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Huellas N.10, Noviembre 2013

BREVES

Cartas

a cargo de Carmen Giussani

DE FILTRO A FISURA
Querido Julián Carrón: Cuatro compañeras de trabajo vinieron a la Jornada de apertura de curso. Al día siguiente les pregunté qué les había parecido. Esta fue la respuesta de una de ellas. «Gracias por la pregunta. Responderte me ayudará también a mí a entender qué me llamó la atención del encuentro con Carrón. Aún no he empezado y ya me detengo sobre lo que acabo de escribir, sin ni siquiera darme cuenta: “Encuentro”. De hecho, aunque técnicamente escuché a un hombre que hablaba por una pantalla, emocionalmente me encontré con una voz diferente a la mía que sin embargo planteaba mis mismas preguntas. ¿Para qué estamos en el mundo? ¿Qué es la realidad? ¿Cómo afrontar las circunstancias? ¿Cuál es nuestra tarea? Y lo que más me llamó la atención fue la serenidad que acompañaba a estas preguntas y la firmeza de las respuestas. Mis dos abuelas eran las únicas personas que rezaban en mi familia. Ambas viudas, me decían que rezaban para encontrar consuelo. Por tanto, crecí con la idea de que la fe es un consuelo ante el peso de una realidad difícil de soportar. Hoy, sin embargo, por primera vez he oído hablar de una fe distinta: la fe no es consuelo ante la angustia que las circunstancias de la vida te pueden generar; la fe es lo que te permite superar esa sensación de asfixia. Me ha gustado mucho la imagen que Carrón ha usado para hablar de las heridas, definidas no como dolorosos filtros que impiden ver la realidad sino como fisuras, aberturas, a través de las cuales puede entrar la mirada de Jesús, el único capaz de restituir un nuevo modo de mirar la realidad. He percibido además muchísimo amor por la vida, respeto, dignidad y positividad». Y después añadió: «He seguido vuestro consejo, he tenido el corazón abierto y me he sentido llamada por mi nombre».
Patricia, Rímini (Italia)

LA MISMA CURIOSIDAD QUE FRANCESCA
Querido Julián: En la transcripción de la Jornada de apertura de curso, leo: «Creemos que sabemos qué son las circunstancias, pensamos que no hay nada nuevo que descubrir dentro de ellas, que sólo nos queda soportarlas. Sólo nos queda el intento moralista de ver si somos capaces de soportar la asfixia». Mi vida está llena de este intento moralista, que desborda mis jornadas. Y a decir verdad, con unos resultados bastante satisfactorios. Una posición discreta en el trabajo, una buena gestión de mis cuatro hijos, un compromiso generoso con el movimiento. Y todo se mantiene en equilibrio discretamente. Mientras no hagas la más mínima experiencia de «cualquier brizna de verdad que pudiera salir a tu encuentro», ese intento moralista incluso puede bastarte. O mejor dicho, no te basta pero no ves otro camino. Ahora bien, en cuanto surge, aunque sea sólo por asomo, esta posibilidad, entonces el intento moralista verdaderamente te asfixia. En octubre del año pasado conocí a Francesca Pedrazzini. En realidad conocí lo que escribían de ella sus familiares y amigos, porque Francesca se había ido al Paraíso. Leí el artículo de Huellas, seguí el encuentro que hubo en el Meeting y leí el libro sobre ella. Durante todo el recorrido de su enfermedad, hasta la muerte, no dejaba de repetir: «No tengo miedo. Es más, tengo curiosidad». Esta frase se me quedó clavada. Porque yo no tengo ninguna curiosidad respecto a la realidad. Mis mañanas no comienzan con una curiosidad. Sinceramente, no soy de las que temen a la realidad, como si fuese enemiga, pero la afronto como una sucesión de eventos casuales. De los que disfrutar cuando son hermosos y de los que recuperarse cuando son desagradables. Pero desde que leí sobre esa curiosidad suya, ya no pude volver a afrontar la vida del mismo modo. Pensaba en lo misteriosa que sería mi jornada, mi trabajo, mi matrimonio, si pudiera afrontarlo todo con esa curiosidad. Si pudiera tener al menos una brizna de la certeza de que dentro de cada circunstancia hay una verdad por descubrir. Una huella de Él. No por un empeño moralista sino porque no podía ser de otra manera. No podía no intentar “disfrutar” de cada cosa que se me daba. Así que empecé a preguntarme ante cada circunstancia: ¿y si no fuese una casualidad? ¿Y si de verdad fuera para mí? ¿Y si este trabajo, estos hijos, este marido, fuesen verdaderamente mi camino hacia mi conversión? Sobre algunas cosas no te niego que mi respuesta fue: «¡Imposible! Esto no puede ser para mí. Tal vez no vale para todas las circunstancias». Te puedo hablar del albor de un camino, comenzado con una frágil certeza. Pero mentiría cínicamente si no admitiera que el mero inicio de esta forma de afrontar la realidad es ya una fuente de gran alegría. Y – aunque no siempre, por desgracia – puedo decir que entrar en los pliegues de la vida con esta curiosidad, afrontar las cosas de todos los días con el deseo de ver lo que encierran, cambia también el resultado.
Mónica

