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Huellas N.2, Febrero 2013

BREVES

La Historia

Por una selva oscura

El jeep va dando saltos por el camino de tierra. Sentado en la parte de atrás, Alex se agarra fuerte para no salir disparado. Atraviesan un paisaje imponente: la Amazonia. A lo largo del recorrido, “aparece” una choza. Junto a su amiga Rommy, se acercan a la última etapa de su viaje. Se conocieron en Lima, adonde Alex, estudiante de cuarto de Arquitectura en Milán, llegó en octubre, y trabajan juntos en CESAL, la ONG española “hermana” de la italiana AVSI. Salieron en autobús de la capital peruana y viajaron durante toda la noche. Subieron hasta 4.800 metros para luego bajar hasta Satipo cruzando la selva. Finalmente, ocho horas en jeep en dirección a Atalaya, en el corazón de la selva amazónica.
Habían visitado la universidad de Nopoki, que nació de la Universidad Católica de Lima de monseñor Panizza, y que el padre Gerardo Zerdin, misionero croata y obispo local, quiso poner en marcha para formar a maestros indígenas para las comunidades de la selva. Alex no se la esperaba tan bella. Cuántos encuentros. Pero eso no le bastaba, quería ir a ver lo que le había contado su amigo Dado, uno de los primeros profesores de la Universidad Sedes Sapientiae de Lima. Reanudaron su viaje para llegar a uno de los pueblos: Diamante Azul.

Llevaban cuatro horas de camino cuando, desde el jeep, Rommy le grita: «Ya estamos». El coche se detiene el tiempo justo para apearse, y arranca de nuevo. Un hombre de unos treinta años se acerca: «Hola, soy Edinson. Os estaba esperando. Dejad aquí vuestro equipaje». Empiezan a pasear por el pueblo: quince chozas con el techo de palma y un suelo de madera que se eleva un metro sobre la tierra para protegerse de las lluvias. No hay puertas ni ventanas. Edinson se para en todas las esquinas, les presenta a todos. No les deja ni un momento. «Aquí es, esta es la escuela donde doy clase a 35 niños de distintas edades, y esa es la iglesia».
Por la noche cenan pescado cocido al vapor. No hay energía eléctrica en Diamante Azul. La noche es oscura, pero el cielo rebosa de estrellas. Edinson les habla de sí mismo y de su familia. El cansancio se hace notar. «Ahora dormid. Mañana os despertaréis temprano. Creedme».
A las 5:20 Alex ya está en pie. «Edinson tenía razón, está amaneciendo. Es imposible seguir durmiendo». Fuera de la choza se encuentra a su nuevo amigo esperándole. «Hola. ¿Dónde puedo ducharme?». «Ven, vamos juntos al río. Yo también lo necesito». Se refrescan y después Edinson le pregunta: «¿Quieres dar un paseo en canoa?». Alex no lo duda: «¡Vamos!». Suben en una embarcación construida con un tronco y lentamente empiezan a alejarse.

En medio del río se impone el silencio. El sol se abre espacio en el cielo. Alex está delante; Edinson, detrás, rema con calma. «Por una selva oscura...». Alex se gira de golpe: «Edinson, ¿qué has dicho?». Él sigue remando: «¿No es eso lo que escribió vuestro poeta Dante Alighieri?». «¿Cómo lo sabes?». «Lo he leído en El sentido religioso de don Luigi Giussani». Alex se agita y a punto está de volcar la canoa. En medio de la selva, a 1.200 kilómetros de Lima y a diez mil de su casa, un indígena le declama unos versos de Dante que ha conocido gracias a Giussani. «Edinson, ¿cómo lo conociste? Cuéntame». «Fui a la universidad en Atalaya. Me gradué en 2011 en Educación. Estudié El sentido religioso y las premisas me fascinaron inmediatamente». Empieza a repetirlas de memoria. «Ahora doy clase. Soy muy feliz, es apasionante. ¿Sabes? Antes, los profesores venían de fuera, no conocían nuestra lengua, y no les importaba mucho qué enseñar. Ahora son los indígenas, como yo, los que educan: en español y en nuestras lenguas nativas. Los chicos aprenden a hacer sumas, restas y... estudian a Dante. Luego, si puedes, ven a clase. Pero ahora vámonos, me tengo que cambiar: no doy clase en pantalones cortos y chanclas».
Alex mira hacia la orilla, el río lento, el rostro de Edinson. Incluso en la selva amazónica... «Don Gius, ¿te lo esperabas? Tengo que escribir a mis amigos».

 
 

Créditos / © Asociación Cultural Huellas, c/ Luis de Salazar, 9, local 4. 28002 Madrid. Tel.: 915231404 / © Fraternità di Comunione e Liberazione para los textos de Luigi Giussani y Julián Carrón

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