El Meeting se abrió con el mensaje de Benedicto XVI, que el cardenal Tarcisio Bertone, secretario de estado de la Santa Sede, ha enviado al obispo de Rimini, Francesco Lambiasi. Publicamos un amplio extracto
El hombre está llamado a la culminación eterna de su existencia. Esto va más allá del simple éxito mundano y no está en contradicción con la humildad de las condiciones en las que tiene lugar su peregrinación en la tierra. La culminación de lo humano es el conocimiento de Dios, por Quien toda persona ha sido creada y a Quien tiende con todas las fibras de su ser. Para conseguir esto no vale ni la fama ni el éxito entre las multitudes. Por tanto, este es el protagonismo que nos quiere proponer el título de la presente edición del Meeting de Rímini. Protagonista de su existencia es quien entrega su vida a Dios, que lo llama a cooperar en el proyecto universal de la salvación.
El Meeting quiere corroborar que sólo Cristo puede desvelar al hombre su verdadera dignidad y comunicarle el verdadero sentido de su existencia. Cuando el creyente lo sigue dócilmente, es capaz de dejar un rastro duradero en la historia. Es el rastro del Amor, del que se convierte en testigo precisamente porque está aferrado por el Amor. Y entonces lo que fue posible para san Pablo lo es también para cada uno de nosotros. No importa si el plan de Dios prevé para nosotros un radio de acción reducido; no importa si vivimos entre las paredes de un monasterio de clausura o si estamos inmersos en múltiples y diversas actividades del mundo; no importa si somos padres y madres de familia, consagrados o sacerdotes. Dios se sirve de nosotros según su plan de amor, según modalidades que Él establece, y nos pide que secundemos la acción de su Espíritu; nos quiere colaboradores suyos para la realización de su Reino. A cada uno le dice: “Ven y sígueme” (Lc 18, 22), y sólo siguiéndolo el hombre alcanza la verdadera exaltación de su yo.
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