SE ABRE OTRA VEZ LA PARTIDA
Querido Julián: Me llama mucho la atención lo que dices de que una cosa es seguir lo que dice Giussani y otra lo que nosotros entendemos e interpretamos de él. Durante una buena parte del verano, trabajando sobre los Ejercicios de la Fraternidad, tenía una cierta perplejidad: no entendía por qué, cuando en la segunda lección abordas la respuesta del hombre ante la iniciativa de Dios, vuelves a partir del acontecimiento. Yo decía: «Ahora me toca a mí, ¿a qué viene esto ahora?». Ya estaba preparada, esperando las instrucciones para el uso de lo que tenía que hacer. Estaba perpleja y de di cuenta de que debía tomarte en serio y darte crédito. Leía una y otra vez la Escuela de comunidad y la comparaba con lo que me sucedía en el trabajo, con mi novio, con mis amigos. Particularmente en el trabajo me estaba resultando difícil porque mi jefe no me dejaba “en paz”, y no sabía muy bien qué hacer. Ante esta dificultad me pregunté qué tenía que ver eso con Cristo, algo que Giussani y tú tenéis siempre presente. Sólo tiene que ver conmigo si existe la posibilidad de descubrir el significado de lo que sucede. De no ser así, estoy segura de que antes o después Cristo dejará de interesarme. Dejando espacio a lo que se me decía, ante la dificultad en el trabajo, descubrí algo que abrió una nueva partida. Por eso me interesa la mirada que tú tienes sobre la realidad: todos nos seguimos escandalizando y deprimiendo por las dificultades que nos rodean (por ejemplo, los muchos amigos que han perdido su trabajo), mientras que tú reabres la partida diciendo que la realidad es positiva y que podemos estar llenos de curiosidad no por saber cómo irán las cosas sino porque tienen un significado. Yo deseo seguir dejándome abrazar por este significado que me ha salido al encuentro y que ha iniciado una historia personalísima con Cecilia. No tengo otra cosa que ofrecer al mundo, ni a mi novio, ni a mis compañeros y amigos.
Cecilia, Shangai (China)

UN CORREO DESDE ARGENTINA
Vengo leyendo desde ayer la segunda meditación de Julián Carrón de los Ejercicios de Rimini 2013, desde la página 44 a la 57. Nunca me identifiqué tanto con una lectura. Mientras más leía, más sentía la “presencia” que describen don Giussani y Carrón. No es la primera vez que me pasa. Hace años que busco dentro de mí la huella del Señor. No se trata de una búsqueda conceptual hecha de palabras. ¡No! Es la búsqueda de la experiencia del Dios-vivo que describen don Giussani y Julián. Les pido disculpas por ser tan personal. En realidad es la primera vez que me atrevo a compartir esto con personas que están fuera de mi intimidad familiar. No sé. Ojalá podamos recorrer parte del camino juntos. Y si así no fuera, doy gracias al Señor por haberlos conocido.
Mario

