Se ha presentado la última traducción del libro de don Giussani en el país del Sol Naciente. Crónica de una velada (y de una encrucijada de amistades) en la que se encuentran dos mundos alejados pero unidos por un mismo corazón
«Una madre esquimal, una madre de la Tierra del Fuego o una madre japonesa dan a luz seres humanos que son reconocibles como tales tanto por sus connotaciones exteriores como por una impronta interior común».
Quién sabe si don Giussani se imaginó en Milán, en su habitación que hacía las veces de estudio en un bajo de la calle Martinengo, al escribir estas palabras al comienzo de El sentido religioso, que muchos años después se realizaría lo que entonces sólo era un ejemplo esbozado en un libro.
Tokio, miércoles 11 de junio. No son pocas las personas que han elegido, entre los cientos de propuestas que la megalópolis ofrece a diario, la presentación de El sentido religioso. En el moderno Instituto Italiano de Cultura («una de nuestras sedes más hermosas del mundo», enfatiza su director, Umberto Donati), los organizadores del evento son los primeros que no creen lo que están viendo. «Había enviado un millar de invitaciones por correo electrónico», cuenta Tomoko Sadahiro, conocida como Sako, asistente del Obispo de Hirosima y alma de la comunidad japonesa de CL: «Me respondieron unas veinte personas. Me esperaba alguno más, pero cuando entré en la sala... ¡menuda sorpresa!». Ciento cincuenta, entre profesores universitarios y estudiantes, religiosos y ejecutivos que están en Tokio por motivos de trabajo. Tal vez –quién sabe– hasta la mencionada “madre japonesa”...
La proyección de unas imágenes del programa especial de Rete 4 sobre el fundador de CL ayuda a entrar en materia mejor que las palabras: «Estaba con un amigo que no había oído jamás hablar de don Giussani –cuenta Ernesto Cellie, italiano naturalizado japonés–. No habían pasado ni treinta segundos cuando me dijo muy serio: “¡Pero qué persona más extraordinaria!” Estas mismas palabras: “¡Qué persona más extraordinaria!”». Y Tomoko añade: «Una profesora que vio el vídeo quedó muy impresionada por la lectura que don Giussani hace del pasaje del Evangelio: “Simón, ¿tú me amas?”. No sólo por sus palabras, sino por su forma de hablar, su intensidad, su figura».
La importancia del signo
Proponer El sentido religioso en Japón no es como dar un paseo. Lo explica bien Ambrogio Pisoni, uno de los ponentes del encuentro, responsable de CL en Asia. «En la cultura oriental, ajena a la concepción judeocristiana de la persona, el yo es una realidad indistinta, no es tan definida como la que conocemos nosotros, hijos de Atenas y Jerusalén. Ocurre lo mismo, por otra parte, con la realidad, que no se concibe como creada, sino como una suerte de panteísmo. La cultura oriental no contempla la escucha del corazón como una experiencia que remite a Otro, ni la mirada a la realidad como un camino para aferrar la presencia del Misterio».
Don Giussani conocía bien a Shodo Habukawa, profesor en la Universidad del Monte Koya y responsable del templo budista Muryokoin. Durante uno de los almuerzos que consolidaron la amistad entre ambos, se pusieron a hablar de música. El profesor Habukawa había expresado su pasión por la canción napolitana, y añadió: «A mí me gusta mucho Torna a Surriento». Don Giussani, sorprendido, le preguntó por qué. El monje budista quedó unos instantes en silencio y respondió: «Melancolía».
«Durante quince años», dijo Habukawa en el encuentro de Tokio, «don Giussani siempre me habló de la experiencia del Misterio y de lo que él definía como “un corazón abierto”, dispuesto a entrar en relación con la realidad, y que yo llamo “espíritu de observación”».
Corazón y realidad, realidad y corazón. El binomio se repite desde la tribuna de los oradores al hablar de un libro que –en palabras de Etsuro Sotoo, el escultor japonés de la Sagrada Familia de Barcelona, que interviene desde España por videoconferencia– «cada vez que lo abres, habla de tu vida en ese momento. A veces sus palabras pueden parecer obvias, pero en cambio están pensadas, razonadas, medidas».
La realidad de CL en Japón es reducida en cuanto al número, pero tiene grandes posibilidades, como suele suceder en otros lugares del mundo.
«La cumbre de nuestra mentalidad es el concepto de armonía», explica Tomoko. «Por ejemplo, a un niño se le enseña a “no molestar a los demás”. En el colegio recibimos tan sólo una moral difusa, con nociones del tipo “no se tira de la cola a los gatos”, “no se rompen los cristales del vecino”, etcétera. Pero de esta forma el yo de la persona acaba ocultado, difuminado entre una multitud de detalles». Pisoni insiste: «En ocasiones parece que en Japón la persona sólo puede expresarse perteneciendo a un grupo. Todos llevan un uniforme: en el colegio, la oficina, la empresa... El horizonte último es la colectividad. Y para distinguirse, paradoja suprema, el individuo debe vestir las telas del uniforme».
«Don Giussani creó una escuela de pensamiento», dijo el nuncio apostólico en Tokio, Alberto Bottari de Castello, abriendo la presentación del libro, «y me alegra que pueda ser conocido también en Japón». Educar en la escucha del corazón y en la relación con la realidad son experiencias que posibilitan iniciar un diálogo. Lo reconocieron pocos días antes del acto los principales editorialistas japoneses preguntándose por la masacre de Akihabara (siete personas asesinadas y diez heridas por un joven de 25 años «cansado de la vida»). El periódico Asahi escribió, por ejemplo: «Hay algo en nuestra sociedad, aparentemente tranquila, que empuja a los jóvenes a actuar irresponsablemente y con violencia. Conviene encontrar las causas».
Alegría de vivir
«“Maestro” en japonés significa “nacido antes”, y sólo Dios sabe lo necesitados de “maestros” que estamos en Japón», observó el arzobispo Giussepe Pittau, jesuita, secretario emérito de la Congregación para la Educación Católica e histórico misionero de la Sophia University de Tokio. «Pero maestro no es sólo el que ha nacido antes. Es alguien que enseña lo que él ha vivido. Y don Giussani comunicó a sus estudiantes un sentido y una alegría de vivir». Por ello verificar la razonabilidad del acontecimiento cristiano tiene un potencial enorme. «Lo que atrae a quien se acerca a nosotros es el mismo sentido y alegría... Aquel que está entre nosotros», dice Cellie. Es verdad.
«La responsable de la casa editorial (Don Bosco Press; ndr) estaba preocupada por cómo se volverían a traer los libros cuando se acabase el encuentro», cuenta Tomoko. «No hizo falta: los vendimos todos».
Créditos / © Asociación Cultural Huellas, c/ Luis de Salazar, 9, local 4. 28002 Madrid. Tel.: 915231404 / © Fraternità di Comunione e Liberazione para los textos de Luigi Giussani y Julián Carrón