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Huellas N.8, Septiembre 2014

BREVES

Cartas

a cargo de Carmen Giussani

­CARTA DE LA DIRECTORA
Queridos amigos: A partir del número de septiembre nuestra revista empieza una nueva etapa. Es un momento significativo que pretende reflejar el crecimiento de nuestra historia y de nuestra presencia original en España y en todos los países hermanos de América Latina.
Por una parte, Huellas contará con 48 páginas mensuales y tratará de mantener tanto la valía de los contenidos como el lenguaje visual. Se distribuirá en España, como siempre a través de la red de suscripciones y de la difusión «de persona a persona» que refleja el uso, la estima y la utilidad de este instrumento para dar a conocer la experiencia viva de CL.
Por otra parte, empezará una edición especial de 24 páginas para los países de América Latina. Se trata de un reto importante para favorecer la misión que nos ha encomendado el Papa Francisco: mostrar que el Destino no ha dejado solo al hombre.
Por último, nos vemos obligados a modificar el precio de la revista para hacer frente a los gastos correspondientes.
El equipo que comparte conmigo el trabajo para Huellas agradece a todos los que colaboran para ofrecer también al otro lado del Atlántico la palabra y la vida que, bajo la guía de Julián Carrón, se nos concede sobreabundantemente en el surco del carisma de don Giussani.
Con mis mejores deseos de un nuevo inicio para todos,
Carmen Giussani

«YO ESTOY CON VOSOTROS»
Querido Julián: A lo largo de estos meses nos has insistido en que nos preguntásemos «cómo se puede vivir» cualquier circunstancia. Y ahora, siguiendo al Papa, también nos has provocado con la pregunta sobre lo esencial para vivir, invitándonos a descubrirlo no reflexionando sino sorprendiéndonos en acción. Intento contestar contándote una experiencia reciente. En el mes de junio José Miguel García me invitó a visitar la comunidad de México para acompañar a los chicos del CLU. Me impresionó su propuesta porque me sentía indigno, pero me fié y acepté haciendo memoria de lo que dice don Giussani en los Ejercicios: «El movimiento camina exclusivamente por el afecto a Cristo». Así que me adherí a su propuesta pidiendo a la Virgen la gracia de ser leal y verdadero con lo que el Señor me mostrase. Cuando llegué, la realidad del país me superó, me vi inadecuado, me pilló desprevenido. La pobreza extrema y la miseria de algunas zonas cuestionaban mi certeza. Al ver a ciertas personas, me preguntaba a menudo: «Y este, este tan concreto, ¿también deseas salvarlo Cristo, también vas a venir a buscarle?». Al cabo de dos días, comiendo con los responsables, comencé a hacerles preguntas sobre la situación social. Escuchándoles contar ciertas anécdotas me quedé aterrado por la violencia extrema, con el corazón algo encogido y asustado. Y cuando uno de ellos me contaba que incluso había sido secuestrado en una ocasión me surgió inmediatamente la pregunta: «Pero, ¿cómo se puede vivir aquí?». Es decir, me di cuenta de lo humana y oportuna que es la pregunta que nos has hecho. Con el paso de los días, esta perplejidad crecía. Tanto que me sorprendía comprobando demasiado a menudo si mi pasaporte estaba en la maleta para asegurarme la vuelta. Me di cuenta entonces de que ante algo que no entendía, ponia mi seguridad en la posibilidad de huir. Pero a la vez, esto aumentaba la sospecha de que verdaderamente en ciertas circunstancias no se podía vivir. Pero si uno no resuelve estas cuestiones acaba perdiendo la fe, es decir, domina la sospecha de que el Señor no vence en cualquier circunstancia y en cualquier momento. Al ver mi incerteza y ver dónde estaba poniendo mi seguridad empecé a pedir al Señor que me hiciese entender qué es lo que permite vivir también ahí, descubrir de dónde nace la certeza. Y quise ir hasta el fondo de lo que tenía delante. Empecé a fijarme en la gente del movimiento y no tanto en mi perplejidad, porque ellos no huyen de ahí, viven sin escapar. Un día tuve la oportunidad de pasar el día con Lupita, una chica de los Memores Domini, profesora de arte, que vive en DF. Visitamos algunos lugares significativos de la ciudad con un grupo de alumnos suyos. Un grupo muy variado: católicos, protestantes, ateos... Había de todo. Y en todos se palpaba de una forma o de otra el drama de la violencia que sufre este país. Todos tenían un familiar perdido o fallecido intentando cruzar a EEUU. Pero al ver cómo los trataba Lupita, se me hizo tan atractivo su modo de vivir que se me olvidó el miedo y la duda. En ella descubría un afecto, un abrazo, una pasión por el destino de cada uno de ellos. Veía un tipo de humanidad que solamente puedo identificar con la de Jesús. Y me invadió un silencio y una gran paz. Y me sorprendí apegado a ella, cada vez más tranquilo. Era paradójico, ella no era un policía que resolviese la inseguridad, ni resolvía el drama de los chicos, pero introducía una humanidad que permitía hablar de ciertos dramas con los chicos con una mirada de esperanza. Al final del día fuimos juntos a la villa, a ver a la Virgen de Guadalupe. Me arrodillé un buen rato para rezar. Estaba dominado por el asombro por lo que había visto ese día, y por el deseo de entregarle mi vida a la Virgen. Pero delante de ella me surgió una pregunta, como si me la hiciese ella misma: ¿Estarías dispuesto a darme la vida en el lugar que yo decida? ¿Estarías dispuesto a quedarte con mis hijos si yo te lo pidiese? Y, reconociendo cómo Cristo a lo largo del día se había hecho compañía cercana a mí, me surgió inmediatamente una respuesta cierta, «Sí». Me invadió una certeza mucho mayor que las dudas, las incomodidades, o la nostalgia de todo lo que tengo en España. En ese momento entendí qué necesito para vivir, qué es lo que de verdad busco: la compañía concreta de Cristo, su Presencia presente. Si Él es fiel a la promesa que nos hizo («Yo estoy con vosotros todos los días hasta el fin del mundo») puedo vivir allá donde el Señor me lo pida y de la forma que me lo pida. Mi consistencia es su presencia, mi certeza está en su fidelidad. 
Marcos, Barcelona (España)

