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Huellas N.10, Noviembre 2014

QUINO / Premio Príncipe de Asturias

Una mirada que nos interroga

María de los Angeles Cirnigliaro

Para el dibujante argentino, hijo de inmigrantes andaluces, la popularidad de Mafalda fue una sorpresa insospechada. Tanto el corazón humano que manifiesta exigencias universales cuando mantiene una mirada de niño y sabe sazonar con humor el drama de la vida diaria, como la niña preocupada por la paz mundial que odia la sopa

Ante la pregunta de cómo nació Mafalda, Joaquín Salvador Lavado Tejón (Quino) suele describir con sencillez la anécdota que originó la genial historieta de su autoría. En muchas ocasiones, dijo que todo empezó por casualidad. Una agencia de publicidad quería promocionar, de modo encubierto, una línea de electrodomésticos. Quino presentó algunas historietas con el personaje de una niña llamada Mafalda, que pertenecía a una típica familia de clase media argentina de los años sesenta. La campaña publicitaria finalmente no se realizó y sus dibujos quedaron archivados. Al año siguiente, Julián Delgado, el secretario de redacción de la revista Primera Plana, le pidió unas historietas para publicar y fue entonces cuando Quino rescató esas viñetas.
Si bien sus comienzos en el humor gráfico se remontaban a unos años antes, esta circunstancia promovió la creación de su personaje más querido y popular.

De 1964 a 2014. El 29 de septiembre de 1964 Mafalda apareció por primera vez en la prensa. Quino dibuja, en un principio, solo a Mafalda y sus padres. Con el paso del tiempo, iría agregando personajes, los amigos de Mafalda y su hermanito Guille. Al poco tiempo, el dibujante también plasmó su trabajo en diez pequeños libros, en los cuales reunía toda su producción periódica. Esto facilitó a su público el poder coleccionar sus historietas, así como su auge y su difusión posterior. En junio de 1973, por decisión de Quino, se publicó la última tira de su popular protagonista, aunque su imagen aparecerá posteriormente en varias campañas y afiches con fines educativos y sociales.
Quino elevó imprevistamente el género de la historieta a categorías novedosas hasta entonces. Él nunca se imaginó la incidencia, el alcance y la vigencia que iba a tener su obra. Sus historietas han sido traducidas a más de treinta idiomas y su popularidad trasciende ampliamente las fronteras argentinas y latinoamericanas.
Quino recibió numerosos premios nacionales e internacionales. El más reciente, brindado en el marco de la celebración de los cincuenta años de su obra, ha sido el prestigioso premio “Príncipe de Asturias de Comunicación y Humanidad” de manos del rey Felipe VI, otorgado por primera vez a un dibujante. En el discurso de entrega del galardón, el rey menciona: «Mafalda y los demás personajes de Quino nacen de su mirada aguda e intuitiva. Son profundamente humanos y están dotados de una inteligente ironía o dulce inocencia o de un apabullante sentido común (...). Ha sabido imbuir a sus personajes de una admirable capacidad para transmitir valores educativos universales, como universal es la admiración y el cariño por sus viñetas y dibujos geniales».

Una historieta original. Para entender el sentido y la profundidad de su obra, conviene recordar el contexto en el que se originó. La historieta argentina de los años sesenta se hallaba en un período de exploración e innovación estilística por parte de los dibujantes de entonces. Éstos se encontraban movilizados por diversas circunstancias culturales y sociales, por ejemplo, la irrupción de la televisión en el medio social, la llegada de historietas extranjeras y el abandono del país de varios de sus mejores artistas. Por entonces, abundaban fundamentalmente las historietas de grandes aventuras, héroes y villanos, entre otras. Quino, en cambio, propuso al público una historieta de autor, original en cuanto a la elección de los personajes del mundo infantil y con una mirada que abarca también al mundo adulto. Su proceso creativo comprende tanto la idea y el argumento como los dibujos. Quino no se dedicó a contar grandes hazañas, sino a retratar a una niña, llena de preguntas y con una mordaz ironía. Relató sus días dentro y fuera de una familia de clase media de los años ‘60 en Argentina: su relación con sus padres, con la escuela, la televisión, las noticias que llegan del mundo, los Beatles (su banda favorita), su perplejidad ante el mal del mundo y la guerra...

