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Huellas N.5, Mayo 2014

BREVES

La Historia

«¿Y yo quién soy?»

Al entrar en el despacho la encontró allí. Una sorpresa. A Doris últimamente le llega una al día. A veces, incluso más. Pero normalmente se trata de cartas o trozos de papel escritos a mano, como es habitual en el colegio. Desde hace un par de semanas sus alumnos le suelen dar estas cosas. Casi siempre después de sus encuentros matutinos, esos diez minutos con todas las clases reunidas antes de empezar las lecciones: un fragmento de algún libro, una frase, alguna pregunta… Una forma de introducir la jornada: siempre se ha hecho así en el “Volta”, una escuela italiana en Bogotá, Colombia. Sólo que desde hace algún tiempo había sucedido algo. «Sentía arder dentro de mí una serie de preguntas», cuenta Doris, coordinadora de enseñanzas medias. Preguntas abiertas por las heridas de la vida. Sobre todo desde la enfermedad de su hermana, que había muerto después de varios meses de sufrimiento. «Fue un reclamo a lo esencial, muy potente». Luego, una querida amiga que volvía a Italia… Y otra vez.
Aquellas preguntas de Doris se habían convertido en las mismas que planteaba a sus alumnos por la mañana: ¿por qué vale la pena venir a clase? ¿Y yo quién soy? ¿Qué es lo que deseo de verdad? No eran palabras nuevas, quién sabe cuántas veces había tenido que usarlas, incluso con sus alumnos. Pero ahora eran suyas. Y los alumnos, evidentemente, ahora quedaban tocados pues, más o menos a la vez, habían empezado a escribirle. Le hablaban de sí mismos, de lo verdaderas que les resultaban esas extrañas preguntas. Salían a la luz ante la incomprensión de una madre: «Hemos discutido, pero me he sorprendido pensando: ¿ella es sólo esta rabia? ¿Y yo?». O ante el reproche de un bedel: «El otro día me regañó por tirar un papel al suelo y pensé: ¿pero yo de verdad soy tan estúpido?».

María, en cambio, no le escribió: decidió presentarse directamente en su despacho. «Quería contarte una cosa». Le habla de sus dificultades con una profesora y con su asignatura: fórmulas y reglas que no hay forma de entender… «Mira, Doris, el otro día sucedió algo cuando me dio la nota. Un suficiente, pero yo merecía más». Instintivamente, sería otra ocasión para retirarse. «En cambio, pensé: ¿pero yo quién soy? ¿Soy sólo esta nota o algo más? Empecé a pensar en algún adjetivo que me definiera, pero no sabía muy bien cuál». ¿Entonces? «Me vino la misma pregunta respecto a ella, a la profesora. Y pensé en algunos adjetivos: enfadada, severa, pero estupenda a la hora de explicar…». Una palabra tras otra, me salió toda una lista, le cuenta María. «Pero cuantas más añadía, más me daba cuenta de que no bastaban. Porque ella es mucho más que eso».

Doris se queda con la boca abierta. Otra vez, como le sucede con las cartas que recibe. Sus alumnos tienen doce años, pero las mismas preguntas que ella. El mismo corazón. Y el mismo camino para despertarlas: el encuentro con algo verdadero. «¿Sabes lo que ha sucedido desde entonces, Doris?». No, María, ¿qué? «Que ahora quiero a esa profesora. Y empiezo a querer un poco a su asignatura». Pausa. «Y a mí misma».

 
 

Créditos / © Asociación Cultural Huellas, c/ Luis de Salazar, 9, local 4. 28002 Madrid. Tel.: 915231404 / © Fraternità di Comunione e Liberazione para los textos de Luigi Giussani y Julián Carrón

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