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Huellas N.7, Julio/Agosto 2014

BREVES

La Historia

Un horno en Dakar

Con la cabeza inclinada sobre papeles y proyectos, casi no le ve entrar. «Hola Giorgio. ¿Qué tal?». Voz brillante, el acento de quien vive en Italia desde hace años pero tiene raíces lejanas: Dakar, Senegal. «Tengo una gran idea, ¿puedo comentártela?». A Giorgio no le había dado tiempo de decirle que se sentara, y Mori empieza a hablar a borbotones: «Desde aquí no consigo enviar dinero a mi mujer y a mis hijos. Conviene que me vuelva a África e intente montar algo. Allí las mujeres han dejado de cocer el pan en las casas, ¿me ayudas a montar un horno?». Giorgio le escucha callado, luego salta: «Perdona, Mori, pero ¿por qué siempre me preguntas a mí?». Silencio. «Porque me escuchas de verdad».

Desarmado. En un minuto, Giorgio repasa rápidamente estos tres años. Las primeras palabras en el aparcamiento donde Mori se acercaba con su carga de brazaletes y abalorios africanos. La amistad que nació entre la invitación a un café y una petición: «¿Puedes ayudarme a encontrar un trabajo?».
«Pero le mirabas a la cara y comprendías que no era solo cuestión de dinero para mantener a la familia en Senegal. Necesitaba algo más. Necesitaba descubrir que tenía una dignidad. Su necesidad era como la mía». Le encontró un trabajo en una obra, con un contrato regular durante un año. «Pero no funcionó; se arriesgaba demasiado, era peligroso para él».
Mientras tanto, crecía la amistad, implicando a la familia de Giorgio, a sus amigos y a los amigos de Mori. En un partido Italia-Senegal, con pizza a continuación, se encontraron hablando de Dios y de la vida. Y ahora Mori estaba allí, delante de él, con su idea en la cabeza y esa cara que pedía ayuda «porque tú me escuchas de verdad».

En ese momento pasó algo. «Sabes, cuando el corazón advierte que algo pasa –cuenta Giorgio–, resulta inevitable. Como cuando cae un chaparrón y te encuentras de repente todo mojado. Puedes aceptarlo o seguir en tus trece, mojado, por tu camino».
Giorgio decide escucharle. Habla con sus amigos, implica a un empresario que puede financiar la obra, va saliendo un proyecto viable. En fin, le brinda su ayuda de verdad. «Lo retomamos a finales de mes», le dice a mediados de junio.

A la semana siguiente se lo encuentra allí, de nuevo en su despacho. «Quería despedirme, me voy a Pescara para vender en verano, en la playa». Se para un momento, luego: «Y quería decirte que te quiero, de verdad». «¿Por qué?». «Porque eres distinto de los demás. No haces las cosas para tu provecho. No eres solo un amigo, eres un hermano». Ahora, quien calla es Giorgio. Mira el crucifijo que cuelga en la pared del despacho, lo señala con el dedo: «Si te quiero es porque Él me quiere». «Yo también rezo siempre a mi Dios por ti y por tus amigos. Nos vemos en septiembre. Seguiremos hablando del horno».

 
 

Créditos / © Asociación Cultural Huellas, c/ Luis de Salazar, 9, local 4. 28002 Madrid. Tel.: 915231404 / © Fraternità di Comunione e Liberazione para los textos de Luigi Giussani y Julián Carrón

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