Apuntes de una semana de encuentros (oficiales o no) que suponen un baño de realidad. La actualidad, la historia, la educación, los genios de la literatura, el espacio. La ocasión de participar de una «mirada redimida», que el Custodio de Tierra Santa y muchos otros nos han atestiguado. El único modo de poder estar ante la vida y la muerte. Y de reconocer la fuente viva de la esperanza
En el aparcamiento de los coches de policía, yendo de un pabellón a otro, dos hombres se cruzan y se saludan. Son ancianos. Uno viste de clérigo, su chaqueta esconde una cruz miniada; el otro va de negro con una estola rojiza, sandalias de madera y calcetines blancos; tras él va su esposa, una mujer menuda que siempre le acompaña y siempre sonríe. No hablan el mismo idioma, de hecho les cuesta entenderse en medio inglés. No se conocían, pero están en el Meeting por la misma razón, por eso saben algo el uno del otro, algo que hace aflorar en ellos una mirada de simpatía, casi de complicidad. Se puede casi adivinar lo que piensan: si tú también estás aquí, quiere decir que somos un poco amigos. «Reza por mí», dice el obispo del clergyman: «En Iraq necesitamos mucho sus oraciones».
Conozco esas oraciones, las escuché en 1987 y luego 25 años después, en 2012. En una capilla oscura, iluminada por el crepitar de los leños sagrados, el reverendo Shodo Habukawa desgrana fórmulas que nos llevan hasta el umbral del Misterio. Entre los sonidos de una lengua tan incomprensible que saborea como una melodía del alma, afloran nombres conocidos, nombres propios de personas, don Giussani, amigos, incluso hijos. Desde uno de los muchos monasterios budistas del Monte Koya los nombres vuelan hacia el cielo, como suspiros confiados a lo eterno. Desde hoy también sonará el nombre del obispo encontrado ante los vehículos policiales bajo el sol de Rímini, y con él tantos nombres de iraquíes que sufren.
¡Cuánto hemos sufrido en el Meeting por todos esos hombres oprimidos, ultrajados, desfigurados, en esas periferias que, como recordaba el presidente italiano Giorgio Napolitano en su saludo, «no están lejos de nosotros, forman parte de nuestro mundo y de nuestra vida, nos tocan de cerca». Hemos rezado y amado sus historias rotas, hemos escuchado testimonios que representaban a todos, sin distinción. Hemos quedado conmovidos por la expresión que utilizó el padre Pierbattista Pizzaballa, Custodio de Tierra Santa, en el acto inaugural: «Mirada redimida». Sin ella no se puede “leer” este mundo en llamas, no se puede “ver” la muerte de un inocente. Ni siquiera se puede ver el bien, por ejemplo, el de los habitantes de Alepo que se organizan para garantizar el acceso al agua de cristianos y musulmanes; o los trescientos voluntarios de Homs que ayudan a los jesuitas, mejor dicho, al último jesuita, el padre Hilal, que atiende a ocho mil familias.
Una mirada redimida es propia de estómagos fuertes: tiene ante sí el dolor y la sangre, se fija en los verdugos del Califato, sabe cómo funciona la geopolítica y la maquinaria (maquiavélica) diplomática. Es la única mirada a la altura del abismo. El único modo de poder estar ante la vida y la muerte. La única experiencia capaz de interactuar con la realidad del otro.
Los pequeños del mundo. Una mirada redimida explora el Mediterráneo surcado por las barcazas de los fugitivos. Y encuentra a gente que, en lugar de reducir este drama a una cuestión política o una denuncia, lo asume con humanidad, para crecer en humanidad (hasta llegar también a medidas políticas y a la denuncia). Lo hemos visto con Carla Trommino, una verdadera luchadora que ha creado una asociación de acogida para menores refugiados sin familia, con el objetivo –esta es su ambición– de encontrar una tutela amorosa para cada uno de los chavales. Con el almirante Giuseppe Di Giorgi también hemos comprendido que la operación militar y humanitaria Mare Nostrum, con todos sus problemas y vicisitudes, no sería posible sin una apertura hacia el hombre y sus necesidades. De otro modo, ¿por qué preocuparse por la miseria de los migrantes?
