Madre Teresa de Calcuta
Ven, sé mi luz
Editorial Planeta, 2008
pp. 500 – 20,50 E
Publicado para coincidir con el décimo aniversario de su muerte, este libro es el retrato más íntimo que nunca se haya publicado de la Madre Teresa de Calcuta, cuya vida y trabajo siguen siendo admirados por los millones de personas. Reconocida con el premio Nobel de la Paz en 1979, creemos saber ya mucho sobre la Madre Teresa, pero realmente conocemos muy poco sobre su espiritualidad o sus luchas internas. Se recogen aquí las cartas que escribió a sus más íntimos confidentes durante sesenta años, donde veremos que también ella tenía dudas sobre la existencia de Dios, la religión y su propio cometido en esta vida. Descubriremos a la Santa de Calcuta más personal y sincera a través de esta recopilación que ha hecho el padre Brian Kolodiejchuk, postulador para la causa de su beatificación, quien la conoció en 1977 y convivió con ella hasta su muerte en 1997.
Fray Luis de León
De los nombres de Cristo
Galaxia Gutenberg, 2008
pp. 1020 – 35,00 E
De los nombres de Cristo es la única de las obras castellanas del autor publicada en vida del propio Fray Luis de León, a quien Cervantes proclamaba «un ingenio que al mundo pone espanto» y Lope de Vega el «honor de la lengua». La prosa de Fray Luis tiene su cumbre en este libro, considerado a lo largo de los siglos ejemplo de elegancia y sabiduría, pero que modernamente, sin embargo, ha sido más citado que leído. Javier San José sitúa pormenorizadamente los aspectos esenciales de la obra en su contexto histórico-literario y la anota punto por punto para explicarla y acercarla al lector de hoy.
El texto crítico se establece teniendo presentes todas las ediciones anteriores y haciéndose cargo de las peculiaridades de la tipografía en el siglo XVI. Los índices dan cuenta del inmenso caudal erudito que Fray Luis reúne. De los nombres de Cristo se nos aparece así en toda su plenitud como uno de los monumentos fundamentales del humanismo europeo y de la literatura española de todos los tiempos.
(Del estudio preliminar de Fernando Lázaro Carreter)
Victor Kravchenko
Yo escogí la libertad
Ciudadela, 2008
pp. 496 – 22 E
En esta biografía novelada, Kravchenko muestra la dramática y terrible realidad de los sistemas totalitarios que marcaron, ya para siempre, el convulso siglo XX.
Durante la II Guerra Mundial, Kravchenko fue capitán del Ejército Rojo, justo antes de ser enviado a EEUU como funcionario de la Comisión Soviética de Compras en Washington. Fue entonces, en 1943, cuando tomó la decisión de desertar y romper toda relación con la URSS. Tuvo que ocultarse para poder escribir el que sería uno de los más estremecedores relatos sobre lo que estaba pasando en Rusia. Su libro Yo escogí la libertad se aupó, en sólo ocho semanas, a las listas de los libros más vendidos; el Reader’s Digest lo incluyó, resumido, como parte de sus selecciones; aparecía todos los días en las publicaciones de Hearst. A partir de ese momento, sufrió una serie de falsas acusaciones provenientes de la Unión Soviética y sus partidos satélites y tentáculos europeos, como la revista Les Lettres Françaises que, desde sus páginas, le acusó de crear una gran mentira al servicio de las agencias norteamericanas de inteligencia a base de propaganda antisoviética. Kravchenko les demandó, en Francia, y comenzó el único gran juicio en la historia contra el comunismo, que ha sido equiparado por muchos con el de Nuremberg contra los nazis por la gran cantidad de víctimas del terror ruso que testificaron en él. El escritor ganó el juicio.
Víctor A. Kravchenko apareció muerto en su apartamento de Manhattan, con un tiro en la cabeza, en febrero de 1966, dejando viuda y dos hijos. Aunque su muerte aún no ha sido esclarecida, su hijo Andrew siempre ha defendido que fue un trabajo del KGB.
Yo escogí la libertad es la tremenda confesión ante el mundo de un alto funcionario soviético sobre la realidad comunista en su patria. Su deserción –humana, trágica- la hizo pública en el New York Times. Era el 3 de abril de 1944.
Víctor A. Kravchenko nació en 1905 en Yekaterinoslav, Rusia. En 1929 ingresó en el Partido Comunista. Durante aquellos años fue testigo directo de las muertes por las grandes hambrunas producidas por los planes colectivistas, así como de las inmensas purgas estalinistas que acabaron con la vida de miles de personas.
Fiodor Dostoyevski
Memoria de la casa de los muertos
Ciudadela, 2008
pp. 272 – 18 E
Decía Volkoff que si un ruso no conoce a ciencia cierta la autoría de un texto de alta calidad literaria siempre se lo atribuye a la pluma de Pushkin, escritor nacional por excelencia, a fin de no evidenciar una triste carencia de conocimientos. Pues bien, a propósito de Memoria de la casa de los muertos, fue Tolstoi, otro grande, el que sentenció que «no existe libro mejor en toda la nueva literatura, incluyendo a Pushkin», comentario que confirma tanto su audacia como la calidad de la presente novela.
Concebida, como dice su autor, «para representar con la mayor exactitud el cuadro del presidio, con todo lo que hube de soportar en él durante tantos años», se sumerge en la más poética de las circunstancias, haciendo de su sufrimiento un vehículo de análisis que permite penetrar, como pocas veces se ha hecho, en las profundidades del alma. Y es que en esto, Dostoyevski se ha revelado como un genio capaz de alcanzar las simas más profundas y las cumbres más altas del ánimo y del espíritu humano. De carácter vivo y curioso, ora atormentado, ora sorprendido ante el comportarse de sus semejantes, este escritor ruso tuvo el acierto de plasmar sobre el papel aquello que muchas veces sentimos pero no siempre logramos concretar.
De brillante escritura, Memoria de la casa de los muertos se revela como exponente de la clarividencia de Dostoyevski y punto álgido de toda su obra, por encima incluso de algunos títulos tenidos como insuperables.
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