LIBERADA DE UNA CARGA
Desde hace unos meses, poco antes de volver a quedarme en paro, he vivido una temporada complicada: conflictos de relaciones, preocupaciones ante graves dolores de personas muy queridas. Estaba triste, herida, tenía una posición defensiva y juzgaba todo desde mi herida. Los más cercanos, al preguntarme cómo estaba me soltaban una de esas frases: «El Señor lo salva todo», «En lo que te pasa hay una promesa». Sé que son juicios verdaderos, pero a mí me sentaban como un martillazo en la cabeza. Es como si tuviera que dar la talla, como si me pusieran un listón al que yo no llego y me siento juzgada. Esto, inconscientemente, me estaba restando libertad ante ciertas personas ya pensaba antes de verlos: «¿Qué cara tengo que poner para no demostrar que estoy así o asá?». Uf, ¡una pesadez! ¡Qué asfixia! El lunes, conversando con un amigo, le decía cómo estoy y él me escuchó durante un rato atentamente. Al final terminó contándome algo que le había sucedido a él, para hacerme ver, con un ejemplo suyo, qué correspondía más conmigo, sin frases hechas y con una ternura enorme, sin reproche, sin escándalo de mi mal. Me sorprendí mucho de su humanidad, pero el hecho quedó ahí. Ayer, haciendo un rato de silencio, leo (¿Cómo nace una presencia?): «La única manera de no defendernos de los golpes de las circunstancias, para poder vivir, es que una Presencia tan poderosa como esta invada nuestra vida. Pero muchas veces estamos tan heridos por las circunstancias que se bloquea el camino del conocimiento. Como María, que veía la realidad a través del agujero de la herida. Ni siquiera reconoce a Jesús, pero aparece Él, la llama por su nombre y reanuda la partida. Entonces se abre de nuevo la mirada para poder ver la realidad en su verdad». En ese momento caí en la cuenta de lo que había vivido: la mirada de mi amigo refleja la de Jesús, sin medida, sin reproche. ¡Eres Tú, Señor! Y no me había dado cuenta. Esto me liberó de inmediato de la carga que tenía desde hacía tiempo.
Carta firmada

UNA SORPRESA INIMAGINABLE
La peregrinación a Czestochowa ha sido clave para mí. Me ha permitido reconocer y desear que mi vida se destinase al total y absoluto cumplimiento de Su voluntad. Durante el camino, entre el calor, sudor, cansancio o malestar aparecía un factor nuevo: Cristo. Se dice rápido, pero es por este hombre por el cual la peregrinación y consecutivamente mi vida cambian de nuevo. Mientras caminaba, rezaba, hablaba o jugaba, mirando solamente lo magnífica que era y mis reducidas e inigualables habilidades, me perdía, me bloqueaba o enfadaba porque todo esto no me cumplía ni lo más mínimo. Era cuando deseaba cumplir Su voluntad mediante lo que se me ponía delante, cuando verdaderamente estaba viva, feliz. Y es sorprendente, porque incluso en las cosas más duras o en aquello que más pereza me daba hacer, si lo hacia por amor a Cristo, se convertía en la mayor de mis alegrías. Este año se me presenta un nuevo reto: la universidad. Durante la peregrinación pedía constantemente por ello. Pues, de nuevo, una sorpresa inimaginable. Todas las personas de la clase, sin excepción, me remiten a Él, desean ser amadas como sólo Cristo sabe hacer. Conocer a personas tan distintas y tener el deseo de vivir con todos ellos como en Czestochowa, es una maravilla. Por ello, sé que la peregrinación no ha hecho más que empezar, rezo antes de entrar en el bus por la mañana, tomo conciencia del día por las noches, busco Su rostro en aquello que hago y, deseo que incluso el madrugar y el estudio sean las mayores oportunidades de amarle. Y lo más grande es que no soy la única que se percata, hay gente que lo ve desde fuera. Recuerdo que una chica desconocida se me acercó en Polonia y me dijo: «Los españoles sois una bomba de vida» y una chica de la universidad me ha preguntado hoy: «¿Por qué tienes ese interés por la gente que no conoces?». Son dos cosas que yo jamás conseguiría, si no fuese porque Él lo despierta en mí mediante la grandiosa realidad. La siempre peregrina…
Marta, Madrid (España)

