No se trata de una «mutilación», como pretende el nihilismo, sino del «alimento del deseo» y de «la apertura hacia el Otro». MASSIMO RECALCATI, psicoanalista, se mide con el tema de la semana de Rímini. Y nos explica por qué el próximo Meeting se relaciona con el amor maternal (y con la resistencia al conformismo...)
«La angustia contemporánea no proviene de algo que falta, sino de algo demasiado lleno, de la sensación de estar presos de un sistema que nos envuelve y nos estrecha sin dejar espacio –ni siquiera en el ámbito de la fantasía– para la existencia de otro mundo, de otro horizonte…». A Massimo Recalcati, psicoanalista, colaborador del diario La Repubblica, observador de la condición del hombre contemporáneo, le gusta dar la vuelta a los lugares comunes. La “ausencia”, la “falta” no es un “menos”, sino un potencial “más”, porque es precisamente la conciencia de algo que falta lo que despierta el deseo y con él todo lo humano…
«Lacan afirmaba que la única y verdadera culpa del hombre es la de renunciar al propio deseo», explica. «La clínica psicoanalítica confirma que la infelicidad a menudo está vinculada al hecho de que nuestra vida no es coherente con lo que deseamos».
Recalcati acaba de publicar un libro, que ya es un best-seller, en el que por primera vez se aventura en el estudio de la figura materna (Le mani della madre, Feltrinelli). Un libro que aborda un tema fascinante, rehén hoy de demasiados esquematismos ideológicos de todo tipo. En el libro el tema de la “falta” adquiere un rol central en la reflexión en torno a la experiencia de la maternidad. «La madre siente íntimamente la falta, no la esconde, no la elimina, no la hace objeto de remoción, sino que la dona», escribe Recalcati. «Donar la propia falta –la propia insuficiencia, la propia vulnerabilidad– tiene el mismo valor inestimable que ofrecer al hijo las propias manos y el propio rostro. Para Lacan, se trata de la más alta definición del amor: amar es dar al otro lo que no se tiene». La “falta” es el tema del próximo Meeting de Rímini en el que Recalcati, aun deseándolo, no podrá participar a causa de compromisos adquiridos previamente.
El lema del Meeting 2015 es un verso del poeta Mario Luzi: «¿De qué es ausencia esta ausencia, corazón, que de repente te llena?». En su opinión, ¿en qué sentido la “falta”, la “ausencia”, puede ser algo que colma el corazón del hombre?
La “falta” no es aflicción, pena, mutilación de la vida. Esta sería una representación simplemente nihilista y no es lo que me interesa. El psicoanálisis arroja luz sobre el hecho de que la falta es generadora, porque constituye la savia vital de nuestro deseo. El deseo no es solo anhelo nostálgico de una plenitud inalcanzable, sino una potencia, una fuerza, una energía transformadora que hace de la falta la condición para abrirse hacia el Otro, una apertura cargada de vida y de mundo, capaz de colmar, como escribe el poeta, el corazón del hombre.
La experiencia de esta “falta” es muy difícil de aceptar hoy. Hay una pretensión de poseer que se opone a la experiencia de lo que falta. ¿Cómo aceptarla? ¿Cómo tomarla en serio?
Si, por ejemplo, nos referimos a la experiencia de la maternidad, esta es suficientemente buena cuando no es una relación de apropiación, de posesión, de reforzamiento del Yo. Por el contrario, convertirse en madre es abrirse radicalmente a la llegada de Otro. En este sentido la madre justa –para referirme al episodio bíblico de las dos madres ante el juicio del rey Salomón– es la que sabe renunciar a la posesión del hijo para poder salvaguardar su vida. ¿Acaso no es este uno de los mayores dones de la maternidad? ¿Perder al hijo que la madre ha engendrado? Perder al propio hijo, dejarlo ir. Gozar de su libertad.
¿Qué relación hay entre experiencia de lo que falta y deseo?
El deseo pone de manifiesto la “falta” que alberga el ser humano, es su expresión más pura. Como pasa con los enamorados que se vuelven a encontrar al cabo de un tiempo de separación. No se pregunta al ser querido qué nos ha traído, no se le pide algo relativo al tener. La pregunta del amor es siempre la misma: ¿me has echado de menos? ¿Ha sido para ti una presencia mi ausencia?
Usted escribe: «La trascendencia del deseo de la madre es lo que hace posible la trascendencia del deseo del hijo». ¿A qué se refiere con esta trascendencia del deseo?
