Va al contenido

Huellas N.5, Mayo 2014

ENCUENTROS / Letra y música

Mi razón de vivir

Silvina Premat

Autor de Ojos de cielo y de otras decenas de canciones sobre el amor que sostiene la vida. Visitamos al artista argentino VÍCTOR HEREDIA para descubrir cómo nacieron en él esos versos llenos de dolor, de esperanza y de una misteriosa necesidad de otro

Sus ojos, pequeños y oscuros, se agrandan y encienden cuando se habla de esperanza. Tiene 67 años, cinco hijos y un nieto. Es el argentino Víctor Heredia, autor de más de 300 canciones, entre las que están Razón de vivir y Ojos de cielo, a las que Julián Carrón, sucesor de Luigi Giussani, se ha referido durante los últimos Ejercicios espirituales de la Fraternidad de CL. Sobre ellas y sobre su propia vida conversamos en el despacho de su representante en el centro de Buenos Aires. Es un lugar que Heredia frecuenta muy poco. Vive en Pilar, a unos 60 kilómetros de la ruidosa capital argentina, con su segunda esposa, la fotógrafa Marisa Bonzón, portadora de los ojos y el corazón que inspiraron a Víctor más de una de sus más lindas composiciones, y con la que ha tenido dos hijos.
Heredia supo de la existencia de Comunión y Liberación cuando, hace unos cinco años, se enteró de que una universitaria de Florencia, Caterina Socci, había grabado Ojos de cielo. Quiso saber cómo había llegado esa canción a oídos de la joven y contactó con su familia vía mail. Allí empezó una relación epistolar que aún continúa. «¡Y ahora los conozco a ustedes! ¡Qué impresionante! Hace unos años, sin saber que esto iba a suceder, tomé contacto con Antonio Socci, vinculado a CL... Me sorprende este interés, ¿cuánta gente hay en tantos países cantando esta canción?», se pregunta, curioso, Víctor Heredia, un poeta con todas las letras.

Razón de vivir empezó a sonar en 1984, ¿en qué circunstancias la escribió?
Es una canción de puro agradecimiento porque yo creo que nadie puede hacer por sí solo su tarea en el mundo, en la vida; se necesita una compañía, indudablemente. Y esta compañía te viene dada por quien te sostiene, te apoya. Esta canción está dirigida a una mujer, a mi compañera. Pero si trasladas eso a todo lo que hacemos en la vida siempre encontrarás a alguien que te ha servido de bastón, que ha sido tu guía.

La canción habla de una presencia que hace posible vivir y expresa el anhelo de poder estar con el otro «sin perder el ángel de la nostalgia». Parece aludir a algo que no es sólo el “otro”.
Es que uno no se enamora sólo de lo físico. Esta es la cuestión. Justamente la canción habla de esto. Cuando se establece una comunión liberadora, cuando dos espíritus pueden caminar juntos, se está mucho más allá de lo físico. Es muy enriquecedor poder expresar algo a dúo o multitudinariamente, cuando uno puede tener un pensamiento similar a otro, o a muchos, y ese pensamiento funciona y crece. Yo diría que hasta es salvador desde todo punto de vista. Una relación de esta naturaleza es excepcional y hay que tratar de preservarla.

Frente a la belleza, generalmente uno quiere poseerla pero luego se topa con una nostalgia, con algo misterioso dentro de ella.
Sí, a veces frente al hecho consumado de haber poseído uno se olvida de la belleza misma, pero cuando estás lejos, por poner un ejemplo banal, lo extrañas, lo vuelves a necesitar. Pero qué lindo es necesitarlo aún, después de haberlo poseído; seguir necesitando esa cercanía.

Es como una fuente inagotable.
Sí, porque no estamos hablando sólo de un encuentro físico sino de una necesidad espiritual, de una comunión espiritual entre dos personas.

Y Ojos de cielo, ¿en qué circunstancias la escribió?
Igual. También tiene una destinataria: Marisa, mi mujer. Si uno repara en hasta dónde podría hacer algo por sí solo, el trayecto sería muy corto. Necesitas alguien que te apuntale, te acompañe, te sostenga. Y que, cuando aflojas, te recuerde la necesidad de no perder de vista las cuestiones por las que luchaste toda la vida. De todas maneras esto es una explicación que un artista no debiera dar porque los que completan las canciones son los otros. Caterina encontró un sentido muy, muy especial en Ojos de cielo. Y seguramente ustedes también.

Sí, Julián Carrón, comentando estas canciones, dice que no son sentimentales sino que describen una realidad: sin posibilidad de encontrar unos ojos, una relación así, seríamos incapaces de mirar bien la realidad.
Es lo que estaba diciendo. Es eso. Uno no mantiene sólo una relación física con una persona; cuando eso sucede es maravilloso pero lo que une definitivamente a dos seres es otra cosa, es esa espiritualidad, esa sensación de que vas a encontrar en el otro la guía, el apoyo, la verdad y la ayuda necesaria para seguir el camino.

Carrón afirma que con Jesucristo entraron en la historia esos “ojos de cielo” que sostienen la vida.
Cuando escribí Ojos de cielo no pensé en la Virgen, como Caterina. Pero ahí están, y es inevitable que alguien haya pensado eso, porque yo pude haber tenido la pretensión de escribir esta canción para alguien, pero me supera. Cuando uno escribe una canción es como una antena que retransmite algo y ese algo a veces… yo diría que la mayoría de las veces termina superándote. Si el otro no le da un sentido, la canción está incompleta. Yo no estoy solo. De hecho en la canción estoy hablando de dos; y esos dos pueden ser cuatro, ocho o miles, pero ninguno está solo. Siempre dentro de una persona hay una espiritualidad y eso es lo que en la vida, a veces, uno alcanza a compartir con otro. A veces sí y a veces no.

