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Huellas N.9, Octubre 2014

BREVES

Cartas

a cargo de Carmen Giussani

VIERON Y CREYERON
La muestra “Vieron y Creyeron, la alegría y la belleza de ser cristianos” se expuso del 5 al 20 de septiembre en la parroquia San Pedro Claver de Cartagena, coincidiendo con las fiestas del Santo Patrono. Después de algunas reuniones nació la idea de hacer una propuesta pública a todos los feligreses invitándolos a participar como voluntarios. ¿Para qué? Para que fueran ellos los protagonistas, quienes estudiaran la muestra y guiaran la visita a la exposición. Así empezó la gran aventura. Ibelis se preocupó por reunir a la gente que empezó a apuntarse y se realizaron grupos de estudio que después se reunieron conmigo por skype, para que los acompañara en el estudio de cada uno de los paneles. Luego de cada encuentro, yo quedaba impactada al ver cómo la gente tomaba iniciativa y cómo empezaba a aumentar de número. Fue increíble la disponibilidad: llegaron a ser alrededor de 15 personas por grupo. En las reuniones de estudio vi que se pasó de la curiosidad natural a plantear preguntas serias relacionadas con los autores de las obras de arte, un interés por saber sus nombres, un interés por estudiar los comentarios de Dostoievski, Péguy, san Agustín. Fue como si lo que escuchaban y leían les hablara a cada uno. Todos se dejaron llevar por la profundidad humana de estos hombres del pasado y, en el fondo, tuvieron un encuentro con ellos. Muchas veces se quedaban en silencio. Fue evidente que hubo una sintonía inexplicable, inesperada. Así me lo relató Eric, uno de los voluntarios. Me lo encontré una mañana el fin de semana después de la inauguración. Lo vi concentrado leyendo los paneles, estaba solo. No pude evitar preguntarle si quería que lo acompañara para guiarlo en su recorrido. Yo no sabía que él era voluntario ni él sabía quién era yo porque nos conectábamos por skype sin video. Él aceptó que lo acompañara y, al llegar a la pintura de Alvar Cawen, El violinista, me interrumpió y me dijo: «Ese soy yo, ¿sabe?, yo soy músico, pero ahora ya no toco, soy como él, me encuentro triste, ya no logro tocar, he perdido las ganas de vivir». «Pero, ¿por qué?», le interrogué. «Me estoy divorciando de mi mujer, tengo dos hijos pequeños y los veo sufrir, ellos y yo estamos sufriendo. No tengo alegría, no hay ningún motivo para volver a tocar». Seguimos el recorrido de la muestra hasta que nos encontramos con el panel de los fotogramas de la película El Evangelio según San Mateo de Pier Paolo Pasolini. Le hablé de la experiencia de Andrés, que don Giussani recreó tantas veces y que yo leí en Reconocer a Cristo. Le hablé del abrazo que Andrés le dio a su mujer después del encuentro con Jesús. Entonces él me dijo: «Mire, yo deseo hacer lo mismo, regresar a mi casa, abrazar a mi esposa, que ella se dé cuenta que me ha sucedido algo. Yo ya no soy el mismo, ahora he empezado a ir a la iglesia, a rezar, a preguntar muchas cosas sobre Cristo. Yo venía antes a la parroquia, pero hacía todo automáticamente, no entendía por qué comulgar, por qué confesarme, no sabía el verdadero significado de ser cristiano. Mire, ¿cómo se llama usted?». Le contesté que era Doris y él entendió que yo era la misma del grupo de estudio por skype, y me dijo emocionado:«Usted no sabe pero un día tuve que cambiar de santuario y vine a esta parroquia. Ese día escuché el aviso para ser voluntario, yo quise venir, porque deseo ser educado, deseo saber, deseo entender quién es Cristo. Por esto quiero que mi esposa pueda ver lo que yo ahora estoy viendo, gracias a esta muestra. Mire, ella, mi esposa, ahora se cambió de religión. Pero yo estoy contento de haberme quedado aquí, ahora reconozco más de qué se trata y deseo ser educado y seguir aprendiendo». Su mirada se hizo brillante y entonces pensé que sólo por él, por Eric, habría valido la pena presentar esta muestra. Entendí mejor lo que dice el Papa, que tenemos que ir a las periferias existenciales y anunciar a Cristo. Lo más extraordinario es que la muestra ha supuesto una novedad, no sólo para los voluntarios, sino para mí: nos hemos empezado a encontrar a raíz de lo que ha sucedido, todo a partir de la muestra. Hace poco Miriam, una mujer de 74 años que es ministra de la eucaristía, me dijo: «Mira Doris, la otra noche, luego de una cena que hicimos, regresé a mi casa muy contenta, estaba tan feliz que pensé: pero, hace muchos años que no regresaba tan tarde a mi casa, siempre estoy en la parroquia y sin embargo no me encuentro con nadie. Ha sido extraordinario encontrarme con ustedes, la muestra es lo mejor que me ha podido pasar, es la belleza que me ha alcanzado».
Doris Barragán, (Colombia)

