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Huellas N.5, Mayo 2013

EDITORIAL

¿Cómo se hace para vivir?

Es una pregunta que provoca, sacude, desplaza, abre un horizonte distinto en un espacio que parecía bien delimitado y cerrado a otras cuestiones. Lo experimentamos en primera persona muchos de los veinticinco mil asistentes a los Ejercicios de la Fraternidad de CL, el viernes 19 de abril. Julián Carrón, tras abordar algunas preguntas radicales – «Cuando venga el Hijo del hombre, ¿encontrará esta fe en la tierra?», «¿Yo sigo creyendo en Él o no?», «¿Qué queda en mí de la fascinación por Cristo?» –, hizo resonar estas palabras de don Giussani: «El gran problema del mundo actual no es un interrogante acerca de una teoría, sino una pregunta existencial. No es: “¿Quién tiene razón?”, sino: “¿Cómo se hace para vivir?”. Hoy el mundo vuelve al nivel de la miseria evangélica; en el tiempo de Jesús el problema era cómo se podía vivir y no quién tenía razón; este, en cualquier caso, era el problema de los escribas y fariseos».

Son palabras de 1991, pero parecen describir sintéticamente el malestar que vivimos hoy en día. Un clima social que induce a la cerrazón y al enfrentamiento, mientras el problema de “¿quién tiene razón?” se extrema hasta considerar al otro un estorbo a eliminar, en lugar de un bien con el que hacer cuentas. Bien lo hemos visto en la política italiana que a punto ha estado de paralizarse. Y también lo vemos en la forma cotidiana de vivir el trabajo, la familia, las relaciones. Como si lo importante fueran las teorías, las ideas o la búsqueda de una solución que de alguna manera “arreglara” los problemas, evitando el drama que conlleva siempre la relación con el otro, y que lo convierte en algo precioso y útil a pesar del sacrificio. «Aquello que el hombre ama emerge frente al interrogante, al problema, a la pregunta, a la dificultad», nos recuerda el mismo Giussani. Cuanto más crece el malestar y se agudizan los problemas, tanto más se hace necesario librarse de intelectualismos, habladurías y superficialidad, para ir a lo esencial, a la «miseria evangélica», a la pregunta ¿cómo se hace para vivir? ¿Para qué sirve la fe?
Es una pregunta que ya hemos escuchado muchas veces, pero que hoy resulta absolutamente decisiva, tanto para nuestra vida como para nuestra fe. Porque una fe que no sirviera para vivir resultaría inútil. Por el contrario, lo que nos confirma en la fe es experimentar cómo responde a «lo que caracteriza al hombre de hoy: la duda sobre la existencia, el miedo ante la existencia, la fragilidad a la hora de vivir, la inconsistencia personal…».

El cuaderno de los Ejercicios, que recibiréis junto al número de junio, desarrolla todo este recorrido decisivo para cada uno de nosotros. En este mismo sentido, Huellas pretende ofrecer una contribución. En primer lugar, para mirar hasta el fondo la necesidad que tenemos y caer en la cuenta de que muchas veces nuestro mayor obstáculo es la resistencia a dejarla emerger en todo su alcance y a hacer cuentas con ella. Como si tuviéramos una extraña resistencia a pedir, a abrir de par en par el deseo de felicidad y plenitud que se oculta bajo el cúmulo de los problemas y de «la fatiga de vivir». Cuando el acontecimiento de Cristo se hace presente en nuestra vida, tiene un efecto entre otros: nos hace caer en la cuenta de nuestra necesidad real, de lo que somos.

En estas semanas, los pasos que va marcando el nuevo Papa nos acompañan hasta la raíz de «nuestra necesidad más profunda», esa necesidad a la que sólo Cristo responde como Salvador de todo el hombre y de todos los hombres.

 
 

Créditos / © Asociación Cultural Huellas, c/ Luis de Salazar, 9, local 4. 28002 Madrid. Tel.: 915231404 / © Fraternità di Comunione e Liberazione para los textos de Luigi Giussani y Julián Carrón

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