Cesare Pavese nació el 9 de septiembre de 1908 en Santo Stefano Belbo (provincia de Cuneo), pero dentro de poco tiempo la familia se trasladó a Turín. El padre murió durante su niñez, lo que marcó mucho la índole ya muy introvertida del autor. Estudió en la escuela de los Jesuitas y luego en el colegio D’Azeglio.
A los 22 años se licenció con una tesis sobre Walt Whitman y empezó a trabajar en el periódico La cultura, a enseñar y a traducir obras literarias inglesas y americanas. En 1931 murió su madre, otro gran sufrimiento en la vida del escritor, que se fue a vivir con la hermana Maria, con la que se quedó hasta la muerte. En 1933 nace la editorial Einaudi, cuyo proyecto fue apoyado con gran entusiasmo por Pavese, muy amigo de Giulio Einaudi. El 5 de mayo del 1935 fue acusado de antifascismo y exiliato a Brancaleone Calabro. Volvió a Turín en marzo de 1936 siendo exculpado, y su experiencia se convirtió en el sujeto de su primera novela, La Cárcel. En 1936 publica su primer libro de poemas titulado Trabajar cansa, y empieza a escribir cuentos, novelas, ensayos y el diario que luego se convirtió en Oficio de vivir. Ya que no podía prestar servicio militar a causa de su asma, no participó ni en la guerra ni en la Resistencia; se refugió por lo tanto en la zona de Monferrato, donde vivió dos años «encerrado en las colinas». En este período tuvo una especie de crisis religiosa y empezó a verse como un ser distinto, incapaz de tener ideales concretos para los que vivir (lucha interior que luego caracterizó el personaje de Corrado de La casa en la colina). Después de la guerra, se apuntó en el PCI (Partito Comunista Italiano). Empezó a escribir ensayos y artículos ético-civiles, retomó su trabajo inicial, reorganizó la Enaudi y se interesó por la enología. En esta temporada, elaboró sus teoría sobre los mitos que concretizó en los Diálogos con Leucó.
En Roma conoce a la actriz americana Constance Dowling, otra desilusión amorosa. Cuando volvió a América, Pavese escribió Vendrá la muerte, y tendrá tus ojos... Después de este abandono, del descorazonamiento a pesar de los éxitos literarios (en 1950 recibe el Premio Strega por El bello verano; y publica La luna y las hogueras, considerado su mejor cuento), a la nueva ola de soledad y de vacío, el autor perdió la fuerza para reaccionar. Cansado pero perfectamente concienzudo, se quitó la vida en el hotel Roma de Turín el 27 de agosto de 1950.
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