Madre e hija
LO QUE NECESITO
La madre de Clara, Leonor, culminó su vida hace pocos días. Provocada por una pregunta que escuchó en la última Escuela de comunidad de los bachilleres, Clara escribe a un amigo.

La pregunta que planteó Álvaro en la Escuela de la semana pasada, cuando decía que deseaba disfrutar el presente, cada momento, y no sabía cómo, me provocó mucho, porque vi como se me hacía evidente que necesito de Él para disfrutar, necesito que esté presente. Le dije a Álvaro que yo lo que hago es decir que sí a lo que Él me pone delante. Hace unas semanas, dije que sí ante la muerte de mi madre, me abandoné en Él y Él hizo lo demás, hizo lo que parecía imposible: estar con paz ante su muerte, claro, dentro del dolor. Es algo que no soy capaz de explicar, pero me he dado cuenta de que si te sucede esto puedes afrontar todo. Ha vencido la muerte, entonces, ¿a qué puedes temer? Es algo que supera todos los límites, como dice la canción: «Si el Señor es mi luz a quién temeré…». Muchas veces somos nosotros mismos los que con miedo no creemos que sea posible estar bien ante cualquier cosa, ponemos límites. La gente estos días se quedaba impactada y muchos preguntaban: «¿Pero cómo es posible esto?». Porque es algo que parece imposible. El problema es que si nos quedamos en lo que a nosotros nos parece imposible, en nuestro límite, seremos incapaces de entender, porque si te das a Él, te das a algo que no es de aquí. En este camino me he sentido acompañada; por ejemplo, ver a mis padres cómo vivían esta situación, hacía que no perdiera la fe, que es lo único que necesitamos. Me estoy dando cuenta de lo bonito que es rezar, porque es la manera de pedirle, ponerte delante suyo y sentirse acompañada. También la misa, cosa que a veces me parece difícil disfrutar, pero si tienes la conciencia de lo que significa, es algo muy grande porque ahí es cuando Él está más presente. La Escuela es el lugar donde puedo seguir caminando con una compañía que quiero para siempre. El camino no ha acabado, es más, ahora es cuando tengo más ganas de caminar porque parto de esta experiencia, ya sé lo que quiero y esto me acompañará siempre. Un abrazo.
Clara, Madrid (España)

LEO
El mismo día en que Leonor volvía al Padre, nacía por agradecimiento esta poesía.

Te vas.
Te vas y lo siento.

Lo siento por nosotros que te perdemos.
Perdemos tu esperanza, tu aliento.

Aliento del que sabe la verdad cercana,
cercana del Padre que espera tu regreso.


Regreso al principio de la vida
de la vida que hoy comprendo.

Comprendo el camino recorrido,
recorrido santo, eterno.

Eterno en los brazos del Padre,
del Padre al que hoy rezo.