DEL BANCO DE SOLIDARIDAD A LA FIESTA DEL BAUTISMO
Queridos amigos: Una familia nigeriana a la que ayudamos desde hace tiempo, pidió el mes pasado a dos de nuestros amigos del BdS si querían ser padrinos en el Bautismo de su última hija. El sacramento se celebró en nuestra parroquia y asistimos todos los voluntarios, participando con ellos y dando gracias a Dios. Había muchos amigos suyos nigerianos que celebraron el acontecimiento con una fiesta preciosa. Después de comer, las mujeres se pusieron a cantar y a bailar. Pedí que me tradujeran las palabras que cantaban mientras bailaban. Eran pequeñas estrofas sencillas de agradecimiento a María y decían: «Mirad, somos mujeres, estamos unidas a María, la queremos y se lo agradecemos todo».
Gianfranco, Ostra/Ancona (Italia)

Jornada de apertura de curso
COMO MAGDALENA, LLAMADOS POR NUESTRO NOMBRE
El comienzo de este curso en el trabajo ha sido traumático. El error humano de una persona recae sobre mí, y soy la única que asume las consecuencias de la situación, y lo que es peor, ni siquiera cuento con el consuelo de la empatía de mis compañeros. Estando en esta situación, me dispongo a escuchar la Jornada de apertura de curso, con cierta dificultad al principio, pero según va creciendo la atención una mezcla de sentimientos embarga mi persona. Escuchando, me encuentro haciendo memoria de los dones que he recibido y de mi relación con Él. En el pasado he tenido ocasión de verificar que lo que puede parecer una puñalada trapera, si puede vivir con la conciencia de que somos amados, llevándote a hacer un juicio que permite que las circunstancias no te aplasten. Incluso una injusticia, si se acepta libremente, puede hacernos más fuertes permitiéndonos subir un peldaño en la escalera de la vida. Mientras escuchaba a Carrón, frases que nunca había entendido del todo se volvían de pronto más claras, y en un momento dado, hubo como una explosión de luz en la oscuridad cuando escuché que el encuentro con el movimiento es como volver a escuchar cuando fuimos llamados por nuestro nombre en el Bautismo. Es como un detonador dentro de mí, es comprender que, cuando digo que algo me corresponde, ese saltar de mi corazón en algunos momentos que he vivido (haciéndolos imborrables), esa conmoción imprevista que racionalmente es difícil de explicar porque de alguna forma me es dada, no es otra cosa que el eco de mi nombre, pronunciado en mi Bautismo, cuando fue acogido y elevado hasta el cielo para que el Misterio estuviera en mí. Un reflejo de esa gracia, esto es lo que experimento cada vez que siento que mi “yo” se dilata y se vuelve a definir. Qué estupor después de tener esta intuición, ¡es como ver mi Bautismo! Parece una locura, pero es escuchar que ese ser llamada por mi nombre por primera vez, como le sucedió a la Magdalena, es para siempre. Me siento como si me hubiese vuelto ligera como una mariposa, estoy agradecida por este don que me permite entender que ya tengo mi bien, y que incluso tengo ganas de poder pensar en la persona que causa mis males sin rabia. Soy más fuerte porque conozco la fuente que sacia, y mi pensamiento se llena de gratitud.
María

