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Huellas N.3, Marzo 2014

TESTIMONIO

Encontré a Cristo en el Corán

Mario Joseph

Es profesor de Filosofía en el Seminario Mayor Mary Matha y predicador en el Centro Divine Retreat en Kerala, India. En un acto celebrado en la Universidad San Dámaso de Madrid, ha narrado su conversión. Por cortesía de la Universidad publicamos un extracto de su testimonio

Mario Joseph nació y creció en una familia musulmana de la India. «Somos seis hermanos y yo soy el tercero. Cuando estaba en el vientre de mi madre ella tuvo una infección grave y se la llevaron al hospital. Todos los médicos le dijeron que si quería salvar su vida tenía que abortarme. Le decían: “Si no abortas a este bebé, vas a morir”. Todo estaba planificado para el aborto y la ingresaron. Pero a mitad de la noche, sin que nadie se enterara, mi madre se escapó del hospital. Ella rezó así a su Dios: “Alá, la vida te pertenece a ti, no está en manos de los hombres ni de la medicina. Si salvas la vida de este bebé, yo te lo entregaré para que te glorifique con su vida”. Todos pensaban que yo moriría en el vientre de mi madre, pero Dios escuchó la voz de mi madre y esa es la razón por la que estoy aquí con vosotros dando gloria al Nombre de Dios».

¿Quién es Jesús? Con ocho años, le enviaron sus padres a la escuela árabe. Al terminar los estudios, se convirtió en imán y comenzó a trabajar en una mezquita. «Yo predicaba diciendo: “Sólo hay un Dios, Alá, y sólo una religión, el Islam. El Cristianismo no es la religión de Dios, es la religión de san Pablo. Jesús no es Dios”. Un día, un hombre se enfadó y me dijo: “Tú estás predicando que Jesús no es Dios. No lo hagas y ¡dinos quién es Jesús!”. ¿Quién es Jesús? Esta pregunta me hizo reflexionar. Yo no sabía quién era Jesús, así que con el Corán en la mano le recé a Alá: “Alá, dime quién es Jesús”. Me puse a leer el Corán todo entero. Encontré el nombre de Mahoma en cuatro sitios, en cambio el nombre de Jesús estaba repetido 25 veces. ¿Sabéis que el Corán no menciona el nombre de ninguna mujer excepto el de María? El capítulo 19 se titula “María” y el capítulo 3 “La familia de María”».
Mario comienza a leer en lengua árabe algunos fragmentos de los versículos 45 al 55 del capítulo 3 del Corán: «Cuando los ángeles dijeron: ¡María! Alá te anuncia la buena nueva de una Palabra que procede de Él. Su nombre es el Ungido, Jesús, hijo de María».

Dios lo puede todo. Un día le preguntó a su profesor: «“Profesor, ¿cómo creó Alá el Universo?”. Él me dijo: “A través de la Palabra”. Entonces le pregunté: “Profesor, la Palabra ¿es creadora o es creada?”. Él se quedó atónito. No podía decir que era creadora porque el Corán dice que Jesús es la Palabra. Si la Palabra es creadora, Jesús es creador y se va a tener que hacer cristiano. Tampoco podía decir que es creada, porque si lo dice, ¿sabéis qué sucedería? “Maestro, tú dices que todo se ha creado por la Palabra. Ahora tú dices que la Palabra es creada. Así que, ¿cómo Alá creó la Palabra?”. Mi maestro no podía decir ni que era creadora ni que era creada y se enfadó mucho y me dijo: “La Palabra, ¡ni es creada ni es creadora! Y ¡lárgate de aquí!”. Antes de salir de la habitación le dije: “Profesor, la Palabra de Dios no es creadora ni es creada y por eso los cristianos dicen que la Palabra de Dios es Jesucristo, el Hijo del Dios Todopoderoso”. Me pegó y añadió: “Pues, si Alá tiene un hijo, dime dónde está su esposa y yo creeré lo que me dices”.
Yo pensé: “¡Tiene razón! Así que le dije: “¡Tú tienes razón, profesor! ¡Los cristianos están equivocados! Alá no se ha casado con nadie y no tiene ningún hijo, así que ¡tienes razón!”.
Al día siguiente encontré algo en el Corán y le dije a mi profesor que lo leyera en alto: “Alá puede ver sin ojos, Alá puede hablar sin lengua, Alá puede escuchar sin oídos”. Cuando terminó de leer, desde detrás de él yo leí con fuerza: “Alá puede tener un hijo sin esposa”. Mi Corán dice que ¡Dios puede ver sin ojos!, ¿por qué no va a poder tener un hijo sin esposa?».

