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Huellas N.6, Junio 2014

ENTREVISTA / Joseph Weiler

El verdadero campo de batalla

Luca Fiore

Es uno de los juristas más destacados a nivel mundial y que mejor conoce Europa. Le hemos pedido que se mida con la lectura de la modernidad que Julián Carrón ha realizado en la última “Página Uno”. He aquí sus respuestas

En 2010, defendió a Italia delante del Tribunal Europeo de Derechos humanos, frente a quien le exigía que se renunciara a los crucifijos en las aulas. Lo hizo llevando la kipá*, él que es el mayor experto americano en Derecho europeo. Nacido en Sudáfrica pero neoyorquino con todas las de la ley, Joseph H. H. Weiler, 1951, es presidente del Instituto Universitario Europeo de Florencia y titular de la cátedra European Union Jean Monnet en la facultad de Derecho de la New York University. Conoce los tratados europeos al menos tanto como la Torah. Lo cual lo dice todo. Ha leído la presentación del documento de CL, a cargo de Julián Carrón, en vista de las elecciones europeas. Documento sobre el que ha reflexionado también en el Centro Cultural de Milán, el pasado 15 de mayo. El sacerdote español y el hebreo neoyorquino. Un océano los separa, no sólo geográficamente. Sin embargo, entre ellos hay una profunda consonancia al margen de esquemas preestablecidos.

Persona, trabajo, progreso, libertad. Se trata de palabras que están perdiendo cada vez más su significado original. En su opinión, ¿por qué?
Es una pregunta difícil, porque a veces no está claro cuál es su “significado original”. En algunos casos es un significado tremendo. Piense en el concepto de “persona” que no incluía a los esclavos. En la misma Biblia las mujeres no se consideraban como sujetos de la revelación del Sinaí. Los creyentes no deben basar el valor de su Weltanschauung sobre el “significado original”, sino sobre una concepción del mundo en la que la persona es humilde y comprende los límites de la condición humana. Una concepción teocéntrica, no antropocéntrica. En este caso, las nociones de persona, trabajo, libertad, se hacen distintas.

Joseph Ratzinger ha dicho que el intento de la Ilustración de plasmar la sociedad separándola de la idea de Dios ha fracasado. ¿Está de acuerdo?
El pensamiento del Papa Ratzinger es mucho más sutil. En cualquier caso, el fracaso es el resultado de interpretaciones erróneas de la Ilustración. Interpretaciones incluso presuntuosas. No tenemos que ser nosotros igual de presuntuosos. No tenemos el monopolio de una idea de sociedad buena. Tenemos un concepto distinto, que valora la búsqueda fatigosa, siempre imperfecta y casi siempre destinada a frustrarse, de la santidad. Recordemos las palabras del profeta Miqueas: «Se te ha indicado, hombre, qué es lo bueno y qué exige de ti el Señor: nada más que practicar la justicia, amar la fidelidad y caminar humildemente con tu Dios».

Julián Carrón sostiene que el camino para rescatar los fundamentos de la sociedad cristiana no es el de volver a un Estado confesional o a una Europa basada en leyes cristianas, sino testimoniar la conveniencia de una vida cristiana. ¿Qué opina al respecto?
Son palabras lapidarias, una enseñanza fundamental. Escuchándolas Dios ha sonreído con satisfacción.

Frente al debate sobre los “nuevos derechos” asistimos a una extraña mezcla de fascinación y aversión. En su opinión, ¿por qué? ¿Qué hay en el origen de estas nuevas instancias?
El problema no es la reclamación de nuevos derechos, algunos buenos y otros discutibles, sino una cultura que ha dejado de creer en la responsabilidad personal. Me refiero a la cultura de la virtud que comparten Aristóteles, Tomás de Aquino y Maimónides. Pero, si me lo permite, creo que esta pregunta nace de un modo de pensar que no consigue liberarse de la dictadura de la política. Está claro, la política es importantísima y no hay que desatenderla. Pero no dejemos que colonice nuestra alma.

¿En que sentido?
Ceder a la lógica según la cual el campo de batalla son los derechos y la guerra que hay que librar es sobre un derecho más o uno menos. En cambio, el verdadero campo de batalla es la responsabilidad humana y personal hacia el otro: el dar y no el tener. Leed el capítulo 18 del Levítico: dejad de lado los aspectos rituales, concentraos en la normatividad moral. Veréis una sociedad fundada en la justicia, la solidaridad y la conciencia social. Notaréis algo interesante: son todos valores contemporáneos, pero basados en la responsabilidad y el deber, y no sobre los derechos. ¡Da mucho que pensar! Obtener un derecho más o uno menos no puede ser nuestra contribución al pensamiento contemporáneo.