Hoy rezo por ti y por los que te perdemos,
te perdemos y ganamos que hoy hay más luz en el Cielo.

LA ILÓGICA ALEGRÍA DE UNA TARDE
Querido Julián: ¡Qué espectáculo! Llegar al salón de actos, empezar escuchando la canción de Gaber, La illogica allegría, estremecerme al reconocer en ella una experiencia que he vivido hace unos días. Lo que había pasado era que, por una serie de cuestiones ligadas al trabajo, al embarazo de mi esposa y a otros factores, nos quedamos temporalmente sin dinero en el banco y tuve que pedir un préstamo a mi padre. Un día por la tarde, mientras estaba dándole vueltas a la cabeza agobiado por los gastos a los que teníamos que hacer frente, sin motivo aparente, me embargó una gran paz. Un momento antes me debatía desesperado entre el lamento y los planes para llegar a todo, y un instante después estaba cierto de que Aquel que me había llevado hasta ese momento no me quería fastidiar, al contrario, quiere mi bien y el de mi familia.
No es que los problemas hayan desaparecido mágicamente. Pero desde aquel momento y en los días sucesivos cambió mi mirada sobre las circunstancias, empecé a respirar y mis días se llenaron de espera para ver como Él no me deja solo. Y no tardó en manifestarse. Algún que otro nuevo paciente se presentó en la consulta, llegó una pequeña herencia de un tío mío, pero sobretodo nos hizo estar más atentos a cómo usar el dinero, libres de pedir más si nos faltaba y llenos de gratitud hacia quien nos ayuda.
Tú nos has dicho: «¿Cómo se vuelve estable en la vida esta experiencia de unidad y plenitud?». Es necesario seguir un camino, seguir el carisma de don Giussani, es decir, vivir las circunstancias hasta el fondo para descubrir que Cristo es todo para mí. Una vez más, has captado perfectamente mi experiencia en este último año y medio, desde la muerte de nuestro pequeño Samuel, pocos días antes del parto, hasta el nacimiento de Benedetta hace dos semanas. Hemos tenido la Gracia de esperar a esta nueva hija con una conciencia distinta de los otros tres embarazos, con un poco de temor pero atentos a no dar nada por descontado y teniendo más claro que dependemos en todo.
Giovanni, Segrate/Milán (Italia)

«CON UNOS PRISMÁTICOS»
Querido Julián: Soy psicólogo laboral y con dos socios desarrollo una actividad de consultoría tanto en empresas como en organizaciones sin ánimo de lucro. Uno de ellos pertenece también al movimiento, la otra socia no. Recientemente, nos pidieron una colaboración para asesorar al equipo local que trabaja con AVSI en Albania. Debido a los compromisos ya adquiridos, me resultó imposible asumir personalmente este encargo. Mi compañero tampoco podía hacerlo. Entonces, con cierta preocupación, le pedí a mi otra colega si podía hacerlo. No me preocupaba su competencia en la materia, que es muy buena. Temía que le pasaran desapercibidos algunos elementos que caracterizan el trabajo de AVSI y que provienen directamente de nuestra historia y del carisma del movimiento. Para ayudarla, me impliqué a fondo en preparar nuestra intervención, a sabiendas de que para hacer bien nuestro trabajo debemos seguir lo que va sucediendo más que nuestras ideas, y que, por lo tanto, todo podía cambiar. Cuando nuestra compañera volvió de Albania, nos reunimos para ver cómo había ido el trabajo. Uno de los contenidos que habíamos decidido afrontar con el equipo albanés era el tema de una “mirada” que genera desarrollo. Con este fin les enviamos un texto tuyo para que tuviésemos una asamblea sobre este tema. Durante el workshop en Albania mi colega preparó con ellos la asamblea, junto a algunos responsables de la ONG. En Italia, yo le había dicho que no se preocupara del texto de Carrón, porque allí seguramente lo “interpretaría” otra persona. Llegado el momento, la que había trabajado de verdad sobre el texto era ella. Se lo había tomado en serio e incluso lo había comparado con algunos temas que había profundizado en tu tesis universitaria. El día antes de la asamblea, hablando juntos, observó que la cuestión de la mirada es realmente importante: para poder trabajar juntos hace falta mirarse los unos a los otros. Entonces, una de las responsables de la ONG la corrigió: «Pero aquí Carrón habla de otra Mirada…». Cristina se quedó un instante pensativa, luego replicó: «Pero, ¿por qué? ¿Crees que Dios te mira con unos prismáticos? La mirada de Dios pasa por la mirada de quienes están a tu lado y trabajan contigo». Silencio. Luego: «¿No nos dijiste que no eras de CL? En diez minutos has hecho Escuela de comunidad». Cristina me lo ha contado hoy y ha comentado: «Yo, que ni sé qué es la Escuela de comunidad…». Me produjo un escalofrío pensar en qué pueden generar una actitud seria y el parangón con la propia humanidad, mientras a veces nosotros somos un tanto ideológicos.
Stefano, Milán (Italia)