VUELTA A LA FACULTAD
Querido Julián: Después de cinco años he vuelto a dar clases de Filosofía en la Universidad Católica local, pues me había retirado de la misma después de nacer mi quinta hija. Con grata sorpresa algunos colegas y personal administrativo me decían: «Qué bueno que has vuelto, porque se necesitaba ya gente como tú», sin decir mucho a qué se referían. Y otros colegas han reaccionado recelosos, seguramente pensando en los escasos puestos docentes y que yo era alguien más con quien competir en la ya chata y aburrida carrera docente. Sin embargo, nada de eso me hacía mella y empecé a hacer algunas propuestas de cursos libres con temas y autores que implican para mí un interés y un desafío personal (a algunos los conocí por Huellas).  Entonces me he dado cuenta de que ésta era la diferencia: yo pertenezco a una amistad que me hace buscar con gusto la verdad de lo que veo, de lo que enseño, de un autor o de un determinado tema. Yo no sé de antemano qué hallaré en la investigación de esos temas o autores, pero la familiaridad con Su presencia hace que tenga interés por la verdad, que me mueva y que acepte el desafío. 
Stella, Asunción (Paraguay)

UNA ALTERNATIVA
Querido Julián: Quiero contarte lo que descubrí profundizando en mi experiencia cotidiana de abandono a Aquel que me da el instante que vivo o, por el contrario, cuando me quedo aferrada a mis ideas preconcebidas, a mi ego, a mi «yo creo, yo pienso, yo puedo, yo quiero». Descubrí que abrazando las circunstancias así como se dan, aceptándolas, soy más yo. Esto no significa que lo que me sucede es inalterable o lo mejor del mundo. Por ejemplo, en mi trabajo me siendo desautorizada y desvalorizada, pues dependo de un gerente que desconoce la tarea y habitualmente toma decisiones sin informarme de los cambios, entorpeciendo mi labor, aunque luego me reclama buenos resultados. Esto me molesta y me afecta. En el plano personal siento una insatisfacción y una fatiga por afrontar la vida sin un compañero y un padre para mi hijo. En resumen, estas dos cuestiones (ambas muy relevantes) me enojan y quisiera eliminarlas, es decir, quisiera buscarme  otro trabajo y eliminar mi “soledad” encontrando una pareja. Pero este instante, ¿quién me lo da? ¿Quién me da a mi gerente? ¿Quién permite mi soledad? ¿Quién sabe qué es lo mejor para mí? Convertir el enojo que viene de mi criterio en un “sí” que viene del reconocimiento de que «yo soy Tú que me haces» es una tarea, una tarea de abandono. Parte de un juicio y es liberador; me llena de esperanza (de la verdadera, de la certeza en el futuro en virtud de este instante presente), porque el presente se llena de sentido, un sentido mucho más grande que mis enojos y mis criterios; se convierte en una promesa de crecer, de cambiar, en la posibilidad de una mayor verdad en mi vida. Me corresponde más abandonarme y decir que sí, a enojarme y pretender imponer mis pretensiones ante la vida (¡como si pudiera arreglar las cosas!) ¡porque yo no sé qué es lo mejor para mí!  Y «yo soy Tú que me haces» para Ti.  Diciendo sí, soy más tuya, Señor, te pertenezco más, te amo más. No sé por qué debo vivir esto, pero abrazándolo, me cambias y soy más yo.
Laura, Buenos Aires (Argentina)

OJOS DE CIELO