Cuando escribió Mi madre y María sí pensaba en la experiencia de la Virgen.
Sí, esa canción la compuse porque me la pidió Mercedes Sosa para cantar en el Vaticano en 1994. Debía hablar sobre la tragedia de las Madres de Plaza de Mayo, tragedia con la que tengo una relación directa por la desaparición de mi hermana María Cristina. Así que no fue difícil en absoluto.

¿Se sorprende con lo que escribe o trabaja las canciones desde una idea?
Razón de vivir me sorprendió muchísimo. Como me sorprendió El viejo Matías. Otras canciones, aun cuando no están hechas adrede, como Ojos de cielo, me sorprenden menos porque hay una intencionalidad. Pero Razón de vivir fue una canción que salió así...

Como de las tripas.
Sí, es visceral.

Don Giussani dice que el genio del poeta es la capacidad de expresar la coincidencia entre signo y misterio. Es decir, que el signo al que se refiere la poesía remite a otra cosa, a un misterio insondable.
Es exactamente así. De hecho me ha sorprendido algún comentario sobre canciones mías en cuanto a, por ejemplo, la posibilidad de curación de algunos enfermos psicóticos. Y no sé por qué. Por eso digo que las canciones a veces superan la intención del que las escribe y se instalan en otro lugar absolutamente misterioso, insondable. Porque la palabra que uno transmite no es la que uno inventa sino que ya esta inventada, uno la usa y conlleva un sentimiento y una espiritualidad que uno no alcanza a dimensionar, que está mucho más allá de nosotros. La palabra no sólo nos distingue como seres humanos sino que nos dispara hacia el universo. Y Cristo fue portador concreto de esa palabra; él utilizó muchísimo la poesía en todo lo que proponía y por eso fue tan misteriosamente creído y tan misteriosamente insondable.

¿Es usted un hombre de fe?
Creo en Cristo hombre. Me vanaglorio de creer al menos en eso, pero me parece que creo un poco más allá también. Los que tenemos una visión distinta en relación a la palabra de Cristo y eludimos la posibilidad de creer en Cristo resucitado no dejamos de creer en Él.

¿Cómo valora al Papa Francisco? ¿Conocía al cardenal Bergoglio?
No, no tuve relación con el cardenal Bergoglio. Creo que Francisco no es Francisco: somos todos nosotros. No es él solo. No es un invento, es la resultante de una serie de consideraciones que nos incluyen. Me impresiona su propuesta y creo que es consciente de que su palabra y su propuesta implican la necesidad de que un continente, el sudamericano, sea reconocido como parte del mundo. No es casualidad que hayan elegido a un sudamericano. Todo lo que hace evidencia una humildad que reconozco en algunos pastores.

¿Cómo fue su relación con Mercedes Sosa?
Mercedes tenía una visión de ese misterio insondable del que hablábamos. Era como una docente. Te enseñaba cosas que estaban escritas en tus textos y de las que no te habías dado cuenta. Les daba sentido. Ella era marxista. Supuestamente el marxismo es el materialismo dialéctico y sin embargo Mercedes era muy creyente. O sea que lo del materialismo dialéctico para nosotros era un chiste; lo que importaba en esa época era que había un partido al que le interesaba la gente y nos representaba en ese sentido. El resto quedaba a consideración de cada uno. Y Mercedes siempre eligió el catolicismo.

Entre nosotros también cantamos algunas canciones de otro cantautor argentino, Peteco Carabajal, que también es amigo suyo.
Sí, componemos juntos. Lo que nunca voy a perdonarle es que haya escrito una canción que me hubiera gustado escribir yo: Como pájaros en el aire. Me da envidia que él la haya escrito. Siempre le digo que me robó una idea que yo no tuve, pero me hubiese gustado tener.

En su obra es recurrente el grito de esperanza. ¿De dónde surge esa esperanza y qué la sostiene?
Diría que la esperanza nace de la fuerza de todos los que me antecedieron y se sacrificaron para que hoy, por ejemplo, yo pueda vivir en una democracia en Argentina y exista algún viso de unidad en un continente que estuvo siempre unido por la tragedia. Esa esperanza también me supera, nace de todos ellos. Uno no puede frustrar el futuro diciendo que no va a existir, o sea, siendo pesimista. Tendría que ser hipócrita.
(con la colaboración de Patricia Modarelli y Fernando Giles)


LA VIDA Y LAS RAÍCES
Víctor Heredia, 67 años, nació en Buenos Aires, desde pequeño conoció los contrastes sociales de su tierra cuando su familia se mudó a Paso del Rey, a 40 kilómetros de la capital. Le encantaba leer, narrativa y poesía: Neruda, Vargas Llosa, Zola, Dostoyevski… A los diez años empezó a estudiar piano, pero pronto se dio cuenta de que no era su instrumento, «es muy distante; a la guitarra la abrazas, es otra cosa». Su consagración como músico llegó con el disco El viejo Matías, en 1969. Le siguieron éxitos como Todavía cantamos, Sobreviviendo, Coraje… Su compromiso social le llevó a afiliarse al partido comunista, que abandonó en 1978, cuando el partido pactó con la dictadura militar. Fue perseguido por las denuncias que hacía en sus canciones y se exilió en dos ocasiones. Su hermana y su cuñado fueron detenidos y desaparecidos. Ha publicado una treintena de discos y dos novelas.

 
 

Créditos / © Asociación Cultural Huellas, c/ Luis de Salazar, 9, local 4. 28002 Madrid. Tel.: 915231404 / © Fraternità di Comunione e Liberazione para los textos de Luigi Giussani y Julián Carrón

Vuelve al inicio de página