«Si no estuviéramos nosotras, ellos perderían toda esperanza». Cuando esa mujer pronuncia estas palabras desde la pantalla, la sala entera tiembla de conmoción. La historia narrada en el documental Las Patronas está lejos de Oriente Medio. Nos encontramos en México, en la frontera con EEUU. Cada año casi cuatrocientos mil inmigrantes clandestinos procedentes de todos los rincones de las Américas tratan por todos los medios de cruzar la frontera. Algunos lo intentan con los trenes de mercancías, viajando durante días y días tumbados en los techos de los vagones. Son “ellos”. “Nosotras” son tres hermanas de una familia campesina que han dado vida a una extraordinaria iniciativa de socorro. Preparan comida y agua y corren hacia los trenes lanzando bolsas de una ración (genial) a los desesperados que pasan a toda velocidad y rezan a Dios para que todo vaya bien. Son los pequeños los que salvan el mundo, ha dicho el padre Pizzaballa.
Los de Swap. En el Meeting se escucha mucho, como siempre, pero este año también se ha mirado mucho. Los documentales, por ejemplo, y los videos de la exposición sobre Charles Péguy, innovaciones logradísimas con representaciones teatrales de escritos del autor. También el video de la exposición de AVSI a cargo de John Waters sobre el “método del yo” utilizado en Kenia, Ecuador y Brasil. Y fotos, como en la magnífica muestra “Parábolas de Oriente”, propuesta por la República de Armenia sobre las minorías cristianas en Iraq, Chipre y Egipto: una lluvia de imágenes colgadas del cielo que hacían palpables los muchos testimonios de nuestros hermanos que escuchamos durante toda la semana.
De madrugada, un chófer voluntario me acompaña al hotel. Está aquí con su mujer, voluntaria también en la restauración. El lunes volverá a trabajar, el sábado regresa a casa, al norte (se ilusiona pensando que no habrá tráfico, cuando en realidad será infernal). Para él la semana del Meeting dura demasiado poco, «termina en un momento», siempre le quedan exposiciones que visitar y personas con las que quedar (un problema recurrente en el pueblo de esta Feria).
Entre ellas, en el pabellón C1, están Mina y los chicos del grupo Swap, estudiantes de la Universidad Católica de Milán, hijos de inmigrantes. Han traído hasta aquí su experiencia, con una exposición de fotos y textos sobre la revolución de la plaza Tahrir en El Cairo. Hace dos años sus coetáneos y compatriotas vivieron juntos, cristianos y musulmanes, los hechos y los sueños de una época breve, semilla de cambios que aún están en marcha. ¿Qué les ha quedado de aquello a estos jóvenes italo-árabes? Estos días se lo han explicado a casi catorce mil visitantes (!): la conciencia de que cada uno de nosotros es una periferia-centro, una gota con la que cuenta el mar para completarse.
Es algo misterioso, casi imperceptible y al mismo tiempo inexorable. Monseñor Silvano Maria Tomasi, nuncio de Ginebra, ajetreado entre la exposición de “su” Etiopía cristiana, con estupendas piezas originales, y sus numerosas citas oficiales y oficiosas, cita a menudo el inicio de las crónicas evangélicas cuyos protagonistas son un carpintero, una joven, un grupo de pescadores y el viejo Simeón. Cuesta imaginar una marginalidad más marginal, ¿pero acaso no es esta la periferia que cambió la historia? (vale la pena releer Mímesis. La representación de la realidad en la literatura occidental del gran filólogo alemán Erich Auerbach. Fondo de Cultura Económica de España, 1983).
Al final de la semana al chófer le faltan también los acróbatas keniatas y la filarmónica armenia. A mí no. No quiero perderme esos destellos de genio y de arte. En el hall de espectáculos estalla la explosiva vitalidad de los chicos de la calle de Nairobi que se han convertido en percusionistas y danzantes; en el auditorio, la grandiosa orquesta de Erevan envuelve a la platea entre los pentagramas de Katchaturian y Rimski-Korsakov, con un evidente “efecto Scala” y sinuosas metáforas sonoras del título general. Muchos voluntarios que han terminado su turno corren hacia la representación dedicada a Giovannino Guareschi-Enzo Jannacci. Quedan pocos sitios así que la gente se agolpa en los bancos de fuera para seguir por las pantallas a los exégetas actuales del mundo pequeño-realidades mínimas (periferias en el vocabulario actual) cantado por dos narradores de la dramática belleza de la vida.
