Cumple diez años el Centro cultural Pokrovskie vorota. El “escaparate a la calle” de una presencia cristiana en la plaza pública que actualmente propone unos doscientos actos al año. Un lugar donde todos se sienten en casa: «Porque vosotros no pedís nada a cambio»
Es una de las pocas calles de Moscú que Napoleón no arrasó en 1812, y hasta la revolución de 1917 tomaba el nombre de una pequeña iglesia dedicada al milagro de la Madre de Dios que protege al pueblo cristiano con su manto. Ulica Pokrovka, calle de la “protección de la Virgen”. En época soviética pasó a ser calle Cernysevskij, en honor de uno de los “padres” del régimen soviético, y la iglesia fue derribada, en el intento de borrar con ella también la memoria cristiana. Pero si hablas hoy con un moscovita de Pokrovskie vorota, entiende perfectamente que se trata de un hermoso edificio histórico en esa calle donde se va a ver una exposición, a escuchar una conferencia o a tomar un té. Donde se queda con un amigo.
El centro cultural Pokrovskie vorota cumple diez años. La Biblioteca del Espíritu, que nació mucho antes en Italia, abrió su “escaparate a la calle” para ser una presencia cristiana pública en Rusia el 19 de noviembre de 2004. Desde entonces, ha organizado casi 1.500 eventos. Pero no es solo este su valor.
En una conversación por Skype con Giovanna Parravicini, investigadora de Rusia Cristiana, y Jean François Thiry, director del Centro cultural, tratamos de entenderlo.
El hambre y la inflación. La Biblioteca del Espíritu nace en Moscú en 1993, en dos pequeños locales de ulica Volodarskogo 16. Los obispos católicos rusos habían pedido a Rusia Cristiana que prosiguiera directamente desde Moscú la actividad de edición y distribución de libros religiosos que llevaba años haciendo, de manera más o menos clandestina, desde Italia.
Nada más caer el Muro de Berlín, «la gente del Este estaba hambrienta de libros», cuenta Parravicini. «La Biblioteca distribuye en poco tiempo, a plena luz del sol, miles y miles de copias de publicaciones católicas y ortodoxas. Pero, sobretodo, es un instrumento de encuentro: se parte de los libros para llegar al diálogo, y esto en un momento muy delicado para las relaciones entre católicos y ortodoxos».
El “hambre” de textos religiosos tiene vida breve: «Ya en 1995 veíamos que distribuir libros no era ya tan sencillo como unos años antes, cuando la gente se lanzaba a por cualquier publicación que abordara temas religiosos», explica Giovanna. «Después del boom de ensayos y novelas religiosos, circulados durante años solo a través del samizdat, hoy tenemos una inflación de novelitas empalagosas, libros horror, de cocina, de belleza, de sexo. En la sociedad rusa, a la censura ideológica, que en cierto sentido acababa estimulando el interés y la circulación de ideas, se ha sustituido la censura del mercado».
Hacía falta tomar otro rumbo. «No queríamos limitarnos a distribuir libros como habíamos hecho hasta entonces. Pensamos: nos gustaría comunicar muchas cosas, por lo tanto necesitamos un espacio público. El fundamento, o la piedra miliar, desde donde volver a arrancar era esa concepción de ecumenismo “Cristo es todo en todos”, por tanto, la conciencia de una unidad que es anterior a cualquier división, a la que nos habían educado don Giussani y el padre Scalfi».
De allí surgió una idea atrevida: una presencia pública, visible en la ciudad de Moscú. Los costes, la burocracia, las dificultades jurídicas parecían insuperables. Pero el 19 de noviembre de 2004, se inaugura en un hermoso edificio antiguo, bajo el manto protector de la Virgen, el “escaparate” de Pokrovskie vorota (ver Huellas, n. 1/2005).
Sin estrategia. «De la inauguración, recuerdo dos cosas», afirma Thiry: «Debía ser un lugar donde los ortodoxos pudieran sentirse en casa y una ocasión para aprender a conocerse recíprocamente. No teníamos una estrategia cultural, pero sí un sujeto, una identidad: estábamos nosotros, seguros de que podíamos testimoniar la experiencia del cristianismo tal como nos la ha transmitido don Giussani».
«Estábamos expectantes, curiosos por conocer a los que “vendrían a casa”», apostilla Parravicini. Y poco a poco la gente vino, tanto que hace tres años un sacerdote ortodoxo, amigo nuestro, dijo que en Moscú el 90% de las actividades culturales de la Iglesia ortodoxa se desarrolla en Pokrovskie vorota. «Cuando le pregunté el porqué, me contestó: “Porque vosotros no pedís nada a cambio”», cuenta Thiry.
Nada más caer el Muro de Berlín, muchos pedían el Bautismo. Pero fue tan solo un paréntesis que se cerró enseguida. A menudo, todavía hoy, la religiosidad rusa peca de formalismo. «Nuestra idea es la de devolver al centro la experiencia cristiana el aspecto sustancial del cristianismo», corrobora Parravicini. «Todo lo demás son consecuencias».
Actualmente, la Biblioteca propone 200 encuentros al año: conferencias, debates, exposiciones, presentaciones. La mayoría de estos actos nace de propuestas de artistas, intelectuales o editoriales que entran en contacto con la Biblioteca y presentan su idea. «Por ejemplo, el museo del Kremlin ha realizado un importante libro sobre el arte bizantino, y lo presentará aquí, en nuestros locales. Vendrán muchas personas que no nos conocen. Es una gran responsabilidad».
El “Meeting de la Pakrovka”. El 12 de diciembre, con ocasión del aniversario, se celebrará una mesa redonda con algunos de los ponentes que han colaborado en estos años. Será un momento de reflexión. Después, el “Meeting de la Pakrovka”, dos días de encuentros sobre el tema de la “esperanza”: la muestra sobre Charles Péguy del último Meeting de Rímini, con Pigi Colognesi, y una velada con Olga Sedakova. «Para la ocasión un amigo nos regala el diseño de una nueva página web para manifestar la estima y el deseo de que esta obra continúe», dice Giovanna.
Entonces, la Biblioteca del Espíritu es esto: un lugar donde ir a un concierto, escuchar una conferencia, comprar libros, beber un té o comerse un helado. Donde uno puede sentarse y preguntar al vecino: «Pero vosotros, ¿quiénes sois?».
Créditos / © Asociación Cultural Huellas, c/ Luis de Salazar, 9, local 4. 28002 Madrid. Tel.: 915231404 / © Fraternità di Comunione e Liberazione para los textos de Luigi Giussani y Julián Carrón