LA DIFERENCIA
Querido Julián: Tengo 27 años, estoy casada desde hace dos y soy madre de una niña de 9 meses con síndrome de Down. Soy médico y estoy buscando trabajo. Una situación nada corriente. Te escribo precisamente para darte las gracias, porque me he dado cuenta en estos meses de cuánto necesito seguir. No es suficiente un hecho excepcional (en mi caso la vida cotidiana es, de algún modo, excepcional, gracias a la presencia misteriosa de mi hija), ni toda la buena predisposición católica que se tiene ante la vida. Soy cristiana, pertenezco al movimiento casi desde siempre y, sin embargo, todo esto no basta para vivir de verdad. Hoy necesito un sentido para vivir lo que tengo ante mí. En estos meses, seguir (no solo de modo formal, sino dejándome educar, a veces incluso de forma dura) ha introducido en mis jornadas la conciencia de que lo que se me da hoy es la compañía más útil para vivir mis circunstancias, mi camino para conocer lo que llena de verdad el corazón: Jesús. Él se ha impuesto como una compañía fiel, como una presencia amorosa necesaria. No es que tuviese necesidad de alguien que me dijera que mi hija tiene un valor infinito, que su vida es grande (esto es evidente en la relación cotidiana con ella, ¡tendrías que verla!). La diferencia está en el gusto de vivir, que viene de la conciencia de que el Señor me llama aquí y no donde yo pensaba. ¡Es como si el “hoy”, por tanto las cosas pequeñas, la casa, mi marido, mi hija, me hubiesen sido “restituidos”! Esto llena por completo el corazón de agradecimiento. Nunca hubiera pensado que vivir la realidad encendiese mi deseo de felicidad, en vez de llenarlo u organizarlo de algún modo.
Alessandra

LA “PEQUEÑA VÍA” PARA MÍ
«El domingo llegan a Cometa, en Como, las reliquias de santa Teresita del Niño Jesús. Haremos una breve procesión desde el pórtico de la entrada hasta la capilla; allí las veneraremos y a final de la tarde celebraremos la misa. ¿Te vienes?». ¿Por qué no? En este tiempo me cuesta mucho la vida familiar; sobre todo con la llegada de los últimos niños en acogida, necesito pedir ayuda y quiero levantar la mirada para percatarme de lo que puede venir de esta circunstancia. Por la tarde, en Cometa, la cosa empieza mal. No consigo que se queden quietos, mucho menos que se callen, quieren ir a ver los peces rojos, no dejan de tener caprichos… Luego se calman, logramos seguir la procesión y entrar en la capilla. Lorenzo se sienta, inmóvil, ante la imagen de santa Teresita, también yo me paro a mirar y a escuchar. Están contando la historia de la infancia de Teresa, de sus padres, ambos elevados a los altares, de una familia entera que dio su vida por amor a Jesús. Nada de excepcional, ninguna hazaña, ninguna obra magna, ni siquiera una inteligencia superior a la norma, simplemente hicieron todo por amor a Jesús. Es la pequeña vía de Teresa: abandonarse en los brazos del Padre que es Misericordia. Reparo en mis jornadas, los niños, mi marido, el trabajo, la casa, las cenas que preparar, las carreras para llegar a todo y por las noches la tristeza al constatar que siempre falta algo. Mientras tanto, a mi lado la pequeña Sara repite de manera obstinada «ruega por nosotros» con una sonrisa en los labios. Cuántas veces habrá escuchado en estos días rezar la novena; ahora ella también repite su oración delante de la santa. Se me ensancha el corazón, ¡qué bonito es que esto pueda hacerlo yo también! Puedo pedir el abandono en los brazos del Padre. Nos invitan a rezar juntos la oración que Celia Guerin inventó para sus niños: «Dios mío, te ofrezco mi corazón, tómalo, si te agrada, de manera que nadie lo pueda poseer sino tú, mi buen Jesús. Amén».
Valentina, Buccinasco/Milán (Italia)