Dos atenciones. Este Meeting universal, capaz de mezclar complejidad y ligereza, mística y lógica, apertura e identidad, y de atraer a seguidores de lo más diverso (desde Joseph Weiler, que con tal de no perderse esta edición voló en 48 horas ida y vuelta desde Singapur, al empresario Roberto Snaidero, que ve aquí un «lugar de enorme libertad y confrontación inteligente», o el cardenal George Pell, que ha encontrado «gente que no solo busca sino que desea anunciar el Evangelio de Cristo al mundo»), parte desde lo profundo y llega lejos. Al principio el Papa Francisco dirige a los responsables y participantes «dos atenciones particulares: ser amantes de la realidad y tener la mirada fija en lo esencial». Entre estas dos orillas ha corrido este impetuoso río de agosto de 2014.
Por un lado, la «mirada redimida» indicada por el padre Pizzaballa para comprender y sobre todo vivir el mundo. Por otro, las reiteradas incursiones en el tiempo bajo la guía del matrimonio Buccellati, sus colegas arqueólogos y el biblista Ignacio Carbajosa para arribar a los orígenes mismos de la vida social y de la antropología mesopotámica y hebraica. Viajes que se cruzan con los narrados por “Explorers”, la exposición sobre la exploración del espacio, que muestra cómo cuanto más te alejas a la periferia y ves al hombre en toda su pequeñez, tanto más sobresale su grandeza.
Aún hay más. Por un lado, la periferia según el filósofo ucraniano Aleksander Filonenko: «No una situación geográfica sino el lugar de un encuentro donde el hombre se descubre a sí mismo y se mantiene vivo». Por otro, la enfermedad contada y testimoniada de múltiples formas siempre conmovedoras, por ejemplo, por el padre Jerry Mahon y la doctora Marta Scorsetti.
Por un lado, el descubrimiento de la gratuidad como clave de la justicia verdadera, guiado por Luciano Violante y Javier Prades en un diálogo que habrá que retomar y profundizar, y la cuestión de los nuevos derechos, que «no son enemigos a los que enfrentarse», afirma el jurista Tommaso Epidendio, sino desafíos que aceptar porque «estamos asistiendo a la corrupción del Derecho, la corrupción de algo que promete una esperanza inmanente, reducida al aquí y ahora, donde los derechos llegan a vivir de presupuestos que no son capaces de mantener». Por otro, el significado del amor (con “a” minúscula, para indicar la realidad humana, terrena y laboriosa del amor) ilustrado por el obispo ruso Panteleimon. Por un lado, la visita excepcional del prelado del Opus Dei, monseñor Javier Echevarría, y el relato admirable de una fe que florece en el seguimiento humilde del carisma de san Josemaría Escrivá de Balaguer. Por otro, las apasionantes historias de educación en la obra de ayuda al estudio de Portofranco y en los relatos americanos de José Medina.
Pensamiento incompleto. El resultado es que miras alrededor y entiendes un poco más incluso el juicio del sociólogo Mauro Magatti sobre don Giussani, que está en el origen del Meeting: «Supo interceptar las palabras de la contemporaneidad, desvelar su reducción y transformar su sentido», abriéndola a la posibilidad de una experiencia nueva y fascinante. Y te das cuenta del vínculo que existe con el horizonte de la Iglesia actual, delineado por Guzmán Carriquiry y el cardenal Gualtiero Bassetti a partir de la Evangelii Gaudium: «Como el padre del hijo pródigo, debemos recibir a nuestros hermanos los hombres con los brazos abiertos, sin echarles en cara la lista de sus faltas».
En una de las intervenciones más seguidas, el padre Antonio Spadaro narró «la experiencia humana y espiritual» de su encuentro con Bergoglio: «Él dice que el jesuita es una persona de pensamiento incompleto; siempre he pensado que debíamos tener ideas claras y precisas, pero es precisamente un Papa jesuita el que dice que nuestro pensamiento debe estar siempre abierto hacia el horizonte, teniendo a Cristo en el centro». Al terminar la semana, esta es una buena síntesis de este Meeting de tracción universal.