El deseo materno no es deseo de tener o poseer al hijo, es más bien una apertura hacia el hijo. La maternidad no es una experiencia de absorción en el centro, sino de salida del centro, de des-centramiento. Si quisiéramos llegar a la paradoja, podríamos decir que el deseo de la madre no es el de tener al hijo, sino de perderlo. Es la alegría que embarga a una madre al ver el fruto de su seno echar a andar o empezar a hablar, al verlo entrar en el mundo. Ese hijo que una madre ha custodiado en su vientre y ha alimentado con su sangre no es nunca una propiedad suya, es una vida que no es suya, es otra vida, desconocida. En este sentido la trascendencia del deseo de la madre, su apertura hacia la vida de otro, del hijo, fundamenta la trascendencia del deseo del hijo, su vida como la vida de otro ser libre, de un ser que no es ella.
A propósito de deseo, en su libro usted habla de «un deseo que no sea anónimo». ¿Qué es un deseo anónimo?
El cuidado maternal es un cuidado que sabe atender al detalle, a la vida particular del hijo. No es un cuidado que vale para todos, esto es, anónimo. Es siempre un cuidado de uno a uno, del propio hijo como hijo único. Al subrayar este aspecto esencial del cuidado maternal, indico la clave política de mi libro: en un tiempo dominado por un discurso de tipo capitalista, prevalece la incuria absoluta, la ausencia total de cuidado por el detalle, la generalización anónima, la despersonalización, la deshumanización de los lazos sociales. A mí me interesan siempre los puntos de resistencia y de antagonismo a esta deriva nihilista de nuestro tiempo. Recientemente, había insistido en el amor como factor de oposición al discurso capitalista. Pero también la lección más alta de la maternidad, que es la de saber particularizar los cuidados, se pone de manifiesto como un punto de resistencia al conformismo proliferante de la incuria propia de nuestro tiempo.
En un artículo en La Repubblica escribió: «¿Qué heredamos si no heredamos un Reino, si no somos hijos de Reyes? Lo que cuenta en la heredad es la transmisión del deseo de una generación a otra. Es el modo en que nuestros padres supieron vivir sobre esta tierra intentando dar un sentido a su existencia». ¿Ser heredero significa entonces ser un “hombre libre”?
Ser hijos, como pone de manifiesto el mensaje de Jesús, no es una condición entre otras, sino que define la vida humana, constituye su rasgo esencial. Todos somos hijos. Y como hijos, todos tenemos la tarea de convertirnos en herederos. La humanización de la vida concierne al acto o, mejor dicho, al movimiento que genera el hecho de heredar. ¿Qué hemos hecho con lo que recibimos de Otro? No hay vida humana sin este movimiento que retoma subjetivamente lo que el Otro del que provenimos ha hecho con nosotros mismos. La libertad no indica la ausencia de condicionamientos, nunca es absoluta, sino que define precisamente este movimiento de asunción singular del propio destino que Otro ha trazado antes en la nuca de nuestras vidas.
EN PROGRAMA
El cardenal Jean-Louis Tauran, Azzedine Gaci, rector de la mezquita Othmane en Villeurbanne, y Haïm Korsia, gran rabino de Francia, abrirán el Meeting 2015 (20-26 agosto) con el encuentro: “Las religiones forman parte de la solución, no son el problema”.
Julián Carrón y Joseph Weiler dialogarán sobre “Abrahán, el nacimiento del yo. Los retos actuales”.
Oriente Medio y sus mártires serán el tema del encuentro con el padre Douglas Bazi, párroco en Erbil, y monseñor Joseph Alessandro, obispo coadjutor de Garissa. De islam y democracia hablarán Rafaa Ben Achour, juez de la Corte africana de derechos humanos, Tania Groppi, profesora de Derecho público en la Universidad de Siena, Ibrahim Kabo?glu, profesor de Derecho constitucional en Estambul; Adel Omar Sherif, del Tribunal constitucional de Egipto.
Noam Chomsky abordará la relación entre lenguaje y comprensión. Se hablará también de pobreza con el cardenal George Pell; de educación con Luigi Berlinguer; de astronomía con el astrofísico Duccio Macchetto y Roberto Vittori, astronauta.
A cargo del padre Mauro Lepori, abad general de la Orden Cisterciense, la intervención central sobre el lema, tomado de un verso del poeta Mario Luzi.
Entre los espectáculos propuestos, la obra teatral “La anunciación a María” de Paul Claudel, el fado portugués y el coro alpino de la CET.
Créditos / © Asociación Cultural Huellas, c/ Luis de Salazar, 9, local 4. 28002 Madrid. Tel.: 915231404 / © Fraternità di Comunione e Liberazione para los textos de Luigi Giussani y Julián Carrón