La primera vez que escuché esta canción me vino a la mente la imagen de una amiga de secundaria, a quien no veo con frecuencia pero cuyo rostro se impone en cada momento de mi vida. Tanto en los momentos tristes como en los felices. Si tenía que reclamarme algo, lo hacía como si nos viésemos constantemente. Para mí los suyos son esos ojos de cielo que me recuerdan lo verdadero, para que yo no me aleje. También tengo la certeza de que reza por mí. Sus ojos no son azules, pero me remiten a Alguien que me abraza siempre, aunque yo esté lejos o distraída, aunque no entienda. Ahora estoy pasando por una situación difícil y me siento como un niño perdido en un parque de atracciones, que necesita reencontrarse con sus padres para poder vivir con esperanza. He decidido pertenecer a la Fraternidad porque me ayuda a vivir mi vida, mi matrimonio y mi relación con los demás. Los criterios que voy descubriendo aquí corresponden totalmente a mi corazón; quiero vivir con seriedad todas las cosas, que la realidad se me vuelva amiga y como dicen los niños de Nivel Inicial en el Colegio Santa Catalina: ¡Quiero que mi corazón crezca! Y no encuentro otro modo de lograrlo más que siguiendo este camino.
Lorena, Asunción (Paraguay)

BASTA UN ATISBO DE MEMORIA
Llegué al Meeting de Rímini con la idea de vivir la misma experiencia que la de otros años cuando, tras el duro día de trabajo, compartía con mis amigos habituales una cerveza y hablábamos del día y de cómo estábamos. Sin embargo este año la mayoría de mis amigos no venían y en el turno de pizzería me asignaron con un grupo de españoles que no conocía. En cierto modo me he encontrado “en la periferia” ya que no estaba en el mismo turno con los que más trato tenía y rodeado de desconocidos en un trabajo y país que no son el mío. ¡Es curioso como haciendo pizzas en un fast food de Rímini puedes entender que el destino no ha dejado solo al hombre! Sí, porque Él ha vuelto a vencer en estos desconocidos y sus rostros se han vuelto sinónimo de afecto y amistad para mí. Llevo este verano enfrentándome a la pregunta: ¿qué buscáis? Y me doy cuenta de que busco reconocer que soy amado íntegramente y esto a veces sucede de una forma inesperada. De hecho, un amor que, sin mis amigos habituales y sus cervezas, me haga sentirme hijo de unos universitarios; que ante la adversidad y dificultad del trabajo mantiene la certeza de que las circunstancias no le determinan; que es una entrega total y una atención a lo bello y humano; que no deja un momento de respiro... Estos días se han sucedido episodios bellos (el Angelus con los voluntarios, la asamblea, las comidas...) que constantemente me hacían volver la mirada al origen de esta belleza y este pueblo: Él. ¿Que hacer ahora? Vuelvo a mi rutina y en seguida me encuentro rodeado de mis distracciones habituales. Rápidamente me erijo como Atlas e intento otra vez llevar el peso del mundo y me olvido de Él, como si no le necesitara. Basta un atisbo de memoria y el regalo de las amistades que han nacido durante estos días para devolver la verdad a mi mirada. Entonces cambia mi forma de estar ante el trabajo y los amigos, paso de ser el séptimo de caballería a ser extensión del que me ha mirado así: el compañero que se ha separado de su novia tras 15 años de relación, la mujer que se acaba de separar con un hijo, la chica con inseguridad en el trabajo... Todos se sorprenden ante un abrazo de otro mundo, un abrazo que a mí mismo me sorprende porque sé que no es mérito mío.
Dani, Barcelona (España)

