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Huellas N.5, Mayo 2013

IGLESIA / Anglicanos

A pequeños pasos

Luca Fiore

La crisis institucional, las diatribas doctrinales... Los medios de comunicación presentan una Iglesia de Inglaterra en declive, pero no tienen en cuenta las experiencias de fe viva y de comunidad que están floreciendo. Nos hemos reunido con algunos de los protagonistas del mundo anglicano, para leer los hechos de este tiempo. Del nuevo guía a las relaciones con los católicos

«¿Quién eres? ¿Y por qué pides entrar?». «Soy Justin, un servidor de Jesucristo». El pasado 21 de marzo fue cuando Justin Welby, el nuevo primado anglicano, hizo su entrada solemne en la Catedral de Canterbury. El rito secular prevé que llame tres veces al portón y, desde el umbral, responda a la pregunta de los fieles. Han transcurrido apenas dos días desde la Misa de inicio del pontificado del Papa Francisco, y las palabras pronunciadas en la Plaza de San Pedro resuenan bajo las bóvedas góticas del corazón del anglicanismo. «Con sencillez y humildad, el Papa Francisco nos ha invitado a convertirnos en protectores los unos de los otros: de la naturaleza, de los pobres y de los vulnerables», dijo Welby durante la homilía que pronunció sentado en la antigua cátedra de San Agustín de Canterbury: «Escuchemos a Cristo que nos llama y nos dice: “Ánimo, soy yo, no tengáis miedo”».

Iglesia inquieta. Ánimo. Cuánto se necesita hoy para coger las riendas de una Iglesia sufriente e inquieta como la anglicana. Justin Welby, de 57 años, fue nombrado por sorpresa el pasado 9 de noviembre. Pocos lo conocían, puesto que apenas hacía un año que era obispo de Durham. La empresa de guiar la Iglesia de Inglaterra había puesto a prueba duramente incluso a Rowan Williams, considerado una de las mentes más refinadas del mundo anglosajón. Tuvo que renunciar admitiendo que no había logrado arreglar las divisiones internas de la Iglesia.

Siete por ciento. Las estadísticas destacadas por la prensa hacen un retrato despiadado de la Iglesia de Inglaterra: de 63 millones de ingleses, 26 millones son creyentes, y de éstos solamente el 7 por ciento va a la parroquia al menos una vez al mes. Y a pesar de tratarse de la Iglesia de Estado, la voz de los obispos anglicanos no es escuchada por el Parlamento, que corre raudo hacia la aprobación de los matrimonios entre homosexuales.
Pero no eran sólo el declive numérico o la irrelevancia social los que desanimaron a Williams. Su dimisión fue anunciada el 16 de marzo de 2012, a pocos días del fracaso de un acuerdo para impedir que las comunidades de la Comunión anglicana pudieran decidir cambios litúrgicos o doctrinales sin hacer una consulta general. Se trataba de un último intento por preservar un nivel mínimo de unidad. En la actualidad, dentro del mundo anglicano, ya no se enfrentan sólo las dos almas históricas, los llamados anglo-católicos (la High Church) y los evangélicos (la Low Church), sino también los anglicanos africanos y los de Estados Unidos. Estos últimos, de hecho, ya han empezado a ordenar mujeres obispo y obispos gays, algo inconcebible para la cultura que empapa las comunidades en África. Muchos ven un cisma a la vuelta de la esquina.
Sin embargo a los medios de comunicación, y a menudo también a los responsables eclesiásticos, se les escapa un movimiento más profundo dentro del cuerpo de la Iglesia de Inglaterra. Corrientes subterráneas, ajenas a las diatribas doctrinales entre High y Low Church. Personas que viven una experiencia de fe auténtica, sincera. Más allá de las dificultades y de las contradicciones.
«Los medios de comunicación exageran el declive de la Iglesia», explica John Milbank, profesor de Teología en la Universidad de Nottingham y fundador del movimiento anglicano Radical Orthodoxy. Está sentado en una mesa en el Clowns Café, un local de Cambridge a dos pasos del Jesus College. A su alrededor, un ir y venir de camareros y clientes. Fuera cae la fina lluvia inglesa. «El problema no son los números, sino más bien por qué la Iglesia crece en unas zonas y en otras no. A menudo comunidades vinculadas a las Catedrales, por ejemplo, están floreciendo de manera impresionante». Frente a Milbank se sienta Andrew Davison, alumno suyo y hoy profesor en la Westcott House de Cambridge, uno de los siete seminarios anglicanos de Gran Bretaña: «En las 200.000 parroquias inglesas la Iglesia está haciendo un trabajo extraordinario. La vida teológica es vigorosa como no lo había sido desde hace siglos. Hay muchos testimonios e historias de fe». Davison recuerda aquella familia hindú que conoció cuando era vicario en una parroquia al sureste de Londres. «Se acercó para pedir ayuda económica. Se han convertido todos y ahora son una de las familias más fervorosas de la comunidad».

