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Huellas N.9, Octubre 2014

VIDA DE CL / Los 60 años

Un camino hermoso

Paola Bergamini

Hay un hilo rojo que corre por todas las latitudes: «Personas normales, con una vida corriente, que han mostrado las pocas cosas que son esenciales para vivir». Los aurores del vídeo para el aniversario del movimiento cuentan la aventura de un año de trabajo

La propuesta llegó de Roberto Fontolan, director del Centro Internacional de CL, hace un año: un documental sobre los sesenta años de vida de CL. Mónica Maggioni, periodista, y Darío Curatolo, arquitecto, fotógrafo y director de arte, habían realizado importantes documentales, como Out of Theran sobre los exiliados iraníes, y Ward54, una dramática historia de soldados americanos que al volver a su patria tras la guerra de Iraq se suicidaron. Pero no era solo por esto por lo que Fontolan se había dirigido a ellos. No era solo una mera propuesta de trabajo. Lo cuenta Mónica: «Con Roberto me une una larga amistad. En aquella época, además, había conocido personamente a Carrón y a otras personas del movimiento. Nos pidió que nos implicáramos en la empresa: narrar mediante nuestra mirada, nosotros que no pertenecemos a la “organización” del movimiento, una historia, una vida». El desafío no era pequeño. «Yo me sentía como un extraño», explica Darío. «Para mí CL se identificaba con lo que decían los periódicos. Y no siempre eran cosas bonitas».
Da comienzo un trabajo de preparación, de estudio. La lectura de los textos de don Giussani, de Carrón y los relatos de Roberto sobre lo que sucede en las comunidades de Italia y del extranjero. Para Mónica esas lecturas han significado «recuperar la frescura en mirar a don Giussani, pues yo siempre lo había visto a través del filtro de mil interpretaciones y juicios». Para Darío, «poco a poco la curiosidad iba creciendo. De pronto me llamó la atención el discurso sobre la belleza. Se estaba convirtiendo en un reto cada vez más atrayente».

De África a Brasíl. La mole de trabajo al principio fue verdaderamente enorme: visionar más de 600 vídeos procedentes del mundo entero. La idea del autorrelato se le ocurrió a Roberto, inspirado por un ejemplo estadounidense, antes de que Gabriele Salvatores la utilizara para su película Italy in a day: gli italiani si raccontano (ironías del destino, precisamente estos días está en los cines italianos). Los visionan todos: de principio a fin, incluso los que llegaron fuera de plazo. En todos emerge siempre el deseo de narrarse. De describir una vida normal llena de significado, orientada hacia el bien. Un dato impresiona a los dos autores: la intensidad de las personas. Lo explica Mónica: «Estoy acostumbrada a un mundo que corre, donde se hacen grandes razonamientos y no nos detenemos en lo que verdaderamente importa en nuestra existencia. Pero en todos los vídeos recibidos hay un hilo rojo que corre por todas las latitudes: personas normales, con una vida corriente, que se han parado a pensar y han puesto en orden las pocas cosas que son esenciales en su vida. Y todo eso lo han hecho sin dar ningún rodeo. Sencillamente, lo han mostrado».
Un ejemplo. El señor que, llevando la caja de alimentos a una familia necesitada, dice: «No soy un héroe. Hago algo sencillo. Dedico un poco de mi tiempo a ayudar a otras personas. Es normal».
La vida cristiana es una vida normal. «No solo eso», dice Darío. «Hay otro aspecto: los protagonistas son personas serenas. No hay ningún afán por enfatizar lo dramático, aflora siempre una dimensión hermosa, yo diría alegre, de la existencia».
Vídeo tras vídeo, Mónica y Darío se adentran en esta historia. La ven en directo en sus viajes a Uganda, entre los niños del Colegio Luigi Giussani y las mujeres de Rose; en São Paulo con los Trabajadores Sin Tierra y los Zerbini. Y por último en EEUU, en el New York Encounter. Para ambos resulta impactante. Para Darío es como si se cerrase un círculo, lo que había leído de don Giussani y Carrón y los relatos de Roberto toman carne: la belleza y la alegría. Paradójicamente dentro de situaciones difíciles, de pobreza, de malestar. Así lo cuenta él: «Esas ganas de estar dentro de la realidad, de hacer, de redimirse, ha sido una emoción muy grande. Podría hablar durante días. Pero sobre todo, tanto en Uganda como en Brasil, me ha impactado el camino que estas personas están haciendo: no se les ahorra nada, el cambio viene de un conocimiento, diría una conciencia de la realidad».

