La ruptura con el rigor, entre exigencias reales y responsabilidad de los bancos. «Necesitamos un nuevo pacto social». El politólogo VITTORIO EMANUELE PARSI habla de la Unión Europea después del voto en Grecia
Vittorio Emanuele Parsi es profesor de Relaciones Internacionales en la Universidad Católica de Milán. Cuenta con un curriculum académico de perfil internacional. Durante la entrevista habla del euro utilizando metáforas tomadas de una de sus pasiones, la navegación, y rompe tabúes y tópicos sobre la economía, la política y Europa con la energía de un jugador de rugby (juega en el equipo “Old” del club de rugby Monza).
Hablamos de Europa partiendo de las recientes elecciones políticas en Grecia y de las primeras jugadas de Alexis Tsipras que no tiene ninguna intención de presentarse en Bruselas o en Berlín con aire penitente, al contrario se presenta con pretensiones sobre los 240 mil millones de deuda acumulados por sus predecesores (hoy la deuda externa griega es superior a 315 mil millones de euros).
¿Expresa un radicalismo peligroso o una necesidad real?
Sin duda expresa una exigencia de cambio radical. Hoy la política de rigorismo financiero y de hiper liberalismo económico ha perdido fuerza en Europa respecto de cuando se lanzó el rescate a Grecia. Tanto en Bruselas como en Berlín hay un espacio para la negociación.
Desde Berín, Bild ha titulado: «Choque en Europa», el Bundesbank y el ministro del Tesoro juran que no habrá descuentos.
Es normal al comienzo de una negociación que las partes se presenten con posiciones inamovibles. Luego es inevitable que se muevan. Entendámonos, no se trata de descargar sobre otros el coste de la crisis griega o de ignorar las responsabilidades de la vieja clase dirigente de Atenas, sino de elaborar un plan de salvamento razonable. Que no debe pesar sobre los ciudadanos, sino sobre los bancos que han prestado un montón de dinero en condiciones muy costosas. Incluso los usureros saben que cuando aplican ciertos porcentajes, no lograran nunca recuperar el capital prestado…
Un ministro griego, recientemente elegido, Yanis Varoufakis, ha declarado: «El euro no se pensó para sostener situaciones de crisis. Debe ser reformado».
El euro nació con una gran ambición, la de asociarse al dólar, o incluso de competir con él, para asumir el rol de moneda de referencia internacional. Pero corrían otros aires entonces, no había tormentas como las actuales. Ahora el euro parece uno de estos barquitos para deportistas domingueros; son estupendos cuando el mar está en calma, pero caen en picado cuando se levanta la primera tempestad. El dólar ha logrado gobernar una crisis tremenda gracias a la poderosa acción de la “acorazada” Fed (el Sistema de la Reserva Federal de EEUU). Pero no es solo cuestión de la moneda común.
A la Unión le falta un gobierno común. Su política está enjaulada en normas que le impiden ejercer sus responsabilidades. En cambio, cualquier decisión, incluso meramente técnica, debería encontrar consenso abiertamente en la opinión pública.
¿Es realmente democrática la guía de la UE, fruto más bien de cooptación que de elección?
Ciertamente, no lo suficiente. Es preciso pensar en reformas y cambios importantes, adecuados a cambios epocales en la esfera económica. Hoy la economía consume puestos de trabajo en lugar de crearlos y corremos el riesgo de que el paro sea la norma. Esta tendencia debe cambiar a la fuerza, no podemos siempre sacrificar a las personas. Considero necesario un nuevo pacto social con dos objetivos: reconstruir el máximo de igualdad de oportunidades y un mínimo de igualdad de condiciones. Algo así como una plataforma de aterrizaje para quien cae, sufre penalidades o exclusión. La cuestión es: ¿cuáles son las claves culturales profundas para poder repensar los fundamentos de la relación economía-sociedad?
¿Cuál es su opinión el respecto?
Una revisión de la teoría económica. Luego, un antropocentrismo decidido. Debemos volver a poner al hombre en el centro de nuestro razonamiento en campo económico. No se trata de ser un poco más keynesianos o un poco más monetaristas. La cuestión es a qué, o mejor dicho, a quién, sirven el dinero, los bienes y los productos. Se ha abierto un abismo entre los que pueden disponer de su capital y los que solo disponen de sus brazos. Parece que hemos vuelto a la época de la renta del siglo XVIII.
¿Y entonces?
La Ilustración fue la bandera que en ese momento guió la salida del dominio de la renta territorial hacia las capacidades de los hombres para emprender. En cierto sentido, tenemos que volver allí. Hubo un cierto pensamiento católico que se arrojó en contra de ese momento como si fuera la fuente de todos los males. En cambio, muchos contenidos, a veces fruto del pensamiento cristiano, son válidos: el valor del individuo, del trabajo, de la empresa…
El eslogan de Tsipras ha sido: «Ha vencido la esperanza». ¿Esperanza de qué?
De momento podríamos modificarlo así: «Ha perdido la desesperanza». ¿Esperanza de qué? De que Europa vuelva a ser madre y no madrastra, pero quizás en nuestras mentes y en nuestros corazones, también una hija, una criatura que podamos ayudar a crecer con amor y confianza.
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