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Huellas N.6, Junio 2013

EDITORIAL

La realidad real

Estas palabras llegaron al final, el sábado por la noche. No arrancaron un aplauso inmediato como muchas de las afirmaciones que hizo antes. En ese momento la plaza se quedó en suspenso escuchando al papa Francisco durante la vigilia de Pentecostés con los movimientos. «No podemos volvernos cristianos almidonados, esos cristianos demasiado educados, que hablan de cosas teológicas mientras se toman el té, tranquilos. ¡No! Nosotros debemos ser cristianos valientes e ir a buscar a quienes son precisamente la carne de Cristo». Y luego, al hilo de las dos preguntas sobre la limosna: «Este es el problema: la carne de Cristo, tocar la carne de Cristo».

La riqueza extraordinaria de lo que el Papa ha dicho en estos dos días exige de nosotros una acogida profunda. Sus palabras, que tenéis en las páginas centrales de la revista, nos han sorprendido con la guardia baja, nos han sacudido. Más allá de la reducción que sobrevenía ya un instante después, ya sea en forma de intelectualismo («Ya, hablaba de los pobres, pero era sólo un ejemplo…») o de moralismo («Vale, pero yo no puedo con ello…»), habían abierto una rendija en cada uno de nosotros. Por ahí entraban las palabras iluminadoras del Papa: «La pobreza, para nosotros los cristianos, no es una categoría sociológica o filosófica y cultural: no; es una categoría teologal. Diría, tal vez la primera categoría, porque aquel Dios, el Hijo de Dios, se abajó, se hizo pobre para caminar con nosotros por el camino. Y esta es nuestra pobreza: la pobreza de la carne de Cristo, la pobreza que nos ha traído el Hijo de Dios con su Encarnación».
Adjunto a este número de Huellas, tenéis el cuaderno de los Ejercicios espirituales de la Fraternidad de Comunión y Liberación. Muchos de nuestros lectores, al escuchar la invitación del Papa a hacerse cargo de «la carne de Cristo», se habrán acordado de ese «desconcierto que atenaza al adulto cuando se sitúa ante los problemas de la vida. Como tono general, el adulto evita la fatiga de una encarnación de la fe en la vida y no se deja cuestionar por ella». Esa es la carne de Cristo. Con eso tiene que ver la Encarnación de un «Dios que se hizo pobre para caminar con nosotros». Su compañía junto a nosotros es lo que nos permite no quedarnos en la superficie de las cosas, esa apariencia que muchas veces nos desconcierta. Su presencia en el camino nos provoca a ir hasta el fondo de la realidad, hasta lo que constituye nuestra humanidad y el Universo entero: el Misterio, la realidad real.

Mirar al mundo como lo mira el Papa – mirar así al hombre, empezando por quien es pobre, por quien no oculta su necesidad extrema – es la verdadera ganancia que nos procura la fe. De ahí proviene otro gusto y otra seguridad, otra manera de conocer que permite tratar al otro por lo que es, un misterio inagotable.
En este número de la revista, junto al testimonio de esos dos días en la Plaza de San Pedro, ofrecemos un intento “irónico” – como diría Giussani – de mirar de la misma manera lo que tenemos a nuestro alrededor. Por ejemplo, los refugiados de Siria, que no son un problema o unas cifras, sino personas que sufren: la carne de Cristo. Al igual que nuestros vecinos y compañeros, al igual que tú y yo.

 
 

Créditos / © Asociación Cultural Huellas, c/ Luis de Salazar, 9, local 4. 28002 Madrid. Tel.: 915231404 / © Fraternità di Comunione e Liberazione para los textos de Luigi Giussani y Julián Carrón

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