CUANDO MENOS TE LO ESPERAS
Durante la temporada de verano, en la semana del Meeting, el Hotel Planibel recibe a grupos que no son de CL. Generalmente, en esta semana el hotel recibe a personas que pertenecen a un grupo espiritual un tanto peculiar. Muchas veces corremos el riesgo de mirarles de soslayo como a los “raros”. También los que trabajamos allí podemos considerarles los que rellenan el vacío cuando no están los “verdaderos grupos” para los que trabajamos. Es una visión superficial y un tanto hipócrita, pero admito que algunas veces yo también la he tenido, especialmente en los primeros años. En la pagina 17 de los Ejercicios, al hablar de la mirada de los ojos de cielo, Carrón dice: «Aconteceu, sucedió cuando la gente menos se lo esperaba. Sucedió un hecho en la historia que introdujo esta mirada para siempre». Esta vez, Cristo salió a mi encuentro justo a través del grupo menos considerado. Justo a través de un chaval discapacitado, Silvio, que como mucho tendrá catorce años, atado con un cinturón a silla de ruedas porque no se puede sostener bien. He trabajado de camarero y le he servido toda la semana. Desde el principio, desde el primer cubierto que le quité de la mesa, su sonrisa y su atención por lo que yo estaba haciendo me sorprendieron. Las breves conversaciones con él y con sus padres me iban descolocando cada vez más, suscitando en mí la pregunta: «¿Cómo puede ser tan feliz en sus condiciones?». La última noche el padre de Silvio me llamó y me dijo algo muy simple, dándome las gracias por el servicio que les había prestado: «Nuestro responsable nos ha pedido una aportación extra para cubrir los gastos; una parte de este dinero irá para las propinas. Nosotros lo hemos hecho pensando en ti». Me sentí muy contento, abracé y saludé a todos y volví a mis tareas. Era una merecida satisfacción. Sin embargo, algo me chirriaba. Estaba trabajando al fondo del comedor de modo que ellos para salir tenían que pasar delante de mí. Al pasar, Silvio con su habitual sonrisa paró la silla y yo me acerqué a él. Le di un fuerte abrazo y le hablé al oído: «No me interesa tanto la propina; yo quiero agradecerte porque con tu sonrisa y con tu cara me has hecho trabajar mejor. Llegaba al comedor con todos mis pesares, pero delante de ti todo adquiría otro espesor, otro sentido, y me entraban ganas de trabajar. Y de trabajar bien». Estaba conmovido, Silvio también. Su padre me dio las gracias por lo que acababa de decir. Volví a mi trabajo y Silvio sonriéndome me gritó: «Marco, te deseo que encuentres a muchas personas que te miren y te sonrían como yo hice contigo».
Marco, Bérgamo (Italia)

