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Huellas N.5, Mayo 2015

ENCUENTROMADRID 2015

Y la conversación fue posible

Fernando de Haro

La intención era buscar un diálogo a partir de una de las grandes provocaciones de Giussani, la que señala que el anhelo de Infinito es algo en lo que todos pueden reconocerse. Cuando uno cuenta aquello que le hace vivir, cuando se narra, se abren espacios de libertad y de novedad insospechados. Lo hemos visto antes nuestros ojos

«Nos hemos quedado sorprendidos». El presidente del EncuentroMadrid hace una confidencia. Son algo más de las 5 de la tarde de un domingo, hora sagrada de descanso para los madrileños. A esa hora no se suele estar fuera de casa, no se suele hablar mucho, no se sacan conclusiones. Pero Rafael Gerez se atreve a ello, faltan pocos minutos para que terminen las “jornadas de cultura popular”, que es como algunos han llamado a este evento que los miembros de CL organizan en la capital de España desde 2003. «Nos hemos vistos sorprendidos. De un modo ingenuo habíamos elegido en esta ocasión el lema Infinitos deseos. Deseo de infinito, lo habíamos hecho con la intención de buscar un diálogo a partir de una de las grandes provocaciones de Giussani, la que señala que el anhelo de Infinito es algo en lo que todos pueden reconocerse. Y hemos visto la pertinencia de lo que decía Julián Carrón en su reciente artículo de ABC. Cuando uno cuenta aquello que le hace vivir, cuando se narra, se abren espacios de libertad y de novedad insospechados. Lo hemos visto ante nuestros ojos».

El deseo que sostiene la vida. Era una apuesta difícil porque en la España de 2015, tensionada por múltiples convocatorias electorales, donde parece que se pone en cuestión el orden constitucional del 78, se hace cada vez más difícil hablar de lo que sostiene la vida de cada uno. Sobre el fin del bipartidismo o sobre la crisis está tolerado que el discurso se prolongue, «pero en las cenas familiares, si no quieres crear un problema, no puedes hablar en serio de política o de religión. No se pueden hacer referencias a las cuestiones de sentido, y sin embargo es precisamente de lo que más necesitamos hablar», señala Fernando Vidal, joven sociólogo, ponente de una de las mesas redondas. «Se nos ha impuesto en la vida pública un laicismo, no solo respecto a la religión sino sobre todo los que nos interesa, que ha acabado convirtiéndose en una censura incluso en la vida familiar», añade Vidal.
Es la misma denuncia realizada por Wael Farouq, profesor de la American University de El Cairo, otro de los ponentes: «Europa se ha convertido en el lugar donde se adora la nada sagrada, se proclaman muchos valores que están vacíos. Para resolver el problema de la diferencia se exige que en la vida pública se renuncie a la propia identidad. Se nos deja existir pero no ser. Alguien es siempre en relación con otros, yo soy gracias a una relación, pero cuando la sociedad no me permite vivir esa relación en público ejerce sobre mí la mayor violencia». Lo apunta, en positivo, Juan Pablo Fusi, uno de los historiadores más conocidos y más fértiles del momento en España: «Es urgente que conversemos ente nosotros no solo del cambio de la instituciones sino de aquello que consideramos una sociedad justa y de lo que nos parece una sociedad injusta, de lo que es un derecho y de lo que no lo es, de la libertad, de la igualdad».
¿Qué ha permitido esta extraña apertura en un ambiente dominado a menudo por una formalidad asfixiante? «Hemos tenido experiencia del valor histórico de la gratuidad a través del trabajo de las decenas de voluntarios que han hecho posible el EncuentroMadrid. Y luego hemos visto que cuando la gran cuestión del significado no se censura aparecen espacios en los que, de hecho, se afronta con más inteligencia el reto apasionante de vivir juntos», señala Gerez.

Infinito y ciencia. El EncuentroMadrid es la gran playa a la que llegan relaciones de meses y de años, relaciones generadas por personas que viven “en salida”, que libremente se ponen en juego allí donde trabajan o donde descansan. Es el caso de una compañera de trabajo de Juan José Gómez Cadenas, uno de los grandes especialistas en la física de neutrinos a nivel internacional. Se declara agnóstico pero cuelga en su despacho de Valencia el Manifiesto de Pascua con las palabras de Francisco porque «es bonito» y porque se lo ha dado su colega. «Lo aprecio», señala. Cadenas, en el EncuentroMadrid llega hasta el fondo en un diálogo público con el astrofísico Marco Bersanalli. Y se desnuda, cosa rara, para reconocer que el conocimiento está siempre ante el reto del misterio. «Somos el mundo entero y en el fondo no somos nada. Intento avanzar en el camino del conocimiento descubriendo un misterio que nunca puede ser desvelado por completo pero que nunca me abandona», señala Cadenas.
Una relación es la que ha permitido que este año el EncuentroMadrid comenzara en un teatro del centro de la capital con un soberbio espectáculo de flamenco: “Inmortal para quererte”. Emilio Pérez, sacerdote diocesano, apasionado del mundo del baile mantiene desde hace años una intensa amistad con un grupo de cantaores y bailaores, liderado por Ana González. Pérez y cientos de personas más vibran al escuchar «inmortal para quererte, inmortal para adorarte. Yo te quiero con el alma. Y el alma nunca se muere». Son los versos de un tango bien zapateado que dicen, como solo puede decirlo algo que se baila con duende, de qué música, de qué vibración está hecho el anhelo de lo que dura para siempre.