Voces blancas. «El problema es que hoy en día la sociedad clasifica a los necesitados por categorías», se hace eco Milbank: «Están los desempleados, los discapacitados, los enfermos. Si tu necesidad queda fuera de estos parámetros, es como si no existiese. La comunidad cristiana, en la actualidad, es el único lugar donde las personas son miradas en la totalidad de su necesidad». El papel social de la Iglesia a través de las obras de caridad, de los colegios, según Milbank, es reconocido por todos, incluso desde la política. «Otro signo de recuperación es la atención y el cuidado de la liturgia», explica Davison: «El elevado nivel de las corales, el cuidado por la decoración, la recuperación de la tradición anglicana del sonido de las campanas. Todos son signos de una conciencia más profunda de aquello que la Iglesia es». Basta escuchar el coro de voces blancas de la Kings’s Chapel de Cambridge para comprender que el redescubrimiento de la tradición se mueve por una fe auténtica. Chavales con gafitas a lo Harry Potter que cantan un Miserere de Allegri que produce escalofríos.
En resumen, algo está sucediendo. Sin embargo son pocos los que se percatan. «La Iglesia es mirada a través de los paradigmas derivados de la política: conservadores o progresistas», explica John Hughes, joven decano del Jesus College (v. Huellas, n.11/2012): «En vez de usar la fe como criterio, incluso los cristianos han empezado a pensar de este modo. Y los problemas en lugar de disminuir, aumentan».
«Hoy, en la Iglesia, los liberales dicen que es necesario ser relevantes en la sociedad, los conservadores piden que se conserve la ortodoxia», explica Milbank: «Pero la cuestión es que ambas cosas van unidas». Davison no esconde los problemas bajo la alfombra y, a nivel académico, ha relanzado en los últimos años el problema de la identidad eclesial, promoviendo congresos con el título: Returning to the Church (Volver a la Iglesia). Como anglo-católico, casado con una párroco de Nottingham, la señora Alison, John Milbank promueve un redescubrimiento de las raíces católicas de la Iglesia inglesa. Como hizo el movimiento de Oxford en el siglo XIX, Radical Orthodoxy cree en la vuelta no tanto y no sólo a la tradición, sino al corazón de la experiencia de la Iglesia (Cfr. Huellas, n.2/2010). De ahí su interés por la obra de don Giussani, la amistad con el Meeting de Rímini y el nacimiento de una pequeña Escuela de comunidad en Cambridge a la que asisten amigos anglicanos y católicos de Oxford, Cambridge y Nottingham. «La importancia de los movimientos católicos, como CL o los Focolares, consiste en que muestran la diferencia que el cristianismo introduce en la vida», continúa Milbank: «Inglaterra puede aprender mucho de esta postura. En el fondo, también entre nosotros las cosas mejores nacen de este tipo de testimonio».

El Evangelio en la cena. «Muchos han dejado la Iglesia, es verdad, pero siguen experimentando un vacío dentro. Hay un hambre espiritual inmensa», dice el reverendo Nicky Gumbel, inventor de los Alpha Courses, los cursos de primera evangelización a los que han asistido 20 millones de personas en todo el mundo en los últimos treinta años: «Los Alpha están pensados para personas que no van a la iglesia, personas que no se definirían como cristianas. Son la manera con la que damos la oportunidad de profundizar en el significado de la vida». Gumbel está sentado en el despacho de su casa en el centro de Londres. Justo detrás, la Holy Trinity Brompton Church, de la que es vicario. Las paredes están cubiertas de libros. Bebe a sorbos un té, con las piernas cruzadas. «Hay una cena, un diálogo, un café y pequeños grupos en los que se puede debatir. Esta es la velada estándar. Se explica quién es Jesús, por qué murió, qué es el Espíritu Santo, qué significa rezar... Todo aquello que todos los cristianos tienen en común. Tanto es así que nuestro método lo utilizan también católicos y ortodoxos».
Los cursos de Gumbel, un evangélico de la Low Church, son considerados un éxito incluso fuera de la Iglesia anglicana, de tal manera que fueron presentados en el último Sínodo para la nueva evangelización. «La edad media de los que vienen a los cursos es de 26 años. El 65 por ciento está entre los 18 y los 35 años. ¿Por qué funcionan? No lo sé. Pero pienso que la forma de la cena y la hospitalidad son aspectos muy ligados al Evangelio. Además, hay diálogos sencillos y relacionados con la vida de la gente. Se habla de Jesús, y todos pueden comprenderlo». Lo sabe bien Darrell Tunningley, que creció en los barrios marginales de Leeds, y que siguió los Alpha desde la cárcel. Acabó allí a los 17 años por haber participado en un atraco a mano armada. «Si no era el Anticristo, poco me faltaba», bromea ahora que se ha convertido en pastor en una iglesia evangélica. Ayuko, budista japonesa, llegó a Londres para estudiar traducción e interpretación. Quería especializarse en traducciones de arte. El arte occidental tiene mucho que ver con el cristianismo del que ella, sin embargo, no sabía nada. Le aconsejan los Alpha Courses. Allí descubre no sólo qué es el cristianismo, sino también que es algo para ella.

