe seducir a quien la visita por primera vez.
Anja, la esposa de Dimitri, ha acogido a los amigos de CL con gran curiosidad y agradecimiento: «Me resulta muy claro por qué motivo por el que nosotros os necesitamos. ¿Pero por qué nosotros os importamos tanto?». Cualquiera, que hubiese tenido la oportunidad de participar en la asamblea al final del día, en el despacho de Strotsev, lo entendería perfectamente. La “comunidad volante” abarrota una pequeña habitación. No bastan las sillas para treinta personas, así que algunos se sientan en el suelo.
«Os conocí hace un año y la sorpresa y la alegría siguen creciendo. Me siento simplicemente feliz», cuenta Ira de Kiev. Ekaterina, que llega también de Ucrania comenta que llegó junto con los demás en autobús. Diez horas de viaje: «Una vez en Minsk, fui enseguida a comprar el pasaje d vuelta en tren. Pero hoy he decidido regresar en autobús porque entiendo que en la vida caben dos posibilidades: optar por la comodidad a precio de la soledad o aceptar cierta incomodidad a favor de una compañía».
Michail cuenta que al finalizar el día, cuando todo estaba a punto de acabar, vio como Misha iba hacia Alesha y le decía: «Hola, me llamo Misha». «El final se ha convertido en el comienzo de una relación. A menudo sucede así. Os deseo todo lo mejor para este nuevo inicio». Michail ha llegado a Minsk con Luda, que dice: «Es la primera vez que participo en un gesto como este. He visto que aquí se reúnen personas que viven lo que dicen. Detrás de sus palabras hay un trabajo cotidiano. Gracias por las preguntas que habéis suscitado en mí».

Una risa contagiosa. Ksisha es una amiga de la familia Strotsev. Es el pasado fue actriz y pasó por la drogodependencia. Con dos ojos que es difícil olvidar, comenta: «Ayer fui corriendo a casa, quería volver a ver a mi madre y a mis hijos, deseaba que ellos también vieran esta luz que yo he recibido estando a vuestro lado. Luego pasó de todo y no precisamente como yo quería, pero ellos han visto que algo hermoso había sucedido durante el día. Me miraban con cierta envidia sana».
Desde Moscú ha llegado también Jana, que dice con la mirada baja: «Tengo miedo de perder a los amigos que he conocido aquí. Tengo miedo de perder el fuego que se ha encendido ahora. Tenía nostalgia de un lugar como este. Yo soy protestante y he entendido que todos vosotros soy también protestantes». La habitación se llena de una risa contagiosa. Kolia de Járkov se alza y reacciona en seguida: «No, no es verdad, yo soy ortodoxo y estoy convencido de que aquí somos todos ortodoxos». Se rie a gusto otra vez. Luego añade: «Me voy pensando que lo que caracteriza a un cristiano es el amor a Cristo en cada detalle concreto de la vida. Cuando esto sucede es como si te pusieras a construir una catedral. El sol ya ha desaparecido en el horizonte de este 24 de mayo, que para el calendario católico coincidía con la solemnidad de Pentecostés.

PAMIEŽŽA
Es el nombre del meeting celebrado en Minks, que en bielorruso significa “Tierras de confín”. La Bielorrusia, encajada entre Rusia y Polonia, los países bálticos y Ucrania, ha sido durante siglos una tierra de encuentros entre católicos y ortodoxos.

 
 

Créditos / © Asociación Cultural Huellas, c/ Luis de Salazar, 9, local 4. 28002 Madrid. Tel.: 915231404 / © Fraternità di Comunione e Liberazione para los textos de Luigi Giussani y Julián Carrón

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