Papa Francisco. «El cristiano no tiene miedo a descentrarse»
Algunos pasajes del mensaje del Santo Padre a la XXXV edición del Meeting por la amistad entre los pueblos
El lema elegido para este año –“Hacia las periferias del mundo y de la existencia”– refleja una constante invitación del Santo Padre. (…) Como dijo en su intervención durante las Congregaciones generales previas al Cónclave: «La Iglesia está llamada a salir de sí misma e ir hacia las periferias, no solo las geográficas, sino también las periferias existenciales: las del misterio del pecado, las del dolor, las de la injusticia, las de la ignorancia y prescindencia religiosa, las del pensamiento, las de toda miseria» (9 de marzo de 2013). Por ello, el Papa Francisco agradece a los responsables del Meeting que hayan acogido y difundido su invitación a caminar en esta dirección. Una Iglesia “en salida” es la única posible según el Evangelio; así lo demuestra la vida de Jesús, que iba de pueblo en pueblo anunciando el Reino de Dios y enviaba delante de Él a sus discípulos. Para eso le había mandado el Padre al mundo.
El destino no ha dejado solo al hombre es la segunda parte del lema del Meeting: una expresión del siervo de Dios don Luigi Giussani que nos recuerda que el Señor no nos ha abandonado a nuestra suerte, no se ha olvidado de nosotros. En tiempos antiguos eligió a un hombre, Abrahán, y lo puso en camino hacia la tierra que le había prometido. Y en la plenitud de los tiempos eligió a una joven mujer, la Virgen María, para hacerse carne y venir a habitar entre nosotros. Nazaret era verdaderamente un pueblo insignificante, una “periferia” tanto desde el punto de vista político como religioso; pero fue precisamente allí donde Dios puso su mirada (…).
El cristiano no tiene miedo a descentrarse, a ir hacia las periferias, porque tiene su centro en Jesucristo. Él nos libera del miedo; en su compañía podemos avanzar seguros en cualquier lugar, también en los momentos oscuros de la vida, sabiendo que, allí donde vayamos, el Señor siempre nos precede con su gracia, y nuestra alegría es compartir con los demás la buena noticia de que Él está con nosotros. Los discípulos de Jesús, tras haber cumplido una misión, regresaron entusiasmados por los éxitos obtenidos. Pero Jesús les dijo: «No os alegréis porque los demonios se sometan a vosotros; alegraos más bien porque vuestros nombres están escritos en el cielo» (Lc 10, 20-21). Nosotros no salvamos el mundo, solo Dios lo salva. (…)
«Es cierto –afirma el Santo Padre– que en algunos lugares se produjo una “desertificación” espiritual, fruto del proyecto de sociedades que quieren construirse sin Dios» (Evangelii gaudium, 86). Pero esto no debe desanimarnos, como nos recordaba Benedicto XVI al inaugurar el Año de la fe: «En el desierto se vuelve a descubrir el valor de lo que es esencial para vivir; así, en el mundo contemporáneo, son muchos los signos de la sed de Dios, del sentido último de la vida, a menudo manifestados de forma implícita o negativa. Y en el desierto se necesitan sobre todo personas de fe que, con su propia vida, indiquen el camino hacia la Tierra prometida y de esta forma mantengan viva la esperanza» (Homilía de apertura del Año de la fe, 11 de octubre de 2012). El Papa Francisco nos invita a colaborar, también con el Meeting, en este retorno a lo esencial, que es el Evangelio de Jesucristo. «Los cristianos tienen el deber de anunciarlo sin excluir a nadie, no como quien impone una nueva obligación, sino como quien comparte una alegría, señala un horizonte bello, ofrece un banquete deseable. La Iglesia no crece por proselitismo sino “por atracción”» (Evangelii gaudium, 14), es decir, «a través de un testimonio personal, de un relato, de un gesto o de la forma que el mismo Espíritu Santo pueda suscitar en una circunstancia concreta» (ibid., 128).
El Santo Padre dirige a los responsables y participantes en el Meeting dos atenciones particulares.
Ante todo, invita a no perder nunca el contacto con la realidad, es más, a ser amantes de la realidad. También esto forma parte del testimonio cristiano: en presencia de una cultura dominante que pone en primer lugar la apariencia, lo que es superficial y provisional, el desafío consiste en elegir y amar la realidad. Don Giussani lo dejó en herencia como programa de vida cuando afirmaba: «La única condición para ser siempre y verdaderamente religiosos es vivir intensamente lo real. La fórmula del itinerario que conduce hacia el significado de la realidad es vivir lo real sin cerrazón, es decir, sin renegar de nada ni olvidar nada. Pues, en efecto, no es humano, o sea, no es razonable, considerar la experiencia limitándose a su superficie, a la cresta de la ola, sin descender a lo profundo de su movimiento» (El sentido religioso, p. 165).