“Ve y lee la escritura”. Por aquel entonces Mario Joseph estaba bastante perdido. «Trabajaba en una mezquita como imán, pero ya intuía dentro de mí que Cristo era más que un hombre, más que un profeta. Y, sin darme mucha cuenta, ya me estaba enamorando de Él. Me convertí en alguien con una doble personalidad, por dentro era de una manera y por fuera de otra. No encontraba descanso, no tenía paz».
Un día tomó el Corán y rezó: «Alá, por favor ¡dime a quién debo aceptar, a Mahoma o a Jesús! Abrí el Corán y me encontré con el capítulo 10, versículo 94: “Si tienes alguna duda acerca de lo que te hemos revelado, pregunta a quienes, antes de ti, ya leían la Escritura. Te ha venido, de tu Señor, la Verdad. ¡No seas, pues, de los que dudan!”.El Corán dice: “Ve y lee la Escritura”. Por eso yo me decidí a leer la Biblia. Ahora decidme, ¿quién me hizo cristiano? Así que los que me culpabilizan por mi conversión ¡que le echen la culpa al Corán!».
Mario continúa contando cómo un día iba en el autobús y se sentó al lado de una monja católica. Ante la avalancha de preguntas que le hizo, esta le remitió a un sacerdote que vivía en un centro donde se realizan retiros espirituales. «Cuando llegué allí le dije al sacerdote: “Quiero estudiar la Biblia”. Y me dijo: “Tú eres imán, ¿por qué vas a querer estudiar la Biblia?”. Y le dije: “Mi Corán me dice que lea la Biblia”, así que me incorporé a la Escuela de Biblia. Yo llevaba mi gorro de musulmán, mi barba de musulmán, mis vestidos de musulmán, ¡igual que Bin Laden! Entonces, el sacerdote leyó algo de la Biblia (Jn 1,1): “Al principio ya existía la Palabra, la Palabra estaba junto a Dios y la Palabra era Dios”. Y después leyó el versículo 12: “La Palabra se hizo carne”. Inmediatamente yo grité: “¡Eurekaaa!”. ¿Sabéis por qué? Porque mi Corán dice que Jesús es la Palabra de Dios y la Biblia también, así que dije: “¡Necesito ambos libros porque los dos dicen algo verdadero!”. En pocos minutos escuché otra palabra de la Biblia (Jn 1, 12): “Pero a todos los que la recibieron les dio poder de hacerse hijos de Dios”. Escuchando esto me puse muy contento, porque el Corán dice siempre de Alá: “Yo soy vuestro amo, vosotros sois mis esclavos”. Pero el esclavo no puede amar al amo ni el amo puede amar al esclavo. Yo no quiero que nadie me llame esclavo, así que inmediatamente pensé: “No necesito un dios que me llame esclavo. Jesús, ¡te necesito a Ti! porque quiero llamar a Dios ‘papá’”. Me di cuenta de que el creador de todo este Universo ¡es mi padre! y ¡un padre que me ama! Inmediatamente me llené de una gran paz, se me fue el miedo, la tensión, las preocupaciones. Como un niño pequeño que confía en su padre y en su madre, así podía yo confiar en Dios».