«QUERÍA SER ÚTIL Y ENCONTRÉ A MI FAMILIA»
Aquel día, cuando Joseline supo que yo era de Haití y me invitó a los Ejercicios para colaborar como traductora, acepté solo porque lo consideraba un modo de ser útil y porque podría aprovechar este retiro para acercarme a Dios, ya que en aquel momento tenía muchas dudas de Su presencia en mi vida. Decidí no hacer cálculos o, mejor, no tener grandes expectativas, sino simplemente dejarme llevar y aprovechar a tope esta experiencia tal y como se presentaría. Después del viernes, comencé a darme cuenta de que no me encontraba en ese retiro solo para traducir, sino también para comprender que Dios tiene un plan para mí y que lo mejor que puedo hacer es dejarme llevar por Él. Como explicaba Carrón en la lección del sábado: «El centro de la vida no es el éxito, sino el reconocimiento de una presencia». ¿De qué sirve que te reconozcan por lo que has hecho, si por dentro tenemos el vacío? Otra cosa que me impactó mucho fue cuando Julián explicó que también las dificultades y los obstáculos forman parte del camino y que están ahí para ayudarnos a madurar. En vez de decir como siempre, cuando pasamos por un trance difícil: «Dios, ¿por qué me has abandonado?», debemos aprender a agradecérselo porque nos da la oportunidad de aprender y de crecer en la fe. Este retiro me ha enseñado que la fe es un don, pero tiene necesidad de ser educada, cultivada, porque si no hago lo que es necesario, si no busco la palabra de Dios y si no busco vivir cada día con Él, sentiré en mí este vacío que solo Su presencia puede colmar. De lo contrario, me complicaré la vida como un “ciego” que no quiere darse cuenta de que hay alguien que le está tendiendo la mano para ayudarle a caminar. Me ha impactado profundamente ver la familiaridad entre todos los miembros de las comunidades presentes. Era como una única familia, unida por la fe y por la búsqueda de la presencia de Dios en su vida. Lo que inicialmente era un simple servicio se transformó en el primer paso para llegar a encontrara “mi familia”. Mi intención era ofrecer un buen servicio, pero el plan de Dios era llevarme hacia Él y sinceramente creo haber encontrado lo que estaba buscando.
Fredcarme, República Dominicana

QUÉ SIGNIFICA VER LO POSITIVO
Me casé hace once años. Nada más volver del viaje de bodas, descubrimos que mi mujer tenía un tumor. Nos dijeron que para ella empezaba un camino que sería un calvario y lo recorrimos juntos. En los diez años siguientes, Dios nos concedió tres hijos. El día de nuestro décimo aniversario, supimos que el tumor se había reproducido. Los médicos nos dijeron que había que pasar por otro calvario. Ese año habíamos organizado ya nuestras vacaciones de verano, pero quisimos hacer un control por sea caso. Los resultados mostraron que se había formado un nuevo tumor, con el peligro de que no fuera operable. En ese momento, el médico comentó: «¡Veo que os lo tomáis bien porque pensáis en positivo!». Esta frase me enfadó mucho. De qué me sirve “pensar en positivo”; yo quiero vivir. Durante esos días, por la mañana, no tenía ganas de levantarme de la cama, no entendía cómo a pesar de esa prueba podía seguir siendo feliz. Fuimos al cirujano para preguntar si podíamos ir unos días de vacaciones, para poder estar con nuestra comunidad. Lo que mi mujer y yo necesitamos de verdad no es “pensar en positivo”, sino “ver lo positivo”, es decir, ver a Cristo obrar cada día en este pedazo de Iglesia que es nuestra compañía. Por ello, nuestra súplica es: “Déjate ver otra vez, Señor”.
Paolo y María

Czestochowa
YO HACIENDO DE “CUERDISTA” EN EL CAMINO HACIA EL SANTUARIO DE LA VIRGEN
Querido Julián: Soy uno de los casi mil doscientos chicos que hemos participado en la peregrinación a Czestochowa. Durante las distintas etapas se me pidió hacer de cuerdista, es decir, ser uno de los que, poniéndose al lado de los peregrinos, sostienen una cuerda que delimita el ancho de carretera donde ellos pueden caminar, puesto que a lo largo de la mayor parte del camino hay tráfico. El servicio del cuerdista es físico. Se me pedía mantener tirante una cuerda, de modo que, tras el primer día, a la fatiga se sumó el dolor de espalda. Hablando con algunos amigos que realizaban la misma tarea, me he dado cuenta de que sin darme las razones de por qué estaba haciendo aquello habría vivido la peregrinación como una tomadura de pelo. Entonces, empecé a ofrecer mi dolor de espalda, de pies, el cansancio, siempre por alguien o por algo (mi familia, mi vocación, mis amigos) y al cabo de un rato me di cuenta de que absolutamente todo puede ser instrumento para entrar en relación con Cristo, y, aún más, me di cuenta de que todo es Suyo, de que nada está en mi mano. Como tú nos escribías, he tomado más conciencia de mi dependencia radical, y de que nada puedo hacer por mis propias fuerzas, salvo pedir y confiar en Él. A la llegada a Czestochova, por tanto, era mucho más consciente de quien soy yo y de Quién me sostiene a lo largo del día; por esto, cantando el Non nobis, lo más verdadero que se me ocurrió fue ofrecer mi vida entera al Señor, decir sí al Único que puede cumplirla, cualquiera que sea la modalidad que Él escoja para mí. El cansancio de esos días me hizo entender que valía la pena el esfuerzo solo por un servicio a los más de mil amigos que tenía al lado. Me pregunté: «Pero, si uno solo de estos chicos, al llegar a Czestochowa, tomara un poco más conciencia de Quién cumple su vida, ¿acaso no valdría la pena mi dolor de espalda?» En ese momento intuí que se puede ofrecer solo por un Amor que se experimenta y que se desea para todos. Yo quiero continuar viviendo en este Amor.
Simone