«DIOS NO TE MIRA PARA SABER CÓMO SOMOS»
En julio tuve la oportunidad de viajar con mi familia a EEUU. ¡Fue una gran experiencia! Cuando una viaja a un lugar que no conoce, la novedad impacta mucho. Este país es bello, todo funciona bien, es tan diferente a Bogotá donde todo es lo contrario. Sin embargo, también pude percibir con mucha claridad cómo esto (que todo “funcione bien”) puede ser una gran tentación. El riesgo ante una vida “sin necesidad” dificulta que el hombre conozca a Cristo y, entonces, esté constantemente buscando anestesiar su exigencia constitutiva. En este país (por lo menos lo que yo conocí, con seguridad no todo es así) donde “todo funciona bien” se siente mucho en el ambiente cómo el Estado, el gobierno, el poder promueven la idea de que la “felicidad” es producto de la comodidad, del éxito, del hacer y del poder personal. Esto justamente hace que las personas no se detengan a pensar y a sentir sus verdaderas exigencias y más bien se ocupen de creer que la autosuficiencia es posible. Es bello darse cuenta que en realidad Cristo hace al hombre nuevo, porque si Él no me hubiese encontrado y abrazado, así, de manera tan permanente, yo seguramente viviría igual, cargando con el peso de mis exigencias y creyendo que yo mismo podría cumplirlas. ¡Sin merecerlo, sé que soy amado! Ha sido tan grande para mí esto, que constantemente les digo a mis hijos que miren la necesidad (tan evidente y observable en nuestra ciudad) de las personas que a menudo se ven por la calle sin comer, pidiendo, que se dejen provocar por su presencia, porque en realidad todos somos igual de necesitados, felizmente necesitados.
Lucho, Bogotá (Colombia)