«Mi jesús está vivo». Mario continúa narrando cómo se quedó unos días en el centro de retiro hasta que su familia comenzó a buscarle y le encontró allí. «Entonces alguien llamó a mi puerta, era mi padre. Con él iban mis hermanos y mis tíos. Le salía fuego de los ojos cuando me miró. Me pegó un gran golpe en la cabeza rompiéndome la nariz y caí inconsciente en el suelo. Me llevaron a casa, allí me desnudaron, me ataron las manos y los pies me metieron en una habitación y la cerraron con llave. Pasó un día, nadie vino a la habitación, no me daban comida ni agua. Pasó otro día sin comida ni agua».
Mario describe con crudeza cómo le pegaban hasta quedar inconsciente. Mientras, él tenía sueños y visiones celestiales. Cuenta cómo su padre pensaba que, si le torturaba de esta manera, él volvería a ser musulmán. Al cuarto día su padre entró en la habitación y le puso un enorme cuchillo en la garganta. «Yo no sabía qué hacer, me quedé pasmado mirando el cuchillo y él me dijo: “Si quieres seguir siendo cristiano te voy a matar ahora”. De repente un pensamiento vino a mí: “Todos tienen que morir un día, yo puedo morir ahora mismo”. Así que me decidí a morir por Jesús. Cuando tomé esa decisión, una luz poderosa impactó en mi frente y una especie de vibración, como un shock eléctrico me recorrió todo el cuerpo que me llenó de energía, así que empujé con todas mis fuerzas las manos de mi padre y grité con todas mis fuerzas: “¡Jesúuuuus!”. Mi padre se desplomó en el suelo y con el cuchillo que llevaba en la mano se hizo una herida muy profunda en el pecho. Mis hermanos, muy asustados, rápidamente le recogieron y se lo llevaron al hospital. Al salir se olvidaron de cerrar la habitación por fuera. Salí de la habitación y corrí hacia la parada de taxis. El taxista era un cristiano que me conocía desde pequeño, me metió en el coche y me llevó directamente al centro de retiro. ¿Sabéis? ¡Ese día entendí yo que mi Jesús está vivo!».

Saborea qué bueno es Dios. Desde entonces, algunos musulmanes le persiguen intentando acabar con él pero, como él mismo dice, de momento no lo han conseguido. «Un día tenía yo mucha hambre y quería salir del centro de retiro. Cuando me acerqué a la puerta de salida alguien me agarró por detrás. Miré y no había nadie detrás de mí así que pensé que había sido una sensación mía. Volví a avanzar hacia delante y de nuevo alguien tiró de mí pero al volverme tampoco había nadie. Decidí correr y de nuevo alguien me volvió a agarrar con tanta fuerza que se me rompieron los botones de la camisa. Yo grité: “¡Madre mía!”. Los guardas de seguridad del centro vinieron hacia mí y me preguntaron: “¿Qué te pasa?”. “Que alguien me ha agarrado por detrás, pero cuando he mirado no había nadie”. Empezaron a reírse de mí, a hacerme bromas. “¡No te preocupes, tú avanza hacia delante que no va a pasar nada!”. Empecé a andar ante ellos y de nuevo alguien me retuvo. Todos lo vieron, no había nadie allí, ¡se quedaron pasmados!».
Cuando por fin los guardas le preguntaron que a dónde quería ir, él dijo que a comprar comida. Uno de ellos tomó su dinero y salió a buscar comida. «Al salir el guarda a la carretera se encontró con veinte motos con chavales armados esperándome a mí. Si salgo a la carretera ese día, me matan. ¿Quién pensáis que me agarró por detrás? ¡Jesús! Dios no es una idea, así que no podemos alcanzarle con el cerebro. Dios es amor y el amor lo alcanzamos con el corazón y no con la medida de nuestra inteligencia. Por eso la Biblia no dice: “¡Ven, siéntate y piensa quién es Dios!”, sino: “¡Ven, saborea qué bueno es Dios!”».


DATOS LIBRO
Mario Joseph
Encontré a Cristo en el Corán.
De imán a predicador católico
LibrosLibres
pp. 230 – 18,00 €

 
 

Créditos / © Asociación Cultural Huellas, c/ Luis de Salazar, 9, local 4. 28002 Madrid. Tel.: 915231404 / © Fraternità di Comunione e Liberazione para los textos de Luigi Giussani y Julián Carrón

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