Por otro lado, invita a tener siempre la mirada fija en lo esencial. Los problemas más graves llegan de hecho cuando el mensaje cristiano se identifica con aspectos secundarios que no expresan el corazón del anuncio. En un mundo en el que, dos mil años después, Jesús ha vuelto a ser un desconocido en muchos países incluso de Occidente, «conviene ser realistas y no dar por supuesto que nuestros interlocutores conocen el trasfondo completo de lo que decimos o que pueden conectar nuestro discurso con el núcleo esencial del Evangelio que le otorga sentido, hermosura y atractivo» (Evangelii gaudium, 34).
Por eso, un mundo en tan rápida transformación requiere de los cristianos que estén disponibles para buscar formas o modos para comunicar con un lenguaje comprensible la novedad perenne del cristianismo. También para esto hace falta ser realistas. «Muchas veces es más bien detener el paso, dejar de lado la ansiedad para mirar a los ojos y escuchar, o renunciar a las urgencias para acompañar al que se quedó al costado del camino» (ibid., 46).
Su Santidad ofrece estas reflexiones como contribución al Meeting, para todos los participantes, en particular para los responsables, organizadores y ponentes que llegarán desde las periferias del mundo y de la existencia para testimoniar que Dios Padre no deja solos a sus hijos. El Papa espera que muchos puedan revivir la experiencia de los primeros discípulos de Jesús, quienes, al encontrarse con Él a orillas del Jordán, oyeron cómo les preguntaba: «¿Qué buscáis?». (…)
Card. Pietro Parolin, Secretario de Estado
Julián Carrón. «Dios nunca deja de buscarnos»
Fragmentos de la entrevista realizada durante el Meeting (revistahuellas.org)
Carrón, ¿por qué las periferias? ¿Por qué hay que descentrarse, como ha dicho el Papa Francisco, para encontrarse con Jesús? ¿No basta lo que vivimos? ¿Qué nos queda por descubrir?
Salir a las periferias es la modalidad a través de la cual podemos encontrarnos con Jesús. Siempre me ha llamado mucho la atención cuando don Giussani decía que en el encuentro con Jesús lo tenemos todo. Pero qué significa ese “todo”, qué significa Jesús, lo descubrimos en el choque o en el encuentro con las circunstancias. Es decir, con las periferias. Pero nosotros pensamos que las periferias son un añadido, algo que nos distrae. En cambio, esta es la única modalidad con la que, afrontando la vida, las circunstancias, podemos entender qué es Cristo. Sin esta verificación de Cristo en cada periferia, no podemos entender quién es Él. Por eso nos conviene seguir al Papa. Si no, creeremos haber conocido a Jesús, pero no le habremos conocido.
El destino no ha dejado solo al hombre. En el encuentro del Meeting sobre Dios en la historia antigua, se ha visto claramente que el destino nunca ha dejado solo al hombre…
Benedicto XVI dijo que Dios nunca es derrotado. Es decir, vuelve a empezar siempre, tomando nuevas iniciativas. Todos los hechos de la historia son nuevas iniciativas de Dios mediante las cuales busca, de formas distintas, al hombre. También vemos en el presente lo que hemos visto suceder en el pasado: las continuas iniciativas mediante las cuales el Misterio busca al hombre, sea cual sea la situación en que se encuentre. Nunca se detiene. Porque Dios no depende de lo que nosotros llamaríamos las victorias, los resultados. Su punto de origen es otro. Él parte siempre de un amor ilimitado por el hombre. A pesar de que el hombre diga no, aunque responda de un modo inadecuado o a pesar de que le olvide, Dios nunca deja de buscar al hombre. Como tú no dejarías nunca de buscar a tu hijo, haga la estupidez que haga. Nosotros podemos comprender a Dios si nos identificamos por un instante con lo que haría un padre por su hijo. Dios es este padre que nunca deja de buscar al hijo.
El Papa nos ha invitado a un camino, indicando como único equipaje lo esencial y la realidad. ¿Qué significa esto para usted?
