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Huellas N.6, Junio 2008

CL

Cartas desde la frontera

Massimo Camisasca

Ese jardín secreto

«Bolonia está repleta de patios interiores, desde la calle no lo sospechas hasta que abres una de las grandes puertas que dan al interior y te encuentras con muros pintados de colores y figuras antiguas, con rejas y ventanas preciosas. También mis chicos son así: cada cual esconde un lugar secreto que espera la llegada de una compañía para la vida». Con estas palabras el padre Andrea Marinzi describe su labor como educados. «Para llegar a ese jardín escondido, precioso y secreto, hace falta perdonarles, aprender a amarles así como son, con todos sus límites e imperfecciones. Solo la certeza de ser amados les devuelve la capacidad de afrontar la vida». En la ciudad que el cardenal Giacomo Biffi definía «sacia y desesperada» don Andrea da clase de religión en el Liceo Malpighi. Trabaja también con los grupos de GS y el de los chicos de 11 a 14 años. Toma prestadas las palabras de Parsifal, la canción de Claudio Chieffo, para decir que para los chicos «la compañía es “un punto firme entre las olas del mar”». Un punto que no te deja solo y te saca de la apatía. Cuando murió Matías, un chico de GS de 17 años, les convocó y les dijo: «¿En qué nos pide cambiar lo que ha sucedido?». Giacomo le contestó con otra pregunta: «Si muriera uno de mis mejores amigos, ¿podría decir que nuestra amistad no fue vana?». Esta pregunta acompaña a don Andrea en su trabajo diario. En sus cartas habla siempre de los chicos y de lo que aprende de ellos. Dice, que «hay que darlo todo, entregarse a ellos sin medir esfuerzos, sin calcular resultados». En una de sus últimas cartas contaba: «Hace poco les puse un examen en clase. Un chico me preguntó: “Profesor, ¿por qué la Iglesia no aprueba las relaciones prematrimoniales?”. Resoplé para mis adentros, pero en seguida le pedía a mi Ángel de la Guarda que me inspirara una respuesta eficaz para despertar en él un ideal verdadero, hermoso. Pero, una chica se me adelantó: “Profesor, “¿Por qué no nos repite lo de la flor que nos contó el año pasado?”. Se refería al pasaje del Miguel Mañara donde se dice que cortar una flor es matarla y que amar implica respetar y mirar como algo sagrado la persona que amamos. Yo había hablado de ello un año antes y no habría dado un duro por esta chica que me parecía dormitar a veces en mis clases. En cambio, cuando su compañero preguntó no dormía en absoluto. Y tampoco estaba distraída hace un año.
Realmente, en cada hombre hay un lugar que espera. Un lugar secreto que escucha, que necesita, que aguarda: «Escuchó entonces, y sigue escuchando, esperando. Es un error medir, calcular, programar, porque todo está en manos de Dios que crea este “jardín secreto” y lo cuida. A nosotros nos toca entregarnos sin cálculos y disfrutar de lo que Otro hace a través de sus siervos inútiles».

 
 

Créditos / © Asociación Cultural Huellas, c/ Luis de Salazar, 9, local 4. 28002 Madrid. Tel.: 915231404 / © Fraternità di Comunione e Liberazione para los textos de Luigi Giussani y Julián Carrón

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