Entre julio y agosto, de una manera u otra, cambia nuestro ritmo cotidiano, cambian los actos habituales, saltan las costumbres. Y las cosas se presentan con un rostro distinto del que tienen durante el resto del año. No es solo cuestión de ritmos más distendidos y tareas y compromisos más relajados. Son realmente las circunstancias las que cambian. Otros lugares. Otros encuentros. Bastaría esto para que este tiempo fuera una ocasión muy favorable, si nos la tomamos en serio. El tiempo libre es «el tiempo de la libertad», nos ha recordado siempre don Giussani. ¿Con qué finalidad?
Es una pregunta que enlaza directamente con otra, la que el movimiento de CL ha elegido como objeto de trabajo para estas vacaciones de verano: «¿Qué buscáis?». No es una cuestión baladí. Ni mucho menos. Y no solo porque estas son las primeras palabras que Jesús dirige a sus discípulos, a Juan y Andrés que se alejan del Bautista a orillas del Jordán para seguir a un joven hombre, Jesús de Nazaret. Es que, en el fondo, todo el Evangelio se puede leer así, como un continuo presentarse –de mil maneras, con palabras y gestos– de la misma pregunta dirigida al corazón de todos los encuentros evangélicos, desde Zaqueo a la Samaritana, desde el leproso al joven rico, a los apostóles, a los enemigos... ¿Qué buscas? ¿Qué es lo que deseas de verdad?
El verano puede ser un momento privilegiado para estar frente a esta pregunta. Para usarla como clave de lectura de los hechos que pasan delante de nosotros y que no se detienen en verano, por ejemplo, ¿qué buscan los millones de refugiados que huyen de Iraq o de Siria para llegar a Europa? Pero, ante todo, para tomarla en primera persona y compartirla con quienes nos rodean, en las muchas ocasiones imprevistas que las vacaciones nos ofrecen. O en la circunstancia distinta del trabajo para quien se queda en la ciudad. Las amistades. O el Meeting de Rímini, que este año se centrará precisamente en la compañía que el Destino hace al hombre en cualquier lugar y circunstancia, en cualquier rincón «de las periferias del mundo y de la existencia». ¿Qué buscamos? ¿Qué es lo que llena nuestro corazón?
Será muy bueno ayudarnos a descubrir la respuesta en la carne de nuestra vida. No sirve decirla y repetirla a priori. Es preciso descubrirla en lo que acontece. Porque esta es la primera compañía que el Destino nos hace: la realidad. Es allí «donde el Misterio nos despierta, nos llama, donde sale a nuestro encuentro para que no decaigamos en la nada», como recordaba Julián Carrón a un grupo de amigos hace unos días. Es «a través de algo absolutamente banal, a veces oscuro y poco transparente, como son las circunstancias que nos toca vivir, como la vida nos llama, llama a cada uno a vivir». Nos volveremos a ver en septiembre, para contarnos qué pasa cuando decidimos responder a esta llamada. ¡Buen verano a todos!
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