Lo esencial para nosotros es como el significado. Una presencia sin la cual la realidad no tendría significado. No todas las cosas son igualmente significativas para nosotros. Lo esencial es algo sin lo cual no se puede vivir. Es lo que nos permite entrar en cualquier aspecto de la realidad. Si hemos descubierto lo esencial, podemos entrar en cualquier oscuridad, en cualquier periferia. ¿Qué tiene que vivir una enfermera, qué consistencia debe tener, qué cosa tan esencial debe haberle sucedido para poder entrar en una habitación donde hay un enfermo terminal? Del mismo modo, ¿por qué ciertos cristianos siguen viviendo en Siria? ¿O por qué algunas personas se preocupan por los últimos de la sociedad? Debe haberles sucedido algo tan significativo que haga que para ellos ningún aspecto de la realidad pierda valor. Es más, adquiere todo su valor por eso esencial que han encontrado. Pero muchas veces parece que afirmar lo esencial va en contra de la realidad. O que afirmar la realidad va contra lo esencial. Gracias a Dios, nosotros, que hemos encontrado el cristianismo tal como nos lo testimonió don Giussani, y tal como aparece en el Evangelio, vemos que para Jesús afirmar lo esencial, su relación con el Padre, no era algo que le distrajera de la realidad o del hombre. De hecho, era justo eso lo que le hacía interesarse por cualquier hombre. Por eso, lo esencial y la relación con la realidad van juntos. Sin tener una presencia tan esencial para nosotros, la realidad no nos interesa, porque no somos capaces de estar ante ella. De afrontar sus desafíos, ciertas oscuridades y ciertas cosas que nos desconciertan.
Paolo Perego
HAN DICHO
ANTONIO SPADARO jesuita y director de La Civiltà Cattolica
«La periferia no es un eslogan. Es el mar abierto, la realidad; toda la realidad que está fuera de mí. No es que el Papa ame la figura de la esfera, en la que cada punto es equidistante del centro: no es que ame la homologación. Al contrario, el Papa ama el poliedro, porque la realidad es poliédrica: el poliedro tiene muchas caras, que son la periferia. Sin las caras el poliedro no existiría. La periferia no es un lugar lejano, es la realidad misma en todas sus facetas, en toda su complejidad»
MAURO MAGATTI profesor de Sociología en la Universidad Católica de Milán
«Estoy aquí para pediros que deis otro paso, porque CL en Italia y en Europa es importante. En nuestro tiempo la fe se enfrenta a un reto muy serio. Por eso me permito humildemente pediros que deis un paso más, que actualicéis la contribución fundamental del método propio de don Giussani: leer el presente en su pregunta antropológica profunda y no dicha, de manera que su legado pueda verse plenamente renovado»
LUCIANO VIOLANTE presidente emérito de la Cámara de los Diputados italiana
«Se puede ceder sobre muchas cosas, muchas se pueden negociar, sobre muchas se pueden dar pasos atrás. Pero una persona, una familia, una nación, no se salvan si no determinan lo que no se compra ni se vende. (…) Estaríamos ante un punto de ruptura de la humanidad misma de las personas si no hubiera nada que no se pueda ni comprar ni vender»
TOMASO EMILIO EPIDENDIO asistente de estudio en la Corte Constitucional italiana
«El lenguaje de los derechos pone el focus sobre el valor de los mismos, pero oscurece las desventajas que acompañan a esa ventaja. Es necesario reconducir el debate sobre lo que la retórica de los derechos oscurece, es decir, sobre los costes cuantitativos y cualitativos en términos de pérdida de la libertad y en términos de la comprensión de otros derechos. Si todo se reduce al aquí y ahora, si todo es inmanente, el derecho se convierte en un ídolo y, de este modo, se da una identificación de la moral con el derecho»
WAEL FAROUQ profesor de Lengua árabe en la Universidad Católica de Milán
«Quisiera decir al Papa que millones de musulmanes y yo rezamos junto a él seguros de que un Dios justo y misericordioso que ama a sus hijos escuchará sus oraciones y responderá. No renunciaremos a nuestra fe en el amor. La experiencia de los chicos de Swap es un testimonio de esta fe. Su camino ha sido el del encuentro con el otro y han elegido dar testimonio de la libertad, la amistad y el amor»
Créditos / © Asociación Cultural Huellas, c/ Luis de Salazar, 9, local 4. 28002 Madrid. Tel.: 915231404 / © Fraternità di Comunione e Liberazione para los textos de Luigi Giussani y Julián Carrón