¿PARA QUÉ IMPLICARTE SI PARECE QUE NO CAMBIA NADA?
Quiero contar lo que me ha pasado con nuestros amigos los porteros de nuestra casa aquí en Shangai, porque me ha hecho entender “yo, ¿qué busco?” y “¿de qué se trata?”. Ya ha pasado dos años desde aquella cena en que nos habían dicho que sabían que éramos así (somos Memores Domini) porque éramos católicas y, últimamente, sentía una desazón que no era capaz de identificar, no sabía qué era y ni siquiera era capaz de expresarla. Pero yo sabía que algo no iba bien en mí. Mi jefe iba a venir a cenar a nuestra casa, así que invitamos también a los porteros. Ellos se morían de la vergüenza y continuaban a decirme que no querían venir a cenar, pero yo insistí tantísimo, así que al final vinieron. La cena fue preciosa y ellos contaban lo que para ellos había sido la relación con nosotros; de manera simple decían que se habían sentido queridos. Al día siguiente, pensando en la cena, por fin pude entender qué me pasaba. Me daba cuenta de que en estos dos años se me había colado la medida de pensar: ¿para qué sirve la relación con ellos si jamás vendrán con nosotros? ¿Para qué sirve el que ellos nos hayan conocido si nunca se convertirán? ¿Para qué implicarte en la realidad si al final parece que no cambia nada? Casi prefieres que no estén para que así no tengas que preguntarte (es increíble que uno llegue a preferir que esa realidad desaparezca para así no tener un herida abierta). Es increíble como al primer descuido te ves con la mentalidad de todos, midiendo y con tu plan. Y veía que cada día por la mañana, cuando les veía en la entrada, me costaba mirarles a los ojos, porque no tenía respuesta para esa pregunta, me parecía que quererles no había servido para nada… De pronto entendí que el problema era que yo no había entendido nada de nada, era a mí a la que no me había servido de nada lo que había pasado en la relación con ellos, era yo la que había quedada extasiada por la apariencia («hay pan para dar de comer a 5.000 personas») y no había entendido qué es lo que realmente había sucedido ahí. Por eso al final había reducido todo y era incapaz de mirarlos porque, cuando les miraba, me dolía. Me di cuenta de que lo que había pasado era para mí, justo para mí, que el hecho de verles por la mañana y que ellos estuvieran allí era para mí, para que yo hiciera memoria de lo que es el Señor, para ellos y para mí. Al cabo de dos años por fin era capaz de mirarles con paz y agradecida. Una semana después nos escribieron un sms diciendo que se iban de ese trabajo y volvían a su ciudad. Y no les hemos vuelto a ver. Pero no importa: el Señor había tenido paciencia conmigo y me había esperado hasta que yo entendiera. Cuando ya me había “colocado en mí sitio”, entonces movió ficha…. Otra vez conmovida por Su Misericordia.
Begoña, Shangai (China)

EN CLASE, PARA BUSCAR
Estoy midiéndome con la insatisfacción que experimento en estas primeras semanas de colegio. Arranqué con entusiasmo, pero día a día me doy cuenta de que no bastan mi pasión y mi interés para que se dé un nuevo inicio. Que yo ame dar clases, que quiera a mis estudiantes, uno por uno, resulta insuficiente. Luego, de repente surge una encendida discusión con los alumnos, se habla de historia, de cómo explicar el siglo XX y yo me veo inseguro. Ante mí, una chavala con una pregunta irreductible, frágil y sin embargo fuerte, me pregunta insistentemente cómo puede ella llegar a conocer lo que pasó en ese siglo. Me llama la atención su insistencia; yo quería planificar el curso, con todas las razones, pero ella busca para sí. Esta sacudida produce algo nuevo en mí. Antes estaba mi interés, mi pasión, mi gusto por enseñar, pero faltaba yo, faltaba la tensión por estar buscando en primera persona. Llevo en la mirada el rostro de esta chica y empiezo a entrar en clase para buscar lo que ellos también buscan, y no simplemente para darles buenas enseñanzas. Para buscar, no programar; para exponerme ante algo nuevo para mí.
Gianni, Abbiategrasso/Milán (Italia)

