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Huellas N.3, Marzo 2014

BREVES

La Historia

«PERO, ¿USTED NO TIENE MIEDO?»

Mónica espera su turno. Cuando llega, se acerca a la ventanilla. La enfermera le dice: «Antes de pasar a la consulta, rellene este formulario». «Perdone, pero sólo hay dos casillas para los hijos, y yo tengo cinco». La enfermera toma el formulario, lo mira, y comenta: «Es muy raro encontrar familias tan numerosas… Ponga los nombres aquí, al lado. Veo que su hijo mayor tiene la edad del mío. ¿Trabaja o estudia?». «Está en la universidad». «Se ve que se le dan bien los estudios. Me alegro. A mi hijo le han costado mucho». «¿Por qué?». «Es disléxico. He procurado ayudarle todo lo posible, pero siempre temo por él». «No entiendo bien por qué». «Porque no es perfecto. Sigue teniendo sus dificultades. Creo que en esta sociedad la persona, el individuo, no cuenta. Temo que, antes o después, pase algo que lo aplaste…».

Mónica piensa en el capítulo VIII del libro de don Giussani que habla de la mirada de Cristo cargada de ternura hacia cada persona. La misma mirada que la “cautivó” hace años. «Señora, no deje de luchar. Amamos a nuestros hijos justo porque son únicos. Con todas sus dificultades y sus errores. Es la única certeza que podemos transmitirles. Aunque la mentalidad común insinúe lo contario. Estoy segura de que…».
Pero, «¿usted no tiene miedo? Parece tan segura». Silencio. «Ah, ya entiendo. Usted es una seguidora del Papa Francisco. Hoy, sólo él muestra esta seguridad y no tiene miedo de nada». «Es cierto. Yo estoy segura porque me he encontrado con personas como Francisco, que me muestran que merece la pena vivir, luchar y morir, porque cada uno de nosotros tiene un valor infinito. Es amado por lo que es».
En la cola, alguien resopla. «Pero, ¡cuánto tarda!». La enfermera no presta atención. «Si los resultados de los análisis mostraran que usted tiene un tumor, ¿tampoco tendría miedo?».
Mónica piensa en los rostros de sus amigos que están enfermos: «Tendría miedo, pero mi certeza no se desmoronaría. He visto que también con un tumor uno puede saberse amado personalmente y seguro de un bien más grande que el miedo y el dolor». La mujer se conmueve y aprieta la mano de Mónica: «Haber hablado con usted es lo mejor que me podía pasar hoy». «Lo mismo digo». Pasa por detrás de la ventanilla y la abraza.

Al terminar la consulta, Mónica se dirige a la salida. Una voz la llama. Es la enfermera. «¿Me he olvidado algo?». «No, sólo quería darle esto», y le entrega una nota. Mónica entra en el ascensor y la abre: «Soy la enfermera que ha hablado con usted hoy. No soy creyente, pero rezaré por usted, para que el resultado de los análisis sea bueno. El mundo necesita personas como usted. Gracias. Vuelva a verme». Mónica volverá.

 
 

Créditos / © Asociación Cultural Huellas, c/ Luis de Salazar, 9, local 4. 28002 Madrid. Tel.: 915231404 / © Fraternità di Comunione e Liberazione para los textos de Luigi Giussani y Julián Carrón

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