El brindis y Newman. La segunda lección de los Alpha se titula ¿Quién es Jesús? Pero ¿quién es Cristo para Nicky Gumbel? ¿Qué ha cambiado en su vida? «Mi encuentro con Él tuvo lugar leyendo el Evangelio. Desde entonces cambié de rumbo. Mi relación con Dios se ha convertido en la prioridad número uno. Ha tenido efectos sobre mis relaciones, mis ambiciones, mis objetivos», explica el reverendo: «Ha transformado todo: el matrimonio, la relación con mis hijos... En resumen, la vida. Jesús lleva la vida a su plenitud».
Parece paradójico, pero es así: a una crisis evidente de las instituciones eclesiásticas (cuyo último ejemplo es la falta de acuerdo que ha llevado a la suspensión, en noviembre pasado, del acuerdo sobre la aplicación pastoral del nombramiento de las mujeres obispo) le acompañan experiencias de fe viva, interesada sinceramente por aquello que genera la Iglesia: Cristo.
Sólo desde esta óptica se logra entender los pasos hacia adelante dados en estos años entre anglicanos y católicos. Y la simpatía entre Joseph Ratzinger y Rowan Williams ayer, como entre Jorge Mario Bergoglio y Justin Welby hoy. Williams ha sido el primer arzobispo de Canterbury desde los tiempos de Enrique VIII en asistir a los funerales de un Papa y a la ceremonia de inicio de su sucesor. El primero en ser invitado a intervenir en un Sínodo de los obispos católicos. Y luego, el nuevo Primado que cita al Papa de un modo tan solemne...
Pero, ¿Welby y el Papa Francisco serán capaces de dar pasos adelante en las relaciones entre las dos Iglesias? «Teniendo en cuenta las declaraciones del cardenal Bergoglio sobre las Malvinas y las tendencias protestantes del pensamiento de Welby, las perspectivas en sí mismas no serían buenas», observa el profesor Milbank: «Sin embargo, el director espiritual de Welby es católico y él mismo siempre ha expresado su admiración por la Doctrina social de la Iglesia de Roma. Por otra parte, el énfasis sobre las virtudes evangélicas y sobre la oración del Papa Francisco puede sonar bien incluso entre los anglicanos. Ambos, además, parecen saber conciliar capacidad de gobierno y defensa de los grandes principios: dos aspectos que podrán ayudar a los cristianos a orientarse en aguas turbulentas. Y no nos olvidemos: sus predecesores están aún en activo, capaces de pensar y de aconsejar».
Una cosa es cierta: ya nada será como antes. Nunca se había visto a dos Papas abrazarse. Y nunca se había visto hacer lo que ha hecho el nuevo arzobispo Welby en la recepción con motivo de su ingreso en Canterbury. Brindó primero por la Reina y luego por el Papa. ¿Qué habría dicho el beato John Henry Newman?


LOS NÚMEROS
28 millones los fieles de la Iglesia de Inglaterra
44 las Iglesias en el mundo que están adheridas a la Comunión Anglicana
25% las escuelas primarias gestionadas por la Iglesia de Inglaterra
407.000 los niños menores de 16 años que participan en actividades no litúrgicas ofrecidas por la Iglesia
266 las mujeres ordenadas sacerdotes en 2009; los hombres fueron 298
Fuente: Fonte: www.churchofengland.org

 
 

Créditos / © Asociación Cultural Huellas, c/ Luis de Salazar, 9, local 4. 28002 Madrid. Tel.: 915231404 / © Fraternità di Comunione e Liberazione para los textos de Luigi Giussani y Julián Carrón

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