Uruguay
UNA ENTREVISTA CON EL PRESIDENTE
«Más difícil que concretar una entrevista con el Presidente de la República». Esta era la frase que circulaba entre nosotros, mientras intentaba verdaderamente conseguir una entrevista con José Mújica. Tras varias coordinaciones con la persona indicada y en los momentos justos, Mújica accedió a vernos 15 minutos en su despacho. ¡Todo un acontecimiento! Cuando me informaron, llamé a mis amigos y ninguno contestaba ya que estaban reunidos con el arzobispo de Montevideo, monseñor Sturla, a cinco cuadras de Presidencia. Nuevamente, una coordinación perfecta hizo que a la hora indicada estuviéramos todos frente al Presidente. Fuimos directos al grano: somos un grupo de amigos que nos reunimos hace un tiempo a leer las enseñanzas de Luigi Giussani, fundador del movimiento eclesial Comunión y Liberación, que comenzó en Uruguay a través de Methol Ferré, un filósofo que Mújica conoció muy bien. Quisimos aprovechar la ocasión de la visita de Julián de la Morena, responsable del movimiento en Latinoamérica, para venir a conocerlo a usted porque sentimos mucha sintonía por cómo mira la realidad sin filtros y la vive intensamente. Mújica nos miraba atentamente, y nos dijo que se alegraba de encontrar personas con inquietudes, «es como una bacteria positiva». Nos habló de la importancia de no limitarnos a pensar como partido político, clase social o país: «Tenemos que pensar como especie humana. Lo que sucede en África, con el Ébola, el hambre, no es solo problema de África, es mi problema». También se refirió al valor del tiempo, el consumismo y la necesidad de pensar que es lo esencial en la vida de una persona. Además nos dijo que la naturaleza no inventa nada que no sea necesario. Y terminó hablando del dolor, porque en esos momentos es cuando el ser humano aprende y no en épocas de bonanzas. Quedó en evidencia que estábamos hablando de lo mismo, que su corazón tenía las mismas necesidades que las nuestras y que su mirada profunda y verdadera era original. Salimos de allí muy contentos por haber vivido ese momento histórico para nosotros. Camino a la misa, adentro del auto íbamos anotando todo lo que hablamos para que no se pierda nada de lo vivido. Durante la Misa, mientras Julián leía el Evangelio, sentí en ese momento que Jesús me preguntaba a mí: «Tú, ¿quién dices que soy yo?». El verbo se hizo carne, evidenciando la importancia de esta pregunta, porque sin ella, nos hubiéramos ido cada uno para sus casas, contentos por la audacia de haber creído que sería posible ver al Presidente y haberlo concretado, por la correspondencia con él y haber escuchado sus profundas palabras y contar la anécdota a nuestros amigos. Pero si al finalizar el día no me preguntaba: «¿Quién sos Tú?», nada de lo vivido cobraba su sentido verdadero. Agradezco a mis amigos que me ayudan a entender esto, no con respuestas, sino con preguntas que me conducen a la Verdad.
Alejandra (Uruguay)

FIESTA PARA LA LICENCIATURA
Querido Julián: En julio mi hijo Marcos se licenció con el máximo de los votos. El día en que leyó su tesis, estaban muchos amigos y algunos familiares que no habían subido a Milán desde hacía treinta años. Lo celebramos todos en casa, cociné lo que más le gusta a Marcos, todo resultó de maravilla. Sin embargo, desde aquel día y hasta hoy siento en el corazón una “vorágine” que nada puede colmar. He intentado no darle demasiado peso, pero vuelve a aparecer continuamente una nostalgia profunda que me produce un nudo en la garganta. ¿Cómo es posible, si todo ha ido mejor de lo que podía imaginar? Siento la necesidad de una felicidad que va más allá de todo esto. Sentir esta nostalgia de manera tan viva sobre todo cuando las cosas van bien ha supuesto algo inesperado para mí. Pasé un verano estupendo, vi cosas bonitas, pasé dos días con mi marido en Cortona, en el monasterio de las Benedictinas cistercienses donde vive una amiga común, estuve en el Meeting, pero este “agujero” sigue allí. Te diré más: no quiero perderlo, porque es una memoria constante que me impide vivir a medias, me consiente experimentar un gusto distinto y ver las cosas con un color más intenso. Ha empezado el curso escolar y estoy expectante como si fuera mi primer curso como profesora (llevo 30 años dando clase). También ha empezado el curso social con su inevitable carga de fatiga, límites pequeños y grandes. La nostalgia de la que te he hablado sigue viva, me doy cuenta de que es de naturaleza muy distinta del deseo de que las cosas vayan bien.
Brunella, Bollate/Milán (Italia)

 
 

Créditos / © Asociación Cultural Huellas, c/ Luis de Salazar, 9, local 4. 28002 Madrid. Tel.: 915231404 / © Fraternità di Comunione e Liberazione para los textos de Luigi Giussani y Julián Carrón

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