UN DÍA VENDIENDO TRACES
Queridos amigos: Ayer estuvimos vendiendo la revista de CL en dos parroquias de Kampala, a la salida de todas las misas desde las 7 de la mañana hasta las 18 horas. Toda la comunidad de los adultos y de los niños del colegio “Luigi Giussani” dio la disponibilidad para la venta. Fue una experiencia bellísima. Lo que percibí, por las llamadas que nos hicimos durante el día, fue una inmensa alegría y gratitud por descubrir cada vez más los rasgos inconfundibles de Aquel que está fascinando nuestra vida y por poderle dar a conocer a quienes hemos encontrado. En un solo día vendimos 143 copias de Traces. Con inmensa gratitud por este descubrimiento, os deseo un buen trabajo.
Seve, Kampala (Uganda)

Desde el Meeting
DON BOSCO Y AQUEL PUNTO ACCESIBLE
Vuelvo del Meeting, tras haber hecho de guía en la exposición sobre san Juan Bosco, con los ojos cargados de la mirada que él tenía hacia sus chicos, una mirada que para mí es muy importante porque soy maestra. Y agradezco siempre que alguien me ayude a levantar la mirada con una provocación como esta: «No he conocido nunca a un joven que no tuviera en sí un punto accesible al bien, alentando el cual he obtenido mucho más que lo que deseaba». ¡Qué hermoso pensar en dos jóvenes salesianos a los que les presenté la exposición! Querían verla de nuevo para volver a asombrarse escuchando hablar del hombre que les había atraído y que está en el origen de su vocación. O explicarla a un grupo de presos de la cárcel de Padua, que me ayudó a comprender mejor cómo la Iglesia siempre los ha tenido en el corazón. Hasta el final de su vida don Bosco fue a confesar a la cárcel porque lo que de verdad le importaba era «la salvación de todas las almas, no importa quienes sean o lo que hayan hecho. Todos pueden experimentar el perdón que Jesús ha traído al mundo». O explicarla a los chicos del centro de acogida juvenil Casa Rosa de Carrara, a los de la Asociación Cometa, a los protagonistas de la exposición de AVSI, y comprobar que sus chicos hacen con ellos hoy la misma experiencia de acogida y aprendizaje que, hace doscientos años, empezaron a tener los chicos de don Bosco, cuando se encontraron con un sacerdote que les dijo: «Difícilmente podéis encontrar a alguien que os ame más que yo en Jesucristo y que más desee vuestra verdadera felicidad». El Señor, a través de su Iglesia, suscita en cada época personas con esta conmoción verdadera por los jóvenes. También yo, como don Bosco, he pedido un pago a cada uno de los visitantes: una oración. Rezábamos juntos la oración a María Auxiliadora puesta en el último panel de la exposición, para obedecer a don Bosco que decía: «Haced lo que podáis: Dios hará lo que no podamos hacer nosotros. Confiad todo a Jesús Sacramentado y a María Auxiliadora, y veréis lo que son los milagros». Cada uno hemos dejando en las manos de María Auxiliadora el dolor más grande que llevamos en el corazón en este momento: los cristianos perseguidos. Porque así, también nosotros, en esta terrible circunstancia, veremos lo que son los milagros.
Mari Carmen, Madrid (España)

 
 

Créditos / © Asociación Cultural Huellas, c/ Luis de Salazar, 9, local 4. 28002 Madrid. Tel.: 915231404 / © Fraternità di Comunione e Liberazione para los textos de Luigi Giussani y Julián Carrón

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