Un reto a la razón. Después de la primera noche de palmas y de guitarra rasgada, el EncuentroMadrid se vuelve a inaugurar el viernes en la Casa de Campo con la apertura de una exposición dedicada a las matemáticas. “De uno al infinito, en el corazón de las matemáticas”, su título. Durante el fin de semana decenas de personas escuchan cómo se les explica el valor de una razón capaz de formular leyes universales. La vida es así, está hecha de problemas que retan a la razón. «Comenzamos con un problema no solo por el gusto de resolver los retos que nos podemos encontrar sino para observar nuestra razón en acción», dice la frase que saluda a los visitantes. «Se puede ver y tocar, también a través de experimentos, el intento del hombre por comprender lo ignoto, por resolver las grandes incógnitas que han salido a nuestro paso», señala Antonio Rodríguez, el comisario. «Hemos constatado, a través de la exposición dedicada a las matemáticas y de la conversación con científicos, que el deseo tiene la forma de la razón y de una razón abierta. No hay lenguaje, no hay sistema que se justifique a sí mismo; toda gramática es apertura a la realidad», añade Gérez.
Mientras los primeros visitantes se hacen cargo de lo que supone el crecimiento exponencial aumentan, con crecimiento aritmético, las órdenes de comida en los tres bares dispuestos en el recinto ferial. Todos sostenidos desde el principio hasta el final por voluntarios, uno de ellos por bachilleres. Se empiezan a servir cervezas, ensaladas y bocadillos y arranca una mesa redonda dedicada a otro tema tabú en la sociedad española: el posible perdón entre víctimas y terroristas. Algo casi innombrable después de que la violencia independentista haya dejado casi 1.000 muertos. Participan Julián Ríos, abogado y profesor de Derecho Penal en la Universidad Pontificia de Comillas, e Ignacio José Subijana, magistrado y presidente de la Audiencia Provincial de Guipúzcoa. Dos grandes personalidades del mundo jurídico. Ríos ha trabajado en programas de reencuentro entre víctimas y verdugos. La justicia, relata, puede abrirse al perdón. El encuentro es posible incluso en esa situación.
La violencia independentista ha causado mucho dolor en España pero también el yihadismo con su atentado del 15 M de 2004. Quizás por eso y por la curiosidad de ver dialogar a un musulmán y un católico, el encuentro de Javier Prades, rector de la Universidad San Dámaso, y Wael Farouq, está lleno desde minutos antes de empezar. ¿Realmente es la religión la causa de la violencia como repiten la mayoría de los gurús de Occidente? ¿Hay que aceptar la privatización del hecho religioso como solución? «En Occidente estamos viviendo un retorno de lo religioso. En otras partes del mundo nunca se fue. Por eso se habla de una sociedad postsecular. Pero no vale cualquier retorno de lo religioso. Es necesario que la religión dé razón de sí misma. Y es cierto que en algunos momentos lo religioso puede haberse expresado de forma violenta. Pero del corazón del evangelio, de Jesús mismo, surge aquello que rompe el círculo de violencia», señala Prades. «Somos parte de ese mal que genera la violencia, también es responsabilidad nuestra», añade Wael. El encuentro alcanza su momento culmen cuando el musulmán destaca el valor del testimonio de los cristianos perseguidos en Iraq y en Siria: «Vemos el mal de la persecución pero no vemos a los cientos, a los miles de cristianos de esos países que han muerto porque han elegido el bien».

Una diferencia sorprendente. Sentada entre los visitantes, escuchando a Farouq y a Prades, está Marina del Corral, secretaria general de Inmigración del Ministerio de Trabajo y Asuntos Sociales. Es un alto cargo del Gobierno. Le sorprende la diferencia entre lo que está oyendo y lo que oye habitualmente. Está impresionada, no cree estar de acuerdo, pero quiere seguir escuchando. Por la tarde sigue sorprendiéndose ante el relato de Farhad Bitani, mediador social y ex capitán del ejército afgano, que cuenta su evolución desde una educación fundamentalista recibida en Afganistán hasta el descubrimiento de la caridad. «Lo importante no es solo reconocer al otro como un bien sino hacerlo cuando ese otro es tu enemigo», ha afirmado en otro encuentro Jon Juaristi, judío, uno de los ensayistas y columnistas más leídos en una España frecuentemente escindida. «Seguid propiciando encuentros como estos, en salida», indica monseñor Carlos Osoro, arzobispo de Madrid en la misa del domingo que celebra para todos.
Sorprendidos los invitados, sorprendidos los voluntarios, sorprendidos todos.

 
 

Créditos / © Asociación Cultural Huellas, c/ Luis de Salazar, 9, local 4. 28002 Madrid. Tel.: 915231404 / © Fraternità di Comunione e Liberazione para los textos de Luigi Giussani y Julián Carrón

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