Cómo surgió el personaje. En sus entrevistas Quino suele decir que la esencia de su personaje surgió al observar la dicotomía que se plantea entre lo que dicen los adultos, por un lado, acerca de cómo se debe ser y actuar y, por otro, la realidad de los hechos. En sus historietas pretende reflejar lo que sucede con una niña que va a la escuela y le dicen que tiene que ser buena, no pelearse con nadie y luego se pone delante de la televisión, ve los diarios o escucha la radio y encuentra que en la vida real los adultos hacen en muchas ocasiones todo lo contrario. Entonces, ante semejante incongruencia, no puede dejar de preguntar o cuestionar el porqué. Así surgen las incómodas preguntas de Mafalda a sus padres. Al ir creciendo, fueron llegando sus reflexiones y Mafalda se convirtió en una atenta y observadora nena que se preguntaba por todo lo que sucedía y el mundo que le rodeaba.
Acompañada por su hermanito Guille y sus amigos, Felipe, Susanita, Manolito, Miguelito y Libertad (que, sugestivamente, es la más pequeña de estatura), Mafalda vive sus aventuras cotidianas. Estos amigos representan los diversos modos de ser típicos de nuestra sociedad, en especial de la clase media urbana de la Argentina del siglo XX: el soñador enamoradizo con aversión al deber, la chismosa del barrio que aspira a casarse, el comerciante materialista y simplón hijo de inmigrantes, el solitario ingenuo y excéntrico, la combativa hija de intelectuales... Personajes típicos, sí, pero no por ello estereotipos. Quino ha sabido infundir una personalidad propia a cada uno de ellos, haciéndolos graciosos y profundamente entrañables.

La quintaesencia. ¿De dónde nace la fascinación que este personaje ejerce en el mundo entero? De su mirada profunda hacia la realidad. Mafalda no renuncia a utilizar la razón de manera elemental ante todo lo que sucede, tanto lo cotidiano y cercano, como lo más lejano. Encarna imperiosamente el sentido común. Posee la valentía de no dejar de preguntarse ante lo que descubre, le preocupa o no entiende. Mafalda anhela un mundo en paz, sin desigualdad, sin injusticias, pero también es sensible y se ocupa por sus padres, hermanito, amigos, maestra, vecinos. No deja de jugar, imaginar, ir a la escuela, escuchar a los Beatles, ver la televisión y odiar la sopa. Todo sazonado con un humor delicioso y mucha ternura.
La quintaesencia es su humor irónico ante lo que sucede en su entorno cercano y en el mundo entero. Don Giussani explicaba que la ironía nos permite afrontar la realidad con un cierto desapego, conscientes de nuestra inevitable fragilidad. Los nuestros son siempre “intentos irónicos” cuando el límite no nos frena en perseguir el ideal que mueve nuestro corazón. Mafalda refleja simple y naturalmente esta ironía que no se detiene ante los obstáculos y sigue deseando una respuesta frente a la realidad que esté a la altura del corazón.
Es un personaje que se rebela, contesta, indaga, no se conforma. Su pasión por conocer la realidad no se detiene ante las circunstancias contrarias, aunque haya momentos de desconcierto, de tristeza, como ella lo suele manifestar ante la problemática del hambre, la explotación infantil, la pobreza, la guerra, etc.

Con ojos de niños. Cabe destacar que además de Mafalda, su personaje emblemático, Quino tiene una extensa producción de humor gráfico. A raíz de la pregunta de un periodista sobre el porqué de la constante presencia en su obra de personajes pequeños, débiles, hombrecitos frágiles en relación con personajes poderosos, él menciona que quizás se deba a que esta es la cuestión importante, la incesante lucha que todos tenemos por la libertad.
Cabe destacar que Mafalda revela sobre todo a su autor, Quino, a su mirada y a sus preguntas profundamente humanas que le inquietan incluso hoy en día con sus 82 años. Quizás tentado hoy por un pesimismo, ausente en otras etapas de su vida, y motivado por la dura prueba de la pérdida de visión.
Al igual que Borges, Sábato u otras grandes personalidades intelectuales argentinas, Quino a través de sus trazos, de sus recursos gráficos y narrativos originales, logra brindar un aporte a la cultura universal desde el humor y la inteligencia, aventurándose a desvelar aspectos fundamentales del ser humano a través de los ojos de los niños.
(Han colaborado Maximiliano Olivero y Santiago Disalvo)

 
 

Créditos / © Asociación Cultural Huellas, c/ Luis de Salazar, 9, local 4. 28002 Madrid. Tel.: 915231404 / © Fraternità di Comunione e Liberazione para los textos de Luigi Giussani y Julián Carrón

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