Julián Carrón dice que es una ilusión pensar que el deseo de plenitud, que subyace tanto en la postura de los favorables como en la de los contrarios a los “nuevos derechos”, pueda encontrar satisfacción en un plano legislativo. Citando a Giussani, dice que es necesario profundizar en la naturaleza del sujeto. ¿Qué significa esto para usted?
Que seríamos realmente pobres si pensáramos que cualquier normatividad axiológica debe ser regulada por ley. Seríamos realmente infantiloides y necios.

¿Es necesario profundizar en la naturaleza del sujeto?
Seré modesto: basta con que volvamos a ser adultos.

¿Qué significa?
Que aun siendo importante, la ley humana, el derecho y los derechos, deben volver a ser sólo una parte modesta de nuestra condición de hombres y de las relaciones entre ellos.

Cesare Pavese decía: «Lo que el hombre busca en los placeres es un infinito, y nadie renunciaría a la esperanza de conseguir este infinito». Sin embargo, la experiencia muestra que el deseo se adormece. ¿Qué es lo que vuelve a despertar en usted este deseo de infinito?
Seguramente depende del tipo de deseo. Le aconsejo que vaya a leer de nuevo el libro de los Salmos y también el bellísimo libro Poesia dell’uomo e di Dio, los Salmos en la versión poética de Davide Rondoni. Así entenderá por qué su pregunta está mal planteada. Personalmente no busco el infinito, lo cotidiano es un reto suficiente. Pasar un día sin ninguna mentira, sin ninguna incomodidad delante de Dios, vale para mí más que todos los infinitos que se puedan imaginar. Tristemente, he tenido pocos días así. ¿Cuál es mi deseo? Hagamos un trato: usted me da veinte días de mi vida sin incomodidad delante de Dios y yo le dejo el infinito. Para mí sería un chollo...

También su deseo de agradar a Dios es incompleto, infinito. ¿Me equivoco? A lo mejor, no estamos diciendo cosas tan distintas. ¿Qué le ayuda a seguir deseando no sentirse incómodo delante de Dios?
Vale, lo ha entendido. Pero también es importante la manera de hacer las cosas. A mí me gusta mucho el camino de Saúl: fue a buscar los asnos y sin quererlo encontró la monarquía... Pero, ¡ojo!, lo que buscaba eran los asnos.

La política, ¿Puede la política, por sí sola, defender la libertad religiosa?
Por lo que se refiere a las condiciones externas, importantísimas, sí. Pero el elemento interior depende de la conciencia humana. Sobre todo de la interiorización de la posibilidad soberana de decir que no a Dios. Sólo esta interiorización garantiza un verdadero sí. Esta es una verdadera libertad religiosa. Un niño no sabe que puede decir que no a su padre o a su madre. Los padres esperan el momento en el que sus hijos se enfrenten a ellos, porque después de ese momento, cuando se adhieran a lo que se les dice, lo harán de manera verdaderamente libre.

¿Cómo puede Europa convertirse en un espacio de libertad para el encuentro entre los que buscan la verdad?
Europa ya es este espacio. El encuentro se dará cuando los creyentes le pierdan miedo a su credo; y cuántas más personas abandonarán la ilusión de que el camino sea volver a un Estado confesional o a una Europa basada en las leyes cristianas, como sugiere Carrón. El problema de los creyentes en Europa es que todavía no se han acostumbrado plenamente a ser una minoría y a tener que defender cotidianamente su propio credo.

* El Talmud dice que el propósito del uso de la kipá es acordarnos de Dios, que es la Autoridad Suprema “por encima de nosotros” (Kidushin 31a).


DATOS
Joseph H. H. Weiler, 63 años, hebreo, presidente del Instituto Universitario Europeo de Florencia y profesor en la New York University.

 
 

Créditos / © Asociación Cultural Huellas, c/ Luis de Salazar, 9, local 4. 28002 Madrid. Tel.: 915231404 / © Fraternità di Comunione e Liberazione para los textos de Luigi Giussani y Julián Carrón

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