«ESTÁS HACIENDO ALGO GRANDE»
Para el cumpleaños de su madre, una niña de 11 años escribe esta carta.
Querida mamá: Te quiero pedir perdón por todas las veces que me enervo y la tomo contigo aunque no tengas nada que ver. Tú sabes que no lo quiero hacer. Desde que me confesé con Alessandro, gracias a lo que me dijo, me esfuerzo por no volver a hacerlo. Unas veces lo consigo, otras no, pero no importa. También quería darte las gracias por la maravillosa madre que eres. En ciertos momentos (como cuando te ausentas para los ensayos del Belén viviente) me dices: «Perdóname por no estar muy pendiente de ti». Si lo pienso, digo: «¡Qué va!», porque sé que en ese momento estás haciendo algo aún más grande que estar detrás de mí: estás siguiendo a Dios. Todavía más que en el día a día. Yo quiero ser como tú.
María, Buccinasco/Milán (Italia)

EL REGRESO A CASA DE EMMANUEL
Queridos Rose y Marco: Queríamos daros las gracias por la oportunidad que hemos tenido este año de hospedar a Emmanuel. Para nosotros ha sido una experiencia tan hermosa que continúa incluso ahora que él ha regresado a Uganda. En este tiempo en que ha estado con nosotros nos ha conmovido el que nunca se ha echado atrás ante todo lo que le sucedía, tanto en casa como fuera. Por ejemplo, ante los exámenes de nuestras hijas. Era el que más las animaba y creía en ellas. Desde que ha vuelto a su tierra, hablamos con él a menudo. Sobre todo nos ha conmovido un correo electrónico que nos mandó. Nos cuenta que con nosotros se ha sentido querido, en familia. Nos ha sorprendido, porque es como si él hubiera visto en nuestra casa más de lo que nosotros mismos vemos cada día y nos ha abierto los ojos ante la Presencia que está en el origen de todo esto. Estamos inmensamente agradecidos y felices por todo lo que ha nacido diciendo un pequeño sí.
Alfredo, Orietta, Chiara, Maddalena, Francesco

Costa de Marfil
UN DÍA CON TATA MIMI (Y SU PREGUNTA)
Querido Julián: Mireille, de Camerún, ha venido a vernos. Yo la llamo Tata Mimi. A través de ella, nosotros te hemos recibido a ti y a Rose. A todos nos ha llamado la atención su alegría comunicativa, su sentido crítico ante las cosas concretas y el testimonio de su vida renovada por el encuentro con Cristo mediante el carisma de don Giussani. Leandre, que acaba de llegar a nuestra comunidad, nos dijo: «Me ha encantado el calor humano de todas estas personas que conocía por primera vez y el espíritu de compromiso y perseverancia de todos los organizadores de este encuentro, que hemos celebrado estupendamente no obstante las lluvias torrenciales». Fue un día de cantos y testimonios. Tata Mimi hizo hincapié en una pregunta dirigida a Cristo: «¿Quién eres tú? ¿Tú que amas mi marido, mis amigos, mis familiares, mis hijos más que yo?». Para mí ha sido como recibir un golpe en la cabeza, porque nunca había sospechado que nadie, ni siquiera Dios, pudiera amar a mis seres queridos más que yo. Tata Mimi nos ha recordado también – retomando la homilía de Benedicto XVI el 25 de abril de 2005 – que nuestra misión es llevar a Cristo a la vida de las personas que no le conocen todavía. Nos contó de su primera experiencia de acción caritativa. El cristiano no es alguien que se limita a ir a la iglesia para rezar, sino uno que sale de su pequeño mundo para acercarse al corazón del sufrimiento de los demás. Los días que hemos pasado con ella han sido un revulsivo para nuestra pertenencia al movimiento. Julián, queremos seguir esta mano que nos tiendes y caminar contigo, porque don Giussani nos confió a ti poco antes de su muerte, como Jesús hizo con san Juan y la Virgen. Tata Mimi volvió a Camerún y nosotros a nuestro trabajo cotidiano, pero hoy tenemos el corazón ensanchado y marcado a fuego por una persona que ama verdaderamente la realidad.
Éveline, Abidjan (Costa de Marfil)

 
 

Créditos / © Asociación Cultural Huellas, c/ Luis de Salazar, 9, local 4. 28002 Madrid. Tel.: 915231404 / © Fraternità di Comunione e Liberazione para los textos de Luigi Giussani y Julián Carrón

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