En la Gran Manzana. Mónica ha tenido la misma percepción, acostumbrada a viajar de un extremo a otro del mundo con la RAI: «Haber puesto en el centro de cada obra, de cada decisión, de cada acción, a la persona, que tiene una dignidad, que tiene un significado en el mundo, cambia totalmente la perspectiva. La fatiga, las fealdades de lo cotidiano no desaparecen por arte de magia, vuelven cada mañana: pero percibir que eres una persona que pertenece a una historia y que estás construyendo tu historia da fuerzas para afrontar la jornada». Uganda ha quedado grabada en el corazón de Darío, que está organizando la manera de llevar al Colegio Luigi Giussani a diseñadores famosos para hacer un máster. «Para ellos, la oportunidad de ofrecer una asignatura más. Para mí, la ocasión de quedarme allí un poco más».
En el frenesí de Manhattan, el New York Encounter es lo último que Darío y Mónica, que se siente neoyorquina de adopción porque vivió varios años en la Gran Manzana, esperaban ver. Tienen la impresión de que hay un primer momento de suspensión, pero «luego vuelves a descubrir toda la energía y tensión de esta ciudad». Así lo perciben en el encuentro de los chavales con Carrón en la planta baja del hotel donde se celebra el evento. «En el vídeo es un momento breve. Pero nosotros estábamos allí viendo a estos adolescentes que confesaban sus preguntas existenciales con la esperanza de tener una respuesta totalizante».
«Pero hay algo que paso a paso ha trazado el camino», precisa Mónica. «La relación con Carrón, que ha sido un descubrimiento continuo. Yo soy siempre la misma: con mi historia, mis perplejidades y mis dudas, también respecto a la realidad de CL. Lo que me ha llamado la atención de él, y me ha acompañado, ha sido, por una parte, la ausencia de juicio en el sentido banal del término, es decir, de prejuicio; por otra, un enorme capacidad de juicio sobre las cosas. Que te lleva a mirar a las personas, los hechos, las relaciones entrando en ellas con toda tu humanidad, tu sentido crítico, poniéndote siempre en una actitud distinta de la de la mentalidad común. Te lleva a ir hasta el fondo». «Carrón se ha convertido en un amigo. Este hecho espectacular e inesperado me ha acompañado durante todo el camino. Y también después», dice Darío.
Entre los viajes, uno a España, para grabar la entrevista a Carrón. «Quisimos volver allí donde comenzó su historia personal, para buscar el sentido profundo de su camino. Él fue muy paciente. Siendo un relato cronológico, la primera luz debía ser la del alba, ¡no otra! Y la última, la del ocaso».

El todo y las partes. Meses de trabajo, hasta el montaje final. A finales de agosto, en la Asamblea de responsables en La Thuile, después de la proyección en primicia, Carrón dice: «Es un vídeo precioso, pero para mí ha sido la posibilidad de una amistad más allá de una simple colaboración. Por eso os doy las gracias, porque no sabemos qué sucederá con el vídeo, pero de lo que estoy seguro es de que la amistad que ha nacido permanece». «Solo por eso, todo habría valido la pena», dice Darío. Y añade Mónica: «Ha sido una aventura donde hemos utilizado todas nuestras habilidades, pero sobre todo ha sido un viaje, un descubrimiento que me ha cambiado; nada es como era hace un año. El título, Un camino hermoso, se refiere a esta historia, pero también al camino que hemos recorrido nosotros. Verdaderamente el total es más que la suma de las partes. Eso vale también para nosotros».


“CÓMO NACIÓ EL VÍDEO”

Los hermanos Scott y el comienzo de nuestro viaje

Roberto Fontolan*

Lo admito, he copiado. Mi hijo, uno de esos “siempre conectados”, me había recomendado Life in a Day, noventa minutos producidos por los hermanos Scott (los de Blade Runner, Black Hawk derribado, no sé si me explico) basados en miles de contribuciones en vídeo que les habían enviado desde todo el mundo. Un documental maravilloso, una invitación a disfrutar el prodigioso espectáculo de lo humano desplegado en toda su unicidad e irrepetibilidad: cuando uno está haciendo huevos cocidos y cuando se casa, cuando llora una muerte y cuando se fatiga, cuando goza y cuando se pregunta, como la chica que sale al final: «¿He estado a la altura de lo que me esperaba de esta jornada?». La vida en un día me había conquistado, por la poesía y la inmediatez que nunca habría logrado con el tradicional estilo del documental de autor.

Un tiempo después, hablando con y Darío Curátolo del “docu” sobre CL, nos preguntábamos como reflejar ciertos momentos, cómo “dar vida” a la Escuela de comunidad o pareció buena la idea de los hermanos Scott («¡Contádnoslo!») y nos pusimos humildemente a seguir sus pasos. De Mónica y Darío me habían gustado algunos documentales “cinematográficos”: no solo el reportaje periodístico de actualidad sino la dimensión narrativa “de film”, de construcción arquitectónica de historias y personajes combinada con soluciones inusuales de grabación y montaje. Por eso pensé en ellos. Quería que el relato del movimiento hoy naciera de una mirada así.
A Mónica la conozco desde hace años: su primer trabajo que recuerdo es un reportaje para TV7 a bordo de un bus destartalado repleto de inmigrantes que iban de Marruecos a Milán; de Darío, después de dialogar mucho sobre las aventuras de don Giussani que empezaron en el Berchet, descubrí sus múltiples habilidades: arquitecto, diseñador, fotógrafo. Lo mejor es que con Mónica y Darío te “llevas” también el valor añadido de sus colaboradores-amigos: operadores y montadores, personas con una sensibilidad y un toque maestro verdaderamente difíciles de encontrar. Y así, con este grupo de trabajo, el camino se hizo hermoso.

Recibimos 603 vídeos de 43 países. A pesar de nuestras recomendaciones (modalidades, temas y duración), llegó de todo y más. Pero así ha sido más bonito, el experimento había salido bien y se nos ocurrían nuevas ideas. Hay muchas historias estupendas de las que solo hemos podido usar fragmentos, pero que merecen ser conocidas en toda su amplitud. Y eso vale para decenas y decenas de testimonios y obras. Ya veremos si conseguimos poner en marcha un nuevo proyecto…
Luego viajamos aquí y allá, para grabar las historias y la entrevista con Julián Carrón, y añadir las intervenciones de algunos grandes amigos (el profesor Weiler y compañía). Darío se dejó el corazón en Kampala, en School, y los ojos en São Paulo, a fuerza de fotografiar calles, rostros y favelas. Aquí nos dimos cuenta de que uno de los elementos más característicos de la arquitectura espontánea en el territorio de la Associação zerbiniana son las balaustradas de balcones y terrazas. En cientos y cientos de casas no hay ninguna igual, una clara demostración de fuerza de la fantasía humana. En Nueva York me cautivó particularmente el coro (en el film se nota). Mónica trabajó con determinación la opción española para rodar los diálogos con Carrón: quería un cielo determinado y unos colores determinados, y allí los tuvo, en Rascafría.
Sencillez, humanidad, universalidad: son las características narrativas que deseaba para este relato. Una estética propia de la vida del movimiento, toda ella drama y belleza.

*responsable del Centro internacional de CL

 
 

Créditos / © Asociación Cultural Huellas, c/ Luis de Salazar, 9, local 4. 28002 Madrid. Tel.: 915231404 / © Fraternità di Comunione e Liberazione para los textos